El gobierno continúa jugando al gallo pelón con la política cambiaria. El "nuevo sistema" está "a punto" desde hace semanas. Se habla de una "liberación cambiaria", de un nuevo mercado en donde se podrían adquirir divisas "sin restricciones" (Ramírez dixit). Ya las bancas de inversión proyectan que el precio del dólar libre se estabilizaría alrededor de cincuenta bolívares (Bank of America). Aprovechando que aún seguimos en el terreno de la especulación, de las hojitas de Excel que aguantan de todo, quisiera llamar la atención sobre algunas implicaciones que una medida como esa tendría en mercados distintos al mercado de divisas. A fin de cuentas la economía se trata de eso, de las interconexiones que existen entre los diferentes mercados y los precios que surgen a raíz de ellas: Mercados de dinero (intereses), de divisas (tipos de cambio) y de bienes (precios). No me anima el prospecto de aparecerme con la cuenta en la Última Cena, pero sí me interesa contrastar mi punto de vista con otros y contribuir a cerrar la brecha entre las expectativas y la posible realidad.
Habría que pensar qué tan factible es -o por cuánto tiempo se podría extender- una liberación cambiaria que no pase por la liberación de las tasas de interés. Las remuneraciones de depósitos promedian 12,5% en ahorros y 14,5% a plazos, con la inflación por arriba de 56%. Uno presume que eso sólo es posible en un sistema en donde no existe la posibilidad de comprar dólares libremente. Ahora bien, la liberación de las tasas trae consigo problemas muy complejos, y uno no ve a nadie en el gobierno trabajando para resolverlos. ¿Qué pasaría con las cuotas de los créditos hipotecarios, agrícolas y de turismo, en caso de una liberación de tasas de interés? ¿Las tasas se ajustarían de una sola vez o de manera gradual? ¿Cuál sería el efecto sobre los balances de los bancos de un incremento en la morosidad?
Luego está el problema fiscal. Muchos piensan que con una devaluación a cincuenta bolívares por dólar (en el improbable caso de que el gobierno esté dispuesto a reconocerla) se corregiría el problema fiscal. Esta es una afirmación que vale la pena descomponer en sus diferentes supuestos y correspondientes conjeturas. En primer lugar, para conocer la contribución fiscal de la devaluación sería necesario saber qué cantidad de divisas el gobierno está dispuesto a vender a esa tasa. Recordemos que aún existe Cadivi (¿Cencoex?) y Sicadi-I. ¿Cómo distribuirán sus flujos (fuera del oro hay muy poco en stock) entre estos tres? En segundo lugar, hay que recordar que las importaciones públicas ya prácticamente igualan a las privadas, lo que reduce la contribución fiscal de la devaluación en relación con otras épocas. En tercer lugar, el déficit fiscal consolidado cerró en 15,4% del PIB, financiado a partes iguales entre impresión de dinero y deuda interna. Muchos insisten en que con una devaluación como la que se ha planteado no sería necesario imprimir más dinero. Ahora bien, esa es sólo la mitad del financiamiento del déficit fiscal. La otra mitad viene de emisiones de deuda interna. En este momento los títulos de deuda pública nacional vigentes promedian una tasa de interés de 14,7%. La diferencia entre esa tasa y la inflación es una suerte de impuesto vía represión financiera que el gobierno carga sobre los tenedores de bonos (bancos), quienes a su vez lo trasladan a los ahorristas. Si se liberan las tasas de interés, se eliminaría este mecanismo de financiamiento y se abriría un hueco adicional en el presupuesto nacional.
Yendo un paso más atrás cabe preguntarse: ¿Por qué se le hizo necesario al gobierno imprimir dinero? Para financiar el déficit de Pdvsa. ¿Y por qué Pdvsa tiene un déficit, si el petróleo está a cien dólares por barril? 1) Porque paga regalías sobre barriles que no cobra, ya sea porque se regalan, o porque se cobran a través de otro bolsillo (i.e. Fondo Chino), y 2) Por el gasto social que se le ha cargado a la petrolera estatal. ¿Está el gobierno dispuesto y en capacidad de unificar el tesoro nacional, eliminar los regalos y concentrar el gasto social en el gobierno central?
Más allá de las cifras puntuales, quería enfatizar que no puede existir liberación cambiaria sin un paquete consistente de medidas en el área fiscal, monetaria, bancaria y empresarial. De no ser así, se orquestaría una inmensa fuga de capital sin ningún propósito. Se trata de una transformación estructural de nuestra economía. Aún en el supuesto negado de que el gobierno tuviese ya bajo la manga un programa así, sería cuestionable el éxito de su implementación por parte de los mismos que han venido cayéndole a patadas a los textos de economía básica durante quince años.
@miguelsantos12
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