LA CAIDA DE LAS RESERVAS INTERNACIONALES
Pedro Palma
En lo que va de año las reservas internacionales han caído cerca de 7 millardos de dólares, lo cual implica una contracción superior al 23%. Eso se ha debido, en parte, a la baja del precio del oro, que ha hecho que el valor de las reservas en ese metal se haya reducido en 3,3 millardos de dólares en los ocho primeros meses de 2013, una baja de 16,7%. Sin embargo, han sido las reservas en divisas las que mayor reducción han experimentado, al punto de que desde enero hasta hoy éstas se han reducido en un monto cercano a los 4 millardos, haciendo que en el presente sólo equivalgan a las importaciones de mercancías que hacemos en menos de una quincena. Lo anterior se ha traducido en que en la actualidad las reservas totales estén en torno a los 22 millardos de dólares, monto muy bajo e inferior a lo que el BCV considera como el nivel adecuado de reservas, que se estimó en 2005 en 29 millardos de dólares de entonces, lo que equivale a 35 millardos de dólares de hoy.
La razón principal que explica la caída de las reservas en divisas del BCV es la mermada venta de dólares que le hace Pdvsa, a pesar de los altos precios al que se está vendiendo el petróleo. A esa empresa se le han impuesto una serie de obligaciones que le han reducido considerablemente su flujo de caja, limitando así la cantidad de divisas que le puede vender al instituto emisor. En efecto, el creciente consumo interno de hidrocarburos debido al precio irrisorio de la gasolina, y la merma de los volúmenes de producción y de exportación, combinados con las cuantiosas transferencias al Fonden y a otros fondos financiadores de gasto público, la venta a crédito de muy largo plazo a múltiples países afectos a la línea política del gobierno, el envío gratuito de casi 100 000 barriles diarios de hidrocarburos a Cuba, el pago del servicio de la deuda pública con China, y las altas y crecientes importaciones de productos que tiene que hacer debido a las limitaciones de refinación local, han reducido considerablemente el flujo de caja de Pdvsa, viéndose ésta forzada a endeudarse masivamente y a limitar la cantidad de divisas que le vende al BCV.
Por otra parte, el instituto emisor ha tenido que hacer cuantiosas transferencias de reservas internacionales al Fonden y mayores desembolsos para el pago de servicio de deuda pública, contribuyendo ello a limitar los dólares que puede proveer el instituto emisor a la actividad económica privada, generándose los problemas de escasez de divisas actualmente existentes.
Unas reservas tan bajas incrementan la vulnerabilidad de la economía, pues limita su capacidad de reacción para afrontar caídas de los precios de exportación o encarecimientos de las importaciones. También le restan respaldo al dinero en circulación, y contribuyen a reducir la confianza de los agentes económicos acerca de las posibilidades del Banco Central de abastecer suficientemente el mercado de divisas, factor que contribuye a generar expectativas cambiarias desfavorables y a estimular salidas de capital como medida de protección contra una eventual devaluación. Adicionalmente, deterioran la imagen externa de la economía, pudiendo incluso generar incertidumbre acerca de la capacidad de pago del país y expectativas acerca de una posible declaración de moratoria de su deuda externa. Esto, de darse, elevaría el riesgo país y encarecería las nuevas emisiones de deuda, generando la necesidad de ofrecer elevados rendimientos de los nuevos bonos denominados en moneda extranjera que se emitan para que éstos puedan ser colocados en los mercados internacionales a precios razonables, y encarecería notablemente los esfuerzos de conversión de vieja deuda por nueva a los fines de evitar onerosos pagos de capital al vencer los bonos colocados años atrás.
Por todo lo anterior, es imperativo parar la caída de las reservas y tomar las medidas necesarias para llevar éstas a niveles más razonables.
lunes, 30 de septiembre de 2013
domingo, 29 de septiembre de 2013
EL CRUJIDO DE LOS OPTIMISTAS
Leonardo Padrón
Leonardo Padrón
Es martes, nueve de la mañana, mastico una arepa tibia mientras veo cómo en Al Rojo Vivo, un programa de noticias extravagantes, producido por Telemundo, dedican cinco minutos a reseñar, con alarma, la agresión a cuchilladas que recibió un hombre de avanzada edad en el Bronx neoyorquino para quitarle un celular. La noticia era pródiga en detalles. Entrevistaron a vecinos y políticos locales que se espantaban por lo ocurrido, aunque la víctima sobrevivió al ataque. Yo estaba más sorprendido que ellos. Pensé en todo lo que se estaban perdiendo. Si el programa se produjera en Venezuela tendrían kilómetros de contenido con la jornada noticiosa de solo un día. ¿Qué tal una iglesia llena de feligreses atracada en plena misa? ¿Se les antoja una pareja asesinada de 17 balazos porque la mujer le lanzó un vaso de cerveza en la cara a un impertinente que quería bailar con ella? ¿No les han contado de la refriega en Sabaneta con ojos vaciados de sus cuencas, miembros castrados y orejas a lo Van Gogh por todo el suelo? Ese programa, si fuera realizado en nuestra patria segura, sería cancelado por exceso de inverosimilitud.
Mi corredor de seguros es uno de los hombres más optimistas que conozco. Cada vez que le pregunto cómo está, me suelta: “Mejor sería un descaro!”. Y no es un enchufado del régimen. Es un venezolano promedio, que montó un ciber café para complementar su sueldo, y que utiliza un arma extraordinaria para combatir el día a día: el humor. Su optimismo es una forma de supervivencia. Pero ese día llegó con el desánimo en ristre. Apenas dijo: “hoy sí llegué a tiempo para el desayuno”, recurrente parlamento que expresa para auto-invitarse. Yo siempre lo despido con una risa en la puerta. Esta vez, en su bigote mexicano, no había la mínima sospecha de una sonrisa.
El país se ha vuelto una larga quejumbre. Hay un sólido menú de lamentaciones crepitando en el mapa nacional. Sí, sabemos que no hay azúcar, que la leche en polvo es una quimera, que el aceite abunda en su ausencia, que el papel tualé es un producto vintage, que los apartamentos en alquiler son una nostalgia, que el dólar es una bofetada salvaje, que la luz eléctrica es una extravagancia, que los malandros deciden nuestra vida, que los hospitales son un monumento a la vergüenza, que las cárceles hacen rehilar de miedo a Satanás y que la corrupción es el verdadero oxígeno del país. Todos nos quejamos. Hasta los discípulos de la revolución, entrenados para la alabanza y el aplauso, se la pasan lamentándose. Se quejan de los embates del imperio, de la derecha retrógrada, disociada, golpista y oligofrénica, de la aviesa manipulación de los medios, de la supuesta guerra económica, de las siniestras intenciones de la otra mitad del mapa. Conclusión: el país entero se ha convertido – por sus cuatro costados de asfalto, mar, selva, y frailejón- en una interminable quejumbre.
Hastío. Desasosiego. Titulares que no caben en el entendimiento. Todo este panorama arroja como saldo una foto inquietante: se le movió el piso al país. Todo se ve borroso. Estamos fuera de foco.
Oscar Wilde decía que el descontento era el primer paso en el progreso de una nación. Una frase efectiva, inspiradora. Y aquí descontento hay para regalar a los aburridos de Groenlandia. Pero sigue sin pasar nada. Los lunes llegan con sus nuevos titulares para el desaliento. La negligencia consolida su reino. Los abusos de poder hacen metástasis. Los presos políticos se apagan en las cárceles. Y la morgue se traga vorazmente a los venezolanos.
No hay trago de whisky donde no se campaneen las angustias del país. No hay cola en la parada de autobús donde alguien no se queje en voz alta, y un coro de asentimientos lo escolte. En las universidades, en las mesas de dominó, en el mercadito parroquial. A la gente solo le queda una opción a la que se aferra con vehemencia: los optimistas.
¿De qué están hechos los optimistas? ¿Qué saben que no saben los demás? Churchill decía que los optimistas son aquellos que ven una oportunidad en toda calamidad. Es un rol que, entre otros, suelen encarnar los políticos de oposición. “Falta poco para que todo cambie!”, así gritan, declaran, insisten. Y es lo que razonablemente deben hacer. Se exhiben como el punto de luz en tanta noche. Los optimistas dan los buenos días con firmeza. No redactan nubes en sus frases. Su voz no tolera otra temperatura que el aplomo. Son las pequeñas huestes de la sensatez. Son fecundos en ideas para superar cualquier crisis (Guillaume Guizot afirmaba que los optimistas son quienes transforman al mundo). Contagian temple y serenidad. Nos hablan del país sin una sola gota de agobio ni desesperación. Como si la lluvia fuera simplemente el anuncio de otro sol.
Pero la semana pasada algo ocurrió. Tal vez el desastre ya no cabe en ningún galpón del asombro. No sé si lo de Nicolás Maduro cayéndose de la bicicleta fue demasiado metafórico. Quizás fue mucho sótano de la historia la imagen de un Pran ondeando en su mano el corazón sangrante de otro Pran, mientras Iris Varela comentaba en televisión, contentica, que ya los privados de libertad vestían bragas amarillas. O el burdo descaro del avión que voló de Maiquetía a Francia con 30 maletas atestadas de cocaína, mientras en otros terminales a algunos pasajeros les decomisaban un kilo de queso guayanés o una caja de torontos. O tanta impunidad. Tanta anarquía. Tanta ley sin ley.
Lo que pasó esta última semana fue una seguidilla de frases que parecían haber nacido de la misma boca. Pero ocurrió con gente diversa. Todo lo que decían desembocaba en un denso océano: el pesimismo. Lo inusual era que ocurría en los optimistas habituales, personas acostumbradas a la fragua dura, constructores de ánimo, boxeadores de la voluntad. Por una u otra razón me los había topado en días distintos y allí estaban, con la sonrisa torcida, y los ojos calados en una opacidad inesperada.
Con cierta frecuencia nos reunimos a almorzar tres escritores y un director de teatro. Solemos conversar el país. Intercambiamos angustias y criterios. Compartimos datos irritantes sobre la zigzagueante política nacional. Por sanidad, nos obligamos a apostar por la complicada luz al final del túnel y el irrecusable triunfo de la cordura. En la jornada abundan las humoradas, el sarcasmo y la trastienda de algunos episodios de resonancia. Suelen ser tardes donde la cofradía de la amistad vence, con holgura, la adversidad de los tiempos que corren. Poco a poco conquistamos territorios más nobles. Hablamos de libros insoslayables, anécdotas felices, reímos con impudicia. Sabemos que es una victoria momentánea. Sabemos que una vez devueltos a nuestra vida ordinaria el país volverá a treparse en nuestras espaldas como un orangután menesteroso.
El pasado viernes nos detuvimos a comentar las miserias que bullen en la industria del espectáculo. Diseccionamos la prepotencia y patanería de cierto personaje que suele irrespetar a sus colegas – y más si son mujeres- mientras en un monólogo teatral alardea de su sabiduría para entender el alma femenina. Un personaje que en esos días paseaba su ofuscación por las redes sociales al ver exhibida públicamente su misoginia y vocación para el maltrato. Eso nos hizo aterrizar en el estado moral del territorio donde vivimos. La crisis venezolana, ya lo sabemos, ha generado una vaguada tronante que arrasó sin piedad el sistema de valores que nos constituye. Aquí se han terminado por imponer los cínicos, los chulos de la política, los mediocres, los indolentes, los desnudos de ética, los intransitables, los regentes de la violencia, los malandros del poder. Cada vez más, revolución y corrupción riman demasiado.
Esa tarde, debo decirlo, cuando nos despedimos, no éramos los mismos de siempre. Había un sonido roto en nuestro abrazo. Era el crujido de los optimistas.
Al día siguiente cenaba con un humorista acostumbrado a dispensarle buenos ratos al público venezolano. Su habilidad es lograr que la gente, dos horas después, tenga una sonrisa colgada en el rostro, aderezada, como si fuera un Martini, con una aceituna de reflexión. Cenábamos en un restaurante con otros amigos. La conversación se fragmentó en grupos. Quizás esa circunstancia lo indujo a confesarme, casi en tono clandestino: “Estoy preocupado. Deprimido”. Me hablaba de “la desesperanza aprendida” como algo ya instalado en el espíritu colectivo. Yo me orillaba a su talante cuando justo en ese momento dos añosas damas se acercaron a agradecer la tenacidad y la lucha indeclinable. Cuánto orgullo. Dimos gracias, abochornados. Luego que se alejaron lo suficiente, volvimos a masticar el vidrio de la depresión.
Según parece, hay gente que no tiene derecho al desaliento. Se infiere que Henrique Capriles, líder de la oposición, no se puede permitir un resquicio de pesadumbre, un domingo de hastío, o la fugaz certeza de que esto se lo llevó el diablo. Se entiende que Ramón Guillermo Aveledo debe hablar siempre como si fuera un micro de “Venezuela en Positivo”. Se presume que Julio Borges, y su semblante cejijunto, deben proclamar a viva voz la inevitable victoria electoral, que Carlos Ocariz no puede renunciar a la levedad triunfal de su sonrisa. Se conjetura que sí hay patria, aunque obviamente no sea esta.
Quizás es sano que a los optimistas les sea otorgado un día a la semana para deprimirse, para caer como un bulto inerte sobre la cama, para apagar el zumbido extravagante de su esperanza, para lamerse las heridas de lo improbable, y dejar que el crujido de su desazón se expanda sin pudor. Los optimistas, cómo dudarlo, merecen su día sabático.
Pero que el resto no se preocupe, pues esa raza suele estar acompañada por los tercos, los insistentes, los adictos a la democracia, los obsesivos de la libertad, todos ellos más empecinados y definitivos que aquellos demoledores de ilusiones que hoy reinan en la malquerida república de nuestros insomnios. Diría un optimista
MESA DE LA UNIDAD emplaza al ministro Rodríguez Torres a presentar políticas contra la inseguridad y no propaganda
Unidad Venezuela.- “El problema de la violencia en Venezuela, que este año muestra un incremento del 8 % respecto del 2012, no tiene su origen en el aspecto mediático, tal como reiteradamente lo quiere hacer ver el gobierno nacional, sino en temas como el déficit policial, la proliferación de armas de fuego ilegales, el secuestro de las instituciones del sistema de justicia, la impunidad, la falta de inversión y la crisis carcelaria, entre otros”, es el señalamiento que hace a las políticas del gobierno nacional el Coordinador de Seguridad de la Mesa de la Unidad Democrática, Luis Izquiel.
Para el penalista, a pesar de las estadísticas falsas y contradictorias que casi a diario suministra el ministro de Interior y Justicia, la realidad es que la inseguridad en Venezuela sigue en ascenso.
Al respecto, Izquiel agregó que en lo que va de año ya han sido ingresados a la morgue de Bello Monte más de 4.000 cuerpos sin vida, esto de conformidad con la información que recogen los distintos medios de comunicación a las puertas de este organismo. "Esto representa un aumento de cerca de 8% con respecto a lo ocurrido en 2012. Un nuevo récord histórico", refirió.
Ante el anuncio que ha hecho el ministro de Interior y Justicia del inicio de una nueva campaña mediática para disminuir la violencia, Izquiel esperaque esto, en principio positivo, no sea una nueva excusa para acentuar el cerco y la censura contra los medios de comunicación del país.
“Es difícil que una campaña de concientización contra la violencia tenga algún éxito en Venezuela, mientras simultáneamente tengamos un gobierno que, entre otros aspectos, promociona milicias obreras, protege y estimula a "colectivos" armados, y mantiene un discurso que busca sembrar el odio y la división entre los venezolanos. Los mensajes contradictorios que envía el gobierno nacional impiden que se logre algún avance en esta materia”, sostiene el vocero de la Unidad.
Estima que el primer paso que debe dar el gobierno, y en especial el titular de Relaciones Interiores Rodríguez Torres, para resolver el problema, es reconocerlo.
“Mientras el gobierno siga atribuyendo la violencia que vive el país a una conspiración mediática, o a películas como "El Hombre Araña", tal como lo afirmó recientemente Nicolás Maduro, no se va a resolver el grave tema de la criminalidad desbordada y los ciudadanos seguirán siendo víctimas de homicidios, robos, secuestros y otros delitos violentos. Desde la Mesa de la Unidad Democrática le exigimos mayor seriedad al gobierno nacional en el abordaje de la seguridad ciudadana de los venezolanos”, concluyó.
MACHADO ALLISON: LA IMPORTACIÓN DE ALIMENTO EXCEDE REQUERIMIENTOS REALES
El Universal.-
29 de septiembre de 2013
ROBERTO DENIZ |
El Universal.-
29 de septiembre de 2013
ROBERTO DENIZ |
Para el profesor del IESA, Venezuela cubriría su déficit de producción con compras de $3 millardos en vez de $8 millardos como en 2012.
Presionado por el repunte de la escasez de productos esenciales, el Gobierno nacional se aferra a las importaciones como tabla de salvación. El presidente de la República, Nicolás Maduro, anunció la compra de alimentos a Colombia por 600 millones de dólares y además aprobó el XI Plan Excepcional para el Abastecimiento de Alimentos de la Cesta Básica de la Corporación de Abastecimiento y Servicios Agrícolas (CASA).
El plan, publicado en la Gaceta Oficial 40.254 del 19 de septiembre, contempla destinar 29.392 millones de bolívares, esto es, 4.665 millones de dólares durante los próximos 300 días para la adquisición de 3,57 millones de toneladas de alimentos.
El año pasado el Gobierno gastó en ese plan de CASA un monto similar en bolívares, unos 30.038 millones, pero pudo comprar 4,92 millones de toneladas de alimentos, un 27,5% más de lo proyectado este año. Para el experto en materia agroalimentaria, Carlos Machado Allison, las ingentes importaciones de alimentos a las que está atado el país forman parte de una "política esquizofrénica", que lleva a gastar más de lo necesario para cubrir el déficit de la producción.
De acuerdo a los cálculos de Machado Allison la escasez de productos en el mercado por la insuficiente producción podría cubrirse con compras al exterior de entre 2 y 3 millardos de dólares. Sin embargo, basado en las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el también profesor del IESA recuerda que en 2012 Venezuela importó alimentos por el orden de los 8.120 millones de dólares y estima que este año la cifra rondará los 8.200 millones de dólares.
De acuerdo a los cálculos de Machado Allison la escasez de productos en el mercado por la insuficiente producción podría cubrirse con compras al exterior de entre 2 y 3 millardos de dólares. Sin embargo, basado en las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el también profesor del IESA recuerda que en 2012 Venezuela importó alimentos por el orden de los 8.120 millones de dólares y estima que este año la cifra rondará los 8.200 millones de dólares.
"La importación de los últimos años es una locura, muestra desesperación, el déficit se cubriría con 2 mil ó 3 mil millones de dólares", sostiene el académico.
A modo de ejemplo, destaca el caso de las compras de ganado en pie y carne, rubro en el que se gastaron 2 mil millones de dólares en 2008, cuando a finales de la década de los 90 las importaciones de ese producto no superaban los 100 mil dólares.
Esta realidad coloca a Venezuela a contravía de lo que ha ocurrido en los últimos años en la región. "La balanza comercial de Venezuela es la peor de América Latina. La década pasada y la actual han sido extraordinarias para Brasil, Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica y muchos otros países. América Latina se ha convertido en un gran exportador mundial de alimentos, con excepción de Venezuela", apunta Machado Allison.
Menor producción
Del análisis del profesor del IESA se desprende que la dependencia de las importaciones está asociada a la caída de la producción nacional.
De acuerdo a sus cálculos, hoy la producción per cápita de alimentos -incluyendo producción vegetal, carnes, leche, pescados y mariscos- apenas es de 578,8 kilogramos, siendo el peor resultado en más de 20 años. En 1992 la producción de alimentos era de 832,1 kilogramos por habitante, mientras que en 2001 fue de 861 kilogramos.
Para Machado Allison una de las consecuencias de las altas importaciones es que se destinan recursos para otros países que bien podrían inyectarse para el fortalecimiento del aparato productivo y la generación de empleo.
"Negociar con los productores es fortalecer el aparato productivo". A juicio de Machado Allison en el Gobierno nacional hay dos "políticas adversas" . Una está a cargo del ministerio de Alimentación, responsable de buena parte de las importaciones, y la del despacho de Agricultura y Tierras.
Además, observa, que algunas medidas del Ejecutivo son insostenibles. "Tranquilizan un rato a los productores con el subsidio pero no se resuelve el problema de fondo", dijo a propósito de la política de precios aplicada por el Ejecutivo hacia los productores.
En los últimos años desde gremios como Fedeagro y Fedenaga se ha denunciado que los controles de precios prolongados por largos períodos limitan la posibilidad de los productores para hacer reinversiones, impactando a su vez en los rendimientos de cada año.
¿ EN CUAL GALAXIA VIVE ESTE PRESIDENTE?
Luis García Mora
Luis García Mora
El impacto cuando escribo este sábado la columna me impide razonar bien. Las imágenes son deprimentes. Una turba de motorizados como una plaga de velociraptores se lanza sobre una gandola cargada de carne, accidentada en esta Caracas del siglo XXI que se deshace, con su chofer agonizante, para famélica y ansiosamente saquear la carga sin ni siquiera sacarse los cascos.
El trazo de esta Venezuela de hoy es la imagen al menos para mí escalofriante, de una sociedad post mortem, a la deriva, sin control y sin ley, pero, sobre todo, dolorosamente deshumanizada. Y sin un vestigio de instancia moral.
Nada. Cómo viajar en este intento de análisis desde esta foto jurásica y atravesar una balacera entre más motorizados y Guardias Nacionales en Petare por enfrentar seguramente la matraca. No son todos, pero sí bastantes, muchos, no motorizados: venezolanos. Y lo que se nota de inmediato es la desaparición de las alcabalas, entre el territorio de la ley y el del delito, hacia una tierra de nadie.
Y es muy difícil orientarse. Demasiado pantano. Demasiada mierda.
Un veterano corresponsal extranjero de muchas guerras me dice, luego de un recorrido intenso por las barriadas caraqueñas, que “la percepción que hay es la de que todo se está deshaciendo. Sí, las clases más bajas están mejor que hace veinte años. Y hay otra identidad. No hay el mismo sentido de exclusión absoluta, pero la gente no le tiene respeto. Para nada. Dicen aún que el gobierno de Chávez era el mejor gobierno del mundo, pero que éste es el peor gobierno del mundo”.
Y que Maduro es un error. Y cunde una paranoia hacia el mañana.
El error más grande de todos los tiempos.
Y uno recuerda al Stalin de Robert Service, no en lo sanguinario y lo bestia, porque Nicolás Maduro no lo es, sino en la frecuencia con la que Stalin “le mentía al mundo cuando al mismo tiempo se mentía a sí mismo”. Maduro denunció en Unasur que en Nueva York intentaron matarlo y uno imagina que se rieron. Ingenuo. Naif. Habita dentro una inmensa burbuja. Su mundo no existe. Mientras que el que sí existe y lo rodea a todas horas se desmorona. ¡Y es el Presidente de la República! Con un gabinete económico y todo. Aunque paralizado, empantanado más bien. Como la ética nacional.
Imagino que a Maduro, como a mí, la cabeza le debe dar vueltas con este déficit gubernamental de 15% del PIB, para él absolutamente inmanejable. En las últimas semanas, la disminución de los ahorros de la Nación coloca la caja (dicen) en 900 millones de dólares, que sólo alcanzan para cubrir seis días de importaciones.
Es como para poner la renuncia.
La Guerra Económica, dice. Me matan en Nueva York. Me devuelvo de Vancouver. No asisto a la ONU. Me cago en el valor propagandístico y los varios millones de dólares dilapidados por la Citgo (un gasto de más de 800 mil dólares en el Hyatt Grand Central por 56 habitaciones desde hace 15 días, por ejemplo). ¿Para qué? ¡Estoy hasta los huevos de esta vaina!
Uno se pregunta de qué intenta huir este buen hombre en el gigantesco Ilyushin 96 de Cubana de Aviación, porque el Airbus ya no le sirve. Va a China a una visita de doce días, que es abortada el cuarto día de manera abrupta para aterrizar luego en Vancouver, Canadá, sin combustible, después de empeñar nuestro futuro ante unos tipos a los que no se les mueve un músculo.
Y el país (realmente) no sabe qué pasó. En qué condiciones lo entregó. Qué hacía Giordani en la foto, frío, hierático, obtuso. Para levantarse todos en un santiamén y regresarse con comitiva y todo. Doscientas personas, dicen. Un tumulto encaramándose en la nave sin poder hacer el acostumbrado shopping.
Otra rocambolesca situación.
Dicen que intentó colar en Estados Unidos a varios agentes cubanos sin permiso de entrada en el país, pero a los que el mandatario intentó camuflar con pasaportes venezolanos. Que pretendió cambiar de avión para quitar hierro al conflicto, pero ya era tarde. Que Canadá se rehusó a venderle gasolina ya que el avión era cubano. Que luego de cinco horas sin bajarse, PDVSA o Citgo envió dos Falcon para que pudiera llegar a Nueva York, pero tenía tal rabieta que se devolvió para Caracas. Que embarcó a las Naciones Unidas y suspendió su viaje a EE.UU. para “preservar” su vida, cuando ni Arafat ni los palestinos y ni siquiera los iraníes temieron jamás ni temen eso.
O la improvisación evidenciada en la decisión de última hora de no ir.
Son demasiadas cosas. Unas sobre otras en una sola. La burla para su gobierno (y para él) por la incautación de 1.382 kilogramos de cocaína en 31 maletas que atravesaron el Atlántico en un vuelo de Air France procedente del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar bajo su total responsabilidad civil y militar como Presidente de la República. ¿Su incapacidad o impotencia para desmontar al “Estado delincuente”?
Ya se maneja la tesis de que “ahora los carteles mexicanos infiltraron los aeropuertos nacionales y utilizan las pistas en complicidad con las autoridades que las administran”, sin necesidad de pistas clandestinas.
¿Militarizar los supermercados? ¿Descongestionar los puertos de la enorme cantidad de buques estacionados cargados de toneladas alimentos importados mientras en la calle los velociraptors asaltan cavas? ¿Entregarle a los chinos la administración económica del país porque, como dijo Chávez, “China es una superpotencia, pero no un imperio”?
¿En cuál galaxia vive este hombre?
¿Hacia dónde demonios nos lleva a todos?
Cráteres
- El comentario de otro corresponsal internacional, con su media lengua, a uno le da pena: “Paga Venezuela, China es muy impogtante. Para China, Venezuela no existe más allá de su combustible. China es un país tan grande, con una economía tan enogme: ahí nadie habla de Venezuela. En su cancilleguía no hay un centgo de estudios sobge Venezuela, como sí lo hay sobge Bgasil. Igual que Estados Unidos. Sólo a tges tipos del Depagtamento de Estado les pgeocupa”.
- Y otro: “Aquí todos gastando porque mañana el dinero vale menos. Y él cada cinco minutos dice que lo van a matar y esa noche ni siquiera Venezolana de Televisión tituló con esa noticia. Abrieron con los acuerdos con China. ¿Cree su propia propaganda? ¿Realmente cree que en Nueva York el imperio lo va a matar? ¿Creen eso dentro de su propio entorno?”
- Ojo: mientras mayor se hacía la crisis multidimensional del Estado de Weimar, y cuanto más opresiva se hacía la camisa de fuerza que inmovilizaba las estrategias políticas alternativas, mayor margen había para “iniciativas personales” inconformistas.
- En las clínicas privadas, ni las divisas ni el instrumental ni los recursos técnicos. ¿Cuál es el objetivo? ¿Eliminar la medicina privada para volcarse sobre un inexistente servicio de salud pública? Eliminar la medicina privada es ir a la quiebra del sistema de salud, tal como hicieron con el servicio de Salud Pública. ¿Quiénes son los cabezas de mosquito que dirigen esto?
- Stalin había confeccionado un cuento para sí y para otros y luego trataba de aplicarle una capa de verosimilitud. A menudo, dice Robert Service, “los contenidos eran suspicaces, conspirativos o vengativos. Suponía que los conspiradores trabajaban en todas partes y tenían que ser descubiertos y castigados. Estaba en su elemento cuando actuaba en un ambiente caótico. Y acudía a una artimaña que consistía en un coctel de sospecha y fanatismo en un ambiente sin escrúpulo moral alguno que le sirviera de freno”. Y veía a los opositores de otras facciones como “cerdos” y “escorias”, como “horribles individuos insignificantes, traidores, gente acabada (Trotsky, Kámenev y Zinóviev), y añadía: “Esta escoria venenosa y miserable debe ser aniquilada”. ¿Qué tal?
CONTAR LA REVOLUCIÓN
Elías Pino Iturrieta
Elías Pino Iturrieta
“Es que no nos dejan contar la revolución”. La ministra de Educación dijo así hace poco, o expresó algo parecido ante las críticas que han abundado sobre el contenido de los libros de texto para educación primaria que su despacho ha puesto en circulación. Ante la proliferación de reproches, se conformó con referirse a un deseo que muchos individuos, especialmente los que podemos influir en la opinión pública, tenemos de impedir que el movimiento político que representa relate sus proezas a los niños de Venezuela. Lamentable declaración, estimada ministra, debido a que el gobierno que usted representa cuando deja la siesta, no ha sido parco a la hora de decirnos cómo ha hecho del país una maravilla. Ni siquiera ante la presencia de los educandos.
No sé si pudo notar después de salir de su modorra, estimada ministra, cómo el desaparecido presidente Chávez no desaprovechó ocasión de acercarse a los niños para convertirlos en miembros de su comitiva en actos de proselitismo a través de los cuales, si no tuvo tiempo de ponerse a echar el cuento de sus hazañas, los hizo formar parte de ellas, que es lo mismo o es peor. Fueron numerosas las oportunidades, en tres lustros de “revolución”, que utilizó el jefe del Estado para mostrarse como apóstol que recibía a los infantes enloquecidos por acercarse a su benefactor, por mostrarse ante las cámaras como entusiastas beneficiarios de la gestión bolivariana. Es esa una manera de “contar la revolución”, sin duda la menos aconsejable, pero destinada a construir un relato cuyos destinatarios son los párvulos que se pueden acostumbrar, como parte de una malévola rutina y en la medida en que van creciendo en el centro de un escenario manipulado desde las alturas, al seguimiento fanático de una causa.
Pero esa es apenas una parte del lamentable asunto, quizá de poca monta si uno se limita a tratarlo desde el punto de vista estrictamente pedagógico que a usted compete. Resulta, estimada ministra, que los libros de texto de las escuelas primarias no son para “contar la revolución”. En términos generales, claro está, porque una colega, persona de esas macabras que la tienen cogida con el Gobierno, me regaló un manualito de los tiempos de Perón en el cual tal vez se pudo fijar su despacho cuando mandó a redactar los que ahora criticamos. Sus páginas encierran una apología de los milagros de Evita, suficiente para clamar por su canonización. Sus ilustraciones representan a una modesta señora, de lo más parecida a las estatuas del santoral, ante cuya presencia sólo provoca rezar, aparte de lamentar que haya marchado temprano a sentarse a la derecha del Padre. No es un manual elemental de historia de la Argentina, capaz de ofrecer rudimentos de comprensión sobre la evolución de su sociedad, sino el catecismo de la bienaventurada Eva Duarte a quien la patria llamó a la inmortalidad. Hay manuales de la misma laya en las escuelas de Cuba, para la elevación de Fidel Castro a los altares; pero en las repúblicas democráticas, tanto en la Venezuela del pasado reciente como en la mayoría de los países de la actualidad, los ministerios del ramo no se ponen a ensalzar los atributos de sus respectivos gobiernos, o las cualidades de un líder, para que los niños los consideren como brújula indiscutible, o para que aprendan a utilizarlos como armas contra la gente que piense distinto. No se refieren ahora ejemplos de la extinta Unión Soviética porque son demasiado obvios, aunque no tan lejanos en materia de inspiración.
Los libros de texto no son para “contar la revolución”, estimada ministra, a menos que pretenda usted la creación de una generación de niños idiotas que serán después adultos babosos y serviles a disposición de un proyecto político. No sólo por lo que se ha aludido, sino también por el problemón en el que usted se metería si toma en serio la misión de echar el cuento completo. Peliagudo asunto. ¿Cómo narraría a los niños, de manera sencilla y comprensible, una crónica de oscuridad, de corrupción y depredación, de incompetencia y mediocridad que los haría saltar de los pupitres? Ante el reto “más le valiera estar duerme”, como dijo nuestro poeta decimonónico.
UN VIAJE DESASTROSO
Milagros Socorro
Milagros Socorro
La imagen que expresa la situación de Nicolás Maduro es la de un prisionero en un avión cubano. Preso de Cuba. Rehén de la destartalada dictadura de dos ancianos expertos en detectar jumentos propicios para echarles encima una silla de montar y llevarlos al trotecillo por la vereda de sus apetencias.
Ese bochornoso episodio de Maduro y su enorme comitiva encerrados por más de cinco horas en un avión, en un aeropuerto de Canadá, porque las autoridades de este país (que muchas veces le han parado las patas a la tiranía cubana) se rehusaban a vender gasolina a una aeronave con bandera de la satrapía antillana, lo retrata en su insignificancia, en su condición de secuestrado cuyos actos más mínimos están sujetos a la voluntad de sus captores.
Ya el viaje había comenzado con un lance baratón, que consistió en formar una alharaca porque, supuestamente, Estados Unidos había impedido el paso por sus cielos del avión donde viajaba Maduro con rumbo a China y que, además, había negado algunas visas a miembros de la concurrida comitiva. Mientras Maduro amenazaba con "medidas drásticas", que, por cierto, todavía no ha anunciado, y Jaua desplegaba las acostumbradas pataletas que suelen acometerle antes de deshacerse en zalemas con Kerry u otro jerarca norteamericano, un empleado menor envió un papelito diciendo que no había habido tal interdicción y que a nadie le habían negado ninguna visa. En el medio, según declaraciones del propio Jaua, al pobre Calixto Ortega, agregado comercial de Venezuela en Washington, le quedó el dedo romo marcando el teléfono para contactar a alguna autoridad del Departamento de Estado, pero nadie le respondió. En suma, quisieron hacer el show del líder del Tercer Mundo a quien el imperio se afana por obstaculizar; y lo que lograron fue un e-mail del pasante del quinto asistente del subsecretario de Asuntos Menores que decía algo así como: "Mijo, tómate un tilito y ponte pa’llá, que aquí estamos ocupados".
Así fueron la ida y el regreso. La primera, un ridículo de poca monta (pero sazonado con una amenaza que debe cumplir); y el segundo, un incidente extraño, que lo muestra detenido en avión ajeno, supuestamente involucrado en la labor de infiltrar en los Estados agentes cubanos (desde luego, con pasaporte venezolano) sin permiso de entrada a ese país; una especie de tráfico de personas, sin duda ordenado por Cuba, mangoneado por los cubanos, tratado como un traqueto por los canadienses, humillado por el universo que siempre se ceba en los débiles y pusilánimes.
El capítulo concitó poca atención no sólo porque se parecía mucho al del pobre Evo, que fue más candente, sino porque el rating estaba acaparado por el viaje de Rafael Isea en una línea aérea insólita: la DEA.
De resultas, pues, que el miércoles, quinto día de su gira, se devolvió, con nueva remesa de pujidos (puesto que, aseguró, le habían dicho que Roger Noriega y Otto Reich le tenían preparadas "dos provocaciones graves" durante su visita a la sede de la ONU en Nueva York; y él tenía que preservar su "integridad física" y su vida).
La comparecencia en la Asamblea General de Naciones Unidas había quedado suspendida. Pero antes de echar mano al embeleco del atentado, había dicho que regresaba porque tenía "una intensa agenda de calle". Si esto era así, por qué pidió permiso a la Asamblea Nacional para salir del país (requisito que se observa sólo cuando el extrañamiento supera los cinco días).
De vuelta a la dura realidad venezolana, el aparato de propaganda del régimen intentó presentar como un éxito el paseo de Maduro y su troupe de 97 personas, que incluyó los hijos y nietos de la pareja, así como 2 amigas de Cilia Flores, todos los cuales recibieron de la república los pasajes, el hotel y un estipendio diario de 500 dólares. Los grandes logros de Maduro que, como se sabe, es un lince frente a los chinos conocidos por cogidos a lazo fue el de constituir empresas para que los asiáticos exploten el campo Junín 1 de la faja petrolífera del Orinoco (FPO); para que le metan mano a la mina de oro Las Cristinas, al sur del estado Bolívar; y, por si están desorientados con respecto a las riquezas minerales de Venezuela, para que hagan el mapa minero de nuestro país. Maduro les entregó a los chinos petróleo, oro, la cartografía para que sepan bien dónde hay más y, a cambio, tal como dijo este viernes, recibiremos 300.000 aparatos de aire acondicionado y otros aparaticos más, que en cosa de 12 meses serán chatarra.
El viaje de la estupidez le costó a Venezuela más de 2,5 millones de dólares. Mientras, usted hacía colas para conseguir aceite de maíz.
¿Lo encontró, por cierto?
Ese bochornoso episodio de Maduro y su enorme comitiva encerrados por más de cinco horas en un avión, en un aeropuerto de Canadá, porque las autoridades de este país (que muchas veces le han parado las patas a la tiranía cubana) se rehusaban a vender gasolina a una aeronave con bandera de la satrapía antillana, lo retrata en su insignificancia, en su condición de secuestrado cuyos actos más mínimos están sujetos a la voluntad de sus captores.
Ya el viaje había comenzado con un lance baratón, que consistió en formar una alharaca porque, supuestamente, Estados Unidos había impedido el paso por sus cielos del avión donde viajaba Maduro con rumbo a China y que, además, había negado algunas visas a miembros de la concurrida comitiva. Mientras Maduro amenazaba con "medidas drásticas", que, por cierto, todavía no ha anunciado, y Jaua desplegaba las acostumbradas pataletas que suelen acometerle antes de deshacerse en zalemas con Kerry u otro jerarca norteamericano, un empleado menor envió un papelito diciendo que no había habido tal interdicción y que a nadie le habían negado ninguna visa. En el medio, según declaraciones del propio Jaua, al pobre Calixto Ortega, agregado comercial de Venezuela en Washington, le quedó el dedo romo marcando el teléfono para contactar a alguna autoridad del Departamento de Estado, pero nadie le respondió. En suma, quisieron hacer el show del líder del Tercer Mundo a quien el imperio se afana por obstaculizar; y lo que lograron fue un e-mail del pasante del quinto asistente del subsecretario de Asuntos Menores que decía algo así como: "Mijo, tómate un tilito y ponte pa’llá, que aquí estamos ocupados".
Así fueron la ida y el regreso. La primera, un ridículo de poca monta (pero sazonado con una amenaza que debe cumplir); y el segundo, un incidente extraño, que lo muestra detenido en avión ajeno, supuestamente involucrado en la labor de infiltrar en los Estados agentes cubanos (desde luego, con pasaporte venezolano) sin permiso de entrada a ese país; una especie de tráfico de personas, sin duda ordenado por Cuba, mangoneado por los cubanos, tratado como un traqueto por los canadienses, humillado por el universo que siempre se ceba en los débiles y pusilánimes.
El capítulo concitó poca atención no sólo porque se parecía mucho al del pobre Evo, que fue más candente, sino porque el rating estaba acaparado por el viaje de Rafael Isea en una línea aérea insólita: la DEA.
De resultas, pues, que el miércoles, quinto día de su gira, se devolvió, con nueva remesa de pujidos (puesto que, aseguró, le habían dicho que Roger Noriega y Otto Reich le tenían preparadas "dos provocaciones graves" durante su visita a la sede de la ONU en Nueva York; y él tenía que preservar su "integridad física" y su vida).
La comparecencia en la Asamblea General de Naciones Unidas había quedado suspendida. Pero antes de echar mano al embeleco del atentado, había dicho que regresaba porque tenía "una intensa agenda de calle". Si esto era así, por qué pidió permiso a la Asamblea Nacional para salir del país (requisito que se observa sólo cuando el extrañamiento supera los cinco días).
De vuelta a la dura realidad venezolana, el aparato de propaganda del régimen intentó presentar como un éxito el paseo de Maduro y su troupe de 97 personas, que incluyó los hijos y nietos de la pareja, así como 2 amigas de Cilia Flores, todos los cuales recibieron de la república los pasajes, el hotel y un estipendio diario de 500 dólares. Los grandes logros de Maduro que, como se sabe, es un lince frente a los chinos conocidos por cogidos a lazo fue el de constituir empresas para que los asiáticos exploten el campo Junín 1 de la faja petrolífera del Orinoco (FPO); para que le metan mano a la mina de oro Las Cristinas, al sur del estado Bolívar; y, por si están desorientados con respecto a las riquezas minerales de Venezuela, para que hagan el mapa minero de nuestro país. Maduro les entregó a los chinos petróleo, oro, la cartografía para que sepan bien dónde hay más y, a cambio, tal como dijo este viernes, recibiremos 300.000 aparatos de aire acondicionado y otros aparaticos más, que en cosa de 12 meses serán chatarra.
El viaje de la estupidez le costó a Venezuela más de 2,5 millones de dólares. Mientras, usted hacía colas para conseguir aceite de maíz.
¿Lo encontró, por cierto?
¿Auto quéeeeee... ?
Carlos Raul Hernández
Carlos Raul Hernández
Golpe militar y golpe de Estado no son exactamente lo mismo aunque ambos concretan violaciones abiertas de la Constitución para romper el equilibrio y someter los demás poderes. El primero es la insubordinación contra el poder civil, con los elementos cinematográficos de la triste historia latinoamericana: uniformes, tanques, aviones, muertes, como el 4 de febrero de 1992. La otra versión, el golpe de Estado puede ser frío, realizarse sin movilizar tropas, cuando quien lo da, generalmente el Poder Ejecutivo (autogolpe) tiene control institucional como para no requerirlo. Es una fractura del poder civil. La Corte Suprema de Justicia en 1999, actuando como brazo del Gobierno, argumentó que la mayoría estaba por encima de la Constitución, y al aprobar una figura extraña a la legislación, la "constituyente", dio un golpe de Estado incruento. Una de las decisiones políticas más vergonzosas de las que haya memoria que clausuró el Estado de Derecho.
La constitución democrática nace precisamente para limitar el poder y las mayorías. La misma depravación constitucional fue certificar un sistema electoral ad hoc que violaba el principio representativo, espíritu y letra de la Carta Magna de 1961, con el fin de establecer la irrepresentación, burlar la voluntad de los electores y crear una mayoría abusiva. Según los grandes -y pequeños- tratadistas, cualquiera método electoral legítimo se rige por dos principios: monotonía y no perversidad. El primero es que un escaño debe valer lo mismo en votos para todos los competidores. Uno avanzado y moderno, como el que tuvo Venezuela en la etapa democrática, creó la figura de parlamentarios adicionales por cociente nacional, para cumplir este principio y que el electorado minoritario estuviera representado.
El esperpento
Y no perversidad consiste en que nunca el método puede hacer ganar a los que perdieron ni sobrerrepresentar las mayorías. Los mencionados fueron dos arrebatones que dieron la Corte y el Presidente, inicio de la larga cadena autoritaria posterior. En general las situaciones de facto ocurren en el contexto de una refriega de poderes. En Venezuela (1999) había obstáculos a la hegemonía que avanzaba, igual que en Chile a la caída de Allende (1973) Fujimori anula el Congreso peruano con los tanques en 1992. Como todos los autócratas, el objetivo declarado era "limpiar" el sistema político, "refundar la república", profilaxis, persecución a los corruptos y demás faramallas repetidas por demócratas de urna blanca, apasionados con la "constituyente. El forcejeo entre factores, la corrupción, la pugna de poder, las "resistencias al cambio" son los fangos argumentales en los que el maquiavelismo suele reptar para justificar sus acciones de fuerza.
Lo que luce desmelenado, bruto, esperpento, extravagante es que un régimen que acumula la mayor cantidad de poderes político y económico en la historia latinoamericana, apele constantemente al estupro ante su incapacidad para gobernar y pueda pensar en un autogol. Por cada centímetro de poder que concentra, la realidad se le deshace mil metros en las manos y como gallinetas escondidas entre los pantalones de los militares, amenazan, injurian, cacarean a la oposición civil, para encubrir su inverecundia. ¿Qué le impide al Gobierno hacer una política económica decente, mejorar las cárceles, el sistema eléctrico o mantener Pdvsa con todo los recursos en las manos? El país se les disuelve y no son capaces ni de conectar dos cables.
Midas fue un cretino
Venezuela tenía en los 90 los mejores sistemas eléctrico, acueductos y cloacas de Latinoamérica y una de las empresas petroleras más eficientes del mundo, el Galáctico se las ingenio para hacerlos ceniza, y dejó la herencia a un jugador clase "A". No basta tener las gobernaciones, la Asamblea, la Fiscalía, la mayoría de los municipios, el presupuesto, las reservas internacionales, los medios de comunicación, la maquinaria del Estado, las FF.AA. La ineptitud los lleva a exterminar lo poco que no controlan y un grupo habla de autogolpe. Midas es uno de los más grandes estúpidos de la mitología, que pidió a los dioses la gracia de convertir en oro (o poder) todo lo que tocara y murió de inanición entre enormes tesoros. El de aquí dejó al heredero una de las creaciones icónicas de la incompetencia humana: una autocracia petrolera arruinada por la demencia, el poder y el rencor.
¿Autogolpe para profundizar las elucubraciones banales, la quiebra de empresas, la destrucción del empleo, de la producción, y convertir a Venezuela en el nuevo Haití? ¿Para que, como en Cuba, la abuela espere todavía la vivienda que le ofreció la revolución en 1959 cuando se casó, y que hoy sigue reclamando para dársela a su nieta que se va a casar? Un autogolpe podría ser el último capítulo de este lodazal, consagraría al Estado delincuente, como lo llaman Tablante y Tarre en su reciente libro, y este proyecto mediocre, infeliz, pringoso, quedaría convincentemente anulado para sanidad de Venezuela y Latinoamérica ¿Sería un golpe frío o un cuartelazo? ¿Las demás fracciones revolucionarias cederían gustosas el botín a una de ellas, o se resistirían? (a Bordaberry en Uruguay lo obligaron a darlo. Era un rehén de los militares) ¿Originaría una secuencia de inestabilidad, como en Argentina, conflictos brutales entre hombres armados? ¿Se apoderarían China, Rusia, Irán, de Venezuela para sostener una estructura cariada, carcomida, que tarde o temprano se desplome? ¿Qué harían EEUU, Europa, Brasil?
@carlosraulher
La constitución democrática nace precisamente para limitar el poder y las mayorías. La misma depravación constitucional fue certificar un sistema electoral ad hoc que violaba el principio representativo, espíritu y letra de la Carta Magna de 1961, con el fin de establecer la irrepresentación, burlar la voluntad de los electores y crear una mayoría abusiva. Según los grandes -y pequeños- tratadistas, cualquiera método electoral legítimo se rige por dos principios: monotonía y no perversidad. El primero es que un escaño debe valer lo mismo en votos para todos los competidores. Uno avanzado y moderno, como el que tuvo Venezuela en la etapa democrática, creó la figura de parlamentarios adicionales por cociente nacional, para cumplir este principio y que el electorado minoritario estuviera representado.
El esperpento
Y no perversidad consiste en que nunca el método puede hacer ganar a los que perdieron ni sobrerrepresentar las mayorías. Los mencionados fueron dos arrebatones que dieron la Corte y el Presidente, inicio de la larga cadena autoritaria posterior. En general las situaciones de facto ocurren en el contexto de una refriega de poderes. En Venezuela (1999) había obstáculos a la hegemonía que avanzaba, igual que en Chile a la caída de Allende (1973) Fujimori anula el Congreso peruano con los tanques en 1992. Como todos los autócratas, el objetivo declarado era "limpiar" el sistema político, "refundar la república", profilaxis, persecución a los corruptos y demás faramallas repetidas por demócratas de urna blanca, apasionados con la "constituyente. El forcejeo entre factores, la corrupción, la pugna de poder, las "resistencias al cambio" son los fangos argumentales en los que el maquiavelismo suele reptar para justificar sus acciones de fuerza.
Lo que luce desmelenado, bruto, esperpento, extravagante es que un régimen que acumula la mayor cantidad de poderes político y económico en la historia latinoamericana, apele constantemente al estupro ante su incapacidad para gobernar y pueda pensar en un autogol. Por cada centímetro de poder que concentra, la realidad se le deshace mil metros en las manos y como gallinetas escondidas entre los pantalones de los militares, amenazan, injurian, cacarean a la oposición civil, para encubrir su inverecundia. ¿Qué le impide al Gobierno hacer una política económica decente, mejorar las cárceles, el sistema eléctrico o mantener Pdvsa con todo los recursos en las manos? El país se les disuelve y no son capaces ni de conectar dos cables.
Midas fue un cretino
Venezuela tenía en los 90 los mejores sistemas eléctrico, acueductos y cloacas de Latinoamérica y una de las empresas petroleras más eficientes del mundo, el Galáctico se las ingenio para hacerlos ceniza, y dejó la herencia a un jugador clase "A". No basta tener las gobernaciones, la Asamblea, la Fiscalía, la mayoría de los municipios, el presupuesto, las reservas internacionales, los medios de comunicación, la maquinaria del Estado, las FF.AA. La ineptitud los lleva a exterminar lo poco que no controlan y un grupo habla de autogolpe. Midas es uno de los más grandes estúpidos de la mitología, que pidió a los dioses la gracia de convertir en oro (o poder) todo lo que tocara y murió de inanición entre enormes tesoros. El de aquí dejó al heredero una de las creaciones icónicas de la incompetencia humana: una autocracia petrolera arruinada por la demencia, el poder y el rencor.
¿Autogolpe para profundizar las elucubraciones banales, la quiebra de empresas, la destrucción del empleo, de la producción, y convertir a Venezuela en el nuevo Haití? ¿Para que, como en Cuba, la abuela espere todavía la vivienda que le ofreció la revolución en 1959 cuando se casó, y que hoy sigue reclamando para dársela a su nieta que se va a casar? Un autogolpe podría ser el último capítulo de este lodazal, consagraría al Estado delincuente, como lo llaman Tablante y Tarre en su reciente libro, y este proyecto mediocre, infeliz, pringoso, quedaría convincentemente anulado para sanidad de Venezuela y Latinoamérica ¿Sería un golpe frío o un cuartelazo? ¿Las demás fracciones revolucionarias cederían gustosas el botín a una de ellas, o se resistirían? (a Bordaberry en Uruguay lo obligaron a darlo. Era un rehén de los militares) ¿Originaría una secuencia de inestabilidad, como en Argentina, conflictos brutales entre hombres armados? ¿Se apoderarían China, Rusia, Irán, de Venezuela para sostener una estructura cariada, carcomida, que tarde o temprano se desplome? ¿Qué harían EEUU, Europa, Brasil?
@carlosraulher
sábado, 28 de septiembre de 2013
MOMENTO ESTELARES
LLUIS BASSETS
De momento no hay foto. Obama y Rohaní no nos van a proporcionar una imagen que describa una época, como hicieron Mao Zedong y Nixon en Pekín en 1972, Reagan y Gorbachov en Rejkiavik en 1986 o Arafat y Rabin en 1993 en la Casa Blanca. La China que hoy conocemos, a la zaga de Estados Unidos, no se explica sin aquel viaje de aires interespaciales entre dos civilizaciones alejadas, que preparó Henry Kissinger y protagonizó Richard Nixon, el presidente más desprestigiado del siglo XX. Tampoco el fin de la guerra fría y la extinción del mundo bipolar se entienden sin el encuentro islandés entre el antiguo actor de Hollywood y el último presidente de la extinta Unión Soviética. O el apretón de manos entre el primer ministro israelí y el jefe palestino ante la mirada complacida de Clinton, emblema desesperanzado y frustrante de una paz nunca alcanzada.
Ambos dirigentes, Obama y Rohaní, así como sus diplomacias respectivas, han hecho todo el trabajo previo. También lo han hecho, como siempre, las circunstancias: el ahogo de la economía iraní, el imprescindible papel de Teherán en la estabilización de Siria, el temor a la bomba nuclear persa, el cansancio bélico de Estados Unidos y Occidente en general y el contraste con la disposición israelí al uso de la fuerza... Pero ha faltado el aliento final para fabricar el momento estelar que se esperaba en la cita anual de Naciones Unidas.
La realidad de los hechos es que en este tipo de encuentros no suele suceder nada. La conversación entre el anciano Mao y el inquieto Nixon fue más filosófica que política. Todo lo que había que acordar fue obra de Kissinger y Zou Enlai y quedó registrado en un protocolo de intenciones, conocido como la Declaración de Shanghái, en la que ambos países se proponían normalizar sus relaciones. Algo similar sucedió en la capital de Islandia, donde se encontraron los dos líderes de la guerra fría con el propósito de eliminar los misiles nucleares de largo alcance con los que se amenazaban ambas potencias. No hubo acuerdo pero sí suficiente sintonía como para alcanzarlo un año después y abrir además la puerta al final de la guerra fría. Yitzhak Rabin y Yasir Arafat rubricaron los Acuerdos de Oslo, cuyo naufragio persiste a pesar de que entonces prometían conseguirlo todo.
La foto que no se hicieron Obama y Rohaní en Nueva York estaba destinada a recorrer un camino similar. Continuación de una multitud de pequeños gestos emitidos desde Washington y Teherán, debía expresar la voluntad de entendimiento que a estas horas parece ya evidente entre ambas capitales. Obama fue el lejano pionero cuando felicitó el año nuevo persa en marzo de 2009, justo después de instalarse en la Casa Blanca, con una mención explícita a la República Islámica de Irán. Hubo que esperar al nuevo presidente iraní, Hasan Rohaní, para que surgieran palabras y gestos amistosos, incluso hacia Israel, hasta romper el tabú del islamismo político sobre el reconocimiento del Holocausto.
Alguien, presumiblemente en Teherán, ha decidido por prudencia posponer la foto. Una imagen de este calibre es siempre una promesa, una flecha que señala al futuro e incluso una profecía que se cumple a sí misma. Cuando empieza el deshielo entre dos países que llevan casi 35 años enfrentados, basta un apretón de manos y una sonrisa para que se dé por bueno el cambio emprendido. No ha sido ahora el caso. De momento, solo hay palabras conciliadoras en los discursos de Obama y de Rohaní ante la Asamblea General. El presidente estadounidense apuesta por la vía diplomática y elude la amenazadora frase de rigor acerca de todas las opciones que hay encima de la mesa, que lógicamente incluye el uso de la fuerza. El iraní, por su parte, hace notar esta feliz ausencia en su discurso e insiste una y otra vez en una idea esperanzadora para la política de la zona: la era de los juegos de suma cero ha terminado.
Los astros están en línea, cada uno sigue desgranando gestos y palabras, pero falta la foto, la imagen estelar, el coraje del gesto definitivo. El momento es extraño, porque poco se sabe de la fuerza de Rohaní, finalmente subordinado al supremo ayatolá y caudillo de la revolución iraní, Ali Jamenei, a quien pertenece la última palabra sobre el arma nuclear. Y hay serias dudas respecto a la fuerza de Obama, presidente debilitado en casa por un Congreso irresponsable y hostil y fuera por el papel creciente de Putin. Pero no sería la primera vez que de la debilidad de dos negociadores surge la fuerza que dobla el brazo a una vieja historia de antagonismos.
MADURO EN SU TRAMPA
El País. EDITORIAL
28 SEPTIEMBRE DE 2013
El País. EDITORIAL
28 SEPTIEMBRE DE 2013
Que un país, Venezuela, con 90.000 millones de dólares de ingresos anuales por su petróleo sufra escasez alarmante de productos básicos es todo un logro. De esa situación, herencia de casi 15 años de doctrina chavista, forman parte una inflación cercana al 45% y un mercado negro en el que el dólar se paga a siete veces su cambio oficial. Fieles a una acrisolada visión conspirativa, el presidente Nicolás Maduro y sus acólitos achacan el desbarajuste a un complot teledirigido desde Washington y apoyado por el “fascismo” local (oposición y empresariado afín). Desde abril, el heredero de Chávez ha denunciado variados sabotajes económicos e industriales, guerra psicológica y hasta un plan para envenenarlo.
Maduro afronta en poco más de dos meses unas elecciones municipales vistas como un plebiscito sobre su corta gestión. Sitiado por una realidad desbocada, recurre no solo a medidas de choque, como la masiva importación de alimentos de Colombia. Idea también mecanismos imposibles, como la creación de un comisariado contra el desabastecimiento, que vigilará la producción interna, las importaciones, el transporte y la comercialización de productos, y cuyos funcionarios estarán ayudados por las denuncias telefónicas a una línea con la sugerente denominación de 0800-Sabotaje. Para evitar las colas en los supermercados, fruto en parte de la escasez de personal propiciada por nuevas medidas laborales, planea enviar a la milicia bolivariana a hacer de cajeros.
El problema de Maduro, que acaba de regresar de China con un crédito de 5.000 millones de dólares, es la cuadratura del círculo. La economía venezolana, un modelo estatista y doctrinario fracasado con Chávez, es insostenible. Pero introducir racionalidad en ese legado, si esa fuera su improbable intención, le marcaría como traidor al mito, del que se considera eterno discípulo, y abriría a la vez el cisma entre facciones chavistas.
More oil companies looking at drilling prospects in Guyana | |
Caribbean News-Published on September 28, 2013 |
GEORGETOWN, Guyana (GINA) -- Minister of Natural Resources and the Environment, Robert Persaud on Thursday informed the media that two large oil companies, Anadarko and Esso, both of which have concessions, are actively engaged in exploration activities offshore Guyana.
Speaking at a press briefing, the minister disclosed that the activities of one of those companies is far advanced to the point where it is about to make a decision on mobilising a rig to commence drilling. Meanwhile, over the past few weeks, the state-of-the-art vessel deployed by REPSOL, Polarcus Asima, is currently carrying out seismic studies to collect the relevant data. Seismology is a geophysical method of determining geologic structure by means of prospector-induced elastic waves. Additionally, several other companies are carrying out similar studies; while another company is set to commence seismic studies within a couple of days. “So at any one time we will have three or four of those companies carrying out various forms of exploration work, all in our quest to tap into and realise the hydro-carbon potential of our offshore areas,” the minister said. The information garnered from these studies will inform the exploration teams on the way forward. | |
viernes, 27 de septiembre de 2013
VENEZUELA'S ECONOMY: MADURO'S BALANCING ACT
The Economist
IT IS a remarkable achievement. Amid the longest oil boom in history Venezuela has in many respects the worst-performing economy in the Americas, even though it has (it claims) the world’s biggest reserves of the black stuff and gets 94% of its export earnings from it. That is the legacy of 14 years of “21st-century socialism” under the late Hugo Chávez. Inflation is over 45% a year and supermarket shelves are bare of many staple goods. Even Nelson Merentes, the finance minister, concedes that Mr Chávez’s revolution has yet to achieve economic success. But oil revenues of $90 billion a year allow Nicolás Maduro, Mr Chávez’s successor as president, the luxury of debating whether or not to change course.
After contracting for several months, the economy grew in the second quarter. August’s inflation of 3% was half the monthly rate in May. But most economists do not believe a sustainable recovery has begun. The growth spurt appears to come from a fiscal splurge; the budget deficit is probably around 10% of GDP. A decade and a half of hyper-regulation, including ever more stringent price and exchange controls, has inflicted “terrible distortions” which will be hard to correct, even given the political will, says José Manuel Puente of IESA, a business school in Caracas.
Foreign exchange has been largely allocated by government fiat since 2003. On the black market, the dollar commands more than six times the official exchange rate of 6.3 bolivares. The government handed out more hard currency in the second quarter, which may have boosted growth. Mr Merentes is more pragmatic than his predecessor Jorge Giordani, a Utopian Marxist. Following a 32% devaluation in January there is talk of another, or even of floating the bolívar, though Mr Giordani, who is now planning minister, opposes this. Opportunists who delight in the profits to be made from graft and arbitrage, are happy to go along with him.The government’s main response to the scarcity of food and other staples, such as toilet paper and toothpaste, is a conspiracy theory. It blames an “economic war” waged by the United States and its “fascist” allies in the Venezuelan opposition. On September 20th it sent the national guard to occupy a big toilet-paper factory. Officials said the “temporary” takeover was needed to check for irregularities in production and distribution.
Mr Maduro claimed recently that in meetings at the White House earlier this year a plan was hatched to engineer the “total collapse” of the Venezuelan economy in October. A huge power cut affecting 18 (out of 24) states on September 3rd was due to sabotage, he said, as was a refinery explosion last year that killed 49 people. This month he set up an army-backed task-force to tackle the supposed plot, with the help of 0800-SABOTAJE, a hot-line. Mr Maduro has produced not a scrap of evidence for these claims. The private sector wearily promised to collaborate. After all, said one business leader, “we already face 50 to 100 inspections a month of various kinds, so what is one more?”
While regime leaders squabble over how best to conserve the legacy of Mr Chávez—now known, North Korean-style, as “the eternal leader”—economists debate how long Venezuela’s foreign-currency reserves can stand the current rate of attrition. They have plummeted by around a quarter this year, thanks in part to the fall in the price of gold, of which they largely consist. Liquid reserves amount to less than a month’s imports. There could be another $20 billion or so in opaque off-budget funds, but up to a third of this may be earmarked for specific projects. This week Mr Maduro was in Beijing, where he confirmed a fresh $5 billion credit line (with strings attached) and $15 billion in long-term oil and mining investments.
The pragmatists argue that an adjustment is unavoidable. But Mr Maduro faces local elections on December 8th which are widely viewed as a plebiscite on his rule. IVAD, a pollster, recently found that two-thirds of those it surveyed saw the economy as being in bad shape—and they blamed the government. Less than 4% believed the official line about “sabotage”.
Mr Maduro is caught in a trap of his predecessor’s making. If he sticks to the recipes of the radicals, the economy will only worsen. If he abandons them, he risks being labelled a reformist traitor and exacerbating faction-fighting within the regime. For the moment, he is moving cautiously in the direction of reform, even as he bangs the revolutionary drum and cracks down on dissent. For the president, who recently managed to fall off a bicycle on live television, it is a tricky balancing act.
LOS "LOCOS" ANDAN SUELTOS
Argelia Ríos
Si pudieran zafarse lo harían. Las elecciones del 8 de diciembre les representan un martirio, igual que las parlamentarias de 2015, sobre las cuales solo existen proyecciones desesperanzadoras. Lejos van quedando los tiempos en que cada jornada comicial era una fiesta para revalidar el carácter “pacífico y democrático” del “proceso”. La descapitalización política del chavismo ha cambiado la naturaleza de los procesos comiciales y de la propia revolución, conducida hoy, según palabras de Diosdado, por “los locos” que solo el comandante podía contener. Se colige, por tanto, que una irresponsable aventura no tendría nada de extraño; mucho menos en medio de una lucha interna que ya ha llevado al “exilio” a Rafael Isea, caído en medio del silencioso tiroteo que se desarrolla puertas adentro del oficialismo.
Maduro ha hablado de un “gobierno de fuerza democrática”, una confesión de las pulsiones que lo tientan. Lo abruma la emergencia económica y social, al igual que las presiones de que es objeto por parte de las fracciones endógenas que, contradictoriamente, en lo que representa un dilema, forcejean para impedir que su consolidación lo convierta en el nuevo comandante de la revolución, y evitar, al mismo tiempo, que un desplome arrase con todo cuanto queda del “legado” del comandante. El cuadro completo recrea un gran desorden dentro del Gobierno; una leonera que coincide con el caos general de la calle.
“La sucesión” sabe que en cualquier momento la gente perderá la paciencia, pero desconoce cuándo y cómo se manifestaría el quiebre. Lo que está bien claro es que se ha venido configurando un cuadro de condiciones similares o peores al que existía en los años ’89 y ’92. Los descamisados no tienen motivaciones suficientes para mantenerle su respaldo al “proyecto”. El politburó necesita fabricarle al pueblo nuevas razones, pero carece de entidad, tiempo y recursos para pedirle “sangre, sudor y lágrimas”. A la nomenclatura solo le queda apostar a que el país no se desboque en los próximos dos meses, los que faltan para la celebración de las estratégicas elecciones municipales.
Para Maduro, cada día es un ensayo de sobrevivencia; una expedición extenuante en la que le toca encarar demasiados frentes a la vez: al del país y al de quienes, desde dentro del chavismo, lo mantienen amenazado y apuntado con las bayonetas. Su apresurado regreso a Venezuela, tras el infructuoso viaje a la China, desnudó la gravedad de la emergencia. La lucha contra la corrupción está desmigajando la unidad revolucionaria. Aunque hablen en tono desafiante, los “locos” andan sueltos y atemorizados, simulando ser un equipo atrincherado, muy distinto a la jauría de hienas en que transformaron a la revolución.
Argelia.rios@gmail.com / @Argeliarios
Argelia Ríos
Si pudieran zafarse lo harían. Las elecciones del 8 de diciembre les representan un martirio, igual que las parlamentarias de 2015, sobre las cuales solo existen proyecciones desesperanzadoras. Lejos van quedando los tiempos en que cada jornada comicial era una fiesta para revalidar el carácter “pacífico y democrático” del “proceso”. La descapitalización política del chavismo ha cambiado la naturaleza de los procesos comiciales y de la propia revolución, conducida hoy, según palabras de Diosdado, por “los locos” que solo el comandante podía contener. Se colige, por tanto, que una irresponsable aventura no tendría nada de extraño; mucho menos en medio de una lucha interna que ya ha llevado al “exilio” a Rafael Isea, caído en medio del silencioso tiroteo que se desarrolla puertas adentro del oficialismo.
Maduro ha hablado de un “gobierno de fuerza democrática”, una confesión de las pulsiones que lo tientan. Lo abruma la emergencia económica y social, al igual que las presiones de que es objeto por parte de las fracciones endógenas que, contradictoriamente, en lo que representa un dilema, forcejean para impedir que su consolidación lo convierta en el nuevo comandante de la revolución, y evitar, al mismo tiempo, que un desplome arrase con todo cuanto queda del “legado” del comandante. El cuadro completo recrea un gran desorden dentro del Gobierno; una leonera que coincide con el caos general de la calle.
“La sucesión” sabe que en cualquier momento la gente perderá la paciencia, pero desconoce cuándo y cómo se manifestaría el quiebre. Lo que está bien claro es que se ha venido configurando un cuadro de condiciones similares o peores al que existía en los años ’89 y ’92. Los descamisados no tienen motivaciones suficientes para mantenerle su respaldo al “proyecto”. El politburó necesita fabricarle al pueblo nuevas razones, pero carece de entidad, tiempo y recursos para pedirle “sangre, sudor y lágrimas”. A la nomenclatura solo le queda apostar a que el país no se desboque en los próximos dos meses, los que faltan para la celebración de las estratégicas elecciones municipales.
Para Maduro, cada día es un ensayo de sobrevivencia; una expedición extenuante en la que le toca encarar demasiados frentes a la vez: al del país y al de quienes, desde dentro del chavismo, lo mantienen amenazado y apuntado con las bayonetas. Su apresurado regreso a Venezuela, tras el infructuoso viaje a la China, desnudó la gravedad de la emergencia. La lucha contra la corrupción está desmigajando la unidad revolucionaria. Aunque hablen en tono desafiante, los “locos” andan sueltos y atemorizados, simulando ser un equipo atrincherado, muy distinto a la jauría de hienas en que transformaron a la revolución.
Argelia.rios@gmail.com / @Argeliarios
EL HÉROE COTIDIANO
JEAN MANINAT
EL UNIVERSAL
JEAN MANINAT
EL UNIVERSAL
Los países no tocan fondo, reza un lugar común optimista. Es una apuesta por la increíble capacidad de los seres humanos para subsistir en medio de los más grandes desbarajustes económicos, sociales o políticos; bien sean estos causados por las fuerzas crueles de la naturaleza, o por las extremidades torpes de los bípedos que reinan el planeta y suelen deshacer con los pies lo que construyen con las manos. Milenios costó avanzar hacia fórmulas democráticas de convivencia, de "rayar la cancha" como dicen en el Sur, para resguardar los derechos de los unos, reconociendo los derechos de los otros y mire usted donde estamos. Cuando se estima que se ha llegado a un cierto orden armonioso de las cosas, de debajo de las piedras empiezan a surgir los heraldos negros, los eternos coleados en las fiestas, dispuestos a arruinar bautizos, matrimonios y divorcios, usualmente provistos de las mejores intenciones y los peores consejos. Todo para salvarnos.
En su magnifica alegoría sobre el impacto del fascismo en Europa, La peste, Albert Camus nos dijo que una vez vencida la plaga, sus bacilos se refugiaban en las gavetas, entre la ropa doméstica, a la espera de que una imprudencia de los hombres los despertara, para venir a martirizarlos de nuevo recordándoles su fragilidad innata. Pero en medio de la mortandad casa por casa, surgía la sorprendente capacidad humana para resistir: el heroísmo banal, que al igual que la cobardía, habita en cada quien y en cada cual. Ciudadanos de quince y último, como el afable doctor Rieux de la novela, que sin mucho aspaviento épico, se negaban a permitir que la descomposición reinante diera buena cuenta de lo que tanto les había costado construir. Eran el antídoto contra la maladie.
Bajo la mirada indolente, por alucinada, de quienes nos gobiernan, el país se descompone rápidamente mientras sus habitantes se preguntan cuán cerca queda el fondo. Semanalmente una peregrinación doliente deposita seres queridos en la morgue de la capital, las ciudades viven entre la luz y la oscuridad como en el purgatorio, las avenidas se cuartean, la inflación se apodera de lo poco que queda en los estantes y en cada esquina aguarda un Pedro Navaja pistola en mano.
Aún así, la gente va y viene entre sus quehaceres, emprende, protesta, saca fuerzas para animarse con una gracia, tomarse un respiro acodado en una barra, o celebrar con los panas que entre ellos ha vivido. Y cada vez que tiene la ocasión, a pesar de los cuervos agoreros que graznan en los árboles, sale a votar, con mayor o menor entusiasmo, para no dejarse arrebatar definitivamente lo que tanto trabajo le ha costado conseguir.
Es algo que no deja de asombrar a quienes desde otras latitudes siguen el acontecer político del país. Incluso aquellos que guardan expresas o recónditas simpatías por el "proceso", reconocen que hay una mitad creciente de la sociedad que ha sabido plantar cara, en medio de circunstancias desventajosas, y constituye hoy una fuerza en expansión que no puede ser menospreciada.
Las recurrentes alusiones a planes magnicidas, a esquemas desestabilizadores que se hacen humo apenas anunciados, no hacen sino acentuar la sospecha de que los herederos no dan pie con bola y la hemorragia de desafecto popular es intensa. Seguramente no con el ímpetu que uno quisiera, más allá de nuestras fronteras se está abriendo paso el atisbo, pragmático no nos llamemos a engaño, de que la oposición no es el problema... es parte de la solución.
El antídoto contra la enfermedad que quiere imponer una opción hegemónica y destructora de la diversidad democrática, reside en el heroísmo cotidiano, anónimo, de los millones que siguen resistiéndose, sin grandes bufidos, sin frases vanidosas para la posteridad, pero con la certeza de que solo su perseverancia, estén donde estén, militen o no militen, logrará recomponer la nación. Es un río subterráneo y ronco que recorre el país en constante movimiento.
Solo los héroes cotidianos poseen la reciedumbre suficiente para vencer la peste de los autoritarismos. Siempre han sido la sustancia del cambio.
@jeanmaninat
En su magnifica alegoría sobre el impacto del fascismo en Europa, La peste, Albert Camus nos dijo que una vez vencida la plaga, sus bacilos se refugiaban en las gavetas, entre la ropa doméstica, a la espera de que una imprudencia de los hombres los despertara, para venir a martirizarlos de nuevo recordándoles su fragilidad innata. Pero en medio de la mortandad casa por casa, surgía la sorprendente capacidad humana para resistir: el heroísmo banal, que al igual que la cobardía, habita en cada quien y en cada cual. Ciudadanos de quince y último, como el afable doctor Rieux de la novela, que sin mucho aspaviento épico, se negaban a permitir que la descomposición reinante diera buena cuenta de lo que tanto les había costado construir. Eran el antídoto contra la maladie.
Bajo la mirada indolente, por alucinada, de quienes nos gobiernan, el país se descompone rápidamente mientras sus habitantes se preguntan cuán cerca queda el fondo. Semanalmente una peregrinación doliente deposita seres queridos en la morgue de la capital, las ciudades viven entre la luz y la oscuridad como en el purgatorio, las avenidas se cuartean, la inflación se apodera de lo poco que queda en los estantes y en cada esquina aguarda un Pedro Navaja pistola en mano.
Aún así, la gente va y viene entre sus quehaceres, emprende, protesta, saca fuerzas para animarse con una gracia, tomarse un respiro acodado en una barra, o celebrar con los panas que entre ellos ha vivido. Y cada vez que tiene la ocasión, a pesar de los cuervos agoreros que graznan en los árboles, sale a votar, con mayor o menor entusiasmo, para no dejarse arrebatar definitivamente lo que tanto trabajo le ha costado conseguir.
Es algo que no deja de asombrar a quienes desde otras latitudes siguen el acontecer político del país. Incluso aquellos que guardan expresas o recónditas simpatías por el "proceso", reconocen que hay una mitad creciente de la sociedad que ha sabido plantar cara, en medio de circunstancias desventajosas, y constituye hoy una fuerza en expansión que no puede ser menospreciada.
Las recurrentes alusiones a planes magnicidas, a esquemas desestabilizadores que se hacen humo apenas anunciados, no hacen sino acentuar la sospecha de que los herederos no dan pie con bola y la hemorragia de desafecto popular es intensa. Seguramente no con el ímpetu que uno quisiera, más allá de nuestras fronteras se está abriendo paso el atisbo, pragmático no nos llamemos a engaño, de que la oposición no es el problema... es parte de la solución.
El antídoto contra la enfermedad que quiere imponer una opción hegemónica y destructora de la diversidad democrática, reside en el heroísmo cotidiano, anónimo, de los millones que siguen resistiéndose, sin grandes bufidos, sin frases vanidosas para la posteridad, pero con la certeza de que solo su perseverancia, estén donde estén, militen o no militen, logrará recomponer la nación. Es un río subterráneo y ronco que recorre el país en constante movimiento.
Solo los héroes cotidianos poseen la reciedumbre suficiente para vencer la peste de los autoritarismos. Siempre han sido la sustancia del cambio.
@jeanmaninat
jueves, 26 de septiembre de 2013
LA CORRUPCION MADURA
Teodoro Petkoff
Talcual
Teodoro Petkoff
Talcual
En lo que pudiera ser considerado como una coincidencia, pero que no lo es porque en Venezuela sucede demasiado seguido, Nicolás Maduro, sumándose a una continua campaña oficialista, sale con unas estrambóticas acusaciones de corrupción contra la oposición (¡!).
Justo en el momento en que uno de los próceres menores del 4F, pero prócer al fin, Rafael Isea, teniente retirado, exministro de Finanzas y exgobernador de Aragua ¬expresión en ambos casos del alto aprecio que le tenía Chávez¬ huye del país forrado en dólares, denunciado por algunos de sus propios compañeros como un pillastre de altos quilates.
No es, desde luego, el primer caso de corrupción de estos tres lustros sino uno más, pero la coincidencia de las declaraciones de Nicolás Maduro con la fuga de Isea pone de bulto no solo el alcance del robo de los dineros públicos sino la enorme hipocresía que caracteriza al régimen en esta materia ¬y en otras también.
Escurrir el bulto, no admitir nada, no investigar nada, garantizar la impunidad ha sido la norma.
Escurrir el bulto, no admitir nada, no investigar nada, garantizar la impunidad ha sido la norma.
Lo de Isea es la excepción que confirma ésta. Quién sabe qué factura interna le están pasando.
Que Maduro hable de corrupción es exactamente el caso de quien nombra la soga en casa del ahorcado.
Solo una opinión pública tan anestesiada como la nuestra, quizás porque ya nada llama la atención, puede haber conocido de la larga lista de tropelías contra los dineros de la nación, permaneciendo impávida ante esta lista (recortada) de casos: las confesiones-denuncias del magistrado Aponte Aponte, las vagabunderías del fugitivo magistrado Luis Velásquez Alvaray del TSJ, las aventuras y desventuras de Makled,
También el caso del gordo Antonini Wilson y su maletín para Cristina Kirchner, las marramucias con el Fondo de Pensiones de Pdvsa y en otras instancias de la estatal petrolera, el tristemente célebre episodio de Pudreval, las hiperraterías en las empresas básicas de Guayana, las tracalerías con las notas estructuradas del Ministerio de Finanzas y, la guinda, las propias denuncias del ministro Giordani (quien, dicho sea de paso, ni renuncia ni anuncia medidas, lo suyo es platónico).
Esta "listica", que deja fuera otras decenas y decenas de casos similares, comenzando con el primero, en orden cronológico, el del Plan Bolívar 2000, allá por 1999, configura un triste y lamentable currículum del régimen chavista. Mucho de eso ha sido sacado a la luz pública por la propia gente del gobierno.
Que Maduro obvie todo esto y sin el más mínimo asomo autocrítico, en una tentativa infantil y tonta trate de echar sobre el lomo de la oposición la carga de la corrupción luce cuando menos cínico e inadmisible. De hecho, eso lo hace, objetivamente, cómplice de ese saqueo y, en todo caso, encubridor. Tiene la presidencia y la oportunidad de plantear ese debate.
Es dudoso, muy dudoso, que lo haga, como no sea a través de ese subterfugio necio de asociar a la oposición al tema. Un truco torpe para no agarrar ese toro por los cachos. Pero, otros, estamos ante la oportunidad de desarrollar aún más un debate sobre la corrupción en Venezuela.
Que nuestro país figure, en lugar destacado, entre los seis más corruptos del mundo, tendría que ser, y de hecho lo es, un motivo de vergüenza nacional. Pero, sobre todo, tenemos que impedir que paguen justos por pecadores.
MIRADAS DE PODER
COLETTE CAPRILES
COLETTE CAPRILES
Cuando los “ojos de Chávez” aparecieron durante la campaña electoral de 2012 estampados en franelas y paredes (con esa estética del street art con que el régimen ha querido fingir una vocación juvenil urbana tan contraria a su naturaleza estalinista y rural) no cabe duda de que resultó ser una gran jugada de branding, una marca evocadora o fetiche que aludía a la presencia/ausencia del propio candidato, imposibilitado de mostrarse como antes. Pero luego el signo salió de ese contexto para adquirir otros atributos. Hoy se recorre Caracas –el país entero, seguramente– tropezándose continuamente con una mirada insidiosa. Los versos de Antonio Machado retumban: “El ojo que ves/ no es ojo porque tú lo veas/ es ojo porque te ve”: los de Chávez han sido convertidos en talismán y señal del poder, en una marca de la vigilancia que desde el más allá se le quiere imponer a una sociedad de súbditos.
Lo notable es, en todo caso, la resurrección en pleno siglo XXI de tan antiguo símbolo del poder. La mirada es apropiación; todas las culturas humanas tienen un concepto para lo que en el Mediterráneo se llama el “mal de ojo”, una forma de apropiarse, dañándolo, de lo que no es de uno, o mejor dicho, de lo que no puede ser de uno. Los nazar turcos (un ojo azul que protege de las miradas del mal) dan testimonio además de aquella antigua forma de justicia que es el “ojo por ojo”. Cuando Lorenzetti, en su impresionante alegoría sobre el buen y mal gobierno, representa al tirano como un individuo de mirada torcida, dirigida hacia sí mismo, sintetiza el concepto clásico de la tiranía: el régimen del que gobierna para satisfacer su propia voluntad envilecida. El ojo habla.
Los ojos de aquí aparecen en cualquier parte pero tienen preferencia por la perspectiva vertical. Los edificios de los programas de construcción del Gobierno los exhiben, junto al jeroglífico de la firma, como verdaderos monumentos funerarios, repetición de un imaginario faraónico. Los masones también enmarcaban el ojo ilustrado en una geometría piramidal, pero esta, la que está estampada en esos edificios, no es la mirada que alude a la sabiduría y a la providencia, sino a la “elevación” o apoteosis de su dueño. Los ojos funcionan como una estratagema para la deificación o la idolatría y para marcar una permanencia difusa e insidiosa que crea un “arriba” y un “abajo” y secuestra la memoria para convertirla en mera conmemoración.
Orwell encarnó el poder en la cara del Gran Hermano: y no es que el poder sea visible, sino que la figura de poder convoca al espectador a una comunión (como aparece en el monólogo final de Winston Smith, rendido ante la belleza de ese rostro que antes temía: “Contempló el enorme rostro… ¡Qué cruel e inútil incomprensión! ¡Qué tozudez la suya exilándose a sí mismo de aquel corazón amante! Dos lágrimas, perfumadas de ginebra, le resbalaron por las mejillas. Pero ya todo estaba arreglado, todo alcanzaba la perfección, la lucha había terminado. Se había vencido a sí mismo definitivamente. Amaba al Gran Hermano”). En el mundo totalitario, no es la vigilancia lo que importa, ni el miedo: es el amor absoluto lo que se pretende, la identificación total, la fusión del individuo con el líder en una sola voluntad. Y aunque evoca el dispositivo panóptico del que hablaba Foucault como estructurador de la relación de vigilancia que toda sociedad moderna propone, es otra cosa. La “función panóptica” es por definición impersonal, el vigilante nunca es visto y el poder proviene, por así decirlo, de las instituciones. En Orwell, y aquí, el poder visible es el poder personal mitificado, un trofeo, una reliquia, un patrimonio de uno solo.
CARACAS "CORAZÓN DE MANGO"
Leandro Area
Leandro Area
SI ALGUIEN en Inglaterra fue nombrado "Corazón de León", con más razón Caracas merece llamarse "Corazón de Mango". Y geminiano él además, pues mayo y junio son,al menos lo eran, los meses dilectos para mostrarse a fruto pleno. ¡Qué iba a saber de eso Umberto Eco cuando escribió su Historia de la belleza! No incluyó sino obras de arte para repetir, tal vez proponiéndoselo, una forma escurridiza de comprender el mundo dividiéndolo entre lo privadamente humano y lo perteneciente a la naturaleza, como si fueran territorios distintos. Ya lo decía Oscar Wilde en La decadencia de la mentira, "...para nosotros es una suerte que la Naturaleza sea tan imperfecta porque si no fuera así, no tendríamos arte". Y remataba sin compasión que "nada más palpable que el odio de la Naturaleza a la mentira". Los gusanos lo saben de memoria.
Y SI EN VERDAD hay cosas en la vida que están hechas para protegernos del miedo, el mango es una de ellas. Y no hablo sólo de su fruto, que de por sí es un portento de sabor, color y olor trementino, que logran confundirse en única y exquisita forma. Porque un mango cabe en cualquier parte, y aun teniendo el peso perfecto, es difícil de esconder por su expresividad congénita. Lo digo también por el árbol que lo arropa y mece. Debajo de una mata de mango muchos aprendimos a escuchar, a compartir con otros, sentados con los perros del vecindario, a mirar al mundo desde allí en una especie de oasis íntimo al que se entraba como Pedro por su casa y donde la mesa de ofrecer se encontraba repleta de manjares y avispas. Dispuesto para encaramarnos en él, no hacíamos sino escalar nuestro propio tamaño, fuerzas y carencias, comprender quiénes éramos, y saber lo lejos que estamos de nuestro pasado más cercano. Porque "monear" es el verbo con el que se define el arte de subir a esa dimensión de la vida en la que se descubre el mundo, como Cristóbal Colón en aquella frágil concha que navegaba por mares encrespados. Desde esa mirada aprendimos a convertir lo ajeno en propio, sin robarlo. Caer y levantarnos.
ASÍ QUE CUANDO DIOS tenga la educación y la bondad de preguntarme qué deseo llevar al otro mundo, incluiré con seguridad una mata de mango, para llevarme luz y sombra, siesta y pájaros, cielo, conversa, escampe, recuerdos, compañías y frutas, lugar para guarecerme del infinito que visto desde aquí, parece inhumano y terrible. Porque la eternidad debe ser pavorosa. El espacio del mango, que no se limita a su follaje, es parte clave de nuestra identidad. Tenía razón, para variar, Arturo Uslar Pietri, cuando afirmaba que, "Los que vivimos o pensamos en Caracas pertenecemos a la era del mango", pues no hay caraqueño raigal, con excepciones, que se aprecie de serlo que no haya compartido la mágica sensación de atravesar el tiempo en esa nave cósmica.
PERO MAS ALLA de todo, está la gratitud, no siempre retribuida, que debemos a esa compañía solidaria en cuyos colores se confunden, frente al Avila en horas de la tarde, loros y guacamayas que vibran bajo el cielo azul de Caracas. Cuando te pregunten que quién eres, responde "caraqueño, corazón de mango". Así podremos recuperar lo que anduvimos e inventaremos un porvenir sin pedirle permiso a los que mandan. Así estaremos en paz mientras llueva el peligro.
leandro.area@gmail.com
¿CRISIS DE BALANZA DE PAGOS?
MAXIM ROSS |
Ha circulado la versión de que Venezuela va dirigida, en "cámara lenta" se ha dicho, a una crisis de balanza de pagos y el asunto es lo suficientemente importante como para dedicarle unos comentarios. En particular, en un país acostumbrado a recibir ingresos externos en una cuantía apreciable y sostenido en el tiempo, debería sorprendernos que debamos enfrentar una crisis de esa naturaleza.
¿Qué es una crisis de balanza de pagos?
En forma genérica se puede definir como la creación de una brecha consistente entre los ingresos y los egresos en divisas de un país, esto es, le ingresa menos de lo que le egresa y esa diferencia no se puede solventar de manera rápida e inmediata. Generalmente una crisis de ese tipo culmina con la necesidad de reducir considerablemente los gastos externos, léase importaciones, pagos de deuda, viajes al exterior, remesas, etc., devaluar la moneda o pedir préstamos en el exterior.
También en general, como ha sucedido a muchos países, esa crisis proviene de una drástica disminución de los ingresos externos, en particular cuando estos dependen de la exportación de los llamados productos primarios. Puede decirse que es un fenómeno muy característico de los países de menores ingresos o en desarrollo, atendiendo a aquella ley de que los precios de las materias primas corrían a menor velocidad que los de las manufacturas y, a la larga, el país exportador no lograba cubrir sus gastos externos.
Venezuela y su petróleo
Siguiendo esa línea de razonamiento nuestro país, y otros también, estarían expuestos a esa ley, salvo por el hecho de que muchos de ellos se organizaron para defender los precios de sus productos de exportación, como es el caso de la OPEP con el petróleo. Otra manera de atacar esa debilidad fue reformando sus economías hacia la fabricación de manufacturas, revirtiendo la tendencia de aquella relación.
Venezuela, promotora por excelencia de la creación de la OPEP por allá por los años sesenta, logró revertir esa tendencia y se puede decir, hoy día, que los precios de crudo en los mercados internacionales se han mantenido en buen nivel o han aumentado dado el grado de intervención y de poder que tiene la OPEP en el mercado. Desde luego, ese peso puede variar en el tiempo, como de hecho ha sucedido y hoy la OPEP no tiene el mismo poder de ayer.
Ahora bien, a los fines del tema que nos interesa, la lógica nos lleva a la conclusión de que un país con ese poder de influir en los precios no debería incurrir en una crisis de balanza de pagos. Sin embargo, esta es previsible dadas las siguientes circunstancias.
La balanza de pagos de Venezuela
Los egresos externos venezolanos se han multiplicado varias veces, mientras que los ingresos se han mantenido relativamente constantes en los últimos años, a pesar de que los precios del crudo se han mantenido en un buen nivel, como dijimos, en el orden de los US$ 100/b la cesta venezolana. Dos materias concurren aquí para explicar la tendencia hacia una crisis. Por un parte, la producción y las exportaciones petroleras se han estancado o no son canceladas en divisas en efectivo y, por la otra, las importaciones se han disparado a cifras inimaginables, gracias a que un dólar muy barato las promueve y a que el gobierno las ha convertido en un arma en su lucha contra la escasez. El resultado es que el déficit de balanza de pagos, la brecha entre ingresos y gastos, debe estar en el orden de los US$ 20.000 millones, siendo muy conservador y sin tomar en cuenta las deudas pendientes de pago de años anteriores y las cancelaciones futuras de la deuda pública del gobierno y Pdvsa.
Se puede comprender fácilmente que una brecha de esa naturaleza no se puede solventar con herramientas convencionales y con la creación de los Sitme y los Sicad que, se ha demostrado son "paños calientes", principalmente porque, gracias al gran esfuerzo social que hizo Pdvsa en los últimos años Venezuela no ha creado capacidad para aumentar la producción petrolera y los proyectos que "están en línea", como los recién anunciados, generarán ingresos, probablemente, en unos 5 a 7 años si todo sale bien. En conclusión vamos en "cámara lenta", pero vamos, a tener que "ajustarnos el cinturón" o pedir más prestado, devaluar la moneda una vez más o, reestructurar el servicio de la deuda externa. Probablemente tengamos que hacerlo todo de una vez.
maximross@cantv.net
¿Qué es una crisis de balanza de pagos?
En forma genérica se puede definir como la creación de una brecha consistente entre los ingresos y los egresos en divisas de un país, esto es, le ingresa menos de lo que le egresa y esa diferencia no se puede solventar de manera rápida e inmediata. Generalmente una crisis de ese tipo culmina con la necesidad de reducir considerablemente los gastos externos, léase importaciones, pagos de deuda, viajes al exterior, remesas, etc., devaluar la moneda o pedir préstamos en el exterior.
También en general, como ha sucedido a muchos países, esa crisis proviene de una drástica disminución de los ingresos externos, en particular cuando estos dependen de la exportación de los llamados productos primarios. Puede decirse que es un fenómeno muy característico de los países de menores ingresos o en desarrollo, atendiendo a aquella ley de que los precios de las materias primas corrían a menor velocidad que los de las manufacturas y, a la larga, el país exportador no lograba cubrir sus gastos externos.
Venezuela y su petróleo
Siguiendo esa línea de razonamiento nuestro país, y otros también, estarían expuestos a esa ley, salvo por el hecho de que muchos de ellos se organizaron para defender los precios de sus productos de exportación, como es el caso de la OPEP con el petróleo. Otra manera de atacar esa debilidad fue reformando sus economías hacia la fabricación de manufacturas, revirtiendo la tendencia de aquella relación.
Venezuela, promotora por excelencia de la creación de la OPEP por allá por los años sesenta, logró revertir esa tendencia y se puede decir, hoy día, que los precios de crudo en los mercados internacionales se han mantenido en buen nivel o han aumentado dado el grado de intervención y de poder que tiene la OPEP en el mercado. Desde luego, ese peso puede variar en el tiempo, como de hecho ha sucedido y hoy la OPEP no tiene el mismo poder de ayer.
Ahora bien, a los fines del tema que nos interesa, la lógica nos lleva a la conclusión de que un país con ese poder de influir en los precios no debería incurrir en una crisis de balanza de pagos. Sin embargo, esta es previsible dadas las siguientes circunstancias.
La balanza de pagos de Venezuela
Los egresos externos venezolanos se han multiplicado varias veces, mientras que los ingresos se han mantenido relativamente constantes en los últimos años, a pesar de que los precios del crudo se han mantenido en un buen nivel, como dijimos, en el orden de los US$ 100/b la cesta venezolana. Dos materias concurren aquí para explicar la tendencia hacia una crisis. Por un parte, la producción y las exportaciones petroleras se han estancado o no son canceladas en divisas en efectivo y, por la otra, las importaciones se han disparado a cifras inimaginables, gracias a que un dólar muy barato las promueve y a que el gobierno las ha convertido en un arma en su lucha contra la escasez. El resultado es que el déficit de balanza de pagos, la brecha entre ingresos y gastos, debe estar en el orden de los US$ 20.000 millones, siendo muy conservador y sin tomar en cuenta las deudas pendientes de pago de años anteriores y las cancelaciones futuras de la deuda pública del gobierno y Pdvsa.
Se puede comprender fácilmente que una brecha de esa naturaleza no se puede solventar con herramientas convencionales y con la creación de los Sitme y los Sicad que, se ha demostrado son "paños calientes", principalmente porque, gracias al gran esfuerzo social que hizo Pdvsa en los últimos años Venezuela no ha creado capacidad para aumentar la producción petrolera y los proyectos que "están en línea", como los recién anunciados, generarán ingresos, probablemente, en unos 5 a 7 años si todo sale bien. En conclusión vamos en "cámara lenta", pero vamos, a tener que "ajustarnos el cinturón" o pedir más prestado, devaluar la moneda una vez más o, reestructurar el servicio de la deuda externa. Probablemente tengamos que hacerlo todo de una vez.
maximross@cantv.net