sábado, 30 de abril de 2011

Desempleo juvenil se ubicó en 18,8% al cierre de marzo

La tasa de desocupación entre las personas con 15 a 24 años de edad supera ampliamente el promedio general de 8,6% de desempleo que se registra en el país.

SUHELIS TEJERO PUNTES | EL UNIVERSAL
sábado 30 de abril de 2011 02:40 PM

Caracas.- La tasa de desempleo juvenil no mostró grandes variaciones y al cierre del mes pasado se situó en 18,8%, un ascenso de 0,1 punto porcentual, según revelan los datos suministrados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Esto significa que 404.023 personas con edades comprendidas entre los 15 y 24 años se encontraban sin un puesto de trabajo en marzo, lo que representó 36% del total de 1.124.765 desocupados que se registraron en el país.

El indicador que mide el desempleo entre los más jóvenes se ubica muy por encima de la tasa promedio nacional, que cerró en 8,6% para ese mes.

El pasado jueves la Asamblea Nacional aprobó en primera discusión el Proyecto de Ley de Reforma a la Ley del Régimen Prestacional de Empleo, que obligará a las empresas públicas y privadas a incrementar en 2,5% sus nóminas, a través de la contratación de jóvenes sin experiencia.

¡Oh, qué será, qué será!

¡Cómo veremos a Capriles y Ledezma? ¿Qué ideas matrices los representarán?

CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ | EL UNIVERSAL
sábado 30 de abril de 2011

Cada vez que alguien dice que las fuerzas democráticas carecen de algo llamadoproyecto de país, crece el hueco de la capa de ozono. Son los mismos que hablan de "los problemas de género y olvidan que el género es una propiedad del lenguaje, mientras los seres humanos tienen sexo (y se divierten mucho). Lo mismo que construir ciudadanía o empoderarse, horripilancias sintácticas y teóricas que hacen que uno pueda correr a agarrarse la mano izquierda.

Si hay algo además de voluntad de lucha, es el mentado proyecto de país, no porque alguien lo haya craneado, sino porque es producto de doce años de debates y luchas intensas por defender la vida civilizada que por tanto tiempo se subestimó ante otros proyectos.

Para esta generación -antes no- está claro que cualquier promesa de una democracia verdadera, no representativa, es una trampa que encubre propósitos torcidos. También que expropiaciones y nacionalizaciones, en vez de avances, son despeñaderos. La gente normal, no así muchos políticos, afirman claramente que Venezuela tuvo cuarenta excelentes años de democracia, durante los que fue un modelo para América Latina y el mundo. También casi todos concebimos -los que no, son casos perdidos- que cuando se destruye el sistema de partidos, como hicimos aquí para complacer a la canalla ilustrada y la izquierda anacrónica, lo que sigue es Frankenstein.

Aprendimos también que el comunismo es una maldición, sea con un gorro de astracán, como me dijo alguien hace siglos que estaba dispuesto a ponerse para que llegaran los soviets a Venezuela, o en el malecón de La Habana, o con Daniel Ortega.

Está claro que queremos un Estado competente, una empresa privada poderosa, una producción petrolera con abundancia de capital y tecnología, un buen sistema de salud -el que teníamos lo añora- mos-, una democracia confiable, libertad y Estado de Derecho. Una educación para la sociedad global y para el salto tecno-científico. Descentralización y desmilitarización. ¿Por qué dicen entonces que no hay proyecto de país?

Lo que no está claro es cómo quieren que lo vean nuestros precandidatos opositores. Betancourt fue protagonista de cincuenta años de política gracias a una idea fuerza. Si su epitafio dijera yo encarné la democracia, no mentiría. Era un hombre programa. Carlos Andrés Pérez en sus dos gobiernos fue la modernización. En 1973 la estatizante de acuerdo con los dictámenes de la Internacional Socialista de Palme y Mitterrand y en 1989 con la modernización aperturista de Felipe González y Deng Xiao Ping. Votar por Caldera en 1968 era hacerlo por la alternabilidad y en 1993 por la contrarreforma, la reacción conservadora frente al cambio, el regreso al pasado. El hoy presidente abrazó elproyecto de país que habían elaborado los notables, Caldera y el chiripero, la antipolítica, pero para hacerlo bien frente al fracaso del primer intento.

¿Cómo veremos a Capriles y Ledezma? ¿Qué ideas matrices los representarán? Los nombro solo a ellos porque el otro jugador real, Pablo Pérez, parece en naufragio por un torpedo en la línea de flotación. Hasta ahora ambos proponen más redistribución, aunque es inútil competir en la materia con el papá del populismo contante y sonante.

Responsabilizan al Gobierno por la falta de empleos

A través de un comunicado la MUD alza su voz de protesta "por las nefastas políticas" que ha venido desarrollando el actual gobierno y que sólo han producido menor inversión, baja productividad y mayor desempleo. "Tenemos una de las tasas más altas de empleos de baja productividad en América Latina".

EL UNIVERSAL
sábado 30 de abril de 2011

Caracas.- Muchas de las 1.121 protestas pacíficas que se registraron el año pasado a lo largo y ancho del país, en demanda por derechos laborales, así como las más recientes, protagonizadas en sectores como la educación, salud, industrias básicas, entre otras, continúan sin respuesta satisfactoria.

Se continúa vulnerando un valor superior establecido en la Constitución como es el derecho al trabajo y sus reivindicaciones; hecho social que el Estado debe garantizar mediante la adopción de las medidas necesarias para que toda persona pueda obtener una ocupación productiva, que le proporcione una existencia digna y decorosa, y le garantice el pleno ejercicio de este derecho.

Nuevamente el Primero de Mayo encuentra a los trabajadores venezolanos en la total desolación e indefensión, ante un gobierno que no escucha sus reclamos, que no da respuesta institucional a sus demandas, que no reconoce la deuda social por reivindicaciones laborales, que toma decisiones unilateralmente, que continúa destruyendo empleos y desconociendo los derechos sindicales.

Los recientes anuncios del Presidente de la República sobre el ajuste del salario mínimo, aumento en el sector universitario, entre otros, son una burla ante el total deterioro del poder adquisitivo de los trabajadores venezolanos producto de la galopante inflación que los agobia.

Este Primero de Mayo, la Mesa de la Unidad se une a la clase trabajadora venezolana y alza su voz de protesta e insatisfacción por las nefastas políticas que ha venido desarrollando el actual gobierno y que sólo han producido menor inversión, baja productividad y mayor desempleo. Tenemos una de las tasas más altas de empleos de baja productividad en América Latina.

La Mesa de la Unidad Democrática aboga por la creación de riqueza, inversiones y trabajo decente en nuestro país, para ello ha venido planteando una serie de propuestas dirigidas, no sólo a incentivar el empleo productivo, sino también la protección social efectiva y de calidad de la clase trabajadora.

Estas propuestas, las cuales ratificamos, tienden a promover los consensos necesarios para la inversión pública y privada. Establecer el clima de confianza y estabilidad necesaria para los acuerdos sostenibles entre el gobierno nacional, los trabajadores y los empresarios. Se debe desarrollar áreas de alto impacto económico y rápida respuesta en la generación de empleo decente, tales como: construcción, industrial, turismo y agroindustrial.

También proponemos el aumento de las capacidades productivas a través de la educación y la formación para el trabajo. Se debe combinar el respeto a los derechos de los trabajadores con los derechos de propiedad en un adecuado clima de inversión, así como promover los acuerdos en todos los niveles de gobierno por el empleo decente. Es función del gobierno recuperar el rol del Estado como promotor y facilitador del empleo, así como atender las necesidades de alimentación y servicios de toda la población en el mercado laboral, incluyendo los desempleados y trabajadores de la economía informal.

Todo ello requiere también desarrollar políticas dirigidas a la creación y fortalecimiento de pequeñas y medianas empresas y microempresas, a través de programas de créditos, planes de rescate, desarrollo de cadenas productivas. Es vital que se garantice el financiamiento público para nuevas y existentes modalidades de microempresas, así como promover el reentrenamiento y capacitación de trabajadores, el micro-crédito dirigido a las mujeres y los programas del Primer Empleo para los jóvenes.

Es necesario que se plantee una gran alianza de base de diversos sectores de trabajadores sobre la necesidad de reorganizar a todos los trabajadores del país. Esta es una tarea fundamental para el movimiento de trabajadores de Venezuela y un propósito de la Mesa de Unidad Democrática. Esa alianza promoverá la defensa de los contratos colectivos, de la libertad sindical, del derecho a la participación de todos los trabajadores.

miércoles, 27 de abril de 2011

Banalización de la geopolítica

M. Á. BASTENIER 27/04/2011

Al presidente francés Nicolas Sarkozy le había pillado la jacquerie tunecina cambiándose de corbata, cuando hacía nada que varios de sus ministros se habían regalado vacaciones pagadas por déspotas norteafricanos. El primer ministro David Cameron necesitaba algún lustre exterior para que el único leitmotiv de su mandato no fuese el mayor recorte de gasto social de la historia británica. Tras el tunecino Ben Ali, Mubarak había caído en El Cairo, y parecía que casi obligadamente estallaba a continuación la revuelta en Libia, país del que ni uno ni otro sabían gran cosa. La intervención contra Muamar el Gadafi, "extravagante amigo de Occidente", permitiría a ambos hacer borrón y cuenta nueva, aunque eso no excluyera que deseasen ver florecer la democracia en el desierto. Nada es nunca del todo blanco o negro.

Pero había que hilar muy fino. La opinión europea no asimilaría una procesión de féretros nacionales como precio del derrocamiento de un iluminado, que en una ocasión había empapelado de verde media Feria de Fráncfort para presentar al mundo su obra cumbre, el Libro de idéntico color. Y Estados Unidos, embrollado ya en dos guerras asiáticas y probablemente con insuficiente fuerza de origen extraeuropeo para tanto conflicto, aún tenía menos apetito de combate. Contra todo conocimiento empírico, seducidos quizá por la victoria aérea norteamericana sobre la Serbia de Slobodan Milosevic en los años noventa, ambos estadistas decidieron hacerse un Suez en miniatura: solo patrullar y bombardear desde el aire, para que, so pretexto de negar al dictador el uso de su aviación -que era virtualmente inexistente- ofrendar la victoria a un puñado de insurrectos sin DNI, de los que tampoco sabían absolutamente nada. Una resolución de la ONU, tan impenetrable como los textos más abstrusos de la patrística cristiana, sería el satisfecitinternacional de la operación. El objetivo era acabar con el líder libio, pero no podía reconocerse abiertamente porque todo aquello exhalaba un espeso tufo colonial: dos potencias europeas haciendo la guerra para decidir quién había de gobernar el país de las arenas.

Y ahí comenzaba la deriva. Gadafi retenía el apoyo de parte de la tribalidad libia; durante más de 40 años había repartido la dádiva petrolera a su clientela, y tenía con qué pagar a sus tropas, nacionales o extranjeras; pero, sobre todo, el enemigo apenas era una algara tan voluntariosa como desharrapada, a la que malamente encuadraban unos cuantos agraviados del gadafismo. A diferencia de Egipto y Túnez, donde el Ejército había optado por desembarazarse de sus respectivos dictadores, la sucinta milicia de Trípoli había permanecido en su mayor parte leal al coronel, que se disponía, así, a barrer inexorablemente a sus contrarios. Por ello había que bombardear las columnas del dictador, que ya devoraban al sprint el territorio sublevado, así como ingeniar nuevas fórmulas de presión militar que no contradijeran frontalmente la intangible resolución de la ONU. De esa manera, ante la presente situación de tablas en la guerra hay o pronto tendrá que haber asesores occidentales sobre el terreno, pero no ¡cuidado! tropas de combate, que son las grandes fabricantes de ataúdes; y también discutir el eventual entrenamiento y armamento de la insurrección; junto a multiplicar las gestiones diplomáticas para que Gadafi comprenda que su futuro es el exilio.

Europa, pero también los Estados Unidos viven una era posheroica. Trípoli no vale no ya una misa, sino ni siquiera medio ofertorio. Lo de que Europa es Venus y Estados Unidos, Marte, es un cuento chino; a lo sumo, Saturno con su anillo. Y eso conduce a una extraña banalización, sangrienta, pero siempre a costa del prójimo, de la geopolítica de Occidente. Ganar la guerra, sí, pero calibrando los medios; virtuosamente. Desde la negativa del Consejo de Seguridad a aprobar en 2003 una resolución que legalizara la invasión de Irak, actitud acertada o no pero nítida, la legalidad de las decisiones geopolíticas que convienen al mundo occidental progresa hacia el caos. Es hoy peliagudo determinar por qué combate la OTAN en Afganistán. Por supuesto que para derrotar a la talibania; pero ¿en beneficio de quién?; ¿de un régimen corrupto, antidemocrático, que tampoco es verdaderamente amigo? ¡Qué nostalgia la del siglo XIX cuando la pax británica se imponía sin un respingo de vacilación y el derramamiento de sangre y la potencia de fuego que fueran necesarios!

Es esta una geopolítica prêt-à-porter, llamada a satisfacer las carencias o renuncias de Occidente. Por eso convendría pensarlo dos veces antes de meterse en casa ajena.





martes, 26 de abril de 2011

¿Es que nadie oye?
Teodoro Petkoff
Tal Cual

La huelga de hambre de los enfermeros y enfermeras del sector público llega hoy a sus 37 días sin que desde los predios de la revolución socialista, pero también humanista y cristiana, según su vocero mayor, salga la más mínima señal de que existe alguna disposición aunque sea a oírlos. Es como si fueran invisibles; como si sus padeceres y requerimientos provinieran de un sector prescindible, del cual da lo mismo que reclame o que no lo haga, porque da igual, sus voces parecen inaudibles. Sin embargo, constituyen esa parte del personal de los puestos de salud, en todas sus instancias, que mayor contacto tiene con los pacientes y con cuantos tienen necesidad de esos servicios.

Desde los modestos camilleros hasta la más especializada de las enfermeras, son ellos quienes llevan sobre sus hombros la mayor parte de las relaciones diarias y sistemáticas con los pacientes. Sin médicos, desde luego, no habría servicio, pero sin los paramédicos tampoco.

La atención médica sería inconcebible sin los unos y los otros.

Los paramédicos han tenido la increíble responsabilidad de apelar a la huelga de hambre y no a la huelga general, precisamente para no abandonar totalmente un servicio que sin ellos dejaría a los pacientas a la deriva, completamente desasistidos. Los que están sacrificando su salud, y ojalá que no sus vidas, están tan resteados porque se saben una representación de miles de sus compañeros que quisieran también protestar más activamente pero no pueden hacerlo por pura sensibilidad humana y laboral. ¿Por qué, pues, tanta sordera ante los pedimentos de los enfermeros y enfermeras? Quizás porque en el gobierno saben que no podrían ir mucho más allá de la huelga de hambre, so pena de una impensable paralización completa de los hospitales y ambulatorios públicos, que castigaría al pueblo. Por eso es tan indispensable la solidaridad con estos huelguistas heroicos. A ellos no se les puede dejar solos. Menos aún por parte de quienes son sus compañeros de trabajo en otros niveles del sector salud.

Lo que hace más infame la actitud del gobierno es que las reivindicaciones solicitadas no son irracionales. El centro es un mero aumento salarial, que eleve los misérrimos ingresos de hoy a un nivel más compatible con lo que cuesta vivir y con su propia calificación laboral. ¿El gobierno no está de acuerdo con el monto al cual aspiran los huelguistas? Pues siéntese a discutir con ellos. Ya a estas alturas del partido Chacumbele y sus sicarios deben haberse dado cuenta de que en este país los trabajadores se han tomado en serio eso de la “democracia participativa” y desean participar en la discusión de sus condiciones laborales. No quieren más imposiciones por decreto; no quieren más sindicalistas con bozales de arepas; quieren estar directamente en la mesa de negociaciones. Esta huelga de hambre de los enfermeros y enfermeras es emblemática: marca el fracaso de una política hacia los trabajadores del sector público que se pretende adelantar con los mismos criterios con los cuales se maneja un cuartel. Los trabajadores venezolanos no están dispuestos a calarse una orden de “¡Atención, firrr!” ni de “Ordene, comandante en jefe”.


lunes, 25 de abril de 2011

El mercado, un invento de la izquierda

DANIEL INNERARITY 22/04/2011

El País


Ahora que tan de moda está mezclar la realidad con la ficción, yo propongo un relato del que la mayoría dirá que es puro realismo y yo sostengo que se trata de una ficción: el Gobierno socialista se enfrentó de entrada a la crisis con el heroísmo que cabía esperar de la izquierda y ha terminado por rendirse a los mercados con un servilismo propio de la derecha. ¿A que suena bien y podría arrancar bastantes aplausos en un foro adecuado? ¿Y si la verdad fuera lo contrario?

Esta sería mi versión del asunto: el Gobierno, que venía de una cómoda etapa de expansión de gasto y extensión de compromisos asistenciales, aplicó inicialmente las medidas keynesianas que recomendaban casi todos y ahora, con mejor conocimiento de la naturaleza de la crisis, consigue realizar unas reformas cuyo objetivo último es salvar el Estado de bienestar en medio de una crisis global sin precedentes.

En el debate en torno a la gestión de la crisis hay varios lugares comunes que indican que no se ha entendido casi nada. Los mismos que creyeron que volvía el keynesianismo piensan ahora que estamos ante una nueva traición neoliberal. Y si no era cierto aquello, tampoco lo es esto. ¿De qué se trata, entonces?

Convendría que no nos equivocáramos de batalla. El principal problema al que nos enfrentamos es garantizar la sostenibilidad de los compromisos que están en el origen del Estado de bienestar, en un contexto inédito (por la crisis, pero también por las interdependencias que nos vinculan con otros, especialmente con el resto de la Unión Europea). Mientras no se enfoquen así las cosas, las reformas económicas se harán con mala conciencia y la izquierda carecerá del discurso que necesita para convencer de que no está en juego una modificación de los valores que le son propios, sino de las circunstancias en las que tiene que defenderlos.

El hecho de que cuando un Gobierno socialista actúa para favorecer la lógica del mercado sea visto como una traición a los principios esenciales se debe a que hay una vieja percepción equivocada del mercado, al que se considera una realidad antisocial, un promotor de la desigualdad. Según este prejuicio, razonar económicamente es conspirar socialmente; lo social no puede ser preservado más que contra lo económico.

Mi propuesta para elaborar una nueva agenda socialdemócrata parte de revisar la relación que ha tenido la socialdemocracia con la izquierda liberal. Parto del principio de que el mercado es una conquista de la izquierda y la competencia es un auténtico valor de la izquierda, frente a las lógicas de monopolio y los privilegios. Desde este punto de vista, las reformaspara favorecer el mercado (para que funcione mejor, con más capacidad para crear puestos de trabajo, proporcionando oportunidades a más personas, mejorando las condiciones de acceso al mercado de trabajo...) no implican necesariamente más eficacia y menos justicia social. Todo lo contrario: pueden ser de izquierdas en la medida en que reduzcan los privilegios.

Solo una socialdemocracia que tenga el valor de aumentar las oportunidades para todos y contribuir a un sistema fundado sobre una verdadera meritocracia puede decir con razón que lucha por los miembros menos favorecidos de nuestras sociedades. Son los objetivos que han caracterizado a la izquierda europea -como la protección de los más débiles o el combate de las desigualdades y los privilegios- los que deben llevarle a adoptar medidas a favor del mercado. La regulación de los mercados -ese objetivo tan propio de la tradición socialdemócrata- no es una estrategia para anularlos, sino para hacerlos reales y efectivos, es decir, para ponerlos al servicio del bien público y la lucha contra las desigualdades.

Hoy día la gobernanza justa de los mercados tiene muy poco que ver con el clásico compromiso socialdemócrata que exigía una fuerte intervención estatal. Insistir en esa estrategia equivaldría a olvidar que muchas veces la regulación excesiva, la protección de ciertos privilegios, un sector público que no beneficia a los más pobres, sino a los mejor situados, todo esto no es solamente ineficaz, sino socialmente injusto. Porque no cualquier incremento de las obligaciones sociales conduce a eliminar las desigualdades; con demasiada frecuencia, el Estado benevolente ha producido nuevas injusticias, en la medida en que ha favorecido a quienes no lo necesitaban y ha excluido sistemáticamente a otros.

En ocasiones, garantizar a toda costa el empleo es un valor que debe ser contrapesado con los costes que esta protección representa respecto de aquellos a los que esa protección impide entrar en el mercado de trabajo, creando así una nueva desigualdad. Enmascarada tras la defensa de las conquistas sociales, la crítica social puede ser conservadora y desigualitaria, lo que explica que la izquierda está actualmente muy identificada con la conservación de un estatus.

¿Cómo se traduce todo esto en la crisis económica actual? El principal fallo de la política hasta ahora ha sido olvidar su responsabilidad en materia de riesgos sistémicos. El sistema político, absorbido por los riesgos sociales más inmediatos, ha incumplido sus responsabilidades en materia de supervisión y prevención de riesgos sistémicos. Probablemente estemos saliendo de la era del Estado de bienestar entendido como aquel Estado cuya única fuente de legitimidad era la redistribución y entramos en otra nueva en la que tan importante al menos es la prevención de riesgos sistémicos. La crisis nos está haciendo descubrir que la protección contra los riesgos sistémicos es tan decisiva como la lucha contra las desigualdades sociales y que esto solo es posible si se cumplen aquellos deberes.

Este sería el primer desafío de la nueva agenda socialdemócrata: los contratos sociales que tenemos que renovar no nos vinculan solamente a nosotros (a los de aquí, a nuestra generación, a los funcionarios, a los asalariados en general), sino a otros que están medio ausentes (a los de cualquier país de la zona euro, a los jóvenes que todavía no han podido trabajar, a nuestros hijos, a las generaciones futuras).

El problema es cómo pensar la redistribución cuando, por decirlo gráficamente, lo que chocan son los derechos de los que están dentro con los derechos de los que están fuera. Lo que debería importarnos sobre todo es que no vivamos a costa de los pensionistas futuros y de los futuros trabajadores, es decir, que nuestros acuerdos de redistribución no se llevan a cabo contra los intereses de los ausentes.

La principal consecuencia social de la crisis económica, la exigencia colectiva que más imperiosamente se nos plantea apunta en la dirección de una profunda revisión de nuestro modelo de crecimiento económico, cuya fijación en la inmediatez del corto plazo se ha revelado como la causa de su insostenibilidad. En este sentido, es muy lógico que la salida de la crisis esté vinculada con los imperativos ecológicos, con la necesidad de pensar de otra manera el progreso y el crecimiento, es decir, la economía en su conjunto. La confluencia entre economía y ecología no es casual; nos indica que tendríamos que abordar la economía con una serie de criterios que hemos aprendido en la gestión de las crisis ecológicas. Si hemos conseguido pensar sistémicamente tratándose de cuestiones que tienen que ver con el medio ambiente, ese es el aprendizaje que tenemos que realizar las sociedades en el manejo de los asuntos económicos.

Lo que propongo es que la renovación de la agenda socialdemócrata surja de esa combinación entre liberalismo (eliminación de las dominaciones en el mercado), socialismo (preocupación por la igualdad) y ecologismo (perspectiva sistémica y de sostenibilidad).

La confrontación entre la izquierda y la derecha no enfrenta ahora a los partidarios del Estado contra los del mercado, sino a quienes tienen más que perder con el fracaso del mercado frente a quienes pueden sobrevivir mejor cuando los mercados no aseguran la igualdad (porque tienen más recursos o porque se saben beneficiarios de una estructura política de privilegios). El mercado es, se mire por donde se mire, un invento de la izquierda.

Daniel Inerarity es catedrático de Filosofía Política y Social, investigador Ikerbasque en la Universidad del País Vasco y director del Instituto de Gobernanza Democrática (www.globernance.com).

Gobierno entrampado

Los jerarcas gubernamentales saben que lo importante es crear una ilusión de mejora en la condición de vida de la masa poblacional de más bajos ingresos, en vez de buscar la verdadera solución al problema de la pobreza



PEDRO A. PALMA





El Gobierno ha enredado todo de tal manera que ahora se encuentra atrapado por una maraña que él mismo creó. Estataliza empresas a diestra y siniestra e irrespeta derechos fundamentales, como el de la propiedad, para ahora verse cada vez más impedido de producir los bienes que requiere la economía.

Impone un enjambre de controles y obligaciones a las empresas privadas hasta condenarlas a trabajar a pérdida, y crea problemas de desabastecimiento y dependencia de suministro externo cada vez más agudos. Ha incrementado notablemente el número de empleados del Estado, para ahora verse impedido de manejar la enorme carga financiera que ello le ha implicado, y condena a las personas que trabajan en el sector público a recibir remuneraciones de hambre, pues la capacidad de compra de sus ingresos nominales se contrae día a día por la voraz inflación que padecemos. Los trabajadores que en el pasado tenían la esperanza de mejorar su condición de vida al pasar a trabajar para el Estado son los que ahora protestan vehementemente con el fin de forzar al Gobierno a tomar medidas para mejorar sus condiciones de trabajo. Hizo despidos masivos en Pdvsa y revirtió el proceso de apertura petrolera, violó contratos y atropelló derechos de los trabajadores y de los socios extranjeros, para ahora ver mermada la capacidad de producción y exportación de hidrocarburos, de la que dependemos más que nunca.

Sin duda, el Gobierno está en un atolladero. Pero, ¿cómo manejará el problema? Creo que entrampando aún más la situación. El DRAE le da varias acepciones a la palabra entrampar. Dice que, además de significar meterse en un trampal o atolladero, que es lo que sin duda ha sucedido, también es enredar y confundir un negocio, de modo que no se pueda aclarar o resolver; hacer que un animal (o una población) caiga en la trampa; engañar artificiosamente, y, finalmente, contraer deudas o endeudarse.

Pienso que todo eso es lo que hará la actual administración.

Si en algo es bueno el equipo que nos gobierna es en enredar las cosas y en tergiversar las realidades, achacándole la culpa de todos los males que padecemos a cualquiera, menos al Gobierno. Sólo basta mencionar la insólita desfachatez de los voceros gubernamentales al decir que después de doce años en el poder los problemas nacionales fundamentales, tales como la inflación, la inseguridad, el caos eléctrico y tantos otros, son culpa de las anteriores administraciones. Adicionalmente, ya nos tienen acostumbrados a las reiteradas prácticas propagandísticas de corte fascista de decir mil veces una mentira hasta convertirla en verdad; un ejemplo palpable de ello es la acusación de golpistas a todos los opositores al régimen, y la justificación de las sangrientas acciones militares de 1992 como una necesaria insurrección contra el oprobioso e ilegítimo régimen de entonces.

Ante la realidad de las próximas elecciones presidenciales, no me cabe duda de que se hará todo lo que haya que hacer, sin importar las consecuencias, para asegurar el triunfo. A tales fines, los jerarcas gubernamentales saben que lo importante es crear una ilusión de mejora en la condición de vida de la masa poblacional de más bajos ingresos, en vez de buscar la verdadera solución al problema de la pobreza, a través del abatimiento de la inflación y del estímulo a la inversión, con el fin de crear abundantes oportunidades de trabajo permanentes y bien remuneradas.

Por eso creo que lo que veremos será el relanzamiento de las misiones con el fin de que proliferen las dádivas que tantos dividendos electorales generan en sociedades como la nuestra. Ello implicará un incremento notable del gasto público, que será cubierto con los ingresos adicionales del petróleo, con financiamiento del BCV y con nuevo y abundante endeudamiento. En otras palabras, volveremos a ser testigos de las prácticas de entrampamiento a las que ya nos tiene acostumbrados este entrampado Gobierno.

EL BURÓCRATA MAYOR

Damian Pratt


En realidad estoy convencido que muchos de quienes usan esa “excusa” ya no se la creen o al menos dudan mucho pero la siguen diciendo bien porque de buena fe se aferran a no perder la esperanza ya que siempre es doloroso constatar el engaño, o bien porque creen que la única forma de intentar que los escuchen es culpando a terceros y diciendo que “mi Comandante no sabe nada”. Saben que en los gobiernos personalistas y autoritarios (y éste lo es) hay que estar haciendo constantes alabanzas al caudillo aunque no las merezca, para no ser objeto de la ira y la exclusión. Claro que también hay cientos de miles que hace rato han roto con la mentira y se suman a los que luchan por un cambio. Es un proceso indetenible, cada vez más numeroso, que seguirá en las semanas y meses venideros.

¿De cuál excusa hablo? De esa de culpar de todos los males a “los burócratas” o a “los infiltrados”. Cemex y todas las cementeras fueron estatizadas hace dos años pero en pocos meses su producción se vino a menos, al punto que en lugar de “cemento abundante para el pueblo” hay escasez. Entre 30% y 40% menos cemento. De allí nace la especulación y la corrupción. Y el gobierno medio tapa el desastre gastando los petrodólares que debían ser para obras, servicios y nuevas inversiones, importando cemento… ¡de las mismas transnacionales estatizadas! “Es que la culpa es de unos burócratas enquistados en Cemex”, dicen sin mucha convicción algunos chavistas para justificar el fracaso del gobierno y del modelo del “estatismo salvaje” que alguna vez pensaron sería “el paraíso y la justicia”.

Friosa es una ruina, llena de deudas y acreencias que no le puede cobrar a otras empresas del Estado también arruinadas. No tiene productos en sus supermercados ni en la distribuidora. Está en crisis en su servicio de comedores. En menos de un año, el “estatismo salvaje” la quebró. Si antes había defectos, ahora el patrono gobierno es perseguidor y maltratador de los trabajadores, violando sus derechos. ¿De quien es la culpa? “Son unos burócratas (los que dirigen la empresa “socialista”) que no cumplen las órdenes del comandante”, dice el chavista desencantado para no perder la esperanza.

Si la culpa es de “un burócrata infiltrado”, ¿por qué las briqueteras estatizadas producen al 30% de su anterior capacidad y se persigue con saña a los trabajadores, dirigentes laborales y delegados de prevención que cumplen con su deber, denunciando la corrupción y la masiva violación de los derechos laborales? ¿También en cada una de ellas “el malo” es un burócrata? ¿Y en Venalum de quién es la culpa ese desastre actual? ¿Acaso es del burócrata actual a quien la propaganda rojita llama “presidente-trabajador”? ¿Y no decían lo mismo del militar que estuvo al frente los dos años anteriores? ¿Y en Alcasa que va de mal en peor desde hace seis años? ¿Y en Sidor donde no solo hay una ruina productiva sino que la inseguridad industrial, producto del abandono y la dejadez ha cobrado la vida de 10 sidoristas en poco más de dos años? “Es que ‘el malo’ es Sanz”, decían los angustiados chavistas con mucho de razón. ¿Y ahora que no es Sanz, por qué todo sigue cuesta abajo? Y Bauxilum, Carbonorca. Ni hablar del desastre en Ferrominera o en Pellas. ¿O acaso alguien recuerda a FMO en una ruina semejante en sus 34 años?

¿Y Norpro estatizada y abandonada?Es que no han publicado el decreto de estatización”, daban como ingenua “explicación” algunos chavistas que culpaban a “los burócratas”. ¿Y en Tavsa donde no se producen los tubos que requiere Pdvsa pero que “convenientemente” el gobierno “soberano y socialista” (¿?) importa desde China y México? “Los burócratas de Pdvsa son los culpables”, es la excusa. ¿Y quien puso a Pdvsa a dirigir una planta siderúrgica como Tavsa? ¿Quién sigue en eso tres años después? ¿Y Cerámica Carabobo, tres años cerrada tras la estatización, donde los trabajadores perdieron todos sus derechos y beneficios mientras no se produce ni un refractario que ahora hay que importarlo? ¿Cual burócrata es responsable de esa política anti nacional de favorecer negocios y empleos en Brasil, China o qué sé yo cual otro país?

¿Y del abandono a los indios waraos y a sus niños fallecidos en medio de la desnutrición, quién es el responsable? Cierto, el gobernador y el alcalde, pero… ¿sólo ellos? ¿Y los ministros del área? ¿Y el gobierno que tiene en la miseria extrema al Delta por lo cual esas comunidades se vienen a vivir pidiendo limosna o recogiendo desechos en el basurero de Cambalache? El “indigenismo” de este gobierno es puro “bla bla”. Máscara para hacer populismo.

¿Y de Pudreval y sus 140 millones de kilos de comida podrida quién es responsable? ¿El “paganini” a quien tienen discretamente preso? ¿Y la ministra cubana Bárbara Castillo Cuesta que decidía todo allí? ¿Y el ministro todopoderoso Ramírez que despidió al auditor de Pdvsa que alertó lo que ocurría un año antes? ¿Quién es responsable de tener a una ministra cubana burócrata e ineficiente, que nada sabe de comercio, mandando en un ente del Estado venezolano? ¿Y del “negocio” que en Argentina llaman el “coima-gate” donde la corrupción medida en cientos de millones de dólares era el leitmotiv de la venta de alimentos vencidos o que jamás llegaban a nuestro país?

Y de que este sea el gobierno que menos viviendas ha construido en 50 años, ¿cuál burócrata es responsable? ¿Los 8 ministros que han pasado por ese cargo? ¿Y el que los nombró y jamás se ocupó de supervisar nada? ¿Y el caos del sistema eléctrico? ¿Cuál burócrata es responsable de haber arruinado a la siempre estelar Edelca? ¿El militar de antes o el “revolucionario” (¿?) de hoy? ¿Cómo es que la Electricidad de Caracas y el Metro, símbolos de calidad, dan pena hoy? Son demasiados casos. Casi todos. No puede ser que el culpable siempre sea un “burócrata aislado” aquí o allá. Lo excepcional es que alguna empresa estatizada funcione medianamente bien. Debe haber uno o dos casos. Son la excepción que confirma la regla.

Millones de venezolanos, comprenden que hay un “burócrata mayor”, el jefe de todos los burócratas. El que los nombra a todos, no porque sean capaces sino porque le jalan mecate a él y lo adulan. El que vive obsesionado por centralizar todo en sus manos y no da autonomía a nadie y más bien se la quita a los que la tienen. El que cree (e impone a Venezuela) que el viejo modelo dizque socialista, estatista salvaje, burocratizado, militarista, centralista hasta el paroxismo, basado en el “pensamiento único, sumisión al caudillo único” es algo nuevo, del “Siglo XXI” cuando en realidad es el rotundo fracaso que hizo extinguir por implosión de inutilidad e inviabilidad a la URSS pese a ser un enorme país, rico y gran potencia. El cavernícola modelo fracasado de Fidel Castro que hoy su hermano Raúl plantea con urgencia reformar a fondo para tratar de salvarlo “in extremis”.

Hay un burócrata mayor que concentra todo el poder en sus manos en lugar de delegarlo. Que opta por un sistema fracasado del siglo 19 el cual habla de “justicia social” pero solo genera más pobreza, niega el ascenso social y termina siendo el reino de la injusticia “en nombre del pueblo”. Es el gran burócrata y es el sistema el que fracasa en Friosa, Sidor, el aluminio, las cementeras, el sistema eléctrico, PudreVal, Pdvsa, Norpro, las briqueteras, las fincas improductivas que hoy nos hacen importar no solo carne, leche, aceite, pollo, azúcar sino ¡hasta café! El que ha llevado la deuda externa a ¡150 mil millones de dólares!, a pesar de tener el barril de petróleo a 100 dólares, hipotecando a Venezuela mientras habla de “nacionalismo, independencia y soberanía”. Tiene un discurso pero su práctica es la contraria.

Alcasa… ¿acaso no es deliberado?

DUDAS PRIMARIAS:12-02-12

Enrique Ochoa A.
Los desaguisados del golpe del 12A (no de la
insurrección civil del 11A), del paro 2002/2003 (más que un crimen una estupidez), de la necedad abstencionista de 2005, que regalaron al tiranuelo, envueltos en celofán y en bandeja de plata, la institución armada, la condición de demócrata, Pdvsa, y la AN, tienen una causa común: la falta de una dirección política que mereciera llamarse tal. La poca que hubo estaba signada por el antipartidismo y la antipolítica, hegemonizada por una sociedad civil de clase media que, por ejemplo, diseñó una pésimacampaña para el revocatorio, sifrina, frívola, razón fundamental de su derrota en tales comicios. Eso cambió a partir del año 2006 cuando, con la precandidatura de Petkoff (que tuvo el mérito de mover las aguas estancadas de una oposición plañidera y sin rumbo) y con el histórico pacto Rosales-Petkoff-Borges, dotó por primera vez a la Venezuela democrática de un Estado Mayor (para echar mano de la expresión leniniana) conformado por políticos, esa especie humana especializada en un oficio que no se aprende en la universidad ni se compra en botica: la política, es decir, la conducción de los asuntos públicos.

Zapatero a tus zapatos.

Esa nueva dirección ­que al final ha coagulado en la MUD­ sólo ha ofrecido victorias a la Venezuela democrática: reagrupó las fuerzas dispersas en 2006 (mérito, también histórico, de la candidatura de Rosales), revaloró el voto como instrumento eficaz, nos enrumbó por la ruta democrática, y, por consecuencia, venció por primera vez al tirano en el referendo constitucional del 2007, reconquistó posiciones perdidas y ganó nuevas en lasregionales de 2008, y logró que la Venezuela nochavista probara en las parlamentarias de 2010 que es mayoría (52 %).

Por eso la MUD merece un voto de confianza.

Puede haber dudas acerca de la decisión de convocar las elecciones primarias para el 12-0212, pero nunca debemos olvidar que entre nosotros no hay un capataz, un único hegemón, y que por tanto las decisiones se adoptan a través de un complejo proceso de debates con base a reglas de juego que los partidos tienen el inmenso mérito de haber acordado. Unos querían que las primarias fuesen ya; otros, lo menos pronto posible para dejar al Majunche peleando consigo mismo y con el colosal desastre que es su gestión pública. Pero bien: se encontró un punto intermedio que preserva la unidad. Suele decirse que la MUD contradijo la voluntad del pueblo opositor que quiere primarias ya: pues no olvidemos al Mandela de "Invictus" quien en algún momento sentencia que si él no estuviera dispuesto a contradecir a su pueblo no tendría derecho a ser su líder.

El 12-02-12 (fecha casi cabalística) elegiremos al Presidente de la refundación democrática.
¿Keiko Fujimori u Ollanta Humala?

La Ética no es el simple "tener valores", sino el verse obligado, a veces, a escoger el Mal Menor

EMETERIO GÓMEZ | EL UNIVERSAL
domingo 24 de abril de 2011

Cualquier peruano ultrafamoso -aunque sea un crítico acérrimo del Comunismo- tiene pleno derecho a estar indeciso entre la Fujimori y Humala. Y, peor aún, tiene derecho a coquetear con Ollanta y a dejarse engañar por su presunto alejamiento de Chávez. Hay que armarse de paciencia: si quieren votar por Humala... allá ellos. Afortunadamente, a cada quien le toca cargar con su propia conciencia.

En cambio, para los venezolanos que padecemos la barbarie comunista y, sobre todo, para quienes discernimos cuán formidable sería el espaldarazo que a Chávez le daría una victoria de su pupilo en el Perú; para nosotros, decía, para quienes no vivimos los crímenes del sórdido Vladimiro Montesinos, no puede haber mayores dudas acerca de por quién votar en la segunda vuelta peruana. Porque ¡¡una cosa es un dictador convencional como Fujimori, Pérez Jiménez y aun Pinochet, es decir, una cosa son tiranos crueles y asesinos... y otra, mucho más terrible, es la destrucción radical de la totalidad de una sociedad -hasta sus cimientos más profundos- a manos del Totalitarismo, tal como han hecho Fidel Castro, el Sandinismo y Chávez!!

Porque la Ética no es -como se nos ha hecho creer- el simple "tener valores", sino el verse obligado, a veces, a escoger el Mal Menor; el tener que apoyar una propuesta criminal, como sin duda lo fue Fujimori... ¡¡porque la alternativa sería apoyar la Barbarie Comunista!! O abstenerse, que es casi "tan peor". Votar por Keiko puede implicar responsabilizarse por muchas muertes, pero hacerlo por Humala podría significar responsabilizarse por... ¡¡una guerra civil!! Cualquiera tiene derecho a abstenerse, como ya dije, pero no diga entonces que tiene una dimensión Moral, lo que tiene es una mojigatería disfrazada de Ética.
Pero toda esta horrenda tragedia peruana de tener que escoger entre la Fujimori y Humala; ciertamente, entre el sida y el cáncer; toda esta comedia grotesca que han escenificado los tres candidatos demócratas -Toledo, PPK y el otro señor- para lograr, nadie se explica cómo, que fuesen eliminados los tres; toda esta dolorosa comedia se queda corta ante la verdadera tragedia, ante el profundo fracaso que le sirvió de telón de fondo: ¡¡la incapacidad radical de Alan García, para convertir al Capitalismo en mensaje político!! O, más simplemente, para dotar a aquél de un Proyecto Ideológico Nuevo; para dejar de ser la anacrónica Socialdemocracia.

Es tan impresionante lo que Alan García hizo en el plano económico, ¡¡como lo que no hizo en el plano político-ideológico!! Es formidable el salto que este hombre se pegó entre su primer Gobierno en los años 80 y este de ahora. O sea, entre el populismo socialistoide y -en su segundo periodo- la promoción de una poderosa Economía Capitalista. Qué lástima que no captó la posibilidad de concretar un Programa Político acorde con ella. Uno que acabe definitivamente con la sublime pendejada de la Izquierda y la Derecha y con sus tres cadáveres insepultos: la Socialdemocracia, el Socialcristianismo y el Socialismo Democrático; que asuma frontalmente que los problemas sociales no se resuelven con dádivas del Estado, sino impulsando el Capitalismo Popular o, más aún, el Capitalismo Solidario;o, como dice Gustavo Rosen en su artículo del lunes en El Nacional, Repensar el Capitalismo: "Convirtiendo al país en una sociedad de emprendedores". Ojalá no tengamos que esperar hasta un nuevo Gobierno de Alan García para que Perú desarrolle esa tan anhelada Ideología Política Capitalista. Ojalá Keiko Fujimori -como creo que lo hará- asuma esa tarea.