lunes, 31 de octubre de 2016

JESUS CHUO TORREALBA PIDE LIBERAR LOS PRESOS POLITICOS PARA CONTINUAR EL DIÁLOGO 

EFE

               (Foto Reuters)

El secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), Jesús Torrealba, pidió hoy al Gobierno del presidente Nicolás Maduro gestionar de manera inmediata la liberación de opositores presos para garantizar la continuidad del diálogo político que inició el domingo en el país caribeño.
“Creemos que sin gestos concretos, inmediatos, en los próximos días, en las próximas horas, de liberación de presos políticos, ese proceso de diálogo no puede continuar, es demasiado importante”, afirmó el secretario ejecutivo de la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), Jesús Torrealba.
Durante su programa de radio, el opositor aseguró que en la reunión con representantes del Gobierno celebrada la pasada noche y que se extendió durante casi seis horas la MUD subrayó este punto como su primera condición.
Luego, en entrevista con la emisora caraqueña Éxitos, Torrealba explicó que estos “gestos inmediatos” podrían frenar la iniciativa opositora de marchar el jueves hacia el Palacio presidencial, una manifestación que el chavismo ha visto como un plan subversivo.
Los opositores también exigieron en la mesa de diálogo la reactivación del proceso para un referendo revocatorio presidencial este año, un mecanismo que la MUD impulsó durante meses y que el poder Electoral suspendió hace días en vísperas de que se concretara el último requisito para la convocatoria de la consulta.
“O un acuerdo político que permita el adelanto de elecciones presidenciales (…) esta situación no tolera lo que algunos oficialistas sueñan: llegar al 2018, eso no es posible”, continuó Torrealba.
La oposición además habló, según dijo, sobre la elección de nuevas autoridades del Consejo Nacional Electoral (CNE), una tarea que compete al Parlamento, de mayoría opositora, y que consideran “vital” pues afirman que el actual CNE al suspender el revocatorio “colocó al país al filo de la violencia generalizada”.
Torrealba reiteró que acudieron a esta mesa de conversaciones únicamente por la presencia en Venezuela del prelado italiano Claudio María Celli, representante del Vaticano, “una institución de altísima solvencia moral y que sí significa para los venezolanos garantía de mediación ecuánime y justa”.
A este primer encuentro formal y exploratorio acudieron también el secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), Ernesto Samper; el expresidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y los expresidentes de Panamá, Martín Torrijos, y de República Dominicana, Leonel Fernández.
Por parte del Gobierno participaron el presidente Maduro; la canciller, Delcy Rodríguez; el alcalde de Caracas, el oficialista Jorge Rodríguez; el diputado chavista Elías Jaua, y el exembajador venezolano Roy Chaderton.
EFE
LAS TRAMPAS DEL LENGUAJE

ALBERTO BARRERA TYSZKA

PRODAVINCI

Y entonces resulta que, después de tanta vuelta, aquí estamos de nuevo sentándonos a dialogar. Hoy es un domingo perturbador. No es fácil dialogar con quien no entiendes, escuchar a quien no le crees ni el saludo. Tampoco es fácil rechazar el diálogo. Sobre todo si no tienes otra alternativa, si no tienes ni siquiera balas. Hoy es un domingo perturbador. Pero ineludible.
Hay que asumir, con saludable naturalidad, que el diálogo es una condena. Una obligación que ninguno de los dos desea cumplir. Vamos empujados, a regañadientes, llenos de heridas. La primera palabra que brilla, para ambos, es la sospecha. Sospechamos que el otro miente, sospechamos que la conversación no sirve para nada. La rabia muda es una zona de confort.
¿Con qué lenguaje vamos a hablar? Ese es un elemento fundamental del debate. Porque, desde el uso mismo del lenguaje, el oficialismo diariamente sabotea cualquier posibilidad de entendimiento en el país. El miércoles pasado, Nicolás Maduro volvió a afirmar que “la oligarquía más nunca vendrá ni entrará a Miraflores. Así lo decreto y así lo lograremos” ¿Quién es la oligarquía para Nicolás Maduro? Es la oposición, es cualquiera que adverse al poder establecido. Lo mismo ocurre con el término “derecha”. Una denominación que, en rigor, define muy poco y que sólo sirve para deslegitimar moral y afectivamente a cualquiera que cuestione al gobierno. Pero Maduro, y otros altos funcionarios, insisten en repetir lo mismo. Es decir: tácitamente, todo el tiempo, se auto proclaman dictadores eternos. La democracia y el diálogo no están en su idioma.
Otro ejemplo: en medio de esta agitada y conflictiva semana, el Ministro de la Defensa, flanqueado por el Alto Mando militar, todos con uniforme verde oliva y rostros circunspectos, leyó al país un comunicado que invocaba el rol institucional de la Fuerza Armada y que apelaba a la defensa de la Constitución por encima de cualquier vinculación política particular. Al finalizar el texto, una sola consigna destruyó completamente lo que había leído. La alusión a Chávez contradice de manera feroz el resto del discurso ¿En cuál de los dos mensajes cree Vladimir Padrino? ¿En cuál debemos creer nosotros?
No se trata sólo de la mesa de negociaciones. Se trata del futuro en general. De la necesidad de entrar en otro tono, de buscar otra manera de pronunciarnos y de debatir políticamente. Es un asunto, también, de coherencia, de mínima honestidad ante el país. Cuando, en medio del desastre económico y social que vivimos, Nicolás Maduro se atreve a decir “estamos haciendo aquí en Venezuela la obra de Jesucristo”, Nicolás Maduro se convierte en una chispa incomprensible. Es un cortocircuito galáctico o un cínico también galáctico. Si la salida a la profunda crisis que vive el país pasa por el diálogo, entonces pasa también por las palabras. Por la necesidad de cambiar las palabras. El oficialismo tiene que incorporar a los otros en su discurso. Con respeto y con legitimidad. Sin eso, jamás habrá diálogo.
Estamos ante una narrativa que muta con rapidez y que tiene en la historia reciente importantes referencias. Esta narrativa oficial, además, cuenta con el apoyo de la hegemonía mediática y con un mercadeo utilitario de la figura de Hugo Chávez. En momentos de crisis, la vocería oficialista se consolida desesperada alrededor de su narrativa. Y, por el contrario, la vocería de la oposición se desparrama, se desordena. Su diversidad se convierte en fragilidad. Hay discursos delirantes, distracciones tan incomprensibles como insistir en la búsqueda de la nacionalidad de Maduro para discutir sobre la ruptura del orden constitucional. Aparece, otra vez, la tentación de las salidas instantáneas, la idea de que somos mayoría y de que lo único que hace falta es tener valientes zapatos para llegar a Miraflores, tocar la puerta y entrar. La simpleza de pretender aprovechar la crisis para imponer agendas personales desde un programa de televisión. El radicalismo se sostiene sobre la fe en la magia. Y ya se sabe: los magos no dialogan. Prefieren recitar hechizos.
Pero los desaciertos de los liderazgos de la oposición no justifican el monólogo autoritario del poder. El oficialismo tiene que entender que el diálogo no transcurre únicamente en una mesa delante del representante del Vaticano. El diálogo también se expresa en las acciones del SEBIN, en las detenciones arbitrarias, en los presos políticos. El diálogo está en los oficiales militares que asistieron como público al programa de Diosdado Cabello esta semana. El diálogo está en la expulsión o prohibición de entrada al país a periodistas extranjeros. El diálogo está en un Presidente que usa el adjetivo “fascista” para calificar un derecho constitucional como es la huelga. El diálogo está en el TSJ convertido en instrumento partidista. El diálogo está en el silencio militante ante las denuncias de corrupción en PDVSA. El diálogo también está en la simple posibilidad que tiene cualquier otro de marchar en paz sin que, de forma inmediata, aparezca una manifestación oficialista contra atacando, queriendo enfrentarse. El diálogo supone que el chavismo por fin acepte la alternancia, que por fin entienda que los demás venezolanos no somos la guerra.
Las preguntas que han estado girando sobre el país durante todos estos días se detienen hoy en la esquina de este domingo ¿Es posible dialogar? ¿Cómo? ¿Para qué? ¿Acaso hay país más allá de las trampas del lenguaje?


domingo, 30 de octubre de 2016

ENTRE LA ESPERANZA Y LA MATANZA


JESUS "CHUO" TORREALBA


En el oficialismo, en lo que queda de él, los violentos (o sería exacto decir: los MÁS violentos) hasta ahora han venido tomando el control: Desde el rosario de detenciones arbitrarias y persecuciones feroces contra alcaldes y otros dirigentes políticos, hasta la insólita decisión de secuestrar judicialmente al Referendo Revocatorio y de asaltar el Palacio Legislativo, todo parece revelar que en el régimen y en su entorno la iniciativa política esta en manos no de quienes pudieran estar pensando en el rescate y relanzamiento de ese proyecto, sino en las de aquellos que están aterrorizados por cualquier perspectiva de cambio, pues saben que eso podría significar para ellos el fin de la impunidad.
En la oposición, al menos hasta ahora, ha venido ocurriendo lo contrario.  No sólo la dirigencia política ha venido obteniendo victorias tan importantes como la del 6D gracias al desarrollo de la estrategia pacífica, electoral, constitucional y democrática, sino que el pueblo, el ciudadano de a pie, ha aprendido a distinguir entre aquellas convocatorias que son congruentes con la estrategia pacífica y ganadora, y las que responden más bien a “repentismos” individualistas o grupales:  Cada vez que la MUD a convocado a votar, a firmar, a validar las firmas, o a defender cívicamente en las calles el derecho al voto como lo hicimos el pasado 1ro de Septiembre en la Toma de Caracas o el reciente miércoles 26 de octubre en la Toma de Venezuela, la respuesta ha sido masiva.  En cambio, otras convocatorias de tono confrontacional han tenido respuestas más bien discretas, cuando no francamente minoritarias.
Precisamente la respuesta del régimen ante el éxito de la estrategia electoral y pacífica de la Unidad nos ha traído a todos ante una situación extremadamente delicada:  Seguro de que la ya convocada jornada de búsqueda de al menos 20% de las manifestaciones de voluntad para convocar el Referendo Revocatorio se transformaría en una masiva movilización de millones de venezolanos durante 72 horas seguidas, lo que tendría un impacto político nacional e internacional del que no podría recuperarse, el régimen decide secuestrar judicialmente el proceso del RR.  Con esto, bloquea la solución electoral y pacífica a la crisis, y al bloquear la solución pacífica lanza al país en su conjunto al barranco de la violencia.  Con el asalto al Palacio Legislativo no hace sino dar un empujón más en esa nefasta dirección.  El mayoritario país democrático debe movilizarse entonces, en defensa de su derecho al voto y exigiendo la restitución del hilo constitucional y de la vigencia plena de la democracia.  El régimen anuncia públicamente que criminalizará tal movilización.  La confrontación, pues, esta servida.  El rumbo de colisión esta trazado, para preocupación y angustia del país mayoritario que quiere cambio pacífico, y para deleite de las minorías violentas que desde la comodidad de sus teclados o desde la seguridad de sus camionetas blindadas se frotan las manos ante la inminencia del desastre.
Es en ese marco que se produce la literalmente providencial aparición de El Vaticano en el contexto del conflicto venezolano.  Precisamente en la semana en que el régimen se roba el RR y asalta el Palacio Legislativo, el Papa Francisco envía a Caracas un representante personal (Monseñor Emil Paul Tscherrig, Nuncio Apostólico en Buenos Aires) para intentar lograr por la vía del encuentro y el diálogo lo que hasta ahora el régimen ha obstruido y saboteado usando la violencia institucional y la violencia física:  Que los venezolanos podamos resolver nuestras diferencias en paz, en las urnas electorales y no en las urnas de los cementerios, con votos y no con balas.
Yo jamás había asistido a los encuentros del llamado “diálogo”:  El 6 de marzo del 2015 el secretario general de UNASUR, Ernesto Samper, llega a Caracas y para evitar reunirse con el secretario ejecutivo de la Unidad convoca a una reunión no con la MUD, sino con “los partidos de la MUD”.  Los partidos aceptan tal convocatoria y se sientan con Samper;  El Secretario Ejecutivo de la Mesa NO ESTUVO ALLÍ.  Luego, a finales de mayo de 2016, se producen reuniones SEPARADAS entre representantes del Gobierno y representantes de partidos de  oposición venezolana con los mediadores (los expresidentes Zapatero, Torrijos y Fernandez, y los representantes de UNASUR);  Nuevamente, el Secretario Ejecutivo de la Mesa NO ESTUVO ALLÍ.  Luego, en fecha anterior a la Toma de Caracas se produce una reunión entre representantes del gobierno y representantes de partidos de oposición para acordar medidas que garantizaran la seguridad de la marcha;  Una vez más, el Secretario Ejecutivo de la Mesa NO ESTUVO ALLÍ.  Días después, a solicitud del gobierno, se producen reuniones exploratorias entre representantes del gobierno y representantes de partidos de oposición los días viernes 9 y sábado 10 de septiembre, en lo que se llamo “pre-diálogo”.  Como en anteriores ocasiones, allí estuvieron representantes de los partidos Voluntad Popular, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y Acción Democrática, pero el Secretario Ejecutivo de la Mesa NO ESTUVO ALLÍ.  Por eso es fácil entender que si el pasado lunes 24 de octubre el Secretario Ejecutivo de la Mesa SI estuvo presente en la reunión con el representante personal del Papa Francisco, con los ex presidentes, con UNASUR y con la delegación del gobierno, eso sólo fue posible por designación y delegación de los partidos que SIEMPRE han asistido a esos encuentros y que en esta ocasión decidieron no hacerlo y en vez de ello se hicieron representar en la persona del Secretario Ejecutivo de la Mesa.
Hoy domingo 30 debería producirse un nuevo encuentro entre un representante personal del Papa, representantes del régimen, representantes (esta vez si) de los partidos de oposición agrupados en la MUD, los tres ex presidentes y UNASUR.  El temario es claro:  Solución electoral, libertad de los presos políticos y retorno de los exiliados, atención a las víctimas de la crisis humanitaria y respeto a la Asamblea Nacional.  De esa reunión podrían salir importantes conclusiones que permitan “desescalar” el conflicto, retomar la senda electoral y alejar los amenazantes nubarrones de la violencia.  No hay que negarlo:  Este encuentro  se produce en un marco de escepticismo y desconfianza.  Pero entre la esperanza y la matanza, la inmensa mayoría de los venezolanos siempre apostará a la Paz, teniendo claro que “Paz” es mucho más que la ausencia de violencia física:  Paz es también vivir con dignidad, en libertad, con democracia, con alimentos, con medicinas y sin miedo.  Esa es la Paz a la que aspiramos los venezolanos.  ¡Palante!

29/10/2016 11:50pm

La ONU insta al Gobierno y a la oposición de Venezuela al diálogo

Ban Ki-moon elevó un llamado para 'reducir la polarización' que ha marcado

EFE

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, llamó al Gobierno y a la oposición de Venezuela, representada en la Mesa de Unidad Democrática (MUD), a “reducir la polarización” en el país y a comprometerse de forma sincera con el proceso de diálogo.
“Por encima de todo, el secretario general reitera su firme convicción de que el Gobierno y la oposición deben hacer esfuerzos concertados para centrarse en los actuales desafíos del país”, señaló Naciones Unidas en un comunicado.
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Eso incluye, según Ban, “responder de forma efectiva a las necesidades socioeconómicas del país”, y debe hacerse en beneficio de los venezolanos.
De acuerdo con la ONU, el diplomático surcoreano sigue “con preocupación la situación en Venezuela” y pide a todos los actores nacionales “medidas tangibles para reducir la polarización” y que se comprometan “sinceramente en el proceso de diálogo”.
Ban subrayó al mismo tiempo la importancia de respetar el Estado de derecho y la Constitución, a la vez que se asegura el respeto de los derechos humanos, incluidos la libertad de expresión y el derecho a la asamblea pacífica.
El jefe de Naciones Unidas llamó además “a todos los ciudadanos, sin importar su perspectiva política, a ejercer esos derechos de forma responsable”.
Ban expresó su satisfacción por la decisión del Vaticano de sumarse a la iniciativa puesta en marcha por exjefes de Estado y de Gobierno para impulsar el diálogo entre Gobierno y oposición, bajo los auspicios de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y el Vaticano.
La organización Human Rights Watch (HRW) envió el viernes también una carta al papa Francisco en la que aseguró que, para que haya un “diálogo fructífero” que no sea “una distracción”, debe reconocerse “la responsabilidad” de las autoridades en la crisis.
“De lo contrario, solamente ofrecerá una nueva distracción a las autoridades venezolanas para demorar las medidas urgentes que son necesarias para proteger los derechos humanos y restablecer un mínimo orden democrático en Venezuela”, afirmó el director para América de HRW, José Miguel Vivanco, autor de la misiva.
EFE
Naciones Unidas
¿NEGOCIAR YA ...O DESPUÉS?

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                               Luis Vicente León

El Universal

Estoy en un largo vuelo a Tokio, sin la magia del Internet en el aire, así que decidí probar una nueva experiencia, distinta a responderles sus preguntas en mi Twitter. Este es un yo con yo, con preguntas que me hago a mí mismo y lo que me viene a la mente como respuestas directas, sin anestesia.


1) ¿Hay todavía oportunidad de que se realice el Referendo Revocatorio, con una elección posterior que saque a todo el chavismo del gobierno? No, a menos que la oposición sea exitosa en crear un ambiente tal de ingobernabilidad que obligue al gobierno a replantearse su estrategia de bullyng contra la oposición e incluso en ese caso, éste sería sólo uno de los varios escenarios de cambio, ordenado o desordenado, resultantes de una estrategia extrema de presión social o de una negociación política presionada por ella.
2) ¿Puede la Asamblea Nacional tomar las decisiones que rescaten los equilibrios políticos, como cambiar los representantes de las instituciones colonizadas, ordenar la ejecución de elecciones bloqueadas y hasta realizar un juicio político al Presidente, como algunos esperan? Con mayoría opositora en esa institución, es posible que se coloquen esos temas en agenda, se discutan y se aprueben. Pero esas decisiones serían simbólicas. En Venezuela está planteado un conflicto de poderes, pero es asimétrico. Es la AN contra todas las demás instituciones y si bien ella representa a la mayoría del país y el sentimiento nacional de cambio, sus decisiones son y serán desestimadas por el TSJ y ninguna institución de poder aceptará ni acatará las decisiones del Parlamento, por lo que sus decisiones son relevantes y necesarias en el plano político, darán sentido a la lucha opositora y dejarán registro para el futuro de lo que ocurre hoy en Venezuela, pero empíricamente no serán acatadas por la institucionalidad revolucionaria que domina el país, a menos que estén presionados por una vía distinta.
3) ¿Tiene sentido que la oposición, luego de haber sido violada en público, se embarque de inmediato en un proceso de diálogo, moderado por el Vaticano, para tratar de buscar salidas a la crisis? Esta es la más difícil de las preguntas que me hago. Y la verdad, he escrito y borrado diferentes respuestas tres veces y no garantizo que después no quiera borrar ésta que finalmente comparto. Soy un defensor a ultranza de la necesidad de negociar para buscar una solución estable a la crisis. He escrito mucho sobre el tema y no he cambiado de opinión. Sigo pensando que el final estable de esta historia tendrá que ser una negociación política, que garantice un cambio en paz. Pero lo que no me queda claro es cuándo y sobre todo si la oposición debe ir directo a una negociación, luego de la ruptura definitiva del chavismo con su propia estrategia fundamental de legitimarse en una especie de democracia procedimental electoral que ahora finalmente pateó. ¿Ir a la mesa sin haber mostrado los dientes y llegar sin un activo concreto que le permita presionar los cambios? ¿Es ahora mismo o cuando ella esté realmente en la calle, pacíficamente pero más allá de una marcha puntual, expresándose y actuando permanentemente? Pues depende. Si en realidad la oposición es capaz de canalizar esa energía, lo mejor es esperar a tener eso en la mano para ganar poder de negociación. Pero si la realidad es que la oposición no confía en su propia capacidad de mover a la gente más que a un pequeño grupo de marchas, esplendorosas pero efímeras y luego teme que se desinfle su fuerza, entonces mejor se sienta de una vez a negociar, poniendo sobre la mesa su fuerza teórica, antes de demostrar que no la tiene empíricamente. Sería una finta de póker que algo vale… aunque no para lo que necesita.  
HOMBRE EN TERCERA, DOS OUTS

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         CARLOS RAUL HERNANDEZ

EL UNIVERSAL

Hay un cambio fundamental en la correlación de fuerzas del país: la mayoría en la Asamblea Nacional obtenida en 2015  exhibió ante el mundo que las fuerzas democráticas representaban al país real. Un triunfo apoteósico que se hizo posible porque los candidatos y los partidos tuvieron el coraje de jugarse el físico para buscar los votos y defenderlos. Esa mayoría ganada en medio de tensiones y desafíos, gracias a la participación en el proceso electoral contra todo chantaje, es lo que hoy crea la esperanza. La MUD merece un caluroso reconocimiento por ello. Durante mucho tiempo, la revolución se encubrió en el argumento, compartido por la comunidad internacional, de que se trataba de un gobierno popular, que trabajaba por las reivindicaciones de las mayorías. Por eso su líder, un moreno que “venía de abajo”, se enfrentaba con valor a un bloque reaccionario de blanquitos y pudientes.
Ese bloque reaccionario, apaleado electoralmente o abstencionista, se resistía por la violencia a abandonar privilegios y para eso intentaba sucesivas modalidades de golpe de Estado. Tal tendencia de opinión en el mundo –tuve que discutirla en una ocasión nada menos que con un alto funcionario de la Embajada norteamericana– se confirmaba con diversos hechos de fuerza que no vale la pena repetir, pero que cerraron con broche de oro con el retiro de las candidaturas parlamentarias en 2005. “¿Quién les va a creer que son demócratas si tienen miedo de enfrentarse a la evaluación electoral?... ¿Qué  clase de democracia es la que Uds. practican?”, me espetó una vez una conocida periodista italiana. Por eso la ruda batalla contra el abstencionismo y todas sus tontas derivaciones tenía una importancia estratégica esencial y era necesario ganar, independientemente de los abusos del gobierno y del CNE.
 
Virtuosamente terca
Se ganó agónicamente, por un pelo,  en 2007, 2008 y en 2010, pero en 2015, ocurrió el deslave, gracias a la constancia y la terquedad de una oposición que no se arredró ante los insultos y calumnias de la guerrilla off-shore. Hoy la existencia de esa mayoría parlamentaria ha creado una crisis política como nunca había existido y el gobierno se propuso desmontar la Asamblea Nacional, reducirla, cosa que intensificó la crisis y encendió las alarmas en la comunidad internacional, porque el Legislativo es la esencia de la democracia. Gracias a eso hoy el Vaticano, la OEA, Mercosur, la Unión Europea, los expresidentes iberoamericanos, los parlamentos, los gobiernos, saben que la amenaza totalitaria no es un cuento de escuálidos resentidos, sino una realidad que la sociedad venezolana resiste.
Y que no se quiere una solución militar, sino democrática, electoral, constitucional, pacífica. Gracias a la existencia de la MUD y los partidos políticos, tan odiados por la oposición de la oposición, el malestar social se traduce en votos y las acciones de los treinta partidos que la conforman no son obra de la inspiración de ningún genio del teclado. Ellos hacen posibles eventos como las movilizaciones del 26-O y el 1-S, que dejan sin piso social al grupo dominante. El gobierno son ocho personas que no gobiernan, porque no enfrentan la megadevaluación, la hiperinflación, la toma del país por grupos irregulares, la escasez, y su única iniciativa es la violencia contra la gente que reclama una vida decente. La Unidad ha recuperado la iniciativa, está a la ofensiva y juega duro con las dos decisiones que ha tomado para lo inmediato.
 
Negociar y acordar
Al mismo tiempo, los dirigentes han hablado de conjugar diversas expresiones de lucha cívica y pacífica. Un paro nacional limitado de doce horas, será una nueva demostración de fuerza, y después una concentración frente a la sede del Poder Ejecutivo, pero antes de eso existe la posibilidad de iniciar negociaciones sobre el conflicto, opción con la que están comprometidas realidades políticas como la Unión Europea, el Papa y el gobierno norteamericano. Lo deseable sería que antes del 3 de noviembre las partes puedan establecer el comienzo del proceso de restitución de la mayoría calificada de la Asamblea, la escogen- cia de un nuevo CNE, la libertad de los presos políticos, la elección de go- bernadores y adecentar el TSJ, y ha circulado la propuesta de elecciones generales. No tiene racionalidad que se quieran plantear como condiciones previas las que a toda iluminación deberían ser producto del entendimiento entre las partes.
Se sabe lo que significa la presión de las gradas, que suelen defender posiciones inflexibles. Desde la eternidad, ni en la política ni en la vida se puede conceder todo el tiempo ni presionar todo el tiempo y es necesario conjugar ambas cosas. Hay que hacer puentes con los chavistas que manifiestan su relación crítica con la cúpula y al tiempo despejar las vías para que el gobierno tenga opciones en el marco de la ley, porque de no ser así, se abre la espita para emergencias de fuerza que podrían complicar en vez de resolver la situación. El control debe estar en manos de la política y no de los fusiles y debe producirse una pacificación, sin terrorismo judicial, con un nuevo gobierno que se dedique a resolver problemas, que son demasiados. Con mano izquierda hay grandes posibilidades de anotar y ganar el juego.

@CarlosRaulHer
La arbitrariedad del chavismo en las elecciones de Estados Unidos

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   LEOPOLDO MARTINEZ N.

EL NACIONAL

Venezuela y los desmanes del chavismo entraron en la contienda presidencial de Estados Unidos
Precisamente este momento, de arbitrario bloqueo al referéndum revocatorio presidencial, y de agravamiento de la crisis social y económica que asfixia a los venezolanos, Hillary Clinton escribió un editorial en español para el diario El Nuevo Herald, titulado Por una mayor unidad con América Latina, en el que al plantear su visión para el continente, dijo lo siguiente sobre nuestra Venezuela:
“Necesitamos mantener la presión sobre Venezuela y trabajar para encontrar una solución pacífica a la actual crisis política y humanitaria, como resultado del legado del régimen autoritario de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. No dudaremos en sancionar a los individuos que violen los derechos humanos o roben a sus conciudadanos, o en hablar a favor de los prisioneros políticos. A la vez que los venezolanos expresan su derecho constitucional a emprender un cambio de rumbo, deberían saber que no están solos; Estados Unidos está con ellos. Y utilizaremos nuestro liderazgo en Latinoamérica para asegurar que el resto de la región también se una en solidaridad”.
En pocas líneas reitera una política que inequívocamente ha mantenido la administración de Barack Obama de forma constante, pero al mismo tiempo prudente, intentando una amplia coalición regional para trabajar el delicado asunto; incluso involucrando los buenos oficios de el Vaticano, para apoyar de forma decidida las posiciones del secretario general de la Organización de Estados Americanos y paralelamente con acciones de cooperación económica y energética con Centroamérica y el Caribe, en tiempos en los que la crisis fiscal y la caída de los precios del petróleo no le ofrecen a Nicolás Maduro el escudo diplomático que el chavismo construyó y mantuvo por una década a través de Petrocaribe.
Clinton tiene muy claro el asunto y cómo tratarlo. Además de la credibilidad y respeto del liderazgo latinoamericano para abordar el desafío que plantea la absurda radicalización del gobierno en detrimento de sus compromisos con la democracia en el marco de la Carta Interamericana. Del otro candidato no se ha escuchado, por cierto, un solo planteamiento bien articulado sobre Venezuela o la región, pero el neo-autoritarismo demagógico y la división de la sociedad por Chávez entró también por la puerta mediática en los mensajes oficiales del partido demócrata y otras organizaciones independientes, como el Latino Victory Project. En estos spots se le recuerda a la primera generación de inmigrantes que vive en Florida provenientes de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Perú y Chile coómo líderes que se presentan como salvadores desde la antipolítica terminan representando un gran dolor de cabeza para la sociedad.
A Trump se le ha escuchado amenazar a Hillary Clinton con la cárcel, a través de un fiscal especial que la juzgaría por hechos sobre los cuales ya el FBI concluyó una investigación sin encontrar ninguna responsabilidad legal. También se le vio expulsar de una rueda de prensa al periodista Jorge Ramos, mientras le hacía una pregunta y últimamente enviar baterías de abogados a amenazar a los medios que hacen periodismo investigativo sobre hechos que lo comprometen en casos de abuso sexual, quiebras fraudulentas, posible evasión de impuestos y el fraude de Trump University, para declarar finalmente que de llegar a presidente promoverá nuevas leyes sobre la difamación (que en el federalismo de Estados Unidos es materia de competencia estadal, no federal), con el propósito de arremeter contra los medios independientes. Y que si llega a la Casa Blanca sacará del aire el famoso show cómico Saturday Nigh tLife, porque ha convertido sus extravagancias en material de humor y sátira.
La última aventura de Trump, ante la derrota electoral que se le viene encima (las mejores encuestas asoman una sólida ventaja de dos dígitos para Clinton), ha sido promover la organización de grupos “vigilantes” que deberán seguir sus instrucciones para intimidar a los electores inmigrantes (latinos o musulmanes), en una apelación francamente racista y xenofóbica. Igualmente ha dicho que solo reconocerá un resultado electoral que lo favorezca, e insinuó que si Clinton ganaba sus seguidores opuestos a las leyes de control en el acceso y uso de armas podrían tomar el asunto en sus propias manos. Sus militantes han proferido promesas de recurrir a la rebelión y la violencia si él pierde las elecciones, que encuentran una actitud deliberadamente de incitación. ¿Les recuerda a alguien? ¿A quién se les parece?
Creo que todos los latinoamericanos tenemos una experiencia en la historia contemporánea que mal recordar cuando se escucha hablar a Trump, particularmente los venezolanos que ya suman un contingente de electores visible en el sudeste de Florida. No por nada esta veta fue trabajada muy bien por las piezas de propaganda del partido demócrata y sus aliados, recordando a los Castro, Somoza, Pinochet, Noriega, Fujimori y, por supuesto, a Chávez. Estos mesías, que desembocan en la división social y el autoritarismo, vienen de la extrema izquierda o de la extrema derecha, y sus métodos, temperamentos o rasgos psiquiátricos son asombrosamente similares.
Ante este mensaje, la reacción agresiva de la canciller de Venezuela no se hizo esperar. En términos de difícil comprensión dijo en Twitter que es un abuso comparar a Chávez con Trump y que esa posición de los demócratas era arrogante y racista. La verdad, la referencia a la "arrogancia" parece un ejercicio de lo que psicología se conoce como "proyección" y nos quedamos sin entender su alusión al racismo, precisamente uno de los rasgos más visibles de Trump y difícilmente aplicable al partido demócrata y a Clinton, que impulsan una plataforma de inclusión social y lucha sostenida a lo largo de décadas por los derechos civiles de los afroamericanos, las mujeres, las minorías y, en particular, por la ruta a la ciudadanía de los inmigrantes latinos.
En la medida en que la cuestión de Venezuela entra en la contienda electoral de Estados Unidos, la espiral de deterioro que abruma al país luce desbordante. Da la impresión de que concluirán las elecciones en esa nación y las cosas seguirán empeorando en Venezuela, hasta el punto de convertir el asunto en prioridad para la política regional de Hillary Clinton, en los términos expuestos por su bien escrito e hilado editorial publicado en El Nuevo Herald.
Amanecerá y veremos.

Entretanto nos leemos por twitter 
GENERAL PADRINO: SE EQUIVOCA USTED UN A VEZ MÁS

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         FERNANDO OCHOA ANTICH

Señor general:
La reciente lectura que usted hizo de un comunicado a nombre de la Fuerza Armada Nacional, el 23 de octubre de 2016, ha causado en la opinión pública un negativo impacto por su absurdo e inexplicable contenido. Han sido varios los artículos que le he dirigido, preocupado, como he estado, ante su equivocada gestión al frente del Ministerio de la Defensa, pero nunca me imaginé que usted podría cometer un error tan grave como es tomar una posición totalmente parcializada a favor de un grupo de partidos políticos en nombre de la Institución Armada. La Asamblea Nacional no se inmiscuye, como usted mantiene, en el funcionamiento de la Fuerza Armada Nacional cuando en representación de la voluntad soberana de nuestra sociedad, “exhorta a nuestra institución a exigirle al presidente de la República y al CNE que garanticen el ejercicio de los derechos políticos de los venezolanos y el respeto de la voluntad del electorado, especialmente del referéndum revocatorio y de las elecciones regionales, e insta a la Fuerza Armada Nacional a coadyuvar en el restablecimiento del Estado de Derecho, de la vigencia de los derechos fundamentales y de los principios democráticos”. Realmente, al tomar esa posición cumple cabalmente sus obligaciones constitucionales. Dolorosamente eso no ocurrió en la sede de la Asamblea Nacional cuando usted permitió que los militares de la Guardia Nacional Bolivariana no se hicieran presentes en el momento cuando una turba interrumpió las sesiones del Parlamento y que, además, faciliten constantemente que se golpee a los diputados de la oposición.
Usted realmente me sorprende. Su comunicado recuerda el contenido del artículo 328 constitucional al señalar “que nuestra institución es esencialmente profesional y sin militancia política, al servicio exclusivo de la nación y por tal razón resulta un contrasentido que se busque involucrarla en una situación apartada de sus competencias y eminentemente facciosa que obedece a objetivos de agrupaciones partidistas. Más perniciosa es aún la pretensión de exigir desobediencia e inacción ante dictámenes emanados de poderes públicos legalmente constituidos en un régimen democrático”. Usted está equivocado. Uno de los deberes fundamentales de la Fuerza Armada Nacional y de todos los ciudadanos, investidos o no de autoridad, es la de restituir la vigencia de la Constitución, cuando esta es violada. Los venezolanos mayoritariamente conocen que el Tribunal Supremo de Justicia ha obstaculizado sistemáticamente las decisiones de la Asamblea Nacional, en franca colaboración con los intereses del Ejecutivo, para después declararla, también inconstitucionalmente, en desacato por haber convocado al ejercicio de sus funciones a tres diputados del estado Amazonas.
Usted sostiene que “no puede exigírsele a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana lo que no ha dejado de hacer en ningún momento, que respeten y defiendan la Constitución. Así mismo sería contrario a la naturaleza prístina de la organización castrense actuar en contra de la sociedad a la que pertenece, bajo el fatuo argumento que supone una alteración del orden constitucional mediante un supuesto golpe de Estado que en modo alguno se ha llevado a cabo”. No logro entender cómo usted puede pensar de esa manera. Justamente, lo que le exigen los diputados de la Asamblea Nacional es que usted, los Altos Mandos y todo el personal activo de la Fuerza Armada Nacional valoren la tragedia que vive nuestro pueblo en medio del hambre, la escasez, la falta de medicinas y la inseguridad. Ustedes también deberían reflexionar y concluir en que los gobiernos de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro destruyeron a Venezuela. Dilapidaron los elevadísimos ingresos petroleros que tuvieron por más de catorce años y endeudaron a Venezuela por cantidades difícilmente calculables, en medio del desorden financiero y la creciente corrupción. El colmo ha sido la destrucción de Pdvsa. La han conducido tan irresponsablemente a su actual crisis que ni siquiera pudo cancelar sus bonos en estos días, y se vio obligada a garantizarlos con la empresa Citgo para que fueran recibidos los nuevos bonos en reemplazo de los anteriores por algunos de sus acreedores, ya que la mayoría no lo hizo.
Usted mantiene en el comunicado que “no se ha producido ningún acto de fuerza que obligue la invocación del artículo 333 constitucional. Esa conducta sistemática no es más que un mecanismo subrepticio y pernicioso de promover injerencia, incluso la incursión de una potencia extranjera en territorio patrio con el que aspiran, en forma vil, a materializar sus oscuras ambiciones de poder. Su verdadero propósito no es otro que afectar gravemente la institucionalidad mediante el caos y la anarquía para derrocar formalmente al gobierno legítimamente establecido del señor Nicolás Maduro que, para nosotros, no es una parcialidad política sino el presidente constitucional de la República y el comandante en jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana”.
Creo que se equivoca una vez más. En verdad, es un acto de fuerza del Ejecutivo utilizar infinitas triquiñuelas jurídicas para suspender el derecho al voto de la inmensa mayoría del pueblo venezolano que desea revocar al presidente Maduro. Ese acto arbitrario e inconstitucional compromete totalmente la supuesta legitimidad del actual gobierno y la autoridad del presidente Maduro sobre la Fuerza Armada Nacional. Usted sabe perfectamente bien que no existe ninguna amenaza real contra la soberanía nacional. Lo que sí es verdad, es la total entrega de Venezuela al régimen fidelista. Tampoco es aceptable que ustedes coloquen un cuadro de El Libertador, al lado de un retrato de Hugo Chávez. Todavía la historia no ha dado el juicio histórico de su actuación pero, actualmente una inmensa mayoría de los venezolanos la rechaza totalmente. Ustedes, de esa manera, irrespetan la trascendente figura histórica de El Libertador.
Lo más delicado del comunicado es la contradictoria e inaceptable actitud que usted y el Alto Mando de la Fuerza Armada Nacional tomaron durante su lectura. Usted inició el comunicado recordando el contenido del artículo 328 de la carta magna, pero premeditadamente olvidó parte de su contenido: “En el cumplimiento de sus funciones está al servicio exclusivo de la nación y en ningún caso de persona o parcialidad política”. ¿Usted no cree que su equivocada posición podría traer como consecuencia una ruptura de la unidad interna de la Fuerza Armada Nacional en un momento tan complejo de nuestro devenir como país? ¿Cómo pueden ustedes declararse apartidistas y a la vez utilizar el inaceptable eslogan del PSUV: “Chávez vive, la patria sigue. Independencia y patria socialista, viviremos y venceremos”? Esa es una flagrante violación de la Constitución que usted y el Alto Mando hacen permanentemente, comprometiendo la legitimidad de Nicolás Maduro y de su gobierno, que al permitirlo debilita totalmente su autoridad moral como comandante en jefe de la Fuerza Armada Nacional.
Ustedes deben reflexionar y determinar con claridad el real sentimiento que tienen los venezolanos. Lo que todos queremos es sencillamente votar en paz ¿Creen usted y su Alto Mando que podrán evitar por la fuerza que esto ocurra? No lo creo. Usted, con su equivocada posición, compromete el destino de Venezuela y de la Fuerza Armada Nacional. Reflexione y cumpla sus deberes militares. 
LOS SONIDOS DEL SILENCIO

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TULIO HERNANDEZ

EL NACIONAL

I.
Una de los rasgos más impresionantes de los caudalosos ríos de gentes que el miércoles 26 de octubre atravesaban Caracas camino de La Carlota, era el porte a la vez silencioso y decidido con el que las personas marchaban. No había un ápice de triunfalismo. Ni de fiesta. Tampoco, dato importante, de agresividad. 
La sensación que transmitían aquellas multitudes multicolores era que estaban cumpliendo con un deber cívico. Una responsabilidad. Poniendo en escena una convicción. La democrática. Era una presencia racional. Un asunto de gente responsable.
En los comentarios de muchos se sentía el agotamiento. En el de otros, la frustración. Pero nadie se rinde. La gente persiste. Muchos cuestionan a la dirección política. Quieren la batalla final ya. Están convencidos de que solo con una manifestación sin retornó es posible salir de los rojos. En medio del sol inclemente proponían conducir la movilización a Miraflores. “Vámonos al centro de una vez por todas, así nos maten”, clamaban con pasión.
Pero la dirección política actuó sensatamente y postergó el acto de presión frente al palacio presidencial para el 3 de noviembre. Para que venga todo el país, fue el argumento de Henrique Capriles.
II.
Es un lugar común, pero nunca había sido más cierta la frase: Venezuela es una inmensa olla de presión a punto de estallar. El revocatorio era la única manera de drenar el vapor caliente del descontento colectivo. Pero el poder rojo nos lo negó. 
A las personas, por pacíficas que sean, no se les puede burlar tan impunemente. Y los jerarcas del chavismo, los árbitros electorales, los jueces al servicio del poder, los jefes militares, lo hicieron. Le han arrebatado a un país entero sus derechos. Por eso la gente se siente herida. Burlada. Ahora, ya no hay vuelta atrás. Es capaz de cualquier cosa. Se les siente en sus miradas. En el silencio convencido con el que salen a protestar.
III.
“Lo que pasa es que ustedes los venezolanos son muy maricas. Nosotros ya les hubiésemos metido una granada por el trasero y los hubiésemos hecho volar en pedacitos que luego hubiésemos puesto en una cajita y se los hubiésemos hecho llegar a su familia con una cintica de regalo”.
Eso fue lo que me dijo, en medio de un viaje forzoso, un colombiano, un paisa muy simpático y dicharachero pero radical. Yo le respondí que por ese razonamiento, el que llevó al asesinato de Gaitán, es que llevaban tantos años matándose por razones políticas en Colombia. Que nosotros estábamos tratando de resolverlo de otra manera. 
IV.
A pesar de todas las vejaciones que hemos sufrido, de la catástrofe económica que padecemos, de los daños morales que nos han causado, no ha habido en Venezuela en estos 17 años un solo acto de terrorismo, un solo intento de venganza personal contra un ministro, un juez o un jefe militar rojo. Es una prueba de salud política. Los únicos asesinatos –Anderson, Otaiza, Serra– los han cometido entre ellos mismos.
Desde que los partidos asumieron en serio la conducción de la resistencia, después de los desmanes del Carmonazo, el paro petrolero y la abstención en las elecciones de la AN, las fuerzas democráticas no han hecho otra cosa que crecer. Luego del 30% vergonzoso que le sacó Hugo Chávez a Rosales, ganamos el 2-D, el gigantón triste le ganó a Capriles solo por un dudoso 1% y en las últimas elecciones legislativas logramos la mayoría absoluta. 
No hay cobardía. Hay sensatez. Nadie responsable va a una batalla para perderla de antemano. Ahora somos mayoría. Hasta nuevo aviso, hemos logrado frenar un proyecto totalitario y crear una sólida base de apoyo popular. Ahora sí podemos ir a una confrontación más contundente. El 3-N iremos sin armas. Pero ellos deciden. Calcularán el número de muertos. Decidirán si los ríos de sangre valen la pena. 
Se engañan a sí mismos diciendo que estamos ante una subversión, cuando el colectivo solo reclama sus legítimos derechos. Ellos tienen a Diosdado Cabello y a Padrino López. Nosotros nos acogemos a Gandhi, Mandela, Luther King, José María Vargas o Leonardo Ruiz Pineda. Las cartas estén echadas.

El ciudadano rabioso

     MARIO VARGAS LLOSA

El periodista alemán Dirk Kurbjuweit, de Der Spiegel, inventó hace algunos años la palabra Wutbürger, que quiere decir “ciudadano rabioso”, y en The New York Times de esta mañana —25 de octubre— Jochen Bittner publica un interesante ensayo afirmando que la rabia que moviliza en ciertas circunstancias a amplios sectores de una sociedad es un fenómeno de dos caras, una positiva y otra negativa. Según él, sin esos ciudadanos rabiosos no hubiera habido progreso, ni seguridad social, ni empleos pagados con justicia, y estaríamos todavía en el tiempo de las satrapías medievales y la esclavitud. Pero, al mismo tiempo, fue la epidemia de rabia social la que sembró de decapitados la Francia del Terror y la que, en nuestros días, ha llevado a la regresión brutal que significa el Brexit para Reino Unido y a que exista en Alemania un partido xenófobo, ultranacionalista y antieuropeo —Alternativa por Alemania— que, según las encuestas, cuenta con nada menos que el apoyo del 18% del electorado. Añade que el mejor representante en Estados Unidos del Wutbürgeres el impresentable Donald Trump y el sorprendente respaldo con que cuenta.
Me gustaría añadir algunos otros ejemplos de una “rabia positiva” en los últimos tiempos, empezando por el caso del Brasil sobre el que, a mi juicio, ha habido una interpretación interesada y falsa de la defenestración de Dilma Rousseff de la presidencia. Se ha presentado este hecho como una conspiración de la extrema derecha para acabar con un Gobierno progresista y, sobre todo, impedir el regreso de Lula al poder. No es nada de eso. Lo que movilizó a muchos millones de brasileños y los sacó a la calle a protestar fue la corrupción, un fenómeno que había socavado a toda la clase política y de la que eran beneficiarios por igual dirigentes de la izquierda y la derecha. Y se ha visto en todos estos meses cómo la guadaña de la lucha contra la corrupción enviaba a la cárcel por igual a parlamentarios, empresarios, dirigentes sindicales y gremiales de todos los sectores políticos, un hecho del que sólo puede sobrevenir una regeneración profunda de una democracia a la que la deshonestidad y el espíritu de lucro habían infectado hasta el extremo de causar una bancarrota nacional.
Quizás sea un poco pronto para celebrar lo ocurrido pero mi impresión es que, hechas las sumas y las restas, la gran movilización popular en Brasil ha sido un movimiento más ético que político y enormemente positivo para el futuro de la democracia en el gigante latinoamericano. Es la primera vez que ocurre; hasta ahora, los estallidos populares tenían fines políticos —protestar contra los desafueros de un Gobierno y a favor de un partido o un líder— o ideológicos —reemplazar el sistema capitalista por el socialismo—, pero, en este caso, la movilización tenía como fin no destruir el sistema legal existente sino purificarlo, erradicar la infección que lo estaba envenenando y podía acabar con él. Aunque ha tenido una deriva distinta, no es muy diferente con lo ocurrido en España: un movimiento de jóvenes espoleados por los escándalos de la clase dirigente que a muchos decepcionaron de la democracia y los ha llevado a elegir un remedio peor que la enfermedad, es decir, resucitar las viejas y fracasadas recetas del estatismo y el colectivismo.
Otro caso fascinante de “ciudadanos rabiosos” ha sido el que vive Venezuela. En cinco oportunidades, el pueblo venezolano pudo librarse, mediante elecciones libres, del comandante Chávez, un demagogo pintoresco que ofrecía “el socialismo del siglo XXI” como terapia para todos los males del país. Una mayoría de venezolanos, a los que la ineficacia y la corrupción de los Gobiernos democráticos había desencantado de la legalidad y la libertad, le creyeron. Han pagado carísimo ese error. Por fortuna lo han comprendido, rectificado y hoy existe una mayoría aplastante de ciudadanos —como demuestran las últimas elecciones para el Congreso— que pretende rectificar aquella equivocación. Por desgracia, ya no es tan fácil. La camarilla gobernante, aliada con la nomenclatura militar muy comprometida por el narcotráfico y la asesoría cubana en cuestiones de seguridad, se ha enquistado en el poder y está dispuesto a defenderlo contra viento y marea. Mientras el país se hunde en la ruina, el hambre y la violencia, todos los esfuerzos pacíficos de la oposición por, valiéndose de la propia Constitución instaurada por el régimen, librarse de Maduro y compañía, se ven frustrados por un Gobierno que desconoce las leyes y comete los peores abusos —incluido crímenes— para impedirlo. A la larga, esa mayoría de venezolanos se impondrá, por supuesto, como ha ocurrido con todas las dictaduras, pero el camino quedará sembrado de víctimas y será muy largo.
¿Hay que celebrar que haya no sólo ciudadanos rabiosos negativos sino también positivos, como afirma Jochen Bittner? Mi impresión es que es preferible erradicar la rabia de la vida de las naciones y procurar que ella transcurra dentro de la racionalidad y la paz, y las decisiones se tomen por consenso, a través de la persuasión o del voto. Porque la rabia cambia rápidamente de dirección y de bienintencionada y creativa puede volverse maligna y destructiva, si quienes asumen la dirección del movimiento popular son demagogos, sectarios e irresponsables. La historia latinoamericana está impregnada de rabia y aunque, en muchos casos, estaba justificada, casi siempre se desvió de sus objetivos iniciales y terminó causando peores males que los que quería remediar.
Es un caso que tuvo una demostración flagrante con la dictadura militar del general Velasco, en el Perú de los años sesenta y setenta. A diferencia de otras, no fue derechista sino izquierdista e implantó las soluciones socialistas para los grandes problemas nacionales como el feudalismo agrario, la explotación social y la pobreza. La nacionalización de las tierras no benefició para nada a los campesinos, sino a las pandillas de burócratas que se dedicaron a saquear las haciendas colectivizadas y casi todas las industrias que confiscó y nacionalizó el régimen se fueron a la quiebra, aumentando la pobreza y el desempleo. Al final, fueron los propios campesinos los que empezaron a privatizar las tierras, y los obreros de las fábricas de harina de pescado los primeros en pedir que volvieran a manos privadas las empresas que el socialismo velasquista arruinó. Todo este fracaso tuvo un efecto positivo: desde entonces ningún partido político en el Perú se atreve a proponer la estatización y colectivización como panacea social.
Jochen Bittner afirma que la globalización ha favorecido sobre todo a los grandes banqueros y empresarios y que eso explica, aunque no justifica, los rebrotes de un nacionalismo exaltado como el que ha convertido al Front National en un partido que podría ganar las elecciones en Francia. Es muy injusto. La globalización ha traído enormes beneficios a los países más pobres, que ahora, si saben aprovecharla, pueden combatir al subdesarrollo más rápido y mejor que en el pasado, como demuestran los países asiáticos y los países latinoamericanos —Chile, por ejemplo— que, abriendo sus economías al mundo, han crecido de manera espectacular en las últimas décadas.
Creo que hay un error gravísimo en creer que el progreso consiste en combatir la riqueza. No, el enemigo con el que hay que acabar es la pobreza, y también, por supuesto, la riqueza mal habida. La interconexión del mundo gracias a la lenta disolución de las fronteras es una buena cosa para todos, y en especial para los pobres. Si ella continúa, y no se aparta de la buena vía, quizás lleguemos a un mundo en el que ya no será necesario que haya ciudadanos rabiosos a fin de que mejoren las cosas.

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