sábado, 30 de abril de 2016

POLAR SUSPENDE PRODUCCION DE CERVEZA POR FALTA DE MATERIA PRIMA

Empresas Polar, casi un patrimonio nacional de los venezolanos, decidió suspender desde el viernes la producción de todas las presentaciones de su popular cerveza en las cuatro plantas que posee en Venezuela. La operación más importante de la compañía localizada en San Joaquín, en el Estado de Carabobo, al centro del país, ha concluido llenando los últimos envases y apagando sus máquinas debido a la falta de materia prima para elaborar el producto.
Polar abastece al 80% del mercado local y las escasas presentaciones de su producto en supermercados y licorerías ocasionan grandes preocupaciones en un país devoto de las bebidas alcohólicas. Su principal competidora, la cervecera Regional, podría alcanzar el 20% del mercado trabajando a marchas forzadas todos los días del año. El escenario jamás imaginado se ha hecho realidad. En Venezuela está racionada la celebración. El desabastecimiento ha obligado a los licoreros a vender limitadas cantidades de botellas de whisky.
En un comunicado difundido hace una semana la empresa denunció que el Gobierno de Nicolás Maduro no ha entregado las divisas para importar cebada malteada. En Venezuela rige un severo control de cambios desde febrero de 2003 y el Estado se encarga de asignar las divisas a través de Cencoex. Pero la caída en barrena de los precios del petróleo y el modelo de desarrollo chavista, que necesita de un gran gasto público para sobrevivir, ha dejado al Ejecutivo sin los dólares necesarios para abastecer a otras áreas menos prioritarias en la marcha de la economía. Polar afirma que ha agotado todas las opciones de endeudamiento con sus proveedores internacionales.
En febrero de este año, la Cámara Venezolana de Fabricantes de Cerveza (Caveface) informó sobre los críticos niveles de cebada malteada, producto que por razones climáticas no se puede cultivar en Venezuela. El Gobierno ha denunciado que Polar forma parte de un complot que busca derrocarlo. La empresa ha respondido reiterando su capacidad de producir al máximo rendimiento y proponiendo que las divisas que necesita para elaborar sus cervezas sean liquidadas a la tasa Dicom (360 bolívares por dólar), la apuesta del Gobierno para intentar cerrar la brecha con la cotización de la moneda estadounidense en el mercado negro.
Desde este viernes, unos 10.000 trabajadores directos se han ido a sus casas con un pago reducido por la suspensión de la faena. La empresa calcula que están también en peligro más de 300.000 fuentes de empleo entre franquiciados, clientes y proveedores de todo el país.
El dueño de Empresas Polar es Lorenzo Mendoza, la tercera fortuna de Venezuela según el más reciente listado elaborado por la revista Forbes, con 1.198 millones de dólares. El chavismo se ha querido valer de ese dato para intentar demostrar que la desaparición de los demandados productos de la empresa de los estantes del país obedece a la negativa de Mendoza de sacar dinero de su bolsillo para poner a producir a la compañía.
¡A REVOCAR!



FERNANDO MIRES

De pronto parecía que la historia estaba repitiéndose.
Lo que estaba sucediendo a fines de Abril con la reticencia pertinaz del CNE para entregar las planillas solicitadas por la oposición y así llevar a cabo la realización del revocatorio se parecía como una gota de agua a otra a la situación previa al 6-D cuando, con igual reticencia, Maduro se negaba a fijar fecha para las elecciones parlamentarias.
Razones de sobra tiene el gobierno para no desear medirse electoralmente. Cada elección que tenga lugar en Venezuela, a partir del 6-D, llevará estampada consigo la crónica de una derrota anunciada.
Nacido electoralmente, sustentado en elecciones, siempre plebiscitario, confiado en las grandes mayorías que obtenía el gobierno Chávez, fue constituyéndose en Venezuela una muy peculiar formación política en la cual se combinaba un radical electoralismo con estructuras autoritarias e incluso dictatoriales de poder. Hoy, en cambio, el gobierno ha perdido su carácter electoralista.
No solo pierde y perderá el gobierno las elecciones que tengan lugar de aquí en adelante sino, además, hará todo lo posible para que ellas no tengan lugar. Se quiera o no, el gobierno ya ha perdido su legitimidad electoral. El problema es que tampoco tiene otra.
El Viernes 28-4 pareció ser un día decisivo en la historia del gobierno de Maduro. O entregaba las planillas o desataba una enorme movilización popular en su contra. Un mínimo de cálculo permitía augurar que si lo último sucedía, en un marco determinado por un gran desastre económico, en un país con crisis alimentaria, atravesado por colas de seres hambrientos dispuestos a enfurecerse a la menor indicación, habría encontrado a Maduro muy mal parado, incluso frente a su propia gente. Quizás Maduro, al entregar las planillas, solo postergó el momento de su inminente retiro. Eso lo sabremos después.
Pero no solo la lucha por la entrega de las planillas se parecía a la lucha por la fecha de las elecciones del 6-D. En sentido estricto, los acontecimientos de Abril y Mayo del 2016 y los que llevaron al 6-D están vinculados entre sí hasta el punto de que puede afirmarse que entre ellos hay una relación de estrecha continuidad.
Sin el gran triunfo del 6-D nunca habría aparecido la posibilidad revocatoria. Aún más: la necesidad imperiosa de avanzar hacia el revocatorio obedecía a una opción existencial para la oposición, si es que no aceptaba que le fuera arrancado de las manos el triunfo del 6-D.
Maduro ha venido llevando a cabo un sistemático proceso de inhabilitación de la AN. Habiendo convertido al TSJ en cerco leguleyo destinado a dejar sin efecto todas las resoluciones parlamentarias, había (Viernes 22 de Abril) decretado la imposibilidad de la AN para legislar al someter cada resolución parlamentaria al veto ejecutivo. Un golpe mortal a la AN. El llamado al revocatorio, desde esa perspectiva, deberá ser considerado como una operación de rescate de la AN destinada a devolver a ella el principio de representación constitucional que emana de la soberanía popular. Es por eso que afirmamos: sin el 6-D el impulso revocatorio habría sido imposible. En ambos casos los demócratas venezolanos se han movilizado en aras de la vía electoral.
El referéndum, por definición, es una opción electoral, tanto o más que una elección parlamentaria. Así se prueba una vez más lo absurda que era la alternativa calle o elecciones.
La calle en defensa de las elecciones ha sido la vía tomada por la oposición venezolana. Así continúa el largo, pero cada vez más efectivo camino electoral, pacífico y constitucional, emprendido desde 2007. Unidad que nuevamente se vuelve a mostrar hoy, pero en magnitudes muy superiores.
Ha sido también demostrado que la opción revocatoria para terminar con el régimen es la más decisiva. Tal vez otras alternativas eran más expeditas desde el punto de vista burocrático. El problema es que prescindían de participación popular y esa solo la garantiza un referéndum. Así, Maduro no será revocado mediante un expediente notarial, sino como consecuencia de una formidable y unitaria movilización popular desatada por el revocatorio.
Ya el solo hecho de firmar significa hacer público un nombre, la inscripción del yo privado en una decisión colectiva que tiene lugar “bajo la luz de lo público” (Arendt). Por eso es que cada firma deberá ser considerada como una declaración de amor a la democracia.
Interesante es destacar que son muy pocos quienes intentan adjudicarse la paternidad sobre el revocatorio. Grandeza mostraron Lilian Tintori y Leopoldo López al reconocer el trabajo arduo de Capriles a favor de la vía revocatoria. Grandeza mostró también Henrique Capriles al afirmar que el creador del revocatorio no es un líder sino el pueblo. Tiene razón. La disposición hacia la opción revocatoria ha sido masiva. La recolección de firmas no solo es un éxito, está a punto de transformarse en un tsunami. Todos los dirigentes, sin excepción, han comprendido que en este momento lo que está en juego no son los liderazgos personales –para eso ya llegará el momento- sino la sobrevivencia de la oposición como fuerza política.
En otras palabras, en Venezuela está teniendo lugar una lucha por la defensa del principio de la soberanía popular. Principio que en su forma roussoniana es una ficción formal pero que en momentos decisivos ha logrado concretizarse materialmente en la historia. ¿No fue reafirmado en Polonia cuando surgió el movimiento de Solidarnosc, representación de todos los trabajadores polacos frente a un gobierno que se decía representante de los obreros? ¿No fue reafirmado en el Chile del plebiscito cuando mediante una decisión soberana el pueblo electoralmente constituido decidió poner fin a la dictadura de Pinochet y a la caterva de generales que lo acompañaban? ¿No fue reafirmado en la Alemania del muro cuando las masas en las calles corearon “nosotros” (nosotros y no ustedes) somos el pueblo”? Todos esos procesos, por lo menos en sus efectos, tuvieron un sentido revocatorio.
Hoy día la ciudadanía venezolana, constituida como pueblo, exige a través del referéndum la devolución de los derechos soberanos que le corresponden. Así ha quedado claro -aunque Maduro, Cilia Flores, Cabello, Jaua, la y el Rodríguez y otros poquísimos se llenen la boca con la palabra pueblo- que la decisión mayoritaria ya ha sido consignada. Esa decisión es revocar.
La palabra pueblo en periodos históricos no marcados por situaciones límites no pasa de ser una simple ficción. El pueblo solo existe como pueblo cuando se constituye políticamente. Antes de su constitución el pueblo existe en la forma ambigua de ciudadanía, de población, e incluso de masa. Solo en periodos electorales o frente a grandes cambios históricos, el pueblo se hace pueblo. Eso es lo que está ocurriendo en la Venezuela de Nicolás Maduro.
El pueblo venezolano ha comenzado a exigir la rescisión del contrato social que lo ligaba a sus gobernantes. Al actuar estos últimos como enemigos del pueblo y no reconocer a sus representantes, el poder deberá ser devuelto al pueblo. Eso y no otra cosa es el revocatorio.
El camino no será fácil. Ya Cabello y Maduro anuncian que desconocerán firmas; ya se postergarán nuevas fechas; ya se retrasarán procedimientos formales; ya Diosdado amenaza con el mazo; ya asoman los siniestros grupos de choque destinados a intimidar a los votantes. El atentado a la persona de Chúo Torrealba  (“métele plomo”) es quizás solo un anticipo de lo que viene.
La lucha por el referéndum no ha surgido solo como consecuencia de la mala administración del gobierno, tampoco de la crisis económica, ni de las colas, ni de la propagación de la delincuencia, ni siquiera de la ostensible corrupción del partido de gobierno. El referéndum comenzó a cobrar vida desde el momento en que el ejecutivo decidió desconocer a la mayoría nacional representada en la Asamblea, es decir, desde el momento en que se negó a aceptar el principio de la soberanía popular simbolizado en ese edificio que es la casa de toda la nación, incluyendo la de los propios chavistas.

Pretender suprimir a la AN es decretar el desconocimiento de la voluntad popular, es la violación del principio más elemental de soberanía nacional. Ese y no otro ha sido el gran crimen político de Nicolás Maduro. Por eso, y no por otra razón, deberá ser revocado.

La cerveza también se acaba en Venezuela

ALFREDO MEZA

EL PAÍS

Empresas Polar, casi un patrimonio nacional de los venezolanos, decidió suspender desde el viernes la producción de todas las presentaciones de su popular cerveza en las cuatro plantas que posee en Venezuela. La operación más importante de la compañía localizada en San Joaquín, en el Estado de Carabobo, al centro del país, ha concluido llenando los últimos envases y apagando sus máquinas debido a la falta de materia prima para elaborar el producto.
Polar abastece al 80% del mercado local y las escasas presentaciones de su producto en supermercados y licorerías ocasionan grandes preocupaciones en un país devoto de las bebidas alcohólicas. Su principal competidora, la cervecera Regional, podría alcanzar el 20% del mercado trabajando a marchas forzadas todos los días del año. El escenario jamás imaginado se ha hecho realidad. En Venezuela está racionada la celebración. El desabastecimiento ha obligado a los licoreros a vender limitadas cantidades de botellas de whisky.
En un comunicado difundido hace una semana la empresa denunció que el Gobierno de Nicolás Maduro no ha entregado las divisas para importar cebada malteada. En Venezuela rige un severo control de cambios desde febrero de 2003 y el Estado se encarga de asignar las divisas a través de Cencoex. Pero la caída en barrena de los precios del petróleo y el modelo de desarrollo chavista, que necesita de un gran gasto público para sobrevivir, ha dejado al Ejecutivo sin los dólares necesarios para abastecer a otras áreas menos prioritarias en la marcha de la economía. Polar afirma que ha agotado todas las opciones de endeudamiento con sus proveedores internacionales.
En febrero de este año, la Cámara Venezolana de Fabricantes de Cerveza (Caveface) informó sobre los críticos niveles de cebada malteada, producto que por razones climáticas no se puede cultivar en Venezuela. El Gobierno ha denunciado que Polar forma parte de un complot que busca derrocarlo. La empresa ha respondido reiterando su capacidad de producir al máximo rendimiento y proponiendo que las divisas que necesita para elaborar sus cervezas sean liquidadas a la tasa Dicom (360 bolívares por dólar), la apuesta del Gobierno para intentar cerrar la brecha con la cotización de la moneda estadounidense en el mercado negro.
Desde este viernes, unos 10.000 trabajadores directos se han ido a sus casas con un pago reducido por la suspensión de la faena. La empresa calcula que están también en peligro más de 300.000 fuentes de empleo entre franquiciados, clientes y proveedores de todo el país.
El dueño de Empresas Polar es Lorenzo Mendoza, la tercera fortuna de Venezuela según el más reciente listado elaborado por la revista Forbes, con 1.198 millones de dólares. El chavismo se ha querido valer de ese dato para intentar demostrar que la desaparición de los demandados productos de la empresa de los estantes del país obedece a la negativa de Mendoza de sacar dinero de su bolsillo para poner a producir a la compañía.
BOCHINCHE EN EL BANCO CENTRAL

EDDY REYES

EL NACIONAL

La noticia llegó primero a unos pocos antes de que la prensa nacional la hiciera del conocimiento público. Fue algo tan estrambótico como la situación que hoy vive el país. La cobradora inglesa dejó su requerimiento sobre el escritorio de José Salamat Khan, director del Banco Central de Venezuela, conminando a la institución a pagar la suma de 71,4 millones de dólares que se adeudaba a De la Rue Internacional por la elaboración de billetes y papeles de seguridad con que se encuadernan nuestros pasaportes. El monto total de la operación ascendió a 151 millones de dólares, de los cuales solo se habían cancelado 79,6 millones.
La gestión de cobro contenía una amenaza nada velada y al mejor estilo británico: “Debido al tamaño de la deuda, y la naturaleza de nuestra industria, será inevitable que los inversionistas y accionistas deduzcan la identidad del deudor, lo cual creemos podría tener implicaciones importantes en la disposición de la industria en general en suministrar al banco y la habilidad del banco de obtener billetes en el futuro”. La reducción del nivel de las reservas internacionales en los días siguientes fue el inevitable corolario de la trama bufa.
Con una soga en la garganta, se pagan los compromisos adquiridos sin una planificación oportuna; y se hace eso sacrificando la urgente necesidad de alimentos y medicinas que tiene la población.
Fui funcionario de carrera en el instituto emisor por casi tres décadas y conozco en detalle su historia, desde el momento de su creación. Nunca antes el BCV había sido conminado a pagar una deuda adquirida. Mucho menos llegó a recibir una amenaza con el sutil ropaje de la humillación y el insulto. Es que el mapurite sabe a quién le expele sus ofensivas ventosidades.
El hecho pone de manifiesto la falta de planificación y la manera alegre con que se manejan las funciones esenciales del ente emisor. Eso precisamente es lo que conduce, de modo inevitable, a actuar como mala paga, lo que lleva a su vez al ineludible deterioro de la imagen de un organismo que hasta la ocupación chavista, comandada inicialmente por Diego Luis Castellanos y su brujo experto en macumbas y legalidades sinuosas, se había caracterizado por su elevada capacidad técnica y su autonomía para la formulación y el ejercicio de las políticas de su competencia.
Las autoridades del BCV deberían explicar a los venezolanos dos cosas. En primer lugar, la justificación para haber realizado esa contratación con De La Rue International, así como con otras fábricas extranjeras, cuando dicha tarea pudo haber sido realizada a menor costo por la Casa de la Moneda de Venezuela (CMV), creando turnos adicionales de trabajo, algo que es común en otras casas de moneda y fabricantes de billetes. Y en segundo término, las razones por las cuales no se aprobó con anterioridad un nuevo cono monetario con denominaciones de 10.000, 20.000 y hasta 50.000 bolívares, en cuenta de que la creciente emisión inorgánica de dinero que desde hace varios años ha venido autorizando el directorio del BCV (por la vía de préstamos a la quebrada Petróleos de Venezuela y que a la fecha se remonta a la bicoca de 918 millardos de bolívares), hacía prever una creciente inflación y una mayor demanda de especies monetarias por parte del público.
Para los expertos y conocedores del tema es profecía cumplida que la flamante emisión de los billetes de 500 y 1.000 bolívares, que todavía no han entrado en circulación porque están en pleno proceso de elaboración, tendrán un impacto similar al de una gota de agua en el desierto. Ni que hablar sobre el costo de esa decisión nonata que involucra a varias empresas (extranjeras) del ramo.
Lo absurdo de la situación que ahora confronta el BCV se patentiza aún más por el hecho de que el costo de la construcción y equipamiento de nuestra fábrica de monedas, billetes y especies valoradas, incluido el precio de los terrenos donde ella opera en la ciudad de Maracay y otros conceptos remanentes, fue de 71.000 millones de bolívares (alrededor 200 millones de dólares), mientras que los compromisos adquiridos con tan solo De La Rue Internacional, por una operación puntual, alcanza a más de 75% de ese costo. De modo que si al monto pagado a la industria inglesa se agrega lo que se cancelará a los diferentes fabricantes de los nuevos billetes que ya fueron contratados, podríamos estar hablando de un monto equivalente a varias veces el costo del montaje de la CMV. ¡Qué locura!
Es importante que se sepa que una de las premisas que se tuvo en cuenta para acometer el proyecto de nuestra fábrica fue el ahorro de divisas para el país. De modo que volver al esquema de las contrataciones en el exterior sin potenciar al máximo posible la producción interna de la CMV, nos hace pensar, como el soldado Marcelo, personaje del clásico drama Hamlet, príncipe de Dinamarca, de William Shakespeare, que “Something is rotten in the state of Denmark” (“Hay algo podrido en el estado de Dinamarca”).
Francisco de Miranda lo manifestó con elocuencia al momento de ser apresado, a raíz de la caída de la Primera República: “Bochinche, bochinche: esta gente no sabe hacer sino bochinche”. Después de sus lapidarias palabras, el ilustre Precursor siguió en silencio a sus enemigos. La anécdota me conduce a concluir con la siguiente pregunta: ¿el contralor general de la República investigará el desaguisado de las autoridades del BCV o tan solo se limitará a seguir en silencio a sus compañeros y camaradas de la esquina de Carmelitas?

viernes, 29 de abril de 2016

Temibles

FERNANDO SAVATER

En cierta ocasión, pasando revista a sus tropas eventuales y poco disciplinadas, Lord Wellington comentó: “No sé si darán miedo al enemigo, pero a mí me hacen temblar”. Siempre que se acercan elecciones, alguien nos comunica su miedo a que gane Fulano o Zutano. Parece que ciertos políticos son temibles y en efecto hay algunos de los que cabe esperar las mayores torpezas o arbitrariedades. Pero lo que deberíamos decir es que nos echamos a temblar cuando pensamos en los votantes que pueden elegir a los indeseables. La democracia es el sistema político donde uno no tiene por qué temer a ningún candidato a gobernante, pero como contrapartida está justificado que tema a quienes eligen a entre ellos. No temblaremos bajo los caprichos del tirano sino por los caprichos de una mayoría que puede descartar al mejor y entusiasmarse con el bribón que más hábilmente sabe hacerse querer o desear.
Lord Wellington sintió un sobresalto al pasar revista a sus tropas, pero luego con ellas ganó la batalla. Lejos de ser infalible como dice la leyenda, el pueblo al que pertenecemos puede equivocarse junto tal como cada uno nos equivocamos por separado. Aún peor: su libertad política consiste en que tiene el santo derecho a equivocarse. A lo que no tiene derecho es a decir después “a mí no me representan” o antes a no prestar la debida atención a las mil fuentes de que hoy disponemos para calibrar la catadura de cada candidato y el realismo o el fraude de sus propuestas. Sea como fuere, esas son las tropas con las que debemos salir adelante y nadie puede decidir por ellas. Ya lo dijo Chesterton, “la democracia es como sonarse: aunque sea mal, cada cual debe hacerlo por sí mismo”.
Almagro estudia invocar la Carta Democrática contra Venezuela

Washington, 28 abr (EFE).- El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, estudia dar un paso al frente e invocar la Carta Democrática para forzar a que los 34 países miembros del organismo tengan que abordar la situación de Venezuela, un espinoso tema que han evitado durante años.
Una delegación de la oposición venezolana le entregó hoy documentación sobre la “crisis política, social e institucional” que vive hoy una Venezuela “sin división de poderes, con 115 presos políticos y en escasez de alimentos y medicinas”.
Almagro les pidió información adicional y analizará en los próximos días si hace lo único que está en su mano como secretario general para forzar el debate venezolano en la OEA: invocar el artículo 20 de la Carta Democrática Interamericana.
En caso de que en un Estado miembro se produzca “una alteración del orden constitucional que afecte gravemente su orden democrático”, indica el artículo, “cualquier Estado Miembro o el secretario general podrá solicitar la convocatoria inmediata del Consejo Permanente para realizar una apreciación colectiva de la situación y adoptar las decisiones que estime conveniente”.
Que Almagro decida dar este paso es la única esperanza de la oposición para que sus denuncias se aborden en la OEA, porque solo los Estados miembros pueden pedir un Consejo sin recurrir a la Carta Democrática y en estos momentos ninguno parece dispuesto a enfrentarse de esa manera al Gobierno venezolano, según todas las fuentes diplomáticas consultadas por Efe.
“Hoy recibí a una delegación de la Asamblea de Venezuela, que solicitó que la OEA observe el referendo revocatorio y facilite el diálogo institucional. Los legisladores me entregaron una carta en la que me solicitaron que actúe para superar la actual crisis institucional”, explicó Almagro en una breve declaración escrita tras el encuentro con la oposición.
Un elemento clave a la hora de decidir dar o no el paso de invocar la Carta Democrática es saber si hay apoyos suficientes entre los Estados miembros para que la OEA aborde, por primera vez, la situación de Venezuela.
Los equilibrios políticos, que son los que decantan las votaciones en un Consejo Permanente donde cada uno de los 34 embajadores tiene un voto, están cambiando en el continente y Venezuela ya no tiene la hegemonía de la que disfrutó durante años.
Como pudo comprobarse en la votación sobre la crisis fronteriza con Colombia del año pasado, Venezuela ha perdido adeptos entre sus otrora leales socios del Caribe, un grupo numeroso de países que acostumbran a votar en bloque en muchas cuestiones.
En el Consejo de la OEA cada país tiene un voto, independientemente de su tamaño, pero fuera de los caribeños, los aliados férreos con los que sigue contando Venezuela son Bolivia, Nicaragua y Ecuador.
La esperanza de la oposición es que la crisis política en Brasil arroje pronto un nuevo Gobierno contrario al de Venezuela, algo que se sumaría al reciente cambio de Gobierno en Argentina con Mauricio Macri, otro país clave que perdió Venezuela.
“Hablemos claro, durante 17 años (el fallecido presidente) Hugo Chávez generó mecanismos de ayuda internacional a través de Petrocaribe y la Alianza Bolivariana que permitieron que muchos países se beneficiaran de la renta petrolera venezolana, pero ahora se acabó el dinero y se está acabando el amor”, señaló el diputado Luis Florido.
Aunque la tendencia política en el continente no sople a favor de Venezuela, una cosa es desaprobar la situación del país en privado y otra muy distinta dar el paso de denunciar la crisis de otro país en el seno de la OEA.
El único que parece estar dispuesto a arriesgar es Almagro, que anunció desde el principio que sería un secretario general de un solo mandato precisamente para tener las manos libres en momentos críticos como este.
El excanciller uruguayo (2010-2015) no necesita, como le ocurrió a sus predecesores, medir sus pasos y sus palabras al milímetro para evitar molestar a alguien y asegurarse los votos de su reelección.
Además, en apenas un año ya ha dejado claro que no es un secretario general convencional y no ha dudado en opinar abiertamente de los temas más delicados del continente, como la situación venezolana o el proceso de destitución de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff.
En sus manos está ahora que la OEA aborde la crisis venezolana en un Consejo Permanente donde se necesitarían 18 apoyos para aprobar gestiones diplomáticas y, de fracasar estas o impedirlas el Gobierno venezolano, se convocaría una Asamblea General donde serían necesarios dos tercios de los cancilleres para suspender a Venezuela del organismo, como se hizo tras el golpe de Estado de Honduras de 2009.
Ese escenario es poco probable, por una cuestión matemática de apoyos, pero el simple hecho de que la OEA llegara a abordar en un Consejo Permanente la situación de Venezuela sería ya un logro tanto para la oposición como para Almagro. EFE
La Crisis Económica II

Eduardo Fernandez


La experiencia demuestra, en Venezuela y en el mundo entero, que el sector privado es más eficiente que el sector público para generar riqueza y producir bienes y servicios. También está demostrado que una intervención inteligente del estado puede lograr una distribución más equitativa de la riqueza sin sacrificar el crecimiento. Nuestra propuesta, la propuesta del Centro Internacional de Políticas Publicas, IFEDEC, junto con la Fundación Alberto Adriani y la Casa de Arturo Uslar es que debe motivarse y estimularse al sector privado para que invierta y promover al estado para que cumpla su doble papel: crear condiciones favorables para la inversión privada y fomentar una equitativa distribución de los frutos del progreso.

En el modelo actual la palabra clave es control. En la propuesta que presentamos la palabra clave es confianza.

Y para recuperar la confianza proponemos un programa coherente de recuperación económica afincado en la disciplina fiscal, monetaria y cambiaria, capaz de controlar  la inflación. El éxito de esta política pasa por asegurar la autonomía, la independencia y la eficiencia del Banco Central de la República.

Por supuesto, hay que asegurar la plena vigencia del estado de derecho en general y del derecho a la propiedad en particular.

Hay que desmontar los controles artificiales de la economía que inhiben las inversiones y son fuente de corrupción. Esto incluye la eliminación del control de precios y la progresiva eliminación del control de cambios. La progresividad dependerá de la confianza que vaya generando una economía en recuperación que se va haciendo atractiva a las inversiones.

La legislación laboral también debe revisarse en función de lograr más y mejores empleos. Mejorar el ingreso real de los trabajadores y promover inversiones que generen ese empleo moderno, productivo, bien remunerado y estable.

La clase trabajadora venezolana comprende que sin inversiones no hay empleo. Comprende también que con un modelo que privilegia las importaciones en lugar de la producción nacional, estamos generando empleo en el exterior y para los extranjeros. Lo que necesitamos es aumentar la calidad y la cantidad del empleo en Venezuela y para los venezolanos.

Hace sesenta años Venezuela, desde el punto de vista económico, estaba mejor que Alemania y mejor que el Japón. Esos países estaban saliendo de la destrucción total de la guerra mundial. Hoy, Venezuela está muy mal desde el punto de vista económico. Podemos salir de la crisis.

Aquí dejamos algunas ideas y algunas propuestas.

Seguiremos conversando.

Eduardo Fernández
@efernandezve
El suicidio de Venezuela
Fausto Masó

Como Venezuela no hay otro país, tan infortunado, claro. Del desastre actual solo se están salvando los bachaqueros y los que tiene muchos dólares.
El país se suicidó. “Venezuela habra perdido para final del año y con respecto al año 2013 más de una tercera parte de su PIB por habitante, sin contar los estragos que la crisis económica ha venido causando en el poder de compra y en la calidad de vida de la población”
Rara vez se tiene la oportunidad de presenciar el suicidio de un país, aprovechen los que viven en Venezuela para ver de cerca el asombroso proceso de uno que destruye sus industrias, acaba con su agricultura, obliga a los jóvenes a huir al extranjero.
Venezuela es el único país del mundo con inflación de tres dígitos, escasez de alimentos y medicinas por encima de 50%, y con “bachaqueo”  . La encuesta de condiciones de vida, ENCOVI, conducida por tres universidades nacionales, estima que el 73% de los hogares en Venezuela han caído por debajo de la línea de pobreza. Dos años antes, en 2103, la porción de los hogares en situación de pobreza estaba en sólo 31%.
El Fondo Monetario Internacional acaba de señalar que la economía venezolana estará registrando una caída del Producto Interno Bruto de 8%, el mayor retroceso de cualquier país a nivel mundial y tres años consecutivos de contracción económica
Llegó la hora de pasar hambre.
Todo esto gracias a que durante los últimos 15 años Venezuela recibió recursos infinitos que empleó con una tenacidad desgraciada en cavar su fosa en medio de la indiferencia del resto del mundo, al que no le importa nada lo que les suceda a los venezolanos después que éstos durante muchísimos años auxiliaron a otros.  No nos agradecen nada, ni siquiera nos aconsejan que el último que se vaya apague la luz.
Toda esa catástrofe ha sido obra de militares  que inventaron al socialismo del siglo XXI. Asombrosamente, los venezolanos no reconocen todavía que el período más brillante, honesto, productivo, de la historia ha sido el de los presidentes democráticos. No ha habido gobernantes militares como Betancourt, o el mismo Pérez.
Nicolás Maduro “recurre a las empresas de seguros: el pasado 18 de marzo el Presidente emitió el decreto 2.250, publicado en la Gaceta Oficial 40.872, donde ordena que las compañías de seguros, de medicina preparada, cooperativas que realicen actividad aseguradora y administradoras de riesgos, deberán depositarle al Fonden un aporte anual equivalente a entre 1% y 3% del monto de las primas de las pólizas de salud.”
El Fonden ha recibido 135 mil millones de dólares.
Hoy faltan las medicinas, una escritora dice “Yo misma, que padezco distonía mioclónica, me veo afectada y al no conseguir mi medicamento, tiemblo y tartamudeo cada día más. “
Afirma Antonio Pestana, presidente de Fedeagro,
“En el caso del azúcar que estuvimos muy cerca de ser autosuficientes, actualmente la producción se ubica en 30 %;
Vendemos la harina precocida a 19 bolívares, cuando los costos de producción se ubican entre 90 y 100 bolívares.  Según la  Asamblea Nacional en los últimos 5 años se destinaron cerca de 30.000 mil millones de dólares en inversiones para recuperar la infraestructura termoeléctrica. Pero una buena parte de las obras no se terminaron. En otros casos los equipos instalados eran obsoletos, de segunda mano y nunca generaron energía. La situación actual es que las dos mayores platas termoeléctricas del país, Planta Centro y Termocentro, no están generando energía.
Si el país se propusiera una meta de crecimiento de 3% para el próximo año, requerería una disponibilidad de 5.400 megavatios y no tiene de donde sacarlos.
¿Viva Chávez?

JOHN MAYNARD KEYNES: UN RECUERDO

PABLO MARTIN-ACEÑA

EL PAÍS


Se cumplen 70 años de la muerte de John Maynard Keynes. Su colega Arthur Pigou reconoció que había sido el economista más importante e influyente de su tiempo. Pasadas siete décadas desde su desaparición, cabe afirmar que el avance más fundamental en el pensamiento económico del siglo XX está asociado a su nombre y a su obra. En La teoría general del empleo, el interés y el dinero, publicada en 1936, Keynes estableció las bases sobre las que se fundó la política económica desde la II Guerra Mundial.
Maynard Keynes nació en Cambridge el 5 de junio de 1883. Comenzó en Eton, el mejor colegio británico de la época. Luego obtuvo una beca para King´s College para estudiar matemáticas e ingresó en la sociedad secreta Cambridge Conversazione Society, más conocida como los Apóstoles, a la que pertenecían figuras de la talla de G. E. Moore, Bertrand Russell, Leonard Woolf, E. M. Foster, Ludwig Wittgenstein y Lytton Strachey. Gente inteligente, excéntrica e interesada en problemas intelectuales y artísticos, que defendían el derecho a la felicidad personal frente a las convenciones sociales. Tras su graduación se incorporó al Servicio Civil en el Departamento de la India, y redactó su tesis doctoral, Tratado sobre probabilidad, bajo la supervisión de Alfred Marshall, y con ello consiguió una plaza en la Universidad.
Cuando la mayoría de los Apóstoles se fueron a vivir a Bloomsbury, un barrio londinense con fama de bohemio, Keynes les siguió y desde 1910 vivió en dos mundos: en Cambridge, dedicado a sus tareas académicas, y en Londres, con sus amigos. Se trató de un círculo de intelectuales, artistas y filósofos que compartían ideas y sentimientos. El centro fue el 46 de Gordon Square, donde se reunían los citados más otros que fueron incorporándose como Duncan Grant, Dora Carrington, Virginia Woolf, Katherine Mansfield y Gerald Brennan. En 1925 se casó con Lydia Lopokova, bailarina de la compañía rusa de Diaghilev, que fue su compañera el resto de su vida y una de las claves de su felicidad. Le fascinó su exotismo, su arte y su intuición.
Cuando llegó la Gran Guerra sus amigos se declararon objetores de conciencia, mientras que Keynes entró en el Tesoro. Le acusaron de traidor y él también se declaró objetor. Terminada la contienda formó parte de la delegación británica en las negociaciones que condujeron al Tratado de Versalles. Disconforme, abandonó París y escribió Las consecuencias económicas de la paz, que se convirtió en un best seller mundial. Para su autor, el Tratado era una violación de los términos del armisticio que haría imposible la recuperación de la economía alemana y europea. Y así fue.
Como el economista de Cambridge fue un hombre comprometido con su tiempo, sus libros abordaron los problemas económicos que jalonaron los años de entreguerras. En 1923 publicó Tratado sobre la reforma monetaria. Partidario del restablecimiento del patrón oro, estimaba que debía reformarse y se opuso a los intereses de la City y a la decisión de Winston Churchill de fijar la paridad de la libra a la tasa que tenía en 1914. En el siguiente, Un tratado del dinero, de 1930, se ocupó de las fluctuaciones de las economías industrializadas y sostuvo que frente al estancamiento debía recurrirse a la política fiscal para luchar contra el desempleo.
Y entonces llegó el crash de la Bolsa de Nueva York en 1929 y la Gran Depresión. Keynes dedicó sus mejores esfuerzos a transformar una teoría que pensaba inadecuada para hacer frente a los problemas de la economía mundial: el hundimiento de la actividad productiva. El de Cambridge interpretó la Gran Depresión como un problema de insuficiencia de demanda efectiva, que debía resolverse mediante actuaciones que estimularan el consumo y la inversión y a través del gasto público. La falta de demanda efectiva requería la intervención de las autoridades porque el sistema sería incapaz de recuperarse por sí mismo. Con la Teoría General nació el “keynesianismo”, base de la macroeconomía moderna.
En 1941 viajó a Washington para conocer la opinión de la Administración americana sobre el orden monetario para la posguerra: un mundo monetario de tipos de cambio fijos con el dólar como divisa de anclaje y el restablecimiento del multilateralismo en el comercio internacional. Al año siguiente comenzaron las negociaciones que concluyeron en los acuerdos de la Conferencia de Bretton Woods. Los responsables del Tesoro americano elaboraron un plan y Keynes se encargó de preparar el británico. Se impuso el primero con la naturalidad que daba a Estados Unidos el liderazgo económico mundial. Nacieron el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Keynes estuvo allí, no progresó su proyecto, pero se dejó sentir su personalidad y fuerza intelectual.

Tras el ‘crash’ del 29 propuso utilizar el gasto público para estimular el consumo y la inversión

Keynes visitó España en tres ocasiones. En 1907 y en 1909, de excursión por el Pirineo aragonés. La tercera en 1930, invitado por el Comité Hispano-Inglés a dictar una conferencia en Madrid, en la Residencia de Estudiantes, Las posibilidades económicas de nuestros nietos. Dijo que confiaba en un crecimiento continuo a largo plazo, que permitiría disfrutar de más ocio y dedicarse a los placeres de la vida. Todo muy en línea con el espíritu de Bloomsbury y en vena con sus aficiones artísticas e intelectuales.
Maynard Keynes falleció el 21 de abril de 1946 de un ataque cardíaco. Luis Ángel Rojo, en Keynes: su tiempo y el nuestro, describe así al economista de Cambridge: era inteligente y confiaba en la fuerza de las ideas para resolver las dificultades; era brillante e ingenioso, paciente con sus contradictores, extrovertido, amable, generoso, leal con sus amigos y con intereses múltiples en campos tan variados como la literatura, el ballet, la música y la pintura. Fue un economista original, especulador afortunado, negociador hábil. También fue afortunado en amores: primero dentro del círculo de Bloomsbury, con cambio frecuente de parejas y sin atención excesiva a las diferencias de sexo; después, en su matrimonio con Lydia Lopokova. Bertrand Russell dijo que el intelecto de Keynes era el más agudo y el más claro que había conocido y su contemporáneo Schumpeter que era un hombre culto, afectuoso, desinteresado, sociable y conversador.
Keynes participó en todos los grandes acontecimientos de su tiempo. Su legado académico es imponente y dejó tras de sí una revolución en la esfera de la política económica. Con él nació el “keynesianismo”, que todavía tiene un largo recorrido, como hace poco recordó Skidelsky, en El regreso del maestro. El Keynes que propuso remedios eficaces para salir de la Gran Depresión seguro también los propondría ahora para hacer frente a la Gran Recesión. Y ante la falta de ideas cabría exclamar: ¡necesitamos un Keynes!

Pablo Martín-Aceña es catedrático de Historia Económica de la Universidad de Alcalá (UAH).
¿REVOCATORIO SIN ELECCIONES REGIONALES?



               JEAN MANINAT

Ahora que las tan esperadas planillas han sido entregadas por el CNE -con las manos engarrotadas por no querer soltarlas- el mecanismo para poner en marcha el referendo revocatorio ya comenzó a marcar tic-tac para ponerse en marcha. En el camino quedó exangüe la enmienda constitucional, para sorpresa de nadie, tras la caprichosa interpretación jurídica que hizo el TSJ. La renuncia, según un despabilado argumento que rebotó en tuiter, siempre será válida, y estará al dente, ya que el presidente Maduro es un invitado perenne a renunciar, hasta que su voluntad aguante. En todo caso, está claro que el revocatorio es la opción que más entusiasmo ha despertado entre la oposición, por ser el más plausible, en medio de las grandes dificultades que le esperan en el camino y que ya han sido suficientemente señaladas
Tal como lo señaló recientemente el gobernador y líder de la oposición Henrique Capriles, habría que aprovechar el esfuerzo plebiscitario para exigir que se establezca desde ya la fecha precisa para realizar las elecciones regionales pautadas para este año, pues los dos procesos no son excluyentes. Muy por el contrario, podrían alimentarse mutuamente -cada uno desde su esfera particular- para potenciar su efectividad como palancas de cambio en el país. El esfuerzo por instrumentalizar, y luego ganar el referendo, no debería desdibujar unas elecciones que serán determinantes para la recuperación democrática de Venezuela. Cualquiera sea el resultado del referendo, pero sobre todo, si se ganase, haría falta contar con el mayor número de gobernaciones posibles -según las proyecciones actuales se podrían ganar la mayoría de ellas- para darle sustentabilidad al proceso de transición democrática que se abriría, al tener un ancla potente en los estados que alguna vez fueron esquivos con el cambio democrático.
El rigor del desastre es especialmente acucioso allí en la Venezuela profunda, la relegada por el gobierno y sus gobernadores afines, quienes no han dicho esta luz es mía a la hora de defender el bienestar hidroeléctrico de sus moradores. Sin hablar de las otras pestes desatadas por 17 años de lo que hoy luce como una pesadilla regresiva, una distopía insensata que desbastó un país que alguna vez apuntó hacia la prosperidad, en medio de  falencias que -visto el naufragio que se padece actualmente- son parte del recuerdo de un país añorado. Un cambio próximo de gobierno, la culminación de un liderazgo que unifique el envión de transformación democrática que traspira el país, necesitará de un discurso -un relato, como dicen ahora- que integre las necesidades específicas de cada región y sus habitantes. Será el cimiento, la proximidad efectiva -y políticamente emotiva- que posibilite que las ansias de cambio se anclen en las aspiraciones cotidianas de todos los venezolanos.
Mascar chicle y caminar con premura es un ejercicio que realizan bien los distraídos, a veces se muerden la lengua y despiertan dolorosamente a la realidad. Labrar el cambio pacientemente tiene sus riesgos, pero tiene la ventaja de no desandar el camino a cada esquina y toparse con una calle ciega. Las elecciones regionales están allí, a tiro de piedra, emparejadas con el revocatorio. No las perdamos de vista, por el amor de Dios.
@jeanmaninat

¿Por qué no renuncia? 

Oscar Hernández Bernalette


No hay esfuerzo posible ni propaganda amañada que ayude para que el gobierno levante su deteriorada imagen. Será que algunos de sus amigos de partido o del Foro de Sao Paulo tendrán la honestidad de explicarle a Maduro que lo mejor que debe hacer por el bien del país, de su familia, del propio PSUV es renunciar.
Qué importante la opción del revocatorio; es una salida constitucional pero al igual tardará su tiempo en implementarse, en imponer nuevas elecciones y que tengamos un nuevo gobierno listo para las complejas tareas que se tienen por delante para recuperar el país.
La situación es tan grave que el país necesita un soplo de oxígeno que lo tranquilice y le dé ánimos para prepararse para los nuevos tiempos. Pero no es para dentro de unos meses, es para ahora, lo más pronto posible, porque la gente está desesperada, agresiva, asustada, y entendió al fin que el modelo que se le propuso no funcionó y, además, fue engañoso y tortuoso.
El alto gobierno, aun borrachos de poder unos, y otros encismados en las prebendas de la vida fácil, del despilfarro y de la corrupción, no quiere entender que el país se les fue de las manos y la ciudadanía está furiosa. Lo que se escucha en la calle es grave por altisonante, y lo que se ve es peligroso. La gente está harta de las colas para conseguir alimentos, de los precios exorbitantes, del engaño y de ser cada día más pobres. Borraron del mapa a la clase media, medida esta por sus ingresos y no por sus valores, de los cuales la lucha y la perseverancia siguen intactos.
Entonces, ante un cuadro de esta naturaleza, reforzado por la crisis eléctrica que tiene como consecuencia la estafa y no El Niño, la duda razonable que se genera sobre la nacionalidad, además de una inflación que desborda el poder adquisitivo del venezolano en un momento en el cual la opinión pública internacional recomienda un cambio de gobierno, nos situamos en un escenario de la lógica política que le recomendaría a Maduro que renuncie a la presidencia, que no le inflija más sufrimiento a la gran mayoría de los venezolanos, que negocie términos que en política tienen sentido y busque otro destino que le permita a Venezuela superar el inmenso deterioro a que está sometida.
 María Corina Machado y el militar mitológico




María Corina Machado, valerosa y siempre muy articulada líder de la oposición venezolana, ha sido desde siempre uno de los blancos favoritos de la violencia política del régimen chavista. En esto somos literales: la diputada más votada de la Asamblea Nacional en 2010 fue golpeada a mansalva, dentro del hemiciclo, y enviada al hospital, por una energúmena acreditada como parlamentaria chavista.
El capitán Diosdado Cabello, mientras presidía la corporación parlamentaria despojó arbitrariamente de su curul a María Corina –como la llamamos cariñosamente todos los venezolanos–, merced de un retorcido tecnicismo. Su presencia de ánimo ante las arremetidas de los grupos paramilitares y su gran predicamento en los sectores populares acreditan razonablemente para ella un futuro presidenciable.
Me apresuro a decir que he votado por ella, tanto en las primarias de la oposición de 2012, como, anteriormente, en las mencionadas parlamentarias de 2010, cuando la oposición comenzó su sostenido ascenso electoral. Me ha movido a ello la consistente postura de María Corina a favor de la economía de mercado y la democracia liberal, sin esguinces centroizquierdistas.
Luego de este caveat de casi 200 palabras, creo que puedo entrar a discrepar, sin ser tenido por desleal francotirador, de una las últimas iniciativas de Machado. Pues bien, María Corina ha publicado y hecho circular en las redes sociales, durante la semana pasada, un manifiesto dirigido a la Fuerza Armada Nacional.
El manifiesto es indistinguible, en letra y espíritu, de los muchos aldabonazos que algunos civiles venezolanos han dado en la puerta de los cuarteles, clamando por la intervención militar en los asuntos públicos, durante todo el siglo XX, y con resultados siempre catastróficos, en lo que va del XXI.
En su manifiesto, después de considerandos muy pertinentes sobre la desesperada situación que vive Venezuela, Machado afirma que “ante la ilegal pretensión de emplearlos ahora como carceleros y eventuales verdugos de un pueblo hambriento en especial a la Guardia Nacional, es imperativo recordarles nuevamente cuál es la esencia de las FAN y qué espera la nación de sus ciudadanos militares”.
Habla también Machado de una presunta “reserva moral” que alienta en el seno de los mismos fanatizados gorilas que asesinan estudiantes y golpean diputados electos. No ha sido Machado, por cierto, la única en exhortar a esos militares a estar “a la altura de las graves circunstancias”.
Logias de longevos militares en retiro suelen hacer el mismo tipo de exhorto, invocando el honor militar y el juramento que etcétera, etcétera, etcétera. Y, por supuesto, también los “guerreros de Internet” que, desde Miami, instigan a la masa opositora a la lanzarse, sin más, a la calle, a la usanza ucraniana. La premisa básica de todos estos exhortos es mitológica.
Se apoya en el pensamiento mágico y parte de la idea de que, en alguna parte, en una caverna situada en lo más profundo de los cuarteles, y nunca detectados por el G2 cubano, laboran como incansables nibelungos unos oficiales integérrimos, que además de ser leales al juramento que etcétera, etcétera, son abogados constitucionalistas.
Ellos solo esperan que la ciudadanía civil dé el primer paso y se inmole en un sangriento estallido social que haga tan ingobernable el país como para justificar la entrada en acción de esa, repito, mitológica “reserva moral” de las Fuerzas Armadas que nos salvará de la barbarie chavista; barbarie militar por definición.
La verdad, si se trata de creer en unicornios azules, prefiero marchar por el problemático revocatorio y aguardar a las elecciones regionales que de seguro barrerán con los 11 gobernadores militares.

jueves, 28 de abril de 2016

Y después de la planilla ¿qué? 



El gobierno tiene su agenda más que cantada. Consiste en posponer hasta enero de 2017 la consulta del referéndum revocatorio. Para ello se valdrá de demoras injustificadas, de normalillas, de incisos y letras pequeñas. Con su fachada hipócrita tratará de alargar todo lo que pueda la consulta. Sabe que la pierde. Cualquier elección la perderá. Por eso lo mejor es posponer lo inevitable.
En el camino puede que la oposición se desanime, que la invada la desesperanza, que surja de su seno esa vocecilla que gusta a tanto sabiondo: “Otra vez no pudimos, hagamos lo que hagamos ellos siempre ganan, el pueblo se acostumbró”.
Quienes así piensan no solo son colaboradores del gobierno, sino que además expurgan sus temores anticipando el fracaso. Si no se logra el objetivo, ya lo sabían; y si se da, pues, disfrutan de las mieles del triunfo como si hubiesen ayudado en algo. Son, con o sin intención, parte de nuestros enemigos.
Pero esa agenda de la desesperanza puede y debe ser vencida por la oposición. La fulana planilla del revocatorio puede que se haya entregado dos o tres semanas antes de lo que en su agenda de posposiciones tenían previsto. La movilización, la amenaza de ir juntos a reclamar el derecho constitucional, les adelantó el reloj de su macabra demora. Ténganlo por seguro, sin presión no se habría entregado este primer requisito.
Vienen nuevos y más intentos de retrasar lo inevitable, el trabajo de la oposición es modificar el guion del gobierno, el cual, como sabemos, responde a una agenda de supervivencia y de ningún modo a una de reconstrucción o de soluciones para el país.
Si, efectivamente, pueblo y oposición logran superar todas y cada una de las barreras hasta convocar el referéndum revocatorio, ganarlo como lo estipula la Constitución (obtener 7,6 millones de votos) y, además, celebrarlo antes de 2017, pues entonces el mandado estará hecho y el próximo capítulo será convocar a un gobierno de unidad nacional, ganar las elecciones y enfrentar la crisis con haberes que este gobierno simplemente no tiene.
Pero si ello no es posible, si no se logra el referéndum para la fecha límite o, peor aún, si no se logra ganar el referéndum con la cantidad de votos necesarios, entonces los escenarios cambian completamente. De las dos malas noticias para la oposición, perder el revocatorio parecería un escenario descartable, siempre y cuando este tenga lugar antes de 2017. La crisis, la torta que definitivamente es el señor presidente, junto al entusiasmo de una nueva esperanza, garantizan el triunfo. Después de esa fecha será difícil movilizar a la población, nos embargará la desesperanza que, como sabemos, es el juego preferido (o quizás el único) que le queda al gobierno.
Dicho esto, las elecciones de gobernadores serían la opción de acumulación de poder para la oposición. Una buena mayoría de gobernaciones haría casi obligado un gobierno de cohabitación. Si las cosas se agravan (hiperinflación de por medio) no es descabellado pensar en un gobierno de transición dentro del propio chavismo (negociar desde el poder siempre es ventajoso). Se trataría de una retirada ordenada que pondría en apuros a la oposición y su necesaria unidad. Radicales y moderados irían a un match en el cual el único ganador sería el gobierno.
Así las cosas, no superar todos los escollos para ir al referéndum revocatorio es muy costoso para la oposición y para el país. Se le daría aire, así esté envenenado, a un gobierno sin futuro que no importa lo que haga perdería abrumadoramente en 2019.
¿El costo? Tres años más de espera y de sacrificios. Más tiempo perdiendo el autobús de la historia. De allí que después de la planilla solo queda seguir bregando para cambiar la agenda del pasado y de privilegios mezquinos que quiere el gobierno.
¿Dónde están los estadistas?

   

                 LUIS UGALDE sj

Sorprende que en un naufragio tan catastrófico y evidente no hayan surgido ya dirigentes decididos a salvar el barco y persuadir que a todos nos va la vida en ello, no importa el color político. Con un gobierno empeñado en ignorarlo, negarlo o convertirlo en conspiración del imperialismo capitalista, la gente echa de menos a estadistas. Estos no son extraterrestres y hacen falta del lado del gobierno y de la oposición. Al estadista lo distingue su capacidad de superar la parcialidad electoral inmediatista y el beneficio personal o partidista, con una visión y voluntad de país que reta y convence a la sociedad  y suscita una creatividad nueva e inclusiva.
Cada día aumentan en todos los sectores el sufrimiento y la conciencia de la gravedad, pero no  la sensación de que las soluciones están más cerca, y el malestar se incrementa con el juego de pin-pon entre la Asamblea que hace nuevas leyes y el Ejecutivo que manda bloquearlas. En los que se alegraron por la profunda derrota electoral madurista, se va enfriando la esperanza, pues les parece que la MUD se diluye como voluntad y estrategia unitaria alternativa y que se van imponiendo los intereses particulares partidistas, o que hacen propuestas  inviables con la ideología reinante.
Por otra parte, el gobierno sorprende y disgusta a muchos de sus propios simpatizantes nacionales e internacionales, por su parálisis mental e incapacidad de tomar decisiones, mientras la catástrofe se agrava y crece la agresividad política y social.
El pesimismo también reaviva teorías fatalistas sobre la inferioridad de nosotros como nación con un determinismo genético-histórico que nos predestina al fracaso. Les parece de mal gusto soñar con una Venezuela de esperanza, recordar lo que nuestro país logró en circunstancias difíciles del pasado, con pactos entre adversarios y tolerancias sociales ejemplares; incluso les parece evasivo poner ante los ojos a países latinoamericanos que  sufrieron situaciones catastróficas peores y se refugiaban en nuestra amplia hospitalidad. Esas naciones superaron las coyunturas adversas y quienes nos envidiaban son hoy nuestra envidia. Pasan los días y lo que en diciembre fue esperanza y primavera se va transformando en invierno fatalista y  se contagia la enfermedad de la antipolítica.
Por lo contrario, la realidad clama por estadistas guiados por la Constitución democrática y capaces de soñar con los pies en la tierra y de encontrar razones para ir juntos, como única posibilidad de construir exitosamente. Estadistas capaces de crear un relato de esperanza novedoso y transformador donde la muerte se convierte en vida, por el esfuerzo de la gente. Crear el relato y creer en él, contagiar esa fe a toda la población, transmitir convicciones, convocar y aglutinar. No pedimos milagros, pero sí sensatez. No hacen falta genios de la economía ni doctores de la política, sino voluntades con ética, remeros decididos a remontar corrientes adversas, concertar una decena de medidas claves y aplicarlas con decisión; su éxito depende de que sean deseados y apoyados por la gente y por líderes significativos de la actual oposición, del  chavismo y de la Fuerza Armada, decididos a cumplir la Constitución y hacerla cumplir. Los  comunicadores y sus diversos medios son decisivos, pues la población debe sentir en carne propia la propuesta y sus efectos en la llegada inmediata de medicinas, alivio en los supermercados, mercales, abastos, farmacias y centros de salud, y signos de liberación en las cárceles políticas…Decisiones negociadas internacionalmente con más pragmatismo y menos ideología. Decisiones que no se quedan en ayudas momentáneas, sino que van a políticas económicas que desbloquean la  actividad empresarial y hacen a nuestro país atractivo para la inversión y la productividad. Medidas que combinen el estímulo a la creatividad empresarial con la nueva visión social inclusiva de la empresa, como camino de superación de la pobreza y esperanza de los pobres, con políticas que fortalecen su organización y productividad y multiplican sus oportunidades.
Camino de drástica recuperación ética y lucha por el rescate constitucional de las instituciones y el implacable castigo a la corrupción y al saqueo público. Necesitamos un gobierno de salvación nacional capaz de hacer más con menos, tomar decisiones difíciles, responder al país que a gritos silenciosos pide reconciliación. Un gobierno de transición que se pone límite temporal a sí mismo, pues los partos felices no pasan de nueve meses de embarazo.

UNA APELACION A LA CONCIENCIA DEMOCRÁTICA DEL HEMISFERIO


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El rechazo y descrédito del gobierno venezolano aumentan aceleradamente en el ámbito internacional.
La probabilidad de que la crisis política y económica de Venezuela pase a ser un tema de evaluación multilateral en las instancias hemisféricas no es descartable. Lo fue a comienzos de la década pasada, luego de los acontecimientos en que tuvo lugar la renuncia de Chávez.
El gobierno de Maduro y/o de los militares sigue cerrado tercamente a las necesarias  soluciones nacionales concertadas para enfrentar la crisis.
No admiten que sin un amplio acuerdo para la gobernabilidad no hay salida pacífica.
Para que se dé un compromiso de esta naturaleza se debe partir del reconocimiento de la legitimidad de la oposición democrática y el gobierno de forma absurda se niega a  ello.
La utilización del Tribunal supremo para violentar el Estado de Derecho y pretender anular los poderes constitucionales de la Asamblea es la prueba del desconocimiento de la legitimidad democrática conferida el 6D.
Mientras se produce este zarpazo a la institucionalidad democrática, que al mundo tiene alarmado, se va pudriendo más y más la crisis venezolana, y con ella el gobierno que la generó.
En paralelo, la vida de los venezolanos, no sólo la de los más vulnerables, también la de los distintos estratos de la clase media, se va deteriorando a una velocidad  aterradora.
Es un espanto lo que está ocurriendo a diario. Ya no es sólo la falta de alimentos, medicinas o repuestos, es también la carencia de electricidad, el agua y un hampa enseñoreada y sin freno que mantiene bajo terror a la población.
Opositores y hasta simpatizantes del gobierno no soportan más la situación económica, y desean mayoritariamente que el gobierno se vaya por incapaz.
Con extrema preocupación los vecinos del hemisferio y más allá, están observando la hecatombe social en desarrollo en nuestro país. No alcanzan a comprender cómo puede ser posible que hayamos llegado a estos extremos de necesidad y desasosiego, un país que obtuvo tantos recursos en los últimos años.
No pocos piden que entes internacionales, como la OEA o Mercosur, adopten una posición firme frente a esta tragedia, que obligue al gobierno a entenderse con los factores de oposición democrática y evitar caer en un caos de ingobernabilidad.
A pesar del entusiasmo que crearon las elecciones de diciembre pasado, y las esperanzas de cambio que produjeron, hoy de nuevo crece el desaliento y la frustración, visto que el gobierno no quiere corregir el mal rumbo que ha llevado y obstruye las iniciativas que parten de la Asamblea de modificarlo.
Esta desesperanza que estimula el gobierno, desafortunadamente, arrastra a la oposición democrática, a pesar del esfuerzo que ésta hace por cambiar las cosas. De allí que deba afinar y reforzar su mensaje señalando, por ejemplo, que las colas, la falta de alimentos y medicinas, y las demás carencias, se deben a que un tribunal supremo espurio, arrodillado ante el poder ejecutivo, anula las leyes que van en beneficio de la población y apuntan a solucionar los graves problemas que padecemos.
Sin duda, salir del gobierno nefasto que ha destruido el país será obra de los venezolanos. Pero para ello es crucial que los organismos internacionales coadyuven a la salida menos traumática posible. Hay normas y principios que Venezuela ha asumido en esas instancias. Son compromisos obligatorios. La democracia y la vigencia de los derechos humanos deben ser Ley efectiva en nuestro territorio, y su no cumplimiento puede acarrear sanciones políticas y económicas. Ejercer presión en tal sentido, por parte de tales entes, es legítimo y necesario.
Obviamente, es dificultoso lograr pronunciamientos en esos escenarios, habida cuenta de los intereses de toda naturaleza en juego. Las interpretaciones que hagan los gobiernos de los demás países de los hechos de Venezuela y su gravedad, es lo que determina las acciones o medidas que puedan adoptarse.
Sin embargo, el mayor conocimiento y la alarma sobre Venezuela hacen posible alguna valoración colectiva que contribuya a una solución.
Los venezolanos comienzan a impacientarse. Hay hechos que muestran un malestar creciente que puede desembocar en violencia. Es sobremanera turbador lo que se vive a diario. Hay tiempo aun para evitar el derrumbe. Queremos salir de esta terrible situación de la mejor manera. Desde Venezuela apelamos a la conciencia democrática del continente y el mundo. 

EMILIO NOUEL V.