lunes, 30 de noviembre de 2015

MENSAJE DE LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA A LA FUERZA ARMADA NACIONAL



Frente al desafío crucial contenido en las elecciones parlamentarias del 6D, asumimos el deber democrático e institucional de dirigirnos a los miles de Venezolanos que forman parte de nuestra Fuerza Armada Nacional, y subrayar con ellos su compromiso constitucional e institucional como uno de los garantes más importantes para que esta jornada electoral transcurra y culmine de manera transparente, pacífica y cívica en cada mesa de votación, y que los resultados que expresarán inequívocamente la voluntad ciudadana sean indiscutiblemente respetados sin reservas.
Recalcamos que la Fuerza Armada Nacional no es una agrupación ni partidista ni política, que no puede estar subordinada a ningún interés extranjero, que su deber es actuar como una institución al servicio de los intereses de un país y de los derechos soberanos del pueblo, que en los eventos electorales encuentran una de sus más altas expresiones constitucionales, democráticas y pacíficas. Sostenemos que la elección del Parlamento es la más importante de cuantas se realizan en la República, pues gracias a ellas se constituye el cuerpo que legisla para todos , que controla las acciones del gobierno para impedir arbitrariedades, que vigila la marcha del país para legislar de modo eficaz y oportuno, que debe intervenir con lucidez en la designación de los miembros de otras instituciones del Estado, y que todo esto debe hacerlo representando exclusivamente la auténtica soberanía institucional y su origen en el mandato popular.
La Fuerza Armada Nacional, institución como todas las demás, subordinadas en primer lugar, a las normas constitucionales y, luego a la voluntad popular, tienen la obligación de velar para que ambas se respeten incondicionalmente tanto en el acto de votación como en el de los escrutinios y el de la proclamación de los diputados electos a la Asamblea Nacional. Ante este deber no hay ninguna alternativa sino la de cumplirlo de manera imparcial, disciplinada, legal, correcta y guiándose por el principio de mantener la paz y la legalidad. El Plan República que va a resguardar estos comicios a lo largo y ancho de Venezuela, debe comportarse –como lo ha hecho en líneas generales– obedeciendo a esos principios a toda hora y en todos los casos, y tiene la obligación de desoir cualquier llamado, instrucción u orden en sentido contrario, sea quien sea el que los plantee.
Tienen ustedes la obligación de tener un comportamiento institucional que contribuya a que los venezolanos voten en paz. En la actual coyuntura del país, profundamente crítica y sacudida por enormes problemas económicos (inflación, desabastecimiento),sociales(empobrecimiento, inseguridad , violencia) y políticos (corrupción, invasión del narcotráfico), que embargan la vida cotidiana de todos los venezolanos, sean familias civiles o militares, estamos seguros que ha sonado la hora de los cambios, y la Fuerza Armada Nacional no puede sino garantizar que bajo ningún pretexto, serán bloqueados ni coartados , y desde ya exigimos que una parte cardinal de esos cambios sea para recuperar a plenitud la naturaliza institucional, constitucional, imparcial, profesional y al servicio de los ciudadanos y de la democracia, de la Fuerza Armada Nacional.
Nuestra seguridad se funda en que ese será el comportamiento de generales, oficiales superiores, subalternos, tropa profesional y soldados, y que ningún militar venezolano va a obstaculizar que una nueva mayoría ocupe la Asamblea Nacional, y que los cambios capaces de superar la crisis económica, social, institucional y política comiencen a recorrer los caminos de nuestra nación. Es lo que en esta hora definitiva, en tanto ciudadanía responsable y democrática, tenemos derecho a exigir, y así lo hacemos, a todo el estamento militar venezolano, pues en esta hora de crisis llegó la hora del cambio que será pacífico, cívico, constitucional, a favor de todos y construido por todos, un cambio que permitirá –entre otros logros- que la Fuerza Armada Nacional recobre su sitial de institución respetada y apreciada por todos los venezolanos, y no sólo por un sector. EN ESTA HORA CRUCIAL, QUE ES TAMBIEN TIEMPO DE CRISIS Y DE OPORTUNIDAD, ESTO ES LO QUE EL CIUDADANO SIN UNIFORME ESPERA DEL CIUDADANO UNIFORMADO: RESPETO A LA CONSTITUCIÓN Y A LA VOLUNTAD SOBERANA DEL PUEBLO.


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SÚMATE EXIGE SANCIONES PARA MADURO POR VIOLAR LA LEY ORGÁNICA ELECTORAL Y LA LEY CONTRA LA CORRUPCIÓN

Súmate exige a los cinco rectores principales del Consejo Nacional Electoral (CNE) aplicar las sanciones previstas en la Ley Orgánica de Procesos Electorales y la Ley Contra La Corrupción al Presidente de la República, Nicolás Maduro, por utilizar los recursos y bienes del Estado a favor de los candidatos a diputados a la Asamblea Nacional por el Gran Polo Patriótico (GPP) y del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), evidenciado hoy lunes 30 de noviembre en el Acto de Compromiso con los Candidatos, transmitido por el canal Venezolana de Televisión (VTV) y la plataforma de Medios de Comunicación Social radioeléctrica y televisiva del Estado.
 
La ONG denuncia que esta no es la primera vez que el Presidente de la República utiliza de forma ilegal e inescrupulosa los bienes y recursos del Estado para favorecer a su parcialidad política del PSUV, ya que en este mes de noviembre ha realizado 29 alocuciones, distribuidas en 25 transmisiones especiales, su programa ”En Contacto con Maduro” y 3 cadenas nacionales. En la gran mayoría de las 29 alocuciones ha utilizado su investidura como Jefe de Estado para beneficiar a los candidatos a diputados a la AN por el PSUV y GPP, lo cual viola el Principio de Igualdad y Equidad de condiciones para todos los actores y fuerzas políticas que los respaldan, estipulado en el artículo 21 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
 
Ante este abuso y violación de la legislación venezolana, Súmate exige al CNE hacer cumplir lo establecido en los artículos 145 de la Constitución, 13 y 18 de la Ley Contra la Corrupción; 75, numeral 13, de la Ley de Procesos Electorales (LOPRE), 222 y 223 del Reglamento General de la LOPRE, y 91, numeral 5, de la Ley de la Contraloría General de la República:
 
Artículo 145 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela:Los funcionarios públicos y funcionarias públicas están al servicio del Estado y no de parcialidad alguna…”
 
Artículo 13 de la Ley Contra la corrupción:Los funcionarios y empleados públicos están al servicio del Estado y no de parcialidad política o económica alguna. En consecuencia, no podrán destinar el uso de los bienes públicos o los recursos que integran el patrimonio público para favorecer a partidos o proyectos políticos, o a intereses económicos particulares”.
 
Artículo 18 de la Ley Contra la corrupción: Los funcionarios y empleados públicos deberán utilizar los bienes y recursos públicos para los fines previstos en el presupuesto correspondiente”.
 
Artículo 75 de la Ley Orgánica de Procesos Electorales:No se permitirá la propaganda electoral que: 13. Sea financiada con fondos públicos distintos a lo previsto en estas normas.”
 
Artículo 222 del Reglamento General de la LOPRE: “Los organismos públicos nacionales, estadales o municipales no podrán realizar publicidad y propaganda electoral, y en tal sentido, no podrán difundir mensajes destinados a promover, auspiciar o favorecer determinada candidatura u organización con fines políticos o grupo de electoras y electores, y comunidades u organizaciones indígenas, así como todo aquello que promueva o tienda a promover la imagen negativa de alguna candidata o candidato, organización con fines políticos, grupo de electoras y electores y comunidades u organizaciones indígenas.
No se permitirá el uso de los bienes propiedad de la República, ni de los estados o municipios con el fin de favorecer o promover una candidatura o realizar propaganda electoral.”
 
Artículo 223 del Reglamento General de la LOPRE :”La información concerniente a las obras de gobierno, los mensajes y alocuciones oficiales, no podrán tener contenidos y símbolos publicitarios o propagandísticos de naturaleza electoral.”
 
Artículo 91 numeral 5 Ley Orgánica de la Contraloría General de la República y del Sistema Nacional de Control Fiscal: Sin perjuicio de la responsabilidad civil o penal, y de lo que dispongan otras leyes, constituyen supuestos generadores de responsabilidad administrativa los actos, hechos u omisiones que se mencionan a continuación. (omissis)
  1. La utilización en obras o servicios de índole particular, de trabajadores, bienes o recursos que por cualquier título estén afectados o destinados a los entes y organismos señalados en los numerales 1 al 11 del Artículo 9 de esta ley”.
 
Con el fin de re-establecer el respeto al ordenamiento jurídico de la República en materia de abuso y ventajismo en la campaña electoral, Súmate pide al CNE aplicar las sanciones pecuniarias establecidas en el artículo 232, numeral 4, de la Ley Orgánica de Procesos Electorales, que prevé una multa desde cinco mil (5.000 U.T.) a siete mil Unidades Tributarias (7.000 U.T.):
 
Artículo 232, numeral 4, de la LOPRE: Sin perjuicio a las previsiones contenidas en el artículo 83 de la presente Ley, referido a la prohibición y difusión de resultados antes del primer boletín oficial, serán sancionados con multas de cinco mil Unidades Tributarias (5.000 U.T.) a siete mil Unidades Tributarias (7.000 U.T.) al medio de comunicación social que incurra en la prohibición prevista.
 
Así mismo serán sancionados o sancionadas con la multa prevista en el presente artículo:
  1. Quienes incumplan las regulaciones previstas en esta Ley sobre propaganda electoral no permitida.”
 
También solicita al CNE exigir a la Contraloría General y a la Fiscalía General de la República abrir las investigaciones administrativas y, si es pertinente, solicitar la aplicación de las sanciones penales establecidas en el artículo 70 de la Ley Contra La Corrupción a los funcionarios públicos, así como los correctivos correspondientes, no importando su jerarquía, cargo o tendencia política, por utilizar recursos y bienes del Estado, como también utilizar sus cargos públicos en la realización de actos explícitamente proselitistas con miras a las elecciones 6 de Diciembre.
 
Artículo 70 de la Ley Contra la corrupción: El funcionario público que abusando de sus funciones, utilice su cargo para favorecer o perjudicar electoralmente a un candidato, grupo, partido o movimiento político, será sancionado con prisión de un (1) año a tres (3) años.

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DELITOS Y ELECCIONES


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ALBERTO ARTEAGA S.

Con motivo del próximo proceso electoral del 6 de Diciembre se plantea, una vez más, la cuestión de los delitos electorales, con el consabido anuncio de operativos oficiales, y amenazas de sanciones por ilícitos que, al parecer, solo tienen que ver con hechos de resistencia a la autoridad o protesta por el funcionamiento de alguna mesa electoral, dando cuenta, al siguiente día, de irregularidades en tal sentido que se concretanen la detención infraganti de algún ciudadano que hizo público su reclamo.
Pero, en verdad, ilícitos electorales específicos como el favorecimiento electoral, la usurpación de identidad de un elector, el uso de documentación falsa para votar, las amenazas o la coacción sobre votantes, la obstrucción del voto o el uso de armas para amedrentar o la alteración de un programa informático, no se mencionan en ninguna oportunidad como conductas que deben ser investigadas y sancionadas penalmente.
Los delitos electorales se encontraban descritos detalladamente en la derogada Ley Orgánica del Sufragio y  Participación Política de 1998, pero la vigente Ley Orgánica de Procesos Electorales de 2009, de un plumazo, eliminó estos tipos delictivos y, como un saludo a la bandera, remitió la materia a una ley especial que nunca se ha dictado, con  evidente desidia del CNE y de la Asamblea.
La ley derogada contemplaba, entre otros, en profusa enumeración, el cambio fraudulento de documentos que prueban la residencia de los electores, la alteración de los documentos necesarios para ejercer el voto, el abandono injustificado de sus tareas por parte de los funcionarios electorales, el extravío de actas de votación, el voto doble o el voto por un muerto,  los atentados contra la libertad y secreto del voto y otras conductas específicas referentes a tan importante acto cívico, hoy revestido de notoriaparafernalia militar.
Sin duda, esas conductas, que afectan gravemente uno de los acontecimientos más importantes del quehacer democrático y lesionan el derecho político del sufragio contemplado en el art. 63 de la Constitución, deben ser objeto de regulación expresa, lo que ha dejado de ocurrir.
Sinembargo, esta inobservancia legislativa en la que nadie ha reparado, no significa que la mayoría de los ilícitos que pueden darse en un proceso electoral  no puedan ser sancionados penalmente, lo cual solo es posible recurriendo a normas penales genéricas     –tapa amarilla– que no faltan en Venezuela, país en la que la escasez es la regla, salvo en materia de males. 
De acuerdo con lo expresado, lo atentados contra el ejercicio del derecho al voto, como derecho político, puedenser sancionados penalmente aplicando diversas normas contenidas en nuestro Código Penal, en supuestos más amplios o con dispositivos previstos en otros instrumentos legales como el Decreto-Ley contra la Corrupción, el Decreto-Ley   de Identificación o la Ley contra los Delitos Informáticos, ya sea que se trate de amenazas, violencia o de algunas formas de coacción sobre  los electores, de perturbación al  funcionamiento  de los cuerpos electorales, del disparo de armas de fuego para amedrentar o causar desórdenespúblicos, de la usurpación de identidad o uso del cédulasfalsas, de la alteración de datos informáticos o, lo que se ha constituido en uno de los más reiterados e impunes abusos de autoridad, como es el favorecimiento electoral, castigado por el artículo 70 del Decreto-Ley contra la Corrupción de 2014.
En definitiva, lo que se impone es el más absoluto respeto a la libertad del votante y al secreto del voto -por lo cual debe velar la Defensoría del Pueblo-, la eficaz e imparcial intervención del CNE para advertir sobre los hechos ilícitos y la oportuna garantía de persecución y sanción legal de los delitos que lesionan el derecho político del sufragio por parte de la Fiscalía y los órganos de administración de justicia.

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domingo, 29 de noviembre de 2015

POR QUÉ VOTARÉ EL 6D


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            TULIO HERNANDEZ
 
Votaré el el próximo domingo 6, en las elecciones legislativas, porque desde que tengo la edad   establecida nunca he dejado de hacerlo. 
Votaré por la razón fundamental asociada a la naturaleza de la elección. Para tratar de recuperar una de las condiciones fundamentales de la democracia, la autonomía de poderes. La posibilidad de que un poder, el legislativo, pueda hacer contrapeso a otro poder, el ejecutivo, de manera que tenga controles, supervisiones, evaluaciones para que el segundo no actúe impunemente. Para que el presidente y los ministros rindan cuentas. Sean interpelados cuando sea necesario. Para que cuando violen las reglas de juego establecidas en la Constitución reciban el castigo que necesario. 
Votaré el domingo 6, pensando en los más de 70 activistas políticos que están presos arbitrariamente sólo por disentir del grupo en el poder. Pensaré también en los miles de venezolanos que han estado detenidos por participar en manifestaciones de protesta. En los centenares que han sido violados sexualmente por guardias nacionales, en los torturados implacablemente, escupidos, golpeados, vejados, ofendidos, agraviados. 
En el momento cuando toque la tecla “Seleccionar Todo”, lo haré en solidaridad con los enfermos de parkinson que han vivido momentos difíciles por ausencia de medicamentos, con los epilépticos que sufren ataques en las calles por la misma razón, por los enfermos de cáncer que no tienen los químicos para sus terapias y por mí mismo que he pasado días sin encontrar las pastillas para la hipertensión sólo porque un gobierno pervertido monopoliza los dólares y los asigna a su capricho. 
Cuando deposite en la caja de cartón el papelito que registra mi voto pensaré en los miles de productores venezolanos, unos del campo, otros industriales o comerciantes, que han visto como en minutos se esfuman sus esfuerzos de años. En todos aquellos que han sido expropiados por un Estado hambriento de poder pero incapaz de conducir con éxito las unidades productivas que estatiza. Pensaré en la granjera que hizo circular el video en donde muestra las gallinas ponedoras que se van muriendo porque no tienen alimento y llora por ellas como si fueran sus mascotas. 
El 6 de diciembre, cuando me despierte y me vista de domingo, o de novio de la democracia, pensaré en los más de 100 mil venezolanos que han sido asesinados desde 1999. La mayoría a balazos. Sin que el gobierno haya hecho ningún gesto grandioso para contener el fenómeno más grave que sacude a Venezuela, la perdida del valor sagrado de la vida, la banalización del derecho más importante, el derecho a estar vivos. Recordando que es al Estado a quien le corresponde hacer cumplir los derechos fundamentales. 
Igual llevaré en mi mente a todos los  venezolanos que han hecho millares de horas de cola tratando de conseguir los alimentos basicos que escasean, y a los miles que han tenido que dedicarse a la acción delictiva revendiendo productos o practicando el contrabando de extracción tratando de mejorar los ingresos que el desempleo y los bajos sueldos les niegan. 
Ese día, mientras esté en la cola aguardando por ejercer mi voto, pensaré que con una nueva Asamblea Nacional tal vez podremos investigar a fondo los 800.000 dólares que Antonini le llevó en un avión de Pdvsa a la derrotada Krichner, los miles de millones de dólares asignados a dedo por Cadivi a empresas de maletín, los misterios ocultos en los asesinatos del fiscal Anderson y el diputado Serra, las relaciones entre la familia presidencial y los narcosobrinos detenidos, se supone que para el resto de su vida, en los Estados Unidos. 
Al regresar a casa pensaré que he votado por todos los venezolanos que estamos en contra del populismo autoritario y desde hace dieciséis años, todos los días, hemos sido insultados desde los medios cada vez más controlados por los rojos. Recordaré todas las veces que nos han dicho traidores, enemigos de la patria, pitiyanquis, malditos, escuálidos, disociados, hijos de puta, sólo por que no estamos de acuerdo con la manera malandra, autoritaria y errática como conducen al país. 
Y por la noche, cuando la nueva mayoría de la Asamblea sea un hecho, brindaré hacia el cielo esperanzado con la certeza de que, como decía Manuel Caballero, uno no sale de una pesadilla cambiando de monstruo, uno sale de una pesadilla despertándose. 

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SANGUINETTI: "VENEZUELA ES APENAS UNA DICTADURA MAQUILLADA"
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EL PAÍS, URUGUAY

El expresidente uruguayo dijo que para sancionar al país aún hay que esperar a conocer el resultado de las elecciones del 6 de diciembre, pero se manifestó a favor de que el Mercosur implemente la cláusula democrática.
El expresidente de la República, Julio María Sanguinetti, se refirió a la situación política actual de Venezuela en representación del Ateneo libre, grupo que conforma junto al también ex´presidente Jorge Batlle.
El exmandatario se manifestó a favor de la idea del presidente electo de Argentina, Mauricio Macri, de solicitar al Mercosur que se aplique la cláusula democrática para la nación gobernada por Nicolás Maduro. Sin embargo, aseguró que aún no es momento de aplicar sanciones, sino que se debe esperar a lo que pase después de las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre
“El asesinato de un dirigente político, en un acto público, es la exteriorización de un clima que no precisa más investigaciones sobre responsabilidades”, aseguró Sanguinetti, para luego decir que se vive “una dictadura apenas maquillada”.
“¿Qué diríamos si aquí fuéramos a una elección con los doctores Lacalle Pou, Larrañaga y Bordaberry presos, los canales de televisión confiscados y el diario El País saliendo con 10 páginas con papel prestado por sus colegas de América?”, se preguntó el exmandatario.
Luego indicó que le parecían “lamentables” las declaraciones del expresidente José Mujica y del Pit-Cnt defendiendo al gobierno venezolano, argumentando que existe una situación de “pérdida de libertades y falta de las garantías más elementales”.
Según Sanguinetti, Uruguay “tiene el compromiso jurídico y moral” de que la posibilidad de sancionar al gobierno venezolano después de que se celebren las elecciones esté en agenda. “Si no, ¿para qué existe una cláusula democrática en el Mercosur? ¿para qué una declaración de derechos humanos en OEA?“, indicó.
“Venezuela no es un país lejano, con el cual simplemente comerciamos, es un socio en el Mercosur y estamos vinculados por normas jurídicas que a todos nos imponen deberes. La tradición de Uruguay nos impone definiciones muy categóricas”, concluyó el expresidente.

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VENEZUELA: CARTA ABIERTA DE LUIS ALMAGRO (OEA) SOBRE CLIMA PRE-ELECTORAL


  28 de noviembre de 2015

Hoy, a una semana del acto electoral del 6D vuelvo a hacer un pedido en favor de la paz y de poner fin a la violencia en Venezuela. Los insultos y la impunidad, venga esta de donde venga, no pueden ser la respuesta a un clamor nacional e internacional de igualdad de derechos y justicia electoral.

No es ser basura, Señor Presidente Nicolas Maduro condenar el asesinato de un político y hacer un llamado a detener ya la violencia en curso en el país, o decir que ''la muerte violenta de toda persona es un hecho execrable que nuestra conciencia no puede admitir. El asesinato de un militante político, además, nos deja a todos más vulnerables, señala que somos todos víctimas reales, no solamente potenciales". Basura sería sostener lo contrario.

Igualmente, no es ser basura decir que “el asesinato de un dirigente político es una herida de muerte a la democracia, y una sucesión de hechos de violencia política en un proceso electoral es la muerte de mucha democracia”.

Tampoco lo es, hacer referencia “a otros ataques realizados contra otros dirigentes políticos en una estrategia que procura amedrentar a la oposición” y que "en realidad, el temor llega a la sociedad entera y estremece a toda la comunidad internacional".

Inseguridad y Miedo no pueden dominar campaña

Y si no le consta, Señor Presidente de todos los venezolanos, el miedo y la inseguridad de la oposición, entonces debería escucharlos para que se lo digan directamente.

Pido solamente que cada militante y cada estudiante -de la filiación política que sea- puedan salir a expresarse en paz política y socialmente, y pueda estar seguro de volver tranquilo a su casa; que cada político, desde el mejor al peor, sean protegidos, estén a salvo de cualquier atentado por el motivo que sea. Ser basura sería pedir y querer lo contrario.

No es ser basura, pedir "al Gobierno actuar ya”, pedir “el cese de toda violencia; pedir “transformar la contienda electoral en una fiesta y no en un ejercicio de fuerza, violencia y miedo”; pedir “las garantías más absolutas para todos". Serlo sería no reclamar esos derechos.

Desarmar grupos civiles armados, un imperativo cívico

No es ser basura pedir “restablecer el clima de paz y el respeto a las leyes inmediatamente”, ni querer ponerle fin a "los discursos cargados de amenazas, de pronósticos oscuros y a desarmar a cualquier grupo civil armado, especialmente aquellos que dependen del Gobierno o del partido de Gobierno". Y mi petición se refiere especialmente a estos últimos, porque supongo y espero que tenga influencia y poder sobre ellos, señor Presidente. En cualquier caso, al país le haría bien despojar a la política de las armas y de la delincuencia.

No es ser basura señalar que "no debe haber un muerto más, no debe haber una amenaza más”, que es “hora de ponerle fin al miedo”, que "cada muerto en Venezuela duele hoy en todas las Américas".

Serlo sería ser indulgente con la muerte violenta, con las amenazas, con las razones del miedo; ser basura sería que no dolieran los muertos de Venezuela. Cada muerte nos debe doler, se llame Eleazar Hernández o Pablo Sussoni, Génesis Arguisone o casos del pasado como el de Robert Serra y su pareja, o Eliezer Otaiza, o el más reciente, Luis Manuel Díaz, que murió en un acto de campaña.

Que los principios no nos separen

Y sobre el caso de Luis Manuel Díaz es urgente-- por la naturaleza de crimen político--una investigación del asesinato, y que esa investigación aporte conclusiones irrefutables, igual que es necesario investigar y resolver los casos pendientes de los 43 asesinados en las manifestaciones del pasado u otros casos todavía no resueltos. Eso brindaría seguridad.

Espero que estos principios, señor Presidente, no nos separen y me pongan a mí de un lado y a Usted del otro. Y esta respuesta de hoy, no la hago para ponerme a salvo de los intentos de insultarme, pero prefiero escuchar argumentos.

Me importa la felicidad y la paz de su pueblo. Y deseo, además, que el Pueblo venezolano alcance su felicidad durante su mandato, porque la felicidad de los pueblos “no admite la menor demora”, como tampoco sus causas, en el sentido original de la frase del General José Gervasio Artigas.

Luis Almagro,
Secretario General de la OEA
Referencia: C-345/15

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"NI BUENOS NI MALOS: INCORREGIBLES"

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   CARLOS RAUL HERNANDEZ

El triunfo de Mauricio Macri -junto al colapso del PT brasilero- marcan la nueva tendencia en Latinoamérica. Se debilita el dominio regional de la revolución bolivariana. Argentina, una de las de tres principales potencias de la región, modestas comparadas con el espacio global, intenta desmarcarse de la suerte izquierdista anacrónica (tal como suena en Brasil) que le hizo perder el tren de la Historia desde 1946, y luego de varias recaídas la había forzado al retroceso. Ojalá logre superar la tendencia que impide al país levantar cabeza desde hace 70 años. La magia maligna de Perón le hizo perder el camino y sucumbir a largas décadas al populismo, inestabilidad y dictaduras militares. Entre aquellas fechas y los 90, solo un presidente, Carlos Menem, que logró liquidar el proceso inflacionario, culminó su mandato y parecía que el país enderezaba su marcha.

Luego De la Rúa retrajo las reformas de Menem, y volvió el caos. Más tarde el kirchnerismo implantó una falsa gobernabilidad al costo de destruir la producción y matar la gallina de los huevos de oro. Pese al enorme poder del kirchnerismo, su asombrosa incompetencia, torpeza y arbitrariedad, lo llevaron al naufragio, como todas las experiencias populistas. Unasur tiende al sepulcro si es que ya no lo está, como Pedro Páramo que estaba muerto y no se había dado cuenta. ¿Cómo serán las reuniones de Unasur con la presencia del nuevo gobierno argentino y el brasilero encañonado por la oposición? En la primera alocución de Macri como presidente electo estuvieron invitados, gesto honorífico a la disidencia venezolana, Lilian Tintori, Tomás Guanipa y Carlos Vecchio, señal clarísima de por dónde va el nuevo Presidente. Aunque el discurso fue genérico, Macri deja algunas basas importantes.

Siempre votar

Una reivindicación del sufragio dirigida a los que proponían abstención y querían "salir a la calle" a enfrentar a La Cámpora, en vez de hacer campaña electoral: "Uds., con su voto, han hecho posible lo imposible". El resultado provocó oleadas paralelas en Venezuela: una de estupor en los partidarios del gobierno, que asocian lo ocurrido con su futuro inmediato. Y otra de alegría en partidarios de que el cambio pacífico es posible. Macri enfatizó que "no habría venganzas ni retaliaciones" e invitó a los que no votaron por él a incorporarse a un plan de gobernabilidad. Sin desconocer los problemas políticos que se presentarán, la reforma económico-social es imperativa, pero no basta estabilizar la economía y arrancar un crecimiento sano, aunque es tarea esencial. Es preciso en lo inmediato realizar un programa masivo con políticas sociales de nuevo tipo que mejoren a corto plazo el ingreso.

Esas políticas no pueden ser populistas y deben formar la ciudadanía para el trabajo y la generación de riqueza, y así mejorar la calidad de vida. No se trata de limosnas como hacen los que pretenden hacer de la ciudadanía mendigos dependientes, sino transferencias condicionadas a cambio del aprendizaje de oficios. De no ser así, en poco tiempo se debilitará el optimismo y podrían resurgir los espectros. Borges tuvo razón cuando dijo que "los peronistas no son ni buenos ni malos: son incorregibles". El nuevo gobierno estará obligado para tener éxito, a emprender una reforma económica con medidas antipáticas y desagradables, como en España, y el pasado le saltará al cuello, lo que lo obligará a actuar con destreza política y capacidad de diálogo. Aunque Rajoy hace notablemente lo que debe, apareció la amenaza irresponsable de Podemos, que por fortuna el sistema, hasta ahora, tiende a absorber.

Timidez es mala educación

Pero si Macri no impulsa las reformas por temor a la reacción peronista, si se impusiera una lógica conservadora, el triunfo del 22N habrá sido inútil y la crisis se profundizará. Repetir el populismo ahora con signo de centro sería la peor opción. En algún momento se habló acerca de un supuesto "desarrollismo" de su esquema económico, aunque ese término, más ideológico que práctico, es prenda de un pasado con malas resonancias. Pero no es importante y en política las etiquetas marcan cualquier contenido. Los anuncios de eliminar el control de cambio y demás restricciones a la actividad productiva son bien recibidos. La experiencia de cincuenta años de política económica latinoamericana ha dejado líneas de acción muy claras que están a la disposición y seguro el nuevo Presidente las va a utilizar.

Los análisis superficiales quieren ver esto como desplazamiento de un péndulo fatalista izquierda-derecha, una respuesta convencional, superficial y equivocada a un asunto serio. Lo que fracasa en Argentina, Venezuela y Brasil (este último caso, acotado) son políticas anacrónicas, caldo de cultivo de una corrupción patológica, cuyo drenaje hace imposible enfrentar la baja de los precios internacionales de los commodities. Se ha repetido mucho la frase de Felipe González: las políticas económicas no son de izquierda ni de derecha, sino buenas o malas. Lo que muere es la aberración de aniquilar sociedades productivas en manos de la iniciativa de los ciudadanos, para sustituirlas por contratechos parapetos estatales que siempre, sine qua non, sin excepciones, llevan los países a la ruina. El que quiera saberlo, que lo sepa.

@CarlosRaulHer

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VENEZUELA EN EL ESPEJO ARGENTINO


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FRANCISCO MONALDI

La victoria presidencial de Mauricio Macri en la Argentina es histórica en múltiples dimensiones. En primer lugar, porque es la primera vez en casi un siglo que los argentinos eligen democráticamente un presidente que no es ni peronista, ni radical. En segundo lugar, porque es también la primera vez que eligen democráticamente un presidente que se puede catalogar como de centro-derecha (aunque cuidadosamente no se autodefina ideológicamente). Finalmente, porque es el primer presidente de centro-derecha que sale victorioso en uno de los países gobernado por el populismo de izquierda que ha imperado en la región durante la última década. ¿Representa la victoria de Macri el principio de una nueva tendencia, o terminará siendo una anomalía histórica, sin mayor significación? Solo el futuro nos permitirá dilucidarlo.
Para la Venezuela actual tiene claras implicaciones dado que llega a la presidencia de un país hasta ahora importante aliado del chavismo, un declarado adversario, que ha hecho de la defensa de la institucionalidad democrática en la región y en particular en Venezuela, un tema de campaña. También porque simboliza un quiebre de tendencia importante dentro del movimiento populista que inició y lideró Chávez a nivel continental, y por tanto pudiera reflejar el principio del fin de dicho movimiento. Adicionalmente, el trascendental cambio en la tierra del tango nos ofrece una excusa para ver el futuro de Venezuela en el espejo de la historia Argentina.   
Desde que Hugo Chávez ganó la presidencia en 1998 mucho se ha hablado de los paralelos históricos con la figura histórica de Juan Domingo Perón: ambos fueron militares que participaron en conspiraciones golpistas; ambos se convirtieron en líderes populistas nacionalistas que ganaron elecciones por amplio margen y fundaron movimientos personalistas con gran arraigo popular; ambos utilizaron una retórica basada en la definición de enemigos: antiimperialista, antioligarca, anticapitalista; ambos despreciaban profundamente las instituciones de la democracia liberal y de la economía de mercado; ambos crearon un culto a la personalidad y rescribieron la historia oficial del país a su imagen y semejanza; ambos movilizaron e incorporaron a la política a segmentos excluidos de la población más pobre; ambos se beneficiaron de la abundancia de rentas de recursos naturales en dos de los países más ricos de la región, pero que venían de periodos de alta conflictividad social y política; y finalmente, la historia converge cuando el peronismo gobernante de los Kirchner se identifica con Chávez y se convierten en incondicionales aliados. Perón era inicialmente claramente fascista y anticomunista, y no es casualidad que el general Perón se viniera a refugiar en la Venezuela del dictador Pérez Jiménez y luego del derrocamiento de este, se mudara a la España de Franco. Sin embargo, el peronismo en los setenta desarrolló una fuerte corriente radical de izquierda, de la que los Kirchner son representantes. Por tanto, el peronismo y el chavismo también coinciden en tener entremezcladas esas tendencias aparentemente contradictorias de militarismo-fascistoide con radicalismo de izquierda, unidas por su autoritarismo y antiliberalismo.
Antes de seguir con esta reflexión, una digresión personal. Siempre me ha fascinado la Argentina. Desde que era adolescente he leído mucho sobre historia argentina, incluyendo varias biografías de Perón y libros sobre el peronismo. No es casualidad, mi padre es argentino, mi nono era ítalo-argentino y mi nona catalana-argentina, mis tíos y primos paternos son argentinos, porteños y cordobeses. De niño viajé casi todos los años a la Argentina y tengo gratísimos recuerdos de ellos. Buenos Aires sigue siendo hoy una de mis ciudades preferidas en todo el mundo, y desde el 78 he sido entusiasta seguidor de la selección Argentina de fútbol. Me encanta el tango, Astor Piazzola y Charly García, las medialunas con dulce de leche, las mollejas, el chimichurri, la pizza fugazza y la de jamón con morrones. Soy entusiasta del cine argentino, de Les Luthiers, de Quino y de las librerías y cafés porteños. En la última década he desarrollado buena amistad con economistas y politólogos argentinos, de quienes he aprendido mucho, y que al igual que yo están fascinados por entender: ¿qué le pasó a la Argentina? Un país que era a principios del siglo XX de los más ricos del planeta, a la par con Canadá y Australia, pero que se quedó rezagado económicamente, incluso a nivel regional. La democracia con el nivel más alto de riqueza que llegó a colapsar. En fin, un maravilloso país, cuya historia, como ya es cliché, es un tango.
Por supuesto no escasean las interpretaciones, económicas, sociales, culturales y políticas de la aparente “maldición” Argentina, pero una de las que a mí me hace mucho sentido es una mezcla de polarización política con debilidad institucional. Ningún presidente no peronista ha podido terminar su mandato constitucional en casi un siglo, a los Perón (al propio y a Isabelita) los derrocaron los militares, y a los peronistas no les permitieron participar en las elecciones por casi dos décadas.
Aunque la polarización y la disfuncionalidad política en Argentina tienen raíces previas a Perón, sin duda que el legado de ese comandante se parece mucho al de su versión tropical más reciente. El original dividió al país entre peronistas y antiperonistas por décadas. Su intento totalitario por dominar al país dejó profundas cicatrices. Los militares derrocaron a Perón en 1955 cuando la economía argentina estaba colapsando bajo el peso de un populismo desbocado, pero en los sectores populares quedó el recuerdo de los buenos tiempos y el contraste con los dolorosos ajustes económicos de los gobiernos militares. El peronismo no aprendió de sus errores, al menos no íntegramente, en parte porque no pagó los costos electorales de su irresponsabilidad y en parte porque los militares represores jugaron un papel nefasto en la política argentina. La Argentina ha vivido desde entonces bajo una realidad de volatilidad política, institucional y económica, con violentos movimientos pendulares de política económica y una gran ausencia de políticas de Estado de largo plazo. Con un marco institucional disfuncional, que genera pocos incentivos para la cooperación, y que promueve que los gobernantes jueguen fuera del tablero y tengan cortos horizontes temporales. El profundo desprecio de Perón por las instituciones democráticas y los límites al poder sin duda contribuyó a debilitar la fibra institucional del país, pero tanto o más contribuyó la reacción antidemocrática de las élites económicas y militares. Aun así, la realidad es que tres cuartos de siglo después de su surgimiento, el peronismo sigue dominando la política Argentina e incluso Macri, como jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, sintió la necesidad de levantar una estatua de Perón y ponerle su nombre a una plaza, días antes de las elecciones.
Pero ¿qué tiene esta historia que ver con la Venezuela de hoy? El próximo domingo la oposición venezolana está posicionada para obtener una contundente victoria en las elecciones legislativas y se abre el panorama de una posible transición hacia una democracia institucionalizada. Pero en un país altamente polarizado, tanto dentro del chavismo como en algunos sectores de la oposición, hay quienes plantean un juego suma-cero, un todo o nada, que no reconoce la legitimidad del adversario y que puede ser muy destructivo hacia el futuro. Si el chavismo no aprende la lección y continúa con sus pretensiones totalitarias después de la derrota electoral, o si la oposición lee equivocadamente la victoria y no entiende que el chavismo sigue representando una porción muy importante del país, siendo Chávez, todavía hoy, un referente positivo para la mitad de los venezolanos, estaremos sembrando las semillas de la inestabilidad institucional y política futura, cuyos frutos hemos visto en la Argentina durante décadas. La idea de que el chavismo es tan solo “una pesadilla” de la que nos vamos a despertar es por tanto muy peligrosa.
Para poner un referente histórico local, el chavismo no es el perezjimenismo que pudo ser excluido del sistema político puntofijista sin mayores consecuencias (y aun así aquel comandante también ganó elecciones como senador después de estar preso). El chavismo se parece más al peronismo o al sandinismo, es un movimiento con amplia base política y social y que de alguna u otra forma tendrá un importante papel que cumplir en el futuro del país para bien o para mal.
La coyuntura que vivimos ofrece una oportunidad para que el chavismo, derrotado electoralmente y con niveles de aprobación de gestión de 20%-25%, pero todavía con todo el poder fáctico e institucional, acuerde una nueva institucionalidad con límites al ejercicio del poder y que garantice la alternancia política. Si el chavismo no se reconstruye en una fuerza democrática, nos esperan años muy difíciles. Lo mismo pasará si la oposición pretende hacer desaparecer al chavismo, como quiso hacer el antiperonismo en Argentina. Claramente la tarea será titánica y se complica aún más porque esto ocurre en medio de la crisis económica más grave de nuestra historia. Tengo, sin embargo, la esperanza de que así como los demócratas venezolanos aprendieron del fallido “trienio adeco”, los nuevos líderes políticos sepan aprender, de nuestra historia y de la historia regional y universal, cómo hacer (y cómo no hacer) una transición exitosa.   
Aspiro a que la victoria de Macri en Argentina represente el fortalecimiento de una institucionalidad que fomente la cooperación política, y que sea el primer presidente no peronista que termine exitosamente su mandato constitucional. Igualmente que la victoria de la oposición venezolana sea también una oportunidad para fortalecer la institucionalidad democrática, evitando los errores del pasado. El Pacto de Puntofijo como referente histórico nacional debe ser objeto de reflexión, por una parte como un ejemplo de lo que hay que hacer, limitando el poder de la mayoría y generando un juego cooperativo entre los actores clave, pero también como un experimento que a la larga fracasó, por excluir a un sector y cartelizar a un duopolio en el poder, y por no permitir al país adaptarse a la volatilidad del precio del petróleo. Confieso que no soy demasiado optimista sobre ambas transiciones, la argentina y la venezolana, por el tamaño de los retos que implican, pero tampoco lo hubiera sido en la transición chilena o española, y demostraron ser mucho más exitosas de lo que cabía esperar. Ojalá se repita el éxito en las tierras de mis afectos.  
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DIÁLOGO DE CONVERSOS



     MARIO VARGAS LLOSA
 
Esta semana dos cosas espléndidas ocurrieron en América Latina. La primera es, desde luego, el triunfo de Mauricio Macri en Argentina, una severa derrota para el populismo de los esposos Kirchner que abre una promesa de modernización, prosperidad y fortalecimiento de la democracia en el continente; es, también, un duro revés para el llamado “socialismo del siglo XXI” y el Gobierno de Venezuela, a quien el nuevo mandatario elegido por el pueblo argentino ha criticado sin complejos por su violación sistemática de los derechos humanos y sus atropellos a la libertad de expresión. Ojalá que esta victoria de una alternativa genuinamente democrática y liberal a la demagogia populista inaugure en América Latina una etapa donde no vuelvan a conquistar el poder mediante elecciones caudillos tan nefastos para sus países como el ecuatoriano Correa, el boliviano Morales o el nicaragüense Ortega, quienes deben estar en estos momentos profundamente afectados por la derrota de un Gobierno aliado y cómplice de sus desafueros.
La otra excelente noticia es la aparición en Chile de un libro, Diálogo de conversos (Editorial Sudamericana), escrito por Roberto Ampuero y Mauricio Rojas, que es, también, en el plano intelectual, un jaque mate a las utopías estatistas, colectivistas y autoritarias del presidente Maduro de Venezuela y compañía y de quienes creen todavía que la justicia social puede llegar a América Latina a través del terrorismo y las guerras revolucionarias.
Roberto Ampuero y Mauricio Rojas creyeron en esta utopía en su juventud y militaron, el primero en la Juventud Comunista, y el segundo en el MIR, desde cuyas filas contribuyeron a crear el clima de crepitación social y caos económico y político que fue el Gobierno de Salvador Allende y la Unidad Popular. Al ocurrir el golpe militar de Pinochet e iniciarse una era de represión, torturas y terror en Chile ambos debieron huir. Se refugiaron en Europa, Roberto Ampuero en Alemania Oriental, desde donde iría luego a Cuba, y Mauricio Rojas en Suecia. En el exilio siguieron militando en la izquierda más radical contra la dictadura, pero la distancia, el contacto con otras realidades políticas e ideológicas, y, en el caso de Ampuero, conocer y padecer en carne propia el “socialismo real” (de pobreza, burocratización, censura y asfixia política), los llevó a ambos a aquella “conversión” a la democracia primero y al liberalismo después. Sobre esto dialogan largamente en este libro que, aunque es un ensayo político y de filosofía social, se lee con el interés y la curiosidad con que se leen las buenas novelas.
Ambos hablan con extraordinaria franqueza y fundamentan todo lo que dicen y creen con experiencias personales, lo que da a su diálogo una autenticidad y realismo de cosa vivida, de reflexiones y convicciones que muerden carne en la historia real y que están por lo mismo a años luz de ese ideologismo tan frecuente en los ensayos políticos, sobre todo de la izquierda aunque también de la derecha, que se mueve en un plano abstracto, de confusa y ampulosa retórica, y que parece totalmente divorciado del aquí y del ahora.
La “conversión” de Ampuero y Rojas no significa haberse pasado con armas y bagajes al enemigo de antaño: ninguno de los dos se ha vuelto conservador ni reaccionario. Todo lo contrario. Ambos son muy conscientes del egoísmo, la incultura y lo relativo de las proclamas a favor de la democracia de una cierta derecha que en el pasado apoyó a las dictaduras militares más corruptas, confundía el liberalismo con el mercantilismo y sólo entendía la libertad como el derecho a enriquecerse valiéndose de cualquier medio. Y ambos, también, aunque son muy categóricos en su condena del estatismo y el colectivismo, que empobrecen a los pueblos y cercenan la libertad, reconocen la generosidad y los ideales de justicia que animan muchas veces a esos jóvenes equivocados que creen, como el Che Guevara o Mao, que el verdadero poder sólo se alcanza empuñando un fusil.
Sería bueno que algunos liberales recalcitrantes, que ven en el mercado libre la panacea milagrosa que resuelve todos los problemas, lean en este Diálogo de conversos los argumentos con que Mauricio Rojas, que aprovechó tan bien la experiencia sueca —donde llegó a ser por unos años diputado por el Partido Liberal—, defiende la necesidad de que una sociedad democrática garantice la igualdad de oportunidades para todos mediante la educación y la fiscalidad de modo que el conjunto de la ciudadanía tenga la oportunidad de poder realizar sus ideales y desaparezcan esos privilegios que en el subdesarrollo (y a veces en los países avanzados) establecen una desigualdad de origen que anula o dificulta extraordinariamente que alguien nacido en sectores desfavorecidos pueda competir de veras y alcanzar éxito en el campo económico y social. Para Mauricio, que defiende ideas muy sutiles para lo que llama “moralizar el mercado”, el liberalismo es más la “doctrina de los medios que de los fines”, pues, como creía Albert Camus, no son estos últimos los que justifican los medios sino al revés: los medios indignos y criminales corrompen y envilecen siempre los fines.
Roberto Ampuero cuenta, en una de las más emotivas páginas de este libro, lo que significó para él, luego de vivir en la cuarentena intelectual de Cuba y Alemania Oriental, llegar a los países libres del Occidente y darse un verdadero atracón de libros censurados y prohibidos. Mauricio Rojas lo corrobora refiriendo cómo fue, en las aulas y bibliotecas de la Universidad de Lund, donde experimentó la transformación ideológica que lo hizo pasar de Marx a Adam Smith y Karl Popper.
Ambos se refieren extensamente a la situación de Chile, a ese curioso fenómeno que ha llevado, al país que ha progresado más en América Latina haciendo retroceder a la pobreza y con el surgimiento de una nueva y robusta clase media gracias a políticas democráticas y liberales, a un cuestionamiento intenso de ese modelo económico y político. Y ambos concluyen, con razón, que el desarrollo económico y material acerca a un país a la justicia y a una vida más libre pero no a la felicidad, y que incluso puede alejarlo más de ella si el egoísmo y la codicia se convierten en el norte exclusivo y excluyente de la vida. La solución no está en retroceder a los viejos esquemas y entelequias que han empobrecido y violentado a los países latinoamericanos sino en reformar y perfeccionar sin tregua la cultura de la libertad, enriqueciendo las conquistas materiales con una intensa vida cultural y espiritual, que humanice cada vez más las relaciones entre las personas, estimule la solidaridad y la voluntad de servicio entre los jóvenes, y amplíe sin tregua esa tolerancia para la diversidad que permita cada vez más a los ciudadanos elegir su propio destino, practicar sus costumbres y creencias, sin otra limitación que la de no infligir daño a los demás.
Hace tiempo que no aparecía en nuestra lengua un ensayo político tan oportuno y estimulante. Ojalá Diálogo de conversos tenga los muchos lectores que se merece.
 
Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 2015.
© Mario Vargas Llosa, 2015

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A BABOR


FERNANDO RODRIGUEZ

Con el triunfo de Macri cambia el itinerario político de América Latina. Que la segunda economía del sur del continente, y su altiva civilización, se haya  movido hacia lo que debemos suponer una democracia más diáfana y una economía modernizada es un hecho trascendental. Que se suma a la hospitalización de Brasil, el gigante maltrecho. A la eticidad diplomática de la Chile socialista. A la hazaña de Almagro y la compostura del gobierno uruguayo. Al “yo tampoco quiero mando” del narciso Correa. Al protagonismo de Santos, el pacificador. O, más en grande, el paso pesado de la Alianza del Pacífico. O Cuba convertida en amiga íntima de su enemigo de cincuenta años, dejando sin referencia a los estalinistas que van quedando. Y súmele, hágalo, la devastadora derrota a la epidemia chavista el domingo próximo. Todo ello, y otras cuantas cosas menos sonoras, son signos de un cambio importante en estas latitudes. Buen tiempo, parece. (Pero, hagamos catarsis, recordemos el papelón de Lula y Mujica echando físico en Buenos Aires para que la dinastía de la “vieja” y el “tuerto” se perpetuara en el poder, para decirlo en la jerga popular de don Pepe).
Ahora bien, hacia dónde debería ir ese supuesto cambio. Yo diría, para simplificar, hacia un solo norte, un único puerto: la modernidad, la racionalidad como norma y la tolerancia como destino. Terminar de concretar el final de nuestro peculiar “medioevo” y asumir el mundo moderno, en lo que este tiene de humanamente definitivo: el ciudadano que soluciona mediante el diálogo y la transacción sus ineludibles conflictos y la sociedad que hace del argumento más veraz la guía de su desarrollo. Y nadie ignora, por  supuesto, cuánta crueldad y desvarío ha costado y cuesta implantar esos valores diáfanos, cuántos siglos, cuántos genocidios, cuánta tergiversación despiadada.
Pero retornemos. En otros términos debemos salir del irracionalismo populista, su pensamiento despótico y mítico. Toda esos despojos con que nos enfermaron los tres últimos lustros: caudillismo alevoso; militarismo rapaz; atropello a todas las formas y maneras de los derechos y la moral cívica, tal el uso sistemático de la mentira oficial; asistencialismo para mendicantes; detestable culto a la personalidad; asaltos a los tesoros públicos; orgías con la religión nacional; gregarismo vacuno; sublimación de la ignorancia y el demérito; vulgaridad diseminada por doquier…
No hay la menor duda de que en un continente plagado de pobreza y desigualdades abismales y ahíto de los atrasos políticos e ideológicos señalados, va a seguir siendo un territorio de duras luchas y de alternativas de desarrollo contrapuestas. Nadie podrá eludirlas, ni siquiera su violentismo, solo importa que intentemos hacerlo en los términos del legado republicano. Del cambio que aludimos.

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UN VOTO PECULIAR
 
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              ELIAS PINO ITURRIETA
 
¿Por qué el pueblo venezolano ha sido, en estos días, demasiado paciente? ¿Por qué se ha limitado a protestas esporádicas, que apenas mueven las aguas? La situación del país no está para reacciones tibias, pero son las que han predominado. La escasez de medicinas y alimentos, la longitud de las colas en los alrededores de los mercados, las historias sobre el crecimiento de la corrupción, el reciente episodio de los narcosobrinos y la manifiesta ineficacia del régimen para el arreglo de infinitos entuertos solo han producido respuestas de la sociedad que no se distinguen por el énfasis, como si en realidad no pasara ni la mitad de lo que está pasando. A una crisis de proporciones bíblicas le ha seguido una conducta de cordura de esas que también describen los sagrados libros.
Tal actitud puede explicarse a través de una relación con  manifestaciones anteriores que hemos llevado a cabo los venezolanos ante los desafíos del mal gobierno: calma chicha, pachorra proverbial salvo en contadas ocasiones, según se trató de comentar aquí en anteriores artículos. Sin embargo, hay un nuevo elemento susceptible de permitir una comprensión justa de las maneras de no responder que han predominado ante los desastres del madurismo. ¿No estamos ante un responder que solo es aparente, y en cuya trastienda se oculta una decisión vigorosa, una voluntad sin alternativa de dudas, que espera el momento oportuno para pronunciarse sin reticencias? Si juzgamos por el entusiasmo de la ciudadanía frente a los llamados de la oposición, si consideramos su regocijo ante las convocatorias de la MUD, topamos con el arma que hemos encontrado para salir del gigantesco atolladero: el voto popular.
La magnitud del desastre ha provocado el sentir de que únicamente se puede salir de su fondo transitando un sendero razonable que esté al alcance de todos. La posibilidad de tiempos mejores no depende de asonadas, algaradas o conjuras, sino de un llamado de rectificación que obedezca a una expresión indiscutible de las mayorías, apuntan las señales del entorno. Así como del pasado han venido los consejos de silencio y espera frente a las autocracias depredadoras, ahora, combinados con las angustias de la actualidad, producen una confianza insólita en el poder del voto. Si el entusiasmo de las multitudes ante el mensaje de la oposición se asemeja a aquel que llenó de calor las campañas estelares de la democracia representativa, se debe a cómo se ha recuperado, quizá como jamás antes, la confianza en la suprema decisión del voto. Estamos, por lo tanto, ante una mudanza de la conducta colectiva cuya excepcionalidad parece indiscutible.
Pero si el voto es ahora así de preciado, si ha adquirido un valor casi imposible de comparar con lo que fue en el pasado, las autoridades electorales deben cuidarlo como oro en paño. No lo pueden escamotear, no lo pueden traicionar, no le deben poner trabas ni llegar a connivencias con quienes pretenden manipularlo. Como criatura de una realidad dolorosa que lo ha creado y fortalecido, es la flamante espada pacífica de las personas cuya decisión está bajo su custodia. El PSUV debería pensar también en el asunto y actuar en consecuencia, pero seguramente, de tan ocupado como está en acarreos de bueyes y en presiones ilegítimas, pensará que será todo como antes sin que nadie les reclame su desatención del profundo mensaje que ahora se les dirige. Por cierto, el mensaje no va con gentes como esas de MIN Unidad, para quienes la decisión del elector, aun cuando tenga el peso histórico que ahora se meterá en la romana, solo es asunto comercial.
No es cierto que la historia se repita, siempre responde a las solicitudes de un ambiente concreto, siempre es inédita. Parece que se empeña en volver a procederes antiguos, pero sabe, gracias a una temporal certeza, cómo exhibir la profundidad de su orientación cuando es menester. El pueblo, a su manera y desde sus necesidades, escribe páginas novedosas y retadoras, aun cuando se piense que copiará los modelos de sus antepasados. Lo que fue no tiene que ser necesariamente. La experiencia enseña cuando debe enseñar, y en esta oportunidad ofrece la pedagogía del poder del voto, como pocas veces sucede de veras. La validez de estas letras se comprobará el 6 de diciembre, desde luego.

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EL ÚLTIMO TIRO

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RAUL FUENTES

E s muy probable que al viajar por tierra tropecemos a la salida de cualquier pueblo infatuado de ciudad con algún botiquín previsiblemente llamado "El Último Tiro", nombre que todo lo dice a quienes procuran one for the road y me tentó para titular esta entrega de hoy, 29 de noviembre, natalicio de Andrés Bello y, por supuesto, día del escritor (¿cuándo será el del lector), porque tan tabernaria denominación tiene algo de as bajo la manga y podría ser interpretada como recurso postrero para lograr un fin en concreto cuando se han agotado todos los medios.

Aunque son muchos los episodios que se cuentan sobre lecciones aprendidas al caletre por estudiantes de farol, café y silla de extensión ­que pasaban las noches en vela pergeñando chuletas ilegibles y tratando de memorizar respuestas a las que, presumiendo conocer las intenciones del profesor, estimaban preguntas impepinables­, recuerdo uno que, casualmente, se relaciona con ese preceptor de Simón Antonio de la Santísima Trinidad que de aquí salió, en 1810, para no regresar jamás.

Precisa la anécdota que un aspirante a bachiller con dotes de fabulador habría apostado por que en un examen de historia le interrogarían sobre la misión, integrada por Bolívar, López Méndez y Bello, que viajó a Londres en busca de apoyo británico para la causa emancipadora. Y así fue: se le pidió explayarse sobre las andanzas del gramático una vez finiquitadas las diligencias diplomáticas. De inmediato, nuestro estudiante espetó: "Dando los trámites por cumplidos y en vista de los inconvenientes, Bello decidió..." y hasta ahí llegó, pues, el profesor lo paró en seco para preguntarle a qué trámites e inconvenientes aludía, interrupción que enmudeció a nuestro tarambana quien apenas pudo recordar la deplorable petición del grande y polifacético humanista caraqueño para que la corona española le perdonase sus devaneos independentistas, mas no se atrevió a desembucharla: por temor a que el docente montara en cólera y lo sancionara con algo más que una mala nota, no disparó su último tiro.

No quisiéramos errar el que nos corresponde antes de que el CNE imponga el acostumbrado voto de silencio a objeto de que, el domingo próximo, no hagamos públicas nuestras preferencias. Podríamos preguntarnos cuáles son las intenciones del árbitro al adoptar medidas como esta sin que encontremos respuestas carentes de suspicacia. Se sabe, desde siempre, que de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno; y, si la intención es lo que cuenta, su valoración es ejercicio retórico, y resulta irrelevante que subyazga en ella hipocresía o altruismo.

Puede que no todos los lectores conozcan a Pete Dexter ­escritor estadounidense que cierta crítica hiperbólica hermana con William Faulkner, quizá por la forma en que aborda la cuestión racial­ pero muchos habrán visto alguna película basada en una de sus obras o rodadas a partir de un guion de su autoría, de entre las cuales vale la pena se mencionen Mulholland Drive(Lee Tamahori, 1996) y The Paperboy (Lee Daniels, 2012). De su novela Train(2003) hemos exhumado esta frase: "A la hora de la verdad, las buenas intenciones y las malas dan exactamente los mismo"; una auténtica joya de la indolencia que más adecuada no puede ser al momento de sopesar lo que nos ha deparado este proceso involutivo y esencialmente reaccionario que, bajo el manto sagrado del bolivarianismo y en nombre de una quimérica redención social y un igualitarismo revanchista ­que ha devenido en proletarización de la clase media y agudización de la pobreza crítica­ nos ha anclado en el pasado para alejarnos del futuro y veamos cómo nos distanciamos de la modernidad y nos alejamos del resto del mundo (o nosotros de él porque marchamos en sentido contrario y dirección opuesta).

Al final lo que importa son las obras. Por eso, a una semana apenas de un evento que puede significar el principio del fin del fallido experimento rojo, no tiene mucho sentido indagar sobre las intenciones de un gobierno al que lo acontecido en la Argentina ha puesto al borde de un ataque de nervios (como lo reflejan las destemplanzas de Jorge Rodríguez y Tareck William) y estamos obligados a suponer que son nefastas; no podemos, por tanto, descartar un escenario en el que privará el sabotaje y proliferarán reparos, dilaciones y todo género de marramucias para colmar la paciencia del elector y provocar situaciones que justifiquen patadas a la mesa. Tendremos que enfrentar, no con estoicismo, sino con decisión, cualquier conato de boicot porque, de parte nuestra, se trata de determinaciones para que Maduro, Cabello y Padrino entiendan que se acabó lo que se daba y que, cual estruendoso requiebro in extremis, el último tiro se les ha de escapar por la culata. 

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sábado, 28 de noviembre de 2015

ESTA ES LA TARJETA PARA RECUPERAR LA DEMOCRACIA



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ADIOS AL ESTATISMO

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              FAUSTO MASÓ

Contrasta la opulencia de los funcionarios chavistas con la vida modesta de algunos ex presidentes. Un chavista adquirió una mansión en el Country, otros viajan por Europa con todos los lujos; en cambio, un Luis Herrera necesitaba la ayuda discreta de sus amigos para solventar urgencias personales, la familia de Pérez sigue viviendo al día, apenas su hija Sonia trabaja en un organismo internacional. En contra de lo que opina la mayoría, nuestros presidentes no se enriquecieron en Miraflores, a pesar de las calumnias que se lanzaron contra ellos. Los descendientes de Rómulo Betancourt viven de su trabajo, igual que los de otros presidentes. Es corriente encontrar famosos políticos, adecos o copeyanos, que sobreviven modestamente, aunque haya que reconocer los casos de corrupción sonados del pasado.
La corrupción se ha agravado con Nicolás Maduro; los funcionarios de Chávez actuaban con mayor pudor, el difunto presidente vigilaba y castigaba las exhibiciones de riqueza, exilaba a sospechosos de corrupción al extranjero, no los enviaba a la cárcel.
Maduro carece de la autoridad del fundador del chavismo, a ratos pareciera que no mandara. Así ha derrumbado hasta la popularidad de Chávez; según muestra una encuesta de Alfredo Keller, el recuerdo positivo que existía del ex presidente cayó recientemente, y la propia popularidad de Nicolás Maduro bajó 8 puntos. 88% de los entrevistados en esa encuesta sostienen que se necesitan cambios, y 60% de los propios chavistas piensan igual. Es decir, han desaparecido los maduristas, el apoyo con que contaba el actual inquilino de Miraflores se esfumó y en estos días la campaña para las próximas elecciones no lo muestra, ningún candidato a diputado le pide apoyo. Maduro no existe políticamente para los propios chavistas.
En realidad, Nicolás Maduro paga pecados propios y ajenos, los del propio Chávez que murió, por así decirlo, a tiempo, sin sufrir las consecuencias de sus errores.
66% de los venezolanos creen necesario devolverles a las gobernaciones la administración de hospitales, escuelas, autopistas. 59% quiere que los militares regresen a sus cuarteles y no intervengan en política, y una cifra sorprendente, 51%, quiere eliminar los controles de precios y de cambio. La tesis del control de precios ha sido un dogma en la historia de Venezuela, la popularidad del gobierno del propio Luis Herrera se desplomó cuando liberó los precios. Hoy la opinión pública ha aprendido dolorosamente la inutilidad de los controles, sabe que acaba con la producción, limita el empleo, arruina el país.
Paradójicamente, el socialismo en Venezuela ha logrado una revolución, los venezolanos se han vuelto capitalistas: creen en la inversión extranjera, rechazan limitar la actividad económica, no ven a Cuba como un modelo. Igual que ocurrió en otras partes del mundo, el socialismo volvió a los venezolanos partidarios de la libre empresa. Esto no era lo que buscaba sin dudas el propio Chávez y lleva al otro extremo, a no reconocer la utilidad de la intervención del Estado en la economía.
Ha ocurrido algo sencillo pero que no reconoce la misma oposición: los gobiernos civiles han sido los mejores que ha habido en el país, desde Rómulo Betancourt, Rafael Caldera al mismo Jaime Lusinchi. El rechazo a los civiles en el poder le abrió el paso al militarismo y a Chávez; estos años de chavismo nos han convencido de que el civil más inepto gobierna mejor que un militar. Todavía, sin embargo, es un verdadero tabú sostener que Pdvsa pudiera ser privatizada, reconocer que Venezuela no está ya a la vanguardia de la producción petrolera mundial.

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