domingo, 31 de mayo de 2015

FIFA: CONSPIRACIONES, CONSPIRACIONES

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 JOHN CARLIN
 
Hay quien se traga la versión de Vladímir Putin de que la operación legal liderada por el FBI y la fiscal general estadounidense, Loretta Lynch, contra los corruptos de la FIFA es, en el fondo, una maniobra geopolítica para impedir que el Mundial de 2018 se celebre en Rusia. Bien. Todo es posible. Propongamos otras teorías conspirativas.
Podría ser no tanto la Casa Blanca quien esté detrás de todo esto, o ni siquiera sectores de la derecha estadounidense deseosos de minar los intentos de acercamiento a Rusia de Barack Obama —el vicepresidente Kerry se reunió con Putin este mes—, sino la federación americana de béisbol, o sencillamente un cartel de agentes del FBI que detesta el soccer.
El año que viene, en plena temporada veraniega de béisbol, se celebrará una versión especial de la Copa América en Estados Unidos para conmemorar el centenario de dicha competición, en la que participan las selecciones de los países del continente americano. Ya que la mayoría de los imputados provienen del Caribe o América Latina, y que de aquí a doce meses la mitad de los que estarían en los palcos podrían estar en la cárcel, parece más probable que se cancele el torneo de EE UU en 2016 que el de Rusia en 2018.
Pero hay más interpretaciones maquiavélicas posibles.
¿Y si el objetivo no es quitarle el Mundial a Rusia sino cuatro años después a Qatar, algunos de cuyos ciudadanos aportan fondos al Estado Islámico, según Estados Unidos? Quizá todo forme parte de un plan imperialista para invadir Qatar y obtener el control de sus reservas de petróleo y de gas. ¿O qué tal si la idea es hacerle daño a Israel? Es bien sabido que las relaciones entre Obama y el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, son pésimas. También lo es que los palestinos propusieron la expulsión de la selección de Israel del fútbol competitivo internacional. ¿Se habrá decidido detener a los miembros de la FIFA justo dos días antes de las elecciones presidenciales de dicho organismo con el objetivo —finalmente frustrado— de que el rival de Sepp Blatter, el príncipe jordano Ali bin Al-Hussein, las gane?
Puede que no, pero las mentes conspirativas se deleitarán con este dato: la madre del príncipe Ali es palestina.
Busquemos más. ¿Y si la ofensiva contra la FIFA es una continuación de la guerra que libra Estados Unidos contra sus propios bancos, como JP Morgan, Citigroup y Bank of America, que este mismo mes recibieron multas de miles de millones de dólares por manipular las tasas de cambio? Difícil que dejen pasar la oportunidad ahora de sancionar a más de ellos por haber participado en los lavados de dinero de los imputados de la FIFA.
¿Y la multinacional Nike, que también está en la mira de los investigadores del FBI? ¿Habrá algún motivo por el que Obama se haya ensañado con la empresa de ropa deportiva estadounidense? ¿Putin viste un chándal de Nike cuando levanta pesas en el gimnasio? ¿Las hijas de Obama serán más de Puma o de Adidas?
Y ojo con Argentina. Ya que la justicia estadounidense persigue a tres argentinos asociados con el escándalo de la FIFA, llama la atención que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner no haya denunciado, con el apoyo entusiasta del presidente Maduro de Venezuela, otro complot yanqui. Tal vez se haya reprimido por gentileza, para no restarle toda la gloria a su amigo Putin.
O tal vez no haya nada. Cabe siempre la posibilidad de que se trate de una investigación judicial y nada más. A veces, como nos recordó Freud, un puro es solamente un puro.
A LAS PUERTAS DE UNA HIPERINFLACION


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HUMBERTO GARCÍA LARRALDE
 
La atención a los fenómenos hyper-inflacionarios tiende a centrarse en el umbral a partir del cual un alza sostenida de precios puede llamarse hyper-inflación y en los desequilibrios macroeconómicos que lo causan. Pero hay un elemento sicológico que también define esta tragedia; cuando se instala una sensación de pánico en la gente ante la subida incesante de los precios, que la impela a desprenderse de su dinero para comprar bienes, “ya que van a encarecerse aun más”. Sonexpectativas autocumplidas, pues la compra en previsión de mayor inflación, cuando es compartida por miles, invariablemente impulsa los precios a niveles todavía más elevados.
Tal comportamiento solo puede sostenerse cuando hay una expansión desbordada de medios de pago por la emisión monetaria sin respaldo de parte del Banco Central. Esto suele desatar corridas contra la moneda local, buscando poner los haberes personales o empresariales a resguardo de la inflación. La devaluación que sobreviene precipita una crisis de confianza y la moneda nacional deja de ser percibida como depositaria de valor o como unidad de cuenta. La capacidad del gobierno por tomar medidas drásticas, coherentes y bien fundamentadas constituye un desiderátum para recuperar la confianza en la economía y quebrar las expectativas hyper-inflacionarias.
En Venezuela se incuban todas las condiciones antes mencionadas para la hyper-inflación.
Primero, la reforma de la Ley del Banco Central de 2010 permitió que éste financiara directamente a las empresas públicas, arrojando a la circulación Bs. 920 millardos hasta finales del primer trimestre de 2015, lo que representa un 42% de la liquidez monetaria para ese momento. Pero esta emisión se viene acelerando:en ese trimestre su incremento fue de Bs. 245 millardos, la misma expansión que hubo en todo el año 2014. Estos dineros “inorgánicos” han posibilitado a PdVSA cubrir las insuficiencias de caja causadas por el pago de misiones, el regalo de gasolina a los venezolanos, el financiamiento a Cuba y a los países de PetroCaribe, el servicio de la deuda china y el pago de impuestos, regalías y dividendos al fisco. Con el financiamiento monetario a PdVSA se han podido validar enormes déficits del sector público, superiores al 15% del PIB durante los últimos cuatro años.  El desborde inflacionario de tal expansión monetaria se agrava por la severa escasez de bienes en los anaqueles y la merma sustancial de divisas para importar bienes, equipos e insumos –la contracción de la oferta-, que exacerba aun más la desesperación de los venezolanos, sobre todo cuando se trata de adquirir medicamentos vitales y bienes de consumo básicos. Además, el desabastecimiento ofrece oportunidades a la acción especulativa de revendedores, que añade otro factor que empuja los precios hacia arriba. Pero todo lo anterior no sería tan alarmante si no fuera por el salto de garrocha que viene experimentando el llamado dólar paralelo. Este se cotiza en un mercado que, no obstante ser marginal en términos de volumen, se ha convertido en referencia obligada para la fijación de precios al interior de la economía por ser el único –en el disparatado esquema de control cambiario existente- en el que hay acceso libre a la divisa. Como el monopolio de la oferta de dólares la tiene el gobierno y éste se las reserva -ante la caída en los ingresos petroleros- para las importaciones que considera “esenciales” y para pagar el abultado servicio de la deuda pública, queda poco para el sector privado. Además, el otorgamiento de divisas está sujeto al arbitrio discrecional de los funcionarios que deciden al respecto. Queda sólo el mercado paralelo para suplir necesidades no atendidas por el dólar oficial. Percibido como la única “válvula de escape” existente, la demanda eleva el “paralelo” y aviva la inflación. Su disparada a la estratosfera hace que los venezolanos midan sus transacciones en términos del dólar, obviando al bolívar como unidad de cuenta. Y con la inflación más alta del mundo, hace rato que dejó de ser depositario de valor. Ahora se asoma de manera insólita la dolarización de transacciones domésticas, primero con la venta de boletos aéreos al extranjero y luego con la propuesta de vender automóviles en la moneda estadounidense, cuando el único que gana en dólares es el gobierno. Si éste mostrase un mínimo de coherencia en la conducción de los asuntos económicos, tales desajustes podrían percibirse como pasajeros, de transición, mientras se instrumentasen las medidas para unificar el mercado cambiario -requisito indispensable para la estabilización de precios a mediano plazo- y, con ello, crear condiciones favorables a la inversión productiva y la generación de empleo, amparadas en garantías legales a la propiedad y al intercambio mercantil. Pero Maduro hace todo lo contrario, precipitando la crisis de confianza de los venezolanos. Se cierra ante toda posibilidad de aplicar medidas sensatas para repetir ad-nauseaum la imbecilidad de una presunta “guerra económica” como culpable, a la que hay que combatir a sangre y fuego. Esta única respuesta a la crisis alimenta la difundida convicción de que su gobierno no sólo es incompetente, sino que está empeñado abiertamente en destruir la economía. No otra cosa acarrean sus políticas de control, regulación, acoso y prohibición.Se reúnen así las condiciones de desbordamiento monetario, depreciación acelerada del bolívar y pérdida de confianza en el gobierno, para que cunda la desesperación entre los venezolanos por su bienestar futuro y se desate un proceso hyper-inflacionario. De ocurrir, el empobrecimiento de los asalariados será brutal: no habrá manera de mantener su capacidad adquisitiva y los aumentos de sueldo, justificados por el intento de atajar esta pérdida en el corto plazo, terminarán retroalimentando la inflación. Por eso el movimiento sindical y los trabajadores en general tienen que convertirse en los primeros abanderados de un cambio de 180 grados en la conducción del país.
Chávez embarcó a Venezuela en el Titanic ofreciendo camarotes de lujo, comidas esplendidas, entretenimiento y gloria. Se acercó al cumplimiento de lo prometido repartiendo dinero a diestra y siniestra con el petróleo a $100/barril. Pero ocurrió que su alegre y desprevenida irresponsabilidad provocó la colisión con el iceberg. Ahora, en trance de hundimiento, en vez de correr hacia los botes salvavidas, Maduro saca unos taladros para abrirle más huecos al casco.¿Y qué hacen los jerarcas del chavismo, los diputados y funcionarios con algún nivel de responsabilidad? ¿Son todos cómplices de este régimen hambreador y expoliador? ¿No hay un mínimo de sensatez para evitar la tragedia que se avecina? Y la oposición democrática, ¿cómo no convertir las medidas que la prevendrían en elemento central del debate político e insistir en el ajuste que el país implora?No podemos permitir que nos apliquen el letrero que Dante colocó a las puertas de su infierno: “Abandonad toda esperanza”.
CONTROLES DE CAMBIO

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        HENRY RAMOS ALLUP

Si en algún caso el disparatorio gubernamental ha sido capaz de superar lo imaginable, es en materia cambiaria, responsabilidad de la que el régimen no puede deslastrarse arrojando sus culpas a terceros. Se ha perdido la cuenta de los sistemas de control de cambio inventados en 16 años de gobierno chavista, cada uno más corrupto e ineficiente que el precedente. La moneda nacional convertida en basura, con valor inferior al del papel sobre el cual se halla impresa o del metal donde está acuñada, no puede repararse a punta de inventar sistemas cambiarios. El problema es que este país está arruinado porque su economía ha sido destruida por saqueos, confiscaciones, persecuciones, invasiones, quiebra de unidades productivas y por eso obligada a importar el 70% de todo cuanto consumimos, trátese de bienes de capital, insumos diversos, alimentos, medicinas y hasta papel tualé. Cuanto más crezcan las importaciones mayor será la demanda de divisas, y si el Estado no las provee porque el gobierno las malbarató, se las robó o permitió que se las robaran, las que aparezcan serán negociadas al precio que fije el vendedor y el que esté dispuesto a pagar el comprador que las necesite. Así de simple.
Memorable la intervención de Chávez hace unos cuatro años en una sesión de la AN (el video rueda por las redes sociales) en la que se mofó de “los tontos que compran dólares”, cuando según él estaba clarísimo que gracias a la portentosa economía chavista, la paridad en cuestión de semanas sería de 4,30 bolívares por dólar y cuidado si de uno-a-uno después que el prodigio de su genialidad nos convirtiera en país-potencia. Los atronadores aplausos de los embelesados diputados, estimulaban las inagotables fanfarronadas y dislates: que el dólar era una pobre moneda devaluada, sin reserva ni respaldo, signo de un país con una impagable deuda externa, quebrado económicamente, que había perdido internacionalmente fuerza frente al euro, el yuan, el yen y el rublo, que había que pensar en cambiar nuestras reservas internacionales a otras monedas. Al paso, tuvo el arrojo de calificar al bolívar como “fuerte” para enfatizar su dureza. También se refirió al “sucre” que se utilizaría en la Alba y de cuyo paradero nadie tiene noticia.
En estos aciagos días, padecemos las consecuencias de aquellas baladronadas. Cuando escribo estas líneas, se requieren alrededor de 400 bolívares “fuertes” para adquirir uno solo de los despreciables dólares. Según el gobierno, resulta que los culpables de la devaluación que en estos 16 años de economía chavista alcanza el “ene” por ciento, son los editores del portal Dolar Today que registra diariamente la paridad cambiaria bolívar-dólar-euro, denunciados ante la Fiscalía General de la República como traidores a la patria, conspiradores contra el salario de los trabajadores, desestabilizadores del bolívar y un montón de sandeces más, por un fumoso “frente nacional de defensa del bolívar”, cuando los demandados han debido ser los del gobierno que pulverizaron la moneda.
La historia de las monedas envilecidas es larga y antigua. Cuando, como en nuestro caso, la gente pierde la confianza en su signo monetario, huye hacia cualquier cosa que conserve o acreciente su valor mientras la moneda se desploma, sean divisas extranjeras, valores, inmuebles, metales preciosos,  artefactos, incluso sobre comprando bienes inmediatamente consumibles. El que tenga ojos que vea.
LA OPOSICION A MADURO VUELVE A LAS CALLES EN 30 CIUDADES

EWALD SCHARFENBERG

El dirigente del partido Voluntad Popular (VP), Freddy Guevara, procedió este sábado a raparse el cabello sobre la tarima de la concentración principal llevada a cabo en Caracas por la oposición al Gobierno de Nicolás Maduro. Otro tanto pasó de manera simultánea en las 30 ciudades de Venezuela y Estados Unidos -como Miami- donde se había convocado la movilización. Se trata de un gesto de solidaridad con Daniel Ceballos, el ex alcalde de San Cristóbal (estado de Táchira, región andina del suroeste del país), quien desde marzo de 2014 estaba recluido en la cárcel militar de Ramo Verde, pero que una semana atrás fue trasladado a una prisión de delincuentes comunes en el interior del país. Como parte del mismo castigo disciplinario, las autoridades penitenciarias le raparon la cabeza.
La libertad inmediata de los presos políticos fue una de las consignas de la manifestación, convocada desde la cárcel por el ex alcalde de Chacao, Leopoldo López. Precisamente, el llamado en Caracas fue a concentrarse en ese municipio, que López gobernó durante ocho años, junto a lo que queda de lo que alguna vez fue el distrito financiero de la ciudad. El llamado fue atendido por una pequeña multitud, de alrededor de 20.000 personas, en lo que representó el regreso organizado de la oposición a las calles desde las protestas violentas del primer semestre de 2014.
Casi al mismo tiempo, el gobernador del estado de Miranda y ex candidato presidencial, Henrique Capriles Radonski, viajaron hacia San Juan de los Morros (capital del estado de Guárico, llanos centrales de Venezuela), en un intento por conseguir acceso a la cárcel donde desde el pasado 23 de mayo está recluido Ceballos. Capriles optó por participar en la concentración simultánea que se realizó en esa ciudad llanera, buscando así acallar los indicios de resquebrajamiento de la alianza opositora que durante la semana emitió la Mesa de Unidad Democrática (MUD) con su renuencia a sumarse a la convocatoria.
“La llave para abrir las celdas de los presos políticos se llama unidad”, insistió Mitzy Capriles, esposa del prisionero alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, cuando le correspondió hablar ante los manifestantes. Las otras dos grandes reivindicaciones de quienes protestaban en todo el país también representan puntos de coincidencia para toda la oposición: el anuncio pronto de la fecha definitiva para las elecciones parlamentarias –que el Consejo Electoral, controlado por el Gobierno, hasta ahora se niega a revelar-, y la participación de observadores internacionales independientes en los comicios.
María Corina Machado, ex diputada a la Asamblea Nacional, defenestrada por el oficialismo mediante una maniobra en marzo de 2014, también se dirigió a los presentes en Caracas. Aseguró que ya la transición política empezó en Venezuela para “desplazar a la dictadura militarista y mafiosa que hay”, y citó entre los indicios de ello las recientes delaciones sobre corruptelas y vínculos con el narcotráfico que, según la dirigente, provienen del propio chavismo. Machado juró que el acto de este sábado marca el regreso de la disidencia “a unas calles que no volveremos a abandonar”.
El cierre de la protesta “pacífica” –un carácter que los manifestantes recalcaron portando claveles blancos en las manos- estuvo a cargo de las esposas de Leopoldo López y Daniel Ceballos, Lilian Tintori y Patricia Gutiérrez. Mientras esta se decía dispuesta a “dar la vida por el hombre que amo” –y a quien, por cierto, ya sustituyó mediante elecciones en la alcaldía de San Cristóbal-, Tintori pidió llamar a un “día nacional de ayuno” en apoyo a López y Ceballos, que se mantienen en huelga de hambre desde la cárcel.
SE LOS JURO, CHAMOS

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ELIAS PINO ITURRIETA
 
En 1830, cuando Venezuela recobró su autonomía para establecer un Estado moderno, la palabra de los políticos y de la gente de importancia en la sociedad pasó por una crisis de confiabilidad. El prólogo de la secesión estuvo precedido por una dinámica campaña de prensa, en la cual las afirmaciones de la dirigencia se movieron en un ambiente de confusión, cuyas sorpresas impidieron que las voces más conocidas se mantuvieran en una postura única e inamovible. Una cosa se decía hoy y otra mañana, lo que era importante el lunes se volvía intrascendente el martes, lo que importaba en los manifiestos de urgencia perdía actualidad en breve debido a la avalancha de las novedades contradictorias o, también, a que las informaciones se demoraban en llegar a Caracas por la morosidad de los correos. Si las fuerzas se movían en función de los hechos de Bogotá, por ejemplo, contra cuyo poder se preparaba la separación del territorio, no se podían mantener las opiniones ni proponer conductas durante mucho tiempo, o se mantenían más de la cuenta en detrimento de los propósitos nacionales en marcha.
De allí el surgimiento de una crisis de la palabra política, de lo que decían los líderes ante una colectividad cuyos miembros no sabían a qué atenerse. La Sociedad de Amigos del País sostuvo entonces conversaciones con Páez para tratar de paliar la situación. Que no se hablara tanto, aconsejaron los notables, que se ahorrara tinta, que se cuidaran los discursos de la Convención, que se redactaran con mayor escrúpulo los documentos públicos o se adelantara la redacción de una Ley de Prensa, no fuera a ser que los consensos se extraviaran en la incertidumbre de las contradicciones. El consejo fue atendido, para que poco a poco disminuyera la desconfianza ante los planes de autonomía. Sobre la necesidad de evitar el descrédito de la palabra de los líderes escribió entonces un texto memorable Rafael María Baralt, quien se refirió a  la pulcritud de los vocablos políticos como una necesidad primordial de la república naciente. Después volvió sobre el tema Francisco Aranda, quien añoraba, no sin ingenuidad, los tiempos en los cuales la “palabra de honor” de los dirigentes de la sociedad valía más que un documento suscrito ante el notario.
La “palabra de honor” de los dirigentes de la sociedad. ¡Qué cosa tan extraña en nuestros días! A nadie se le ocurre escribir hoy sobre semejante asunto, sobre tamaña pretensión, a menos que se quiera aventurar en la noche larga de los tiempos para perder el tiempo. No obstante, el tema conduce a uno de los principios del republicanismo venezolano expresado y convertido en hecho concreto cuando se fundó  la nacionalidad, esto es, al vínculo dependiente de la confianza que se debe establecer, como asunto de necesidad, entre las cabezas de la sociedad y el pueblo soberano para la marcha de los negocios que procuran o deben procurar el bien común. Un principio de tal envergadura no puede depender del calendario, ni del temperamento de los gobernantes, ni de los intereses de la oposición, ni de la revolución de los medios de comunicación, debido a que mantiene o debe mantener vigencia en cuanto pilar de una convivencia basada en la honestidad.
La tiranía del almanaque, la variación que necesariamente sucede en las sociedades y en el tratamiento de sus asuntos, no permite que se vuelva a una situación como la de 1830, que se tomen como brújula sus cautelas, ni que se considere la obligación de calcarla sin mudanza. No es posible, ni aconsejable, pero el discurso de los voceros del régimen chavista ha provocado una hecatombe de suspicacia e incredulidad que, dada su magnitud, obliga a mirar hacia un problema esencial de nuestros orígenes, aunque sea para considerarlo como referencia pasajera. Verbo y gracia, cuando el ministro del Interior jura para que creamos en sus declaraciones, cuando se escuda en la curiosa y poco corriente garantía de un voto personal con el objeto de conceder crédito a unas palabras que deberían sustentarse en datos concretos, en informaciones en torno a las cuales nadie en sano juicio dudaría, hasta las añoranzas del crédulo   Aranda en torno a la “palabra de honor” entrarían en crisis terminal.
epinoiturrieta@el-nacional.com
PODEMOS, LA FIFA Y LA FILARMÓNICA DE BERLIN

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         MOISES NAIM

Se parece a la elección del Papa. Los 123 músicos de la orquesta Filarmónica de Berlín, quizás la mejor del mundo, se reúnen en lugar aislado y secreto, entregan sus teléfonos móviles y votan para elegir su próximo director, el sucesor de Herbert von  Karajan, Claudio Abbado y las otras luminarias que los han dirigido. En este secreto cónclave los músicos votan tantas veces como sea necesario para que uno de los candidatos alcance la mayoría de los votos. Hace unas semanas, y por primera vez desde 1882,  los músicos no lograron ponerse de acuerdo. Su fragmentación hizo imposible la mayoría necesaria y así, imitando un habito común  del Congreso de Estados Unidos, decidieron posponer la decisión para el año próximo. "Los músicos de Berlín orquestan él fin de la autocracia" escribió Shirley Apthorp, una crítica y continuó:  "La era del autócrata ha terminado; hasta orquestas menos democráticas que la de Berlín quieren tener más influencia sobre su destino. El estilo absolutista de Herbert von Karajan ya no tiene cabida en una sociedad igualitaria".
Esta afirmación es perfectamente aplicable a muchos ámbitos del quehacer humano.  Hasta a la  FIFA, por ejemplo.  ¿Alguien duda que estamos viendo el final de la manera corrupta, opaca y autoritaria como hasta ahora ha funcionado la organización que maneja el fútbol a nivel mundial?  Por más que Sepp Blatter, el hábil dictador "democráticamente electo"  de la FIFA  continúe actuando como siempre lo ha hecho, (y hasta haya logrado ser reelegido!) el fin de su liderazgo es tanto obvio como inevitable. 
Esto no solo está pasando en la música o el fútbol.  En las últimas semanas los sorprendentes resultados de las elecciones en el Reino Unido, España y Polonia  han reconfigurado el orden político de esos países.  En el Reino Unido, El Partido Nacional Escocés, y en España Podemos y Ciudadanos irrumpieron en las elecciones, quitándole poder a los partidos tradicionales. En Polonia Andrzej Duda, un candidato que hasta poco era relativamente desconocido derrotó al presidente Bronisław Komorowski.   En todos estos casos, los expertos y las empresas encuestadoras fueron sorprendidos por los resultados.
Algo parecido ocurre en el mundo del dinero y los negocios.  La revista Fortune está por  publicar su famosa lista de las 500 empresas más grandes de Estados Unidos. 57% de las compañías que están este año en la lista no aparecían en 1995.  La rotación es aún mayor  en las listas de las mayores empresas del mundo.  Aparecen cada vez más empresas de países emergentes -especialmente China-- así como de sectores de negocios que no existían hace tan sólo unos años. Mientras que Alíbaba, la empresa China de comercio electrónico fundada en 1999 tiene un valor de 224 mil millones de dólares, muchas de las compañías europeas o americanas que antes dominaban sus mercados han desaparecido de la lista. Kodak, por ejemplo.  
Lo mismo está pasando con la lista de las personas más ricas.  Solo el diez por ciento de los estadounidenses que en 1982 estaban en la lista de la revista Forbes de los más ricos seguían en esa lista en el 2012. Es interesante destacar que de solo haber obtenido un rendimiento del 4% al año sobre su capital, la gran mayoría de los ricos de 1982 hubiese podido seguir estando en la lista 30 años después. Pero no lo lograron.  ¿Quién los reemplazó? Los asiáticos.
El " Reporte de los Billonarios del 2015" recién publicado por UBS/PwC encontró que un creciente número de personas con una fortuna personal de mas de mil millones de dólares reside y trabaja en Asia. De los 1300 súper-ricos incluidos en el Reporte, el 66% no heredó su fortuna sino que la creó.  Hace dos décadas esto era al revés. El 57% de los ricos del mundo lo eran gracias a que habían heredado un gran capital . Y hasta 1980, indica el Reporte, la abrumadora mayoría de los mil-millonarios se concentraban en Estados Unidos y Europa. Ya no. En el 2015 el 36% de los súper-ricos que no heredaron su riqueza son asiáticos y tan sólo el 17% europeos. El 47%  reside en EEUU.
La gran sorpresa no es que todas estas cosas estén pasando. Lo más sorprendente es la frecuencia con la cual los líderes tradicionales de la política, la economía o hasta los deportes y las artes creen que pueden seguir comportándose como siempre lo han hecho.  Sepp Blatter, el jefe de la FIFA, es un buen ejemplo de esto.  Después de su reelección, una bofetada a la gente decente del mundo,  Blatter dijo: "No necesitamos revoluciones, necesitamos evoluciones. Y yo arreglaré la FIFA." Pues no. El no la arreglará. La arreglaran los fiscales y jueces  Americanos que mandarán a la cárcel a los corruptos de la FIFA. Y esa es la revolución de la cual Blatter intenta salvarse. 
LA CANCIÓN DE LA SEQUÍA

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ALBERTO BARRERA TYSZKA

¿Escuchaste al ministro González?, la pregunta cruzó rápido, casi echando chispas, por la línea telefónica. Dije que no. ¡No te lo puedes perder! ¡Es de antología! Al día siguiente, recibí un mensaje similar pero a través de un chat: ¿Ya viste lo que dijo el ministro del Trabajo? Dije que no. Nuevamente: ¡Tienes que escucharlo! ¡Es insólito! Comencé a sentir que algo estaba de moda y que yo ni siquiera me había dado cuenta. Así sería el revuelo que el día jueves, en una de sus trepidantes columnas, Nelson Bocaranda transcribió ambas declaraciones oficiales. Si a la altura de esta línea, todavía no las conoces, tómate un momento y trata de leerlas: http://runrun.es/runrunes-de-bocaranda/runrunes/204912/runrunes-el-universal-28-05-2015.html.
Esta autoproclamada revolución se ha empeñado en distribuir la certeza de que expresarse de forma errática y desordenada es, en general, un símbolo de nobleza popular, un sello de origen, de identidad libertaria. La nueva oligarquía ha aprovechado los códigos de la pobreza para legitimar su acumulación y permanencia en el poder. Ha convertido la miseria en un estereotipo que excluye a otros sectores sociales, que transforma a cualquier disidente nacional en un extranjero.
El problema no es moral ni estético. No es un asunto de educación, de simple corrección gramática. El problema es más complejo. El lenguaje delata el pensamiento. Lo contiene y lo demuestra. Es en sí mismo el pensamiento. Lo terrible de las declaraciones de estos altos funcionarios no es que sus palabras suenen mal, que las sílabas tropiecen y se caigan. Lo terrible es que no logran decir nada coherente. Lo alarmante es que sus palabras son un síntoma del vacío.


La falta de argumentos no es novedad en el discurso oficial. Pero desde que Nicolás Maduro está al frente del gobierno esa escasez ha avanzando a paso de vencedores. Él mismo la ejerce con singular entusiasmo. De un tiempo para acá se ha dedicado a repetir una consigna como si se tratara de un razonamiento insoslayable: “Todo el que se mete con Venezuela, se seca”. Lo repite con tal convicción y seriedad que cualquiera cree que está citando a Rosa de Luxemburgo o a Emmanuel Todd. Anda fascinado con la frase. Como si por fin hubiera hallado la clave hermenéutica que resuelve los enormes problemas del país. Repitan conmigo: “Todo el que se mete con Venezuela, se seca”.
El nacionalismo es un viejo y manido recurso que frecuentan los poderosos. Un instrumento emocional de dominación y control. La patria es ahora una fuerza atávica, una energía divina, que surge desde nuestras raíces para defendernos y liquidar cualquier obstáculo. Se trata de un procedimiento rudimentario pero eficaz. Apela a la conciencia mágica, al orgullo colectivo, a la ansiedad primaria. Pretende, por supuesto, sacralizar el poder en el altar de la identidad. Es opio del pueblo en un estado de pureza impresionante.
Esta semana, mientras desplegaba otra de sus clásicas amenazas en contra de la oposición, Nicolás Maduro volvió a caer en la frase. Después de repetirla, en un rapto de iluminación ideológica, exclamó que alguien debería hacer una canción con ese tema. Y sacarla en inglés y en francés. Y soltarla por todo el planeta. Supongo que la idea es que todo el mundo se entere. Que se sepa en todos lados. Ay de aquel que se meta con nosotros. Su destino es la sequía.
No deja de ser paradójica esa insistencia. Sobre todo para un movimiento que perdió a su máximo líder de manera fulminante e inesperada. Sorprende ese empeño en invocar un himno que está en permanente contradicción con la realidad. Seca está la economía. Sequísimas están las arcas públicas. Secas están las empresas expropiadas. Secos están los mercados. Secos están los hospitales y las farmacias. Y también está seca Pdvsa. Y Corpoelec. Y los informes del Banco Central. Y los ratings de TVES. Y la moral y el compromiso del CNE… Todo está seco. Incluso tu popularidad. Ponle música a eso, Nicolás.
FIN DE LA HEGEMONIA COMUNICACIONAL

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CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ
 
En Venezuela no existe información oficial, sino un aparato propagandístico de cientos de periódicos, emisoras de radio y televisión nacionales y regionales, monopolizadas: la hegemonía comunicacional que se despedazó y el país espera sus autores en las urnas electorales. Como en todo autoritarismo proliferan el rumor para asustar: violación de la privacidad acusaciones, pero casi nadie cree lo que dicen. Tampoco surtió efecto el intento de deshumanizar a los demócratas, curas, empresarios para aflojar escrúpulos contra ellos. Herzen escribió espantado que una revolución sería "un Genghis Khan con telégrafo" y Lenin la definió como "soviets más electricidad".

Nada fácil

¿Hasta dónde puede avanzar una aparente anacronía, totalitarismo en la era de las redes y los medios descentralizados de la globalización? No suena fácil, a menos que se trate de Corea del Norte sin contactos con el mundo exterior. Una vez más la realidad se impone sobre la manipulación y el propósito de privar a la gente de su derecho a hablar y recibir información. La catástrofe de la "comunicación" del socialismo del siglo XXI, debiera ser materia de estudio en las universidades. Un analista nazi, Eugen Hadamovsky, llamaba esto propaganda de poder y explica que su objetivo era crear la idea de que cualquiera (gánster, ladrón, asesino) contaba con impunidad siempre que perteneciera a la causa, mientras los opositores estaban legalmente desprotegidos aunque fueran inocentes. Durante la Peste Negra del siglo XIV que devastó Europa, la hegemonía comunicacional atribuyó a los judíos envenenar las aguas.

Mitómanos comunicacionales
Si la cosecha se perdía, o las esposas abortaban, eran por los sortilegios de alguna solitaria mujer. En la Isla del Dr. Castro lo practicaban así: en la rumba del solar o en un barrio cualquiera, un buen día recalaba la policía y detenía la mulata más deseada y popular o alguna anciana venerable que todos querían, insospechables siquiera de tener opiniones políticas. El cargo, "actividades contrarrevolucionarias". Circulaba por radio bemba, la única comunicación que tienen los cubanos. Con eso generaban terror: "si eso le pasó a ella que no tiene nada que ver, qué me harían a mí". Por algo Fidel Castro tomó la frase "la historia me absolverá" de Hitler, al que admiraba: Un historiador se asombra de la "fantástica mendacidad" del Führer... la ausencia de realidad demostrable en casi todas sus expresiones... su indiferencia ante los hechos" (como Castro), y a Kruschev lo escandaliza la "repugnancia de Stalin a considerar las realidades de la vida... su indiferencia ante la verdadera situación de los asuntos".

La voluntad
Los caudillos revolucionarios y las revoluciones, son mitómanos comunicacionales. Por aquí se declara "el fin de la crisis eléctrica" y la crisis eléctrica arreció; y entregan miles de viviendas inexistentes. La maquinaria de engaños no ha podido someter la voluntad de libertad en Venezuela, construida sobre el lecho rocoso de cuatro décadas de democracia. Leopoldo López, Daniel Ceballos y otros presos políticos decidieron ir a una huelga de hambre y eso requiere hacer todo lo que se pueda para protegerlos y ayudarlos, preservar sus vidas y para que su decisión tenga el mejor desenlace posible. Es muy importante que los objetivos que se tracen para dejar el conflicto sean logrables, que surja una mediación rápida aceptada por las partes, y que las movilizaciones que se convoquen sean triunfos. Pero ello no implica que sea una decisión acertada, ni racional poner a la Unidad frente a situaciones de hecho.

Fuera del carril electoral
Las elecciones parlamentaras anuncian una gran remezón y la ruptura de la hegemonía. Y los muñidores discuten cuál será el mal menor frente a su posible derrota. Quieren así distraer a la oposición de la vía electoral para meterla en otra cosa y dividirla, y el peor riesgo para el triunfo de la democracia serán sus propios errores, acciones que respondan al mismo mecanismo equivocado de la salida, creer el mito de la chispa que enciende la llanura. La pasada semana se produjeron hechos que la imaginación tiende a encadenar.
Ante el esperanzador triunfo de las primarias del 17-m y el encarrilamiento de la oposición en las elecciones, se difunden rumores catastróficos. Asombroso que varios grupos de adultos con innegable vocación política que actuaron como líderes de la pantomima trágica de 2014, no hayan entendido el daño producido.
Circularon los fantasmas del corralito (¿más corralito?) expropiaciones, supuestas arremetidas brutales, que repican gustosamente las emisoras de la falsa oposición off-shore, mandando a la gente a hacer compras nerviosas. La Hojilla lanza de primicia el vídeo que anuncia la huelga de hambre de López, y se dibuja un plan oficial para propiciar que la oposición repita la historieta ridícula de 2014.
Se cruzan dos estrategias que buscan generar desórdenes, en unos para sustituir su incapacidad en enfrentar los problemas reales, y en otros por su asombrosa ineptitud política.
En vez de trabajar en la crisis económica y llamar a todos para salirse del camino de un Estado fallido, el gobierno se dedica a montar truquitos trágicos, mientras otros vuelven a distraer de las elecciones.

@CarlosRaulHer

viernes, 29 de mayo de 2015

MAÑANA ES SÁBADO

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JEAN MANINAT
Suplantar la realidad con los deseos propios es un viejo vicio de la humanidad. Puede dar resultados pasajeros, momentos de primacía del yo sobre el mundo exterior, el cuarto de hora de fama al que todos tenemos derecho, según la célebre fórmula de Andy Warhol. Los pases de magia, la hechicería, la búsqueda de la sabiduría en un hongo alucinógeno como el peyote, o en un compuesto químico como el LSD, son formas de trastocar la percepción y el juicio para intentar domeñar el arduo y hostil territorio que coloquialmente llamamos la realidad. Una vez de regreso del sueño, cuando se espabila, el dinosaurio sigue allí, de acuerdo al también célebre minirrelato de Augusto Monterroso. (Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí).
La política, el arte más complejo inventado por los humanos, es terreno fértil para el autoengaño y el delirio. Lo es también para la cordura, la compasión, el arrojo físico y la responsabilidad ante los demás por lo dicho y hecho. Entre esos vericuetos suelen perderse sus practicantes de no mantener un equilibrio adecuado, y el extravío puede ser más duradero que el relumbrón de fama obtenido. Todo parece indicar que a más épica y grandilocuencia, peor suelen ser los resultados en el mediano y largo plazo. Tras 16 años de escenografía e impericia en el gobierno, donde día a día se sucede un país alucinante que espanta a propios y extraños, es una verdadera lástima que un sector de la oposición siga pensando que la notoriedad del momento puede suplir la eficacia del esfuerzo colectivo.
Una vez más vuelven a sorprender a los miembros de la Unidad a la que  pertenecen con una iniciativa propia, inconsulta, en momentos donde el todo avanza con buen viento sobre las parcelas que lo conforman. Las razones que han dado los líderes de Voluntad Popular (VP) y sus portavoces para convocar a una marcha, manifestación o lo que al final termine siendo, son las que ha asumido y promovido la MUD desde hace ya un buen tiempo como política unitaria y ha venido dando sus frutos. La tesis del yo pico adelante, o se montan o se encaraman no ha dado resultados, o mejor dicho, sí los ha dado, pero pésimos. Saquemos la cuenta y veremos.
Los dirigentes de VP están en todo su derecho de asumir sus diferencias y apearse de la Unidad si así lo juzgan conveniente. Ya otros lo han hecho. Es parte del juego democrático y habría que lamentar la pérdida de un influyente aliado. Lo que sí no ayuda en estos momentos, cuando la Unidad ha recobrado vigor de cara a las elecciones parlamentarias, es saltarle con una iniciativa inconsulta a quienes son tus socios en el empeño de recuperar la democracia, y hacerlo a nombre del respeto a la Unidad.
La MUD ha respondido con responsabilidad y pertinencia al no aceptar el fait accompli que le dejaron sobre la mesa. Ha trazado conjuntamente el rumbo y las  prioridades del momento con sobrado esfuerzo, en medio de circunstancias económicas y sociales apremiantes, y la acción adversa de un gobierno acosado por su propia incapacidad para torcer el rumbo. La ruta es electoral y democrática y la calle es un accesorio de esa lucha, no un fin en sí mismo. Dirigir con autoridad es saber decir no cuando sea necesario.

Mañana es sábado y luego será domingo... entonces sabremos quién tenía la razón.

@jeanmaninat
EL LUGAR DE LA UTOPÍA EN EL SIGLO XXI

OLIVIA MUÑOZ-ROJAS

Hace una década el sociólogo Zygmunt Bauman constataba con sorpresa que la palabra utopía en Google daba 4,4 millones de entradas. Hoy la misma búsqueda resulta en más de 63 millones, pero su impopularidad sigue siendo la misma. Utopía y utópico sirven ante todo para descalificar una propuesta por su impracticabilidad y a su defensor por su falta de realismo. Si nos preguntaran cómo imaginamos en concreto la sociedad en la que nos gustaría vivir es probable que no supiéramos responder. Estamos más acostumbrados a examinar críticamente la sociedad en la que vivimos y a exigir o plantear medidas inmediatas para resolver los problemas que detectamos en ella que a tratar de imaginar cómo sería nuestra sociedad ideal, nuestra utopía.
Tras el aparente fracaso de los grandes proyectos transformadores del siglo XIX y XX, hablar de utopía puede parecer fútil e ingenuo, incluso peligroso. La mayoría de los ciudadanos de hoy desean propuestas políticas realistas y realizables y cuando perciben que ni estas llegan a cumplirse, es comprensible que todo aquello que parezca difícil de materializar genere escepticismo y rechazo. El peso de nuestra historia reciente, el miedo a un futuro incierto y nuestra consiguiente dificultad para imaginar mundos mejores son palpables al observar la proliferación de distopías en la literatura y el cine contemporáneos. Libros y películas nos presentan sistemáticamente una sociedad futura en la que nuestros recursos naturales se han agotado, no podemos reproducirnos, triunfan toda suerte de dictaduras o la inteligencia artificial se ha impuesto sobre la humana, es decir, sociedades en las que no nos gustaría vivir. Sin embargo, ¿no resultaría útil tener una imagen de nuestra sociedad ideal a la hora de valorar, por ejemplo, los diferentes programas electorales que se nos ofrecen, una especie hoja de ruta con la que contrastarlos? Por ejemplo, ¿cómo imaginamos una sociedad ecológicamente sostenible? ¿O una ciudad inteligente? ¿O las familias del futuro?
La tradición utópica está íntimamente ligada a los orígenes del pensamiento de izquierdas. Varias generaciones de pensadores y escritores contribuyeron al utopismo con obras literarias y proyectos reales a pequeña escala: desde los míticos Saint-Simon y Fourier hasta Cabet y William Morris. Para las incipientes ciencias sociales, el concepto de utopía se convirtió en el equivalente del laboratorio para las ciencias naturales. El género literario utópico sirvió para ensayar nuevos principios sociales con gran lujo de detalles —desde la emancipación de la mujer (Charlotte P. Gilman) hasta una economía colectivizada (Edward Bellamy). Algunos de esos principios, como el sufragio femenino, la abolición del trabajo infantil o la educación universal, pertenecieron en su momento al género utópico. Hoy, sin embargo, son realidad en un buen número de países del mundo.
Lo que caracteriza a la tradición utópica es, precisamente, su realismo. Esto la diferencia tanto del pensamiento premoderno como del religioso. La tradición utópica atribuye al ser humano la capacidad de actuar sobre su entorno y cambiarlo. Desde sus orígenes, explica el sociólogo Krishan Kumar, el género utópico ha demostrado sobriedad, un deseo de no distanciarse de la realidad presente. Aunque busca pensar más allá de los límites convencionales del pensamiento social y político y dibujar la imagen de una sociedad buena, incluso perfecta, lo hace dentro del margen de lo posible, esto es, partiendo de las realidades psicológicas, sociales y tecnológicas existentes. Hasta que no existieron bocetos de máquinas para volar, por ejemplo, la literatura no imaginó la posibilidad de viajar a la luna.
Fueron Marx y Engels quienes calificaron de utópicos a Saint-Simon y otros socialistas decimonónicos por su falta de realismo al no identificar la lucha de clases como motor del cambio social y creer en la transformación de la sociedad por medios pacíficos. El enorme potencial explicativo del socialismo científico impulsado por Marx relegó rápidamente al socialismo utópico a un segundo plano. Han sido numerosos los pensadores que desde entonces, y aun reconociendo el valor explicativo (incluso predictivo) de la teoría marxista, acusan su falta de imaginación a la hora de concebir cómo sería esa sociedad ideal que seguiría a la abolición de las clases sociales y la desaparición del Estado.
Es legítimo preguntarse hasta qué punto la izquierda actual sigue batallando con esa ausencia de imaginación. Desde los medios y la academia se incide cada vez más en la necesidad para la izquierda de hacer gala de creatividad y audacia política para abordar los grandes retos contemporáneos, desde la crisis económica hasta la migración y el cambio climático. ¿Es posible para la izquierda imaginar una utopía, una sociedad ideal del siglo XXI, que sirva de referente e inspiración para políticos y ciudadanos, asumiendo que es inalcanzable? En otras palabras, ¿es posible conjugar un proyecto utópico con un programa político de aplicación más inmediata?
La historia demuestra que los sueños de hoy pueden ser las realidades de mañana
Si al pensamiento político le faltan herramientas para ello, la literatura, el cine y otras artes han demostrado ser poderosos medios para imaginar sociedades futuras o alternativas, hacerlas tangibles e inspirar con ello la conciencia y acción política. La última gran generación de obras utópicas pertenece a los años 1970, coincidiendo con la emergencia del ecologismo (véase, por ejemplo, Ecotopia de Ernest Callenbach). Desde entonces, el género literario utópico se ha visto desplazado más y más por obras distópicas, a veces en un movimiento dialéctico, como las novelas de Aldous Huxley (no es casual el hecho de que la distópica Un mundo feliz sea mucho más conocida que la utópica La isla).
En la charla que Bauman daba en 2005 con el título Living in utopia (Vivir en la utopía), y en la que se sorprendía del volumen de entradas asociadas a esta palabra en Google, planteaba que utopía se entiende hoy de un modo distinto a antaño. En lugar de meta ideal, compartida y, en principio, inalcanzable, la utopía hoy sería una huida hacia adelante sin meta definida; una huida en la que el individuo busca evadir la incertidumbre y alcanzar una felicidad más permanente con el solo hecho de comprarse ropa nueva o irse de vacaciones. ¿Significa eso que estamos ya en el mejor de los mundos y no es posible imaginar uno mejor? Para Bauman y probablemente la mayor parte de los ciudadanos la respuesta es no. Significa, eso sí, que la utopía, como intento de imaginar una sociedad mejor o ideal, no está de moda. Salvo excepciones, el imaginario utópico vive sus horas bajas. Poner de moda la utopía es reconocer que sin la imaginación humana no se hubiera producido ninguno o muy pocos de los avances sociales, políticos y tecnológicos que hoy conocemos. La historia demuestra que los sueños de hoy pueden ser las realidades de mañana.

Olivia Muñoz-Rojas es doctora en Sociología por la London School of Economics e investigadora independiente. Su blog es www.oliviamunozrojasblog.com.

Sepp Blatter: ¿bufón o Don Blatterone?

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    JOHN CARLIN

A Sepp Blatter le gusta referirse al organismo que preside como “la familia FIFA”, lo que animó a un periódico de su Suiza natal a llamarle “el padrino, Don Blatterone”. La cuestión hoy es si Blatter, como presidente de la FIFA desde 1998, es el astuto capo di tutti capi de una maquinaria mafiosa de cuello blanco que maneja miles de millones de euros que genera el fútbol internacional o si, a sus 79 años, es lo que aparenta ser, un abuelo despistado con tendencias bufonescas que no se entera de las fechorías de los corruptos que le rodean.
David Yallop, autor de un libro sobre la FIFA llamando “¿Cómo se robaron la Copa?”, escribe que Blatter “tiene 50 nuevas ideas cada día, 51 de ellas malas”. Entre las más conocidas: agrandar las porterías para que se metan más goles; que las mujeres futbolistas se vistan “con pantalones cortos más apretados y camisetas con mucho escote”; proponer que durante el Mundial de 2022 en Qatar, país donde la homosexualidad es ilegal, los aficionados gays se abstengan de cualquier actividad sexual.
Se podría llenar un álbum con sus payasadas o salidas de tono. Lo que también es vox pópuli, y más desde la redada del miércoles en la que la policía suiza detuvo a siete altos mandos de la FIFA, es que mucha de la gente que rodea a Blatter se ha llenado los bolsillos con dinero procedente de sobornos. Él mantiene que no sabe nada. Un repaso a su currículum pone esta afirmación en duda.
Nacido en 1936 en el pueblo alpino de Visp en una familia de clase obrera, fue desde una temprana edad un entusiasta jugador de fútbol amateur. Se incorporó a la FIFA en 1975 y entre 1981 y 1998 fue nombrado su secretario general, lo que significó que fue el brazo derecho del entonces presidente del organismo, João Havelange. Más alerta que sus predecesores a las posibilidades económicas que ofrecían los patrocinios comerciales y las ventas de los derechos de televisión de los mundiales, fue él quien convirtió la FIFA en lo que es hoy: una máquina de hacer dinero. Havelange patentó la práctica de comprar votos para llegar a la presidencia de la FIFA y para asignar sedes mundialistas, siempre con el propósito paralelo de enriquecerse a sí mismo. No fue hasta 2012 que la FIFA hizo una investigación interna que comprobó que Havelange y sus compinches habían aceptado sobornos de manera sistemática durante ocho años.
No hay pruebas de que Blatter fuera uno de los beneficiados pero tenía que haber sido muy ciego, o muy incompetente, para no tener ninguna idea del tenebroso modus operandi de quien fue su jefe a lo largo de 17 años.
Blatter, tres veces casado, inició sus 17 años en la presidencia de la FIFA el año que la dejó Havelange. Existe extensa documentación, nunca refutada en los tribunales, de que Blatter, el elegido de Havelange, ganó la presidencia de 1998 gracias a los sobres llenos de efectivo que distribuyó entre los votantes del comité ejecutivo de la FIFA un aliado catarí de Blatter llamado Mohamed Bin Hammam. En 2011 Bin Hammam fue suspendido de por vida del fútbol organizado tras ser declarado culpable por la FIFA de intentar comprar votos a su favor cuando presentó su propia candidatura presidencial en contra de Blatter.
La ironía de esto parece habérsele escapado a Blatter, que aquel año ganó las elecciones por cuarta vez consecutiva, como también parece haberse olvidado hoy de las estrechas relaciones que ha tenido con algunos de los miembros de la FIFA que han sido imputados esta semana por corrupción. Quizá el que más se ha enriquecido —se habla de decenas de millones de dólares— es Jack Warner, ex vicepresidente de la FIFA y jefe de la CONCACAF con cuyos votos siempre pudo contar Blatter a la hora de presentarse a elecciones. Warner tuvo que dimitir tras el escándalo que acabó con la carrera de Bin Hammam en 2011 pero ya había acumulado suficiente dinero para construirse un centro de conferencias en su tierra natal, Trinidad, donde hay un salón llamado “Sepp Blatter Hall”. Blatter devolvió el favor cuando Warner dejó la FIFA, dándole las gracias en un comunicado oficial “por sus muchos años dedicados al fútbol”.
El elegido por Blatter como sustituto de Warner al frente de la CONCACAF fue Jeffrey Webb, de las Islas Caimán, que también figura en la lista de detenidos en Suiza esta semana, todos ellos individuos bien conocidos por el presidente de la FIFA.
¿Se puede creer, entonces, que Blatter es inocente de cualquier delito e ignorante de los delitos de sus alegados? ¿Es posible que el hombre que durante 17 años ha presidido una organización llena de ladrones que ha gastado mucho más dinero en gastos y salarios que en su declarada misión, el desarrollo del fútbol mundial, sea meramente un incompetente bufón? La ley lo dirá, se supone. Mientras tanto lo que sí se puede afirmar con toda seguridad es que a lo largo de su carrera ha demostrado tener una piel de rinoceronte mezclada con una capa asombrosamente protectora de teflón.

jueves, 28 de mayo de 2015

PORTADA DE REVISTA NEWSWEEK EN ESPAÑOL: EL MAS BUSCADO (MAYO DE 2015)

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EX PRESIDENTES PASTRANA Y QUIROGA LLEGAN A VENEZUELA

Los expresidentes colombiano Andrés Pastrana y boliviano Jorge Quiroga llegaron este jueves a Venezuela para visitar al líder de Voluntad Popular, Leopoldo López y al exalcalde de San Cristóbal, según anunció el partido Voluntad Popular.
Los dirigentes internacionales esperan dar una rueda de prensa durante la tarde de este jueves, para luego dar inicio al objetivo de su visita. Pastrana aseguró que está dispuesto a reunirse con el presidente de Venezuela Nicolás Maduro antes de visitar personalmente a los presos políticos del país.
Los dirigentes políticos Leopoldo López, director de Voluntad Popular, y Daniel Ceballos, alcalde destituído del Municipio San Cristóbal, se encuentran realizando huelga de hambre para exigir la liberación de más de 70 miembros de la oposición detenidos, el cese de la represión y la censura, que se fije fecha para las elecciones parlamentarias y que esos comicios sean observados por la OEA y la Unión Europea.
LA NECESIDAD Y EL CAMBIO

LUIS PEDRO ESPAÑA

Todos queremos un cambio. Hasta el gobierno quiere que la situación cambie. El problema es que cada vez luce más inhabilitado para hacerlo.
Enumerar las razones por las cuales esto va para tres años en vertiginoso descenso puede resultar ocioso. Todo el país sabe los arreglos mínimos que hay que hacer en materia económica, para hacernos viables. Es tan obvio que incluso el gobierno lo sabe. La pregunta entonces es ¿por qué no cambian? No pueden. Se encuentra inmerso en sus contradicciones internas. Está de manos atadas. Privilegios, intereses, dogmas, temores, pugnas, amenazas, cuentas pendientes, viven un entramado interno que los paraliza, mientras el país sigue camino al abismo.
Nunca en Venezuela se habló de dolarización, salvo en ejercicios académicos de economistas desocupados. Siempre vimos con pretenciosa distancia o con lastima infinita los padecimientos del desabastecimiento cubano o las miserias de la empobrecida Haití. Cientos de veces nos repetimos a nosotros mismos que las aterradoras cifras de hiperinflación nunca las veríamos gracias a nuestro colchón petrolero, y no fueron pocas las náuseas que nos provocaban las prácticas represivas como trataban a los disidentes las dictaduras del continente.
Pues hoy son cada vez más los que creen que sólo una paridad con la moneda americana podría abatir la inflación y ponerle una camisa de fuerza al populismo fiscal. Tampoco resulta descabellado que grupos sociales o espacios territoriales específicos vivan situaciones propias de una crisis humanitaria por el desabastecimiento o la inflación, y no deja de sorprendernos como la respuesta represiva sigue siendo la pauta ante el aumento del descontento y la protesta ciudadana.
Nuestra crisis no es inédita. Tenemos ejemplos de lo que pasa cuando se viven realidades tan agudas. El Perú de Alan García a finales de los años ochenta, los inmensos desequilibrios del Brasil de José Sarney cuyas prácticas de controles llevó a su economía a padecer una inflación de casi 3.000%, o los regímenes represivos y corruptos de las dictaduras del cono Sur, con sus sucesivas catástrofes económicas, son espejos donde podemos mirarnos.
En todos esos casos se evidenciaron dos cosas. Primero, esos gobiernos no pudieron con sus contradicciones, no pudieron enderezar los entuertos que causaron. Segundo, los inmensos desequilibrios económicos y sociales terminaron teniendo una expresión política. En unos casos favorables, como fue el caso de Brasil y su transformación económica de la mano de Fernando H. Cardoso. En otros algo más accidentados como lo fue Perú con Alberto Fujimori y, finalmente, como también lo demuestra la historia, nada nos salva de una crisis permanente, como es el caso argentino.
Venezuela va camino a una transición, a un cambio político, de eso no se salva ni siquiera el gobierno. La ebullición del sistema socioeconómico terminará teniendo una expresión política. Eso está garantizado. Pero su signo no está determinado por la calamidad de nuestros problemas. Tenemos delante sólo la materia prima del cambio, el marco pedagógico para que nos alejemos como pueblo de las prácticas populistas y demagógicas que “funcionaron” mientras tuvimos otro espejismo petrolero, pero nada más.
El resto, la posibilidad de iniciar un nuevo arreglo social favorable va a depender del entendimiento entre las fuerzas democráticas, de la sensatez con que se conduzca el descontento, y del respeto que tenga el poder fáctico de las elecciones, como forma de iniciar un cambio que necesita, incluso, el propio gobierno.