sábado, 31 de diciembre de 2016

MENSAJE A VENEZUELA DE ANTONIO LDEZMA Y MITZY CAPRILES DE LEDEZMA

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Con irrenunciable optimismo y sentido de responsabilidad con Venezuela, presentamos a nuestro pueblo, incluidos los que llevan uniforme y sostienen las armas de la República, nuestras palabras de compromiso con la verdad en este nuevo año.
Para poder decirnos Feliz Año 2017, es necesario constituir un gran escenario de lucha unitaria que sirva como instancia de trabajo limpio, con estrategias consustanciales con la ética y la responsabilidad con la historia que nos corresponde vivir. En ese sentido continúa invariable el mandato que nos dio el pueblo en las pasadas elecciones del 6 de diciembre de 2015. Ese mandamiento se debe entender como la Transición Democrática que haga posible revertir esta dolorosa situación política, económica, social y moral, que hace sufrir a todas las familias venezolanas.
La Asamblea Nacional tiene una cuenta pendiente con los ciudadanos, nos referimos al acuerdo parlamentario sancionado en el año que despedimos, que declaró dictatorial al actual gobierno y por lo que tiene previsto debatir sobre el abandono del cargo por parte de Nicolás Maduro, mientras que invoca la aplicación de la Carta Democrática Interamericana.
Cuanto hubiésemos deseado enviar este mensaje de año nuevo en otros términos, pero el peor servicio a la patria es colocarnos de espaldas a su tragedia, negar la crisis o prestarnos a que sobreviva sobre sus ruinas un régimen que la destruye. Esta es una hora en las que hay que hacer sonar las campanas de valentía y determinación. Sí, de más coraje y coherencia, de más unidad y desprendimiento, de más sacrificios y esfuerzos, entendiendo que para nosotros lo esencial es la libertad de Venezuela, prisionera de un régimen que ha conculcado los más elementales derechos de los venezolanos, todo lo demás es accesorio.
Nada vale más que la recuperación de las libertades públicas, nada está por encima de los intereses generales de todos los venezolanos. Esa ha sido la ofrenda de los presos políticos, de los exiliados, de los expropiados, invadidos, asaltados, torturados y asesinados, y de los ciudadanos en general afligidos por los desenfrenos que ocurren en una Venezuela escarnecida.
Presumimos la vergüenza de nuestros militares de ser ligados con tantos sucesos bochornosos e inconcebibles. Venezuela requerirá de sus Fuerzas Armadas para apuntalar una etapa de transición que surja del camino constitucional. El daño moral es evidente y repararlo es tarea muy exigente para todos, incluidos los soldados ciudadanos. Pensamos que ese es el deterioro más profundo, incluso que el económico y social, que al igual que la infraestructura malograda, podrán ser levantados, mientras rehacemos los valores y virtudes marchitas. La FFAA “vale más que un pernil”, vale una historia y tiene un compromiso moral con el presente y futuro de Venezuela.
El artículo 328 de nuestra Constitución Nacional, citado en varias oportunidades por el Gral. Padrino López, es el punto de encuentro con la sociedad democrática venezolana. Vamos a luchar aferrados a las convicciones que nos identifican, seguros de que nuestra siembra dará frutos satisfactorios para todos los venezolanos, porque este es el mejor país del mundo, por sus glorias bien ganadas, por sus recursos, especialmente su gente con sus talentos puestos al servicio de esta noble y hermosa causa por la libertad y el progreso que merecemos.
LOS TENTÁCULOS DE LA CORRUPCIÓN

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 BEATRIZ DE MAJO

EL NACIONAL

La corrupción no conoce fronteras, ni en lo geográfico ni en la selección de quienes son recipiendarios de grandes sumas de dinero por prestarse a favorecer a entes privados en sus negociaciones con los gobiernos. Los gobiernos de derecha, así como los que izquierda sirven para los mismos fines: usar la influencia de los funcionarios públicos en niveles gubernamentales decisorios para beneficiar “empresas amigas” en sus contrataciones con el Estado.
Un gran descubrimiento que ha hecho mucho ruido en la tierra neogranadina son los sobornos de la compañía Odebrecht, la que al igual que en Venezuela, ha estado a cargo de importantes obras de infraestructura en Colombia gracias a la ayuda de terceros actores.
Las agencias noticiosas internacionales han informado que la multinacional brasileña pagó a funcionarios más de 11 millones de dólares para conseguir contratos públicos, lo que le valió a Odebrecht un beneficio de 50 millones de dólares en sus actividades en el vecino país. Lo mismo ocurrió con altos representantes de la empresa brasileña en otros países como República Dominicana, Ecuador, Argentina, Panamá, México.
El escándalo ha recibido atención del gobierno en Bogotá por el volumen de las operaciones y la visibilidad que este caso de las coimas de Odebrecht ha tenido a escala planetaria. La Fiscalía colombiana ha creado un equipo que está liderando las investigaciones para que, al encontrarse culpables, se dispare un proceso penal, todo ello en estrecha coordinación con el Departamento de Justicia de Estados Unidos.
No se trataría de establecer si en Colombia hubo o no sobornos de funcionarios porque ello está más que confesado por los actores principales de los delitos dentro del marco del juicio que tiene lugar en Estados Unidos. De lo que se trata es de esclarecer quiénes son los sujetos receptores de los dineros fraudulentos dentro y fuera de la administración colombiana.
Este episodio ha significado más leña en el fuego de la diatriba política que se libra entre el actual presidente Juan Manuel Santos y su predecesor Álvaro Uribe Vélez por temas muy alejados de las contrataciones estatales.
La Oficina de Transparencia de la actual presidencia ha hecho público que en los contratos de Odebrecht son responsables funcionarios que comprometen al anterior régimen desde el año 2009.
Desde los dos lados, el de Uribe y el de Santos, se han lanzado dardos y en ambas orillas, igualmente, los presidentes se han encargado de dejar claro que durante sus magistraturas se han esforzado por el mantenimiento de políticas anticorrupción.
Sea lo que sea, es el país el que sufre las consecuencias de la existencia de prácticas irregulares en el otorgamiento de concesiones de obras, casos en los que Odebrecht se ha llevado la palma mundial tanto con gobiernos de derecha como de izquierda y de izquierda radical.
La verdad sobre los casos colombianos saldrá a la luz como ha sido el caso en otros países y lo que aún es imposible discernir es si las obras objeto de las coimas se detendrán o no.
Las de Colombia son obras de gran calado y seguramente se harán todo tipo de esfuerzos por que las mismas sean concluidas sin sobrecostos para el país. Dos megaproyectos se verían afectados por estos hechos: el tramo 2 de la Ruta del Sol y la recuperación de la navegabilidad del río Magdalena.
Estos dos proyectos, financiados parcialmente con recursos de fuentes internacionales estarían expuestos a ser detenidos por el retiro de tales facilidades crediticias.
LA CONSPIRACIÓN

HECTOR FAUNDEZ

EL NACIONAL

Con absoluto desparpajo, y con bastante anticipación al Día de los Inocentes, el presidente de la República, Nicolás Maduro, denunció una nueva conspiración en contra de Venezuela, responsable de haber impedido que los bancos dispusieran de dinero en efectivo para atender las demandas de sus clientes, permitiendo que fluyeran las transacciones comerciales de todo tipo, y garantizando que los venezolanos contaran con los medios indispensables para adquirir los bienes y servicios que necesitan. Según nuestros gobernantes, el descalabro en la economía venezolana y el caos en el funcionamiento de sus instituciones solo se explican por la existencia de una conspiración permanente, que este año habría incluido al mismo San Nicolás, que esta vez siguió su camino sin llamar a la puerta de muchos de los habitantes de esta sufrida nación.
Al escuchar a nuestro ilustrado y muy ocurrente jefe del Estado, da la impresión de que quien le ha aconsejado retirar de circulación los billetes de cien bolívares cuando aún no tenía con qué sustituirlos ha sido uno de sus asesores antipatriotas, al servicio de la CIA. Si así fuera, ese lacayo del imperio debe estar muerto de la risa con las protestas y los saqueos que su produjeron como consecuencia de tan genial idea.
Siguiendo la tesis de Maduro, habría que concluir que los tentáculos de esta conspiración se extienden por toda la administración del Estado, incluido el Ministerio de Educación que, por sugerencia de otro agente extranjero, ha propuesto eliminar de los programas de estudio las asignaturas de biología, química y física. Es difícil imaginar tanta estupidez para desmejorar todavía más la calidad de nuestra educación. Pero, según nuestro presidente, eso también es parte de una conjura internacional, empeñada en destruir los logros de la “revolución bonita” y en sugerir, injustamente, que este es un gobierno de tarados.
Para ser consecuentes con la tesis de Maduro, habría que atribuir a agentes extranjeros, infiltrados en la dirección del PSUV y en el gobierno, la responsabilidad de todas las medidas encaminadas a coartar la libertad de expresión, a reprimir las manifestaciones públicas pacíficas, y a encarcelar al alcalde Ledezma y a otras figuras de la oposición, a fin de que esta pueda decir ante el mundo que vivimos en una tiranía. ¡Qué canallada!
Da la impresión de que este régimen está firmemente comprometido con la democracia y es respetuoso de la voluntad popular; quienes han escamoteado el referéndum revocatorio y han suspendido indefinidamente las elecciones regionales previstas en la Constitución son unos agentes extranjeros, infiltrados en la cúpula del CNE, que nunca consultaron con Diosdado Cabello o con Nicolás Maduro. Tal vez, hay que entender que eso también es parte del complot para difamar al gobierno de Venezuela, tildándolo de dictadura.
No es una intriga del imperio el que hayan comenzado a aparecer narcotraficantes, incluso en el seno de la familia presidencial, y que haya hechos, no desmentidos, que permiten afirmar que Venezuela se ha convertido en un narcoestado. Tampoco es la oligarquía la que debe dar explicaciones por las cuentas millonarias, en bancos extranjeros, a nombre de connotadas figuras del oficialismo; son los hechos los que señalan a estos como unos sinvergüenzas.
No hay ninguna conspiración internacional, señor Maduro. Aquí los únicos conspiradores son los que están cómodamente instalados en el Palacio de Miraflores, en el Banco Central de Venezuela, en el CNE y en el TSJ; aquí los únicos conspiradores son los que, desde la televisión del Estado, llaman a desconocer la Constitución nacional. Ellos son los responsables de haber conducido al país a una crisis humanitaria y de haber devaluado el nombre de Venezuela en el exterior.
Torrealba: El pueblo opositor estuvo muy por encima de la dirigencia


EL NACIONAL

El secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), Jesús “Chúo” Torrealba, aseguró que “hay que rendirle homenaje al civismo y al coraje del pueblo venezolano en general y del pueblo opositor en particular” en cuanto a su desempeño en el moribundo año 2016.
Hizo también un ejercicio de autocrítica para la dirigencia opositora: “Hay que reconocer también de manera muy clara que el pueblo opositor estuvo muy por encima de la dirigencia política”, aseguró durante una rueda de prensa de la coalición opositora.
“Nosotros también tenemos que reconocer que en el año 2016 no le presentamos al país una perspectiva clara de hacia dónde debe ir los cambios, todos estábamos planteando el cómo de los cambios, y al final coincidimos en un cómo: en el referéndum”, dijo Torrealba.
Criticó la falta de una visión más a futuro, después de un proceso electoral: “Nadie le dijo a este país: ‘después del referéndum viene un proceso de reconstrucción nacional de tales y tales características que va a ser conducido por un gobierno de unidad nacional de tales y tales características, y ese gobierno de unidad nacional va a garantizar su gobernabilidad, su estabilidad y su gobernanza de esta, esta y esta manera’. Eso hay que hacerlo”, dijo.
Por otro lado, “Chúo” explicó que él no se considera un líder opositor: “Jesús Torrealba no es otra cosa que el secretario ejecutivo de la Unidad, no soy el secretario general de la Unidad, no somos líderes de la Unidad, nosotros somos servidores de la Unidad. Ahora, ¿Cuáles son los actores fundamentales de la unidad? Los partidos”.
En cuanto al diálogo entre el Ejecutivo y la oposición, Torrealba reiteró que exigen el cumplimiento de los acuerdos pactados. “Allí está la carta del Vaticano como prueba de que nuestros planteamientos son en efecto verdaderos. Hasta tanto no se produzca cumplimiento por parte del gobierno no habrá comunicación directa gobierno-oposición”, sentenció.

viernes, 30 de diciembre de 2016

POR FIN

EDUARDO FERNANDEZ

Por fin termina el año que termina. Ha sido un año muy duro y muy difícil. El país sigue sufriendo las consecuencias de un gobierno muy malo y de una ausencia de alternativa. Debemos dar gracias a Dios por todos los bienes recibidos durante el transcurso de este año y pedirle que nos conceda un año nuevo lleno de bendiciones y de progreso.

La situación es difícil, muy difícil. Se habla mucho de la necesidad de una transición. La transición es un proceso que nos lleva de una situación mala a una buena. Salir de una crisis política, económica, social, cultural y moral para avanzar hacia una sociedad más integrada y más feliz.

La transición tiene que contar con una agenda y con un tiempo. La agenda debe incluir como medidas fundamentales, el restablecimiento del estado de derecho, la plena vigencia de la Constitución Nacional y el respeto a la autonomía y a la independencia de las diferentes ramas del poder público. En una palabra, requerimos más y mejor democracia.

Desde el punto de vista de la superación de la crisis política hay un punto que me parece de fundamental importancia: sustituir la cultura de la confrontación por la cultura del respeto al pluralismo, del diálogo y de la búsqueda de consensos para resolver los problemas que afectan la vida de los venezolanos.

Siento que hay un hartazgo en los venezolanos de tanto pleito inútil, que no soluciona ninguno de nuestros problemas. Creo que es el momento de reconocer que los intereses del país están por encima de las diatribas políticas subalternas y que Venezuela y los venezolanos agradeceríamos un poco menos de controversias y un poco más de acuerdos constructivos en beneficio de la nación. En la agenda de la transición tiene que ocupar un lugar muy especial la obligación de atender las necesidades básicas de la población como lo son la comida y las medicinas.

Hay que resolver la crisis económica que se expresa en inflación y recesión y hay que resolver la crisis social que se manifiesta en un creciente empobrecimiento del país. Cada día que pasa los pobres son más pobres.

El problema económico no se resolverá mientras no tomemos la decisión de eliminar los controles artificiales de la economía: control de cambios y control de precios.
Para reactivar el aparato productivo y generar los bienes y servicios que se requieren, necesitamos más y mejores inversiones. Para tener más y mejores inversiones hay que promover un clima de confianza. Y para que haya confianza hay que erradicar los controles artificiales de la economía: tan simple como eso!

Demos gracias a Dios por todo lo bueno que nos regaló en el año 16 y roguémosle encarecidamente que nos conceda un año nuevo, mejor.

Seguiremos conversando.

Eduardo Fernández
@EFernandezVE

¿QUÉ ES EL POPULISMO?

BERNARD-HENRI LEVY

Según el populismo (primer teorema), el pueblo sabe lo que quiere. Y, cuando quiere algo (segundo teorema), siempre tiene razón. Falta (postulado) que realmente sea él quien lo quiere. Falta también (corolario) que nada obstaculice esa legítima pretensión.
En otros términos, el populismo dice al mismo tiempo: confianza ilimitada en los recursos y en la capacidad del pueblo, y desconfianza hacia todo aquello que podría interpretar, desvirtuar, diferir la justa expresión de ese pueblo que, librado a sí mismo, libre de obstáculos, tiene buen criterio por naturaleza.
¿Interpretar? Los intelectuales, las élites. Y por eso el populismo es siempre un antintelectualismo, una reacción contra las élites.
¿Desvirtuar? La maledicencia. La hipocresía política. Y por eso, de Tsipras a Le Pen, de Trump a Mélenchon, el populismo siempre recurre al lenguaje vivo contra el lenguaje vacío, al lenguaje crudo, truculento, contra la lengua supuestamente muerta, constreñida por los tabúes, de lo políticamente correcto.
¿Diferir? Las leyes. El derecho. Las instituciones. La razón en el puesto de mando. La política. Todos esos ornamentos, esos suplementos redundantes e inútiles, esas formas vacías, cuyo único efecto será siempre, dicen y repiten los populistas, ahondar un poco más en la diferencia, un filósofo del siglo XX habría dicho la différance o, simplemente, la distancia entre el pueblo y sí mismo, entre su sana y santa voluntad y su expresión desvirtuada.
Hay políticos buenos y malos, dicen.
Están los que actúan de común acuerdo con el mundo del vacío y los que han sabido desvincularse de él.
Y lo propio de quien ha sabido hacer tal cosa es haber conjurado esa enfermedad que lo distancia del cuerpo social; es estar en contacto directo con los rencores, y también las esperanzas, de lo que los romanos llamaban, no el populus, sino la turba; es estar en contacto directo, también, con las fluctuaciones de esa turba tal y como se expresan, día tras día, a través de la enfermedad de los sondeos.
Ah, los sondeos...
Cuando aparecieron los sondeos, algunos dijeron: un instrumento más en manos de los poderosos que van a escudriñarnos, a evaluarnos, a manipularnos.
Pero los más lúcidos —¿y por desgracia, los populistas estaban entre ellos?— respondieron: al contrario, es la opinión pública la que triunfa; ella la que, en adelante, llevará la voz cantante; ¿qué Gobierno podría ignorarla?, ¿cómo no tener en cuenta una voluntad popular tan sabia, constante e incesantemente medida?
Y he aquí que los roles se invierten: la Opinión arrogante, el Príncipe humillado; la Opinión en los graderíos, el Príncipe en el estadio; el Pueblo rey, pues es él quien presiona, acosa y atemoriza al Príncipe, y el Príncipe recientemente rebajado.
Otro filósofo de la misma época, Michel Foucault, describió los mecanismos del poder tomando como modelo el panóptico de Bentham, ese centro invisible a partir del cual un amo, ausente, escudriña el cuerpo social: nadie lo ve, pero él ve a todo el mundo; es estructuralmente invisible, pero esa misma invisibilidad hace visible a la sociedad; y es esta visibilidad la que, al final, nos hace tan totalmente controlables.
El populismo ha dado la vuelta al dispositivo: pueblo invisible, poder visible; un pueblo que se escabulle, un poder conminado a mostrarse; ya nadie ve al pueblo, pero él ve todo el tiempo a sus amos (en los periódicos, en Twitter y en Facebook, en los programas de la señora Le Marchand, en los falsos debates, ajenos a toda voluntad de veracidad, que se organizan en nuestros días); de forma que, si el secreto del poder está en la mirada, el populismo es una de las fórmulas más elaboradas del poder en la Edad Moderna.
¡Ah, si pudiéramos reemplazar de una vez las elecciones por los sondeos!, piensa el populista.
Si pudiéramos transformar la república en concurso televisivo; las elecciones, en plebiscito; la audiencia, en audímetro; si pudiéramos terminar con el pueblo y coronar al “gran animal” de Platón o a esa plebe que, según los sofistas, debía reemplazar al demos.
¿La plebe? El verdadero pueblo.
¿El audímetro? ¿El plebiscito? Modos de una única sustancia: la sociedad concebida como un cuerpo pleno, deslumbrado por el espectáculo de su propia presencia.
Hay una psicología del populismo: el narcisismo de los individuos, ebrios de sí mismos y de su suficiencia.
Una fisiología: ese no sé qué abotargado, autosatisfecho, ahíto que encontramos en todos los Trump, Berlusconi y Le Pen varios (padre e hija).
Una metafísica: la idea de una voluntad general causa sui, anterior a toda palabra y, más aún, a todo contrato, una voluntad natural, soberana y naturalmente buena con la que volver a conectar a poco que se sepa eliminar los filtros y mediaciones que la oscurecen.
El populista será inevitablemente nacionalista: ¿el nacionalismo no es el camino más corto para ir hacia una comunidad libre de todo filtro o mediación?
El populista será implacable a la hora de fabricar alteridad y de generar enemigos: pues, si no, ¿cuál sería el medio de imaginar esa presencia en sí? Si no se dota de una exterioridad masiva y obsesivamente denunciada, ¿cuál sería el medio para reunir su propio cuerpo en una identidad recuperada?
El populismo es una propedéutica del odio, de la exclusión y, en definitiva, del racismo: véase el discurso antinmigrantes de Hungría a Estados Unidos, de Polonia a Rusia.
¿El populismo? La enfermedad senil de las democracias.
Decimos “populismo”. Y es el nombre, finalmente único, de la reacción de las democracias al pánico que les gana y a la desbandada que las amenaza.
Sálvese quien pueda: la última palabra de los populistas.

Enseñanzas del 2016

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             Humberto García Larralde


Luego de la contundente victoria de las fuerzas democráticas en las elecciones para la Asamblea Nacional del 6 de diciembre, el año 2016 se inició augurando la apertura progresiva de mayores espacios de libertad y de respeto a los derechos humanos. Con ello, se comenzaría a superar la terrible situación arrojada sobre la población por las desacertadas políticas del gobierno, con leyes que estimularían la actividad económica y restablecerían la confianza. El hecho de que ello no haya ocurrido obliga a indagar por qué. Ofrezco las siguientes líneas como enseñanzas de lo que, a mi juicio, fue este Anno Horribilis.
1) El gobierno destapó su carácter no democrático, de dictadura, al desconocer las potestades constitucionales de la Asamblea Nacional valiéndose de un TSJ írrito, producto de designaciones fraudulentas de la AN anterior, en manos chavistas. A ello se le suma la anulación del derecho a revocar el primer mandatario, el presidio de más de un centenar de venezolanos por razones políticas, la persecución de personeros de la oposición, la negación de abrir canales humanitarios para traer medicamentos y muchos otros atropellos a los derechos humanos, civiles y políticos consagrados en nuestra Carta Magna. Es decir, no obstante su (cuestionada) legitimidad de origen, estamos en presencia de un gobierno de facto, dictatorial, que opera al margen de la Constitución.
2) Esta conducta obedece a la conformación de un Estado Patrimonialista en el cual se disuelve la distinción entre la hacienda pública y el patrimonio privado de quienes mandan. Éstos han terminado privatizando los bienes públicos para su usufructo personal, ¡pero en nombre del socialismo! Central a ello ha sido la destrucción del entramado mercantil para asignar recursos y satisfacer necesidades, el arrinconamiento del sector privado y la destrucción del Estado de Derecho, y su reemplazo por decisiones arbitrarias apoyadas en la fuerza del poder. Los controles de precio y las regulaciones punitivas han representado una veta sumamente lucrativa para el arbitraje (reventa de productos, gasolina o dólares regulados, a precios muy superiores) y la extorsión por parte de funcionarios militares y/o civiles con incumbencia al respecto en virtud de las normas interventoras implantadas. Ello se ha afianzado con la impunidad, la ausencia de transparencia y la no rendición de cuentas, así como con la complicidad desde las altas esferas del poder. Así lo atestigua la defensa inmediata e irreflexiva de aquellos acusados de narcotráfico, lavado de dinero y de otras marramucias.
3) Como resultado, se viene consolidando una nueva oligarquía militar-civil que expolia la riqueza social, encubierta en una retórica “revolucionaria” que la proyecta como defensora del “pueblo”. Se inventan enemigos incursos en perversas conspiraciones contra la “revolución” para echarles la culpa de los desmanes causados por su negativa a enmendar políticas, su incompetencia y por la desidia en el manejo de la cosa pública, así como por la corrupción y el robo de los dineros públicos. En esta visión maniquea de patriotas y revolucionarios contra todo aquel que discrepe de la “buena nueva”, el gobierno concibe la acción política como una guerra. No se procura labrar los consensos requeridos para darle piso a sus iniciativas de política, ni se buscan acuerdos con fuerzas opositoras para tales fines. Al no reconocer la legitimidad del adversario político desaparece la política propiamente dicha y se sustituye por la confrontación en contra de aquél, a veces violenta, incitada por insultos y prédicas de odio desde el poder. Se acentuó la naturaleza fascista del régimen pero amparada en simbolismos propios de la retórica comunista. Se dependió cada vez más de los militares y del terrorismo de Estado contra figuras opositoras para mantenerse en el poder.
4) La conducta de esta oligarquía trasladó la dinámica política y el acontecer económico al mundo de lo irracional. Su ideología ya no pretendió conquistar más adeptos a sus políticas en competencia con otras representaciones de la realidad, sino galvanizar a sus partidarios con toda suerte de disparates en preparación de una confrontación final que liquide a las fuerzas democráticas. Se alimentaron fanatismos para forjar un espíritu de secta dispuesta a defenderse, con cualquier medio a su disposición, contra lo que le ha sido señalado como amenaza. Con tal blindaje ideológico se han amparado desde las filas oficialistas niveles inusitados de crueldad y de agresión contra los venezolanos. La insania en que ha caído el régimen encuentra expresión en la bochornosa denuncia del ministro Reverol de que se habían acaparado en galpones suizos y de otros países europeos los billetes de Bs. 100 para atentar contra la “revolución” (¡!)[1]. El hecho de que el responsable de asesinar a mansalva a venezolanos humildes -delincuentes e inocentes- bajo el manto de los Operativos de Liberación (¿Liquidación?) del Pueblo (OLP) -otrora comandante de la Guardia Nacional señalado por la DEA de estar incurso en tráfico de drogas- acuse a la “ultra-derecha” de estar detrás de esta presunta conspiración da una idea de cómo la ideología permite bañar a cualquier gorila de “virtudes izquierdosas”. El país, definitivamente, ha sido puesto de cabeza.
5) Muchos de los dirigentes de la MUD han evidenciado no entender a cabalidad a qué nos estamos enfrentando. Los reflejos condicionados adquiridos por los más veteranos en otra época y las ilusiones de los nuevos, los llevaron a confiar en que Maduro respetaría el juego democrático. Quienes se sentaron a dialogar bajo auspicios del Vaticano con representantes del neofascismo pensando en que la perentoria necesidad de encontrarle salidas a una crisis que ha causado tanto sufrimiento llevaría a acordar metas mutuamente compartidas, han tenido que despertar a la desagradable realidad de que éstos no respetan reglas de juego alguno: no les interesa la suerte de los venezolanos, sólo su permanencia en el poder para seguir esquilmando a la Nación. Se ha puesto fehacientemente de manifiesto que lo único que hará retroceder al fascismo es una demostración contundente de fuerzas. ¡Y los venezolanos favorables al cambio tenemos esa fuerza! Constituimos más del 80% de la población, nos ampara el orden constitucional vigente y contamos con el apoyo internacional. Es de presumir, también, que esta disposición abrumadora por el cambio sea compartida por el grueso de la Fuerza Armada, que no está conformada por marcianos ajenos a la suerte de su país. Es cierto que Maduro ha hecho todo lo posible por corromper a los estamentos de mando para hacerlos cómplices del régimen de expoliación instaurado, pero es dudoso que ello haya comprometido a cal y canto el respaldo mayoritario de la fuerza.
6) El desafío que enfrenta la dirigencia democrática en 2017 es cómo conjugar estas distintas manifestaciones de fuerza para lograr un pronunciamiento decisivo de los militares -único punto de apoyo que le queda al régimen- a favor de la restitución del orden constitucional. Se trata de activar a las mayorías a través de movilizaciones, protestas y la concertación de apoyos internacionales en torno a un programa democrático, que incite la aparición de ese “Larrazábal II” al que se refirió el Padre Ugalde. En ello tiene papel central la definición de un proyecto país alternativo al desastre actual que, por su coherencia, convicción y claridad de propósitos, no deje lugar a dudas sobre la capacidad y determinación de rescatar a Venezuela de manos de las mafias que hoy la asfixian, y de enrumbar al país a un futuro posible de crecientes niveles de bienestar. Si bien la confección de un programa económico para la transición, actualmente en discusión, es importante, ello dependerá primordialmente de un liderazgo político valiente, inteligente y comprometido. ¿Qué reacomodos se requieren para que las fuerzas democráticas logren el éxito que todos deseamos?

Humberto García Larralde, economista, profesor de la UCV, humgarl@gmail.com

[1] www.lapatilla.com/site/2016/12/12/reverol-explico-al-pais-como-operan-las-mafias-contra-el-sistema-financiero-venezolano/.

jueves, 29 de diciembre de 2016

La Unidad necesita serenidad y firmeza para lograr el cambio político

El Carabobeño



Sobriedad. Está definido por esa palabra. La mesura en el empleo de su verbo hace que detrás del análisis proponga silencios reflexivos. La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) es una alternativa de Poder. Por eso tiene que tener una combinación de protesta y de esperanza. Si es solo lo primero, se vuelve desahogo; si es únicamente lo segundo, se vuelve ilusión. Para Ramón Guillermo Aveledo, primer secretario ejecutivo de la coalición, es necesario entender ciertas cosas en la balanza del poder político del país.  
El Gobierno ya no respeta las reglas. Anuncia y desmiente. Dice y contradice. Promete y no cumple. Ya no se puede hablar de términos o lapsos en la negociación. El país ha entrado en una nueva etapa en la que toca definir los rumbos mediante estrategias consensuadas y, sobre todo, efectivas. De eso dependerá que se cumpla el objetivo de sacar a Nicolás maduro de Miraflores, dice el exsecretario de la MUD.
-Se ha hablado de ciertas fisuras, discrepancias en la Unidad. De partidos que estaban muy molestos porque se estaban tomando decisiones entre un grupo. Usted que viene de la dirigencia de la MUD, ¿eso siempre fue así?
-Siempre ha habido divergencias y siempre han podido resolverse. Creo que en la medida que la responsabilidad se ponga por delante, con el país y el deber para poder ser creíbles nacional e internacionalmente, y la valoración que se haga de la Unidad como base de la fortaleza de la oposición; en esa medida siempre podrá resolverse cualquier diferencia. Creo que en eso hay un deber que los dirigentes políticos tenemos: el de la discreción. En buscar resolver los problemas sin crear unos nuevos.
-¿Qué tan difícil le fue sentar en una mesa y apaciguar los intereses de personas como Julio Borges, Henry Ramos Allup, Henrique Capriles y la gente de Un Nuevo Tiempo y Voluntad Popular?
-Todas las cosas tienen su dificultad. No hay tareas que sean sencillas. Las tareas que lo son, dejan de ser necesarias. Aquello dependía del momento, de las circunstancias y, naturalmente como es en política, de las visiones e intereses en conflicto. Y sin embargo siempre se pudieron resolver las cosas. Claro, unas tardaron más y otras menos, pero se logró la unidad. Se logró una cohesión no solo en lo político, sino en lo estratégico, programático y electoral. Eso le dio una forma que todavía hoy le mantiene vigente. En este momento, donde hay tantas críticas y preocupación de la gente por la situación del país y por lo que hace (o no hace) la oposición, el respaldo a la Mesa es muy grande, lo que significa que los venezolanos valoran ampliamente la Unidad. Los dirigentes de los partidos, grandes y pequeños, deben ver eso, valorarlo y actuar en función de esa responsabilidad.
-Hablando de estrategias ¿Cómo ve usted la calle?
-La calle es muy importante para cualquier estrategia política democrática. Ahora, hay gente que piensa que la calle es solamente la avenida Urdaneta de Caracas. Y no solo eso, sino que piensa que es desde la esquina de Bolero en adelante. La verdad es que ‘calle’ son todas las calles de Venezuela. Allí donde hay problemas, reclamos e inconformidad. Donde la gente tiene que buscar cómo expresarse. Creo que la batalla política se libra en la calle, mediante el voto, en la opinión pública. Se logra también en el debate parlamentario, en el diálogo. Hay distintos caminos, pero el acento que se haga en uno u otro medio debe depender de la eficacia y proyección.
-Sobre la eficacia, Chúo Torrealba dijo que la marcha hacia Miraflores era suicida…
-Depende. Naturalmente en la marcha que la gente sepa que va a ser esperada por una violencia que no es simétrica, que además hay más capacidad de violencia en el Gobierno y mucho menos escrúpulos, hay muchas razones para pensar que sería algo muy peligroso. La dirigencia tiene que calibrar muy bien eso. Pero por supuesto, por eso yo digo que las calles de Venezuela son todas.
MUD: DIÁLOGO Y RESPONSABILIDAD
Esta semana el diálogo quedó suspendido y reanudado en menos de 12 horas. Primero, el opositor Henrique Capriles anunció el martes que la noche anterior la Unidad fue notificada por los expresidentes mediadores que el Gobierno decidió suspender las mesas técnicas de trabajo. Luego, el expresidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, salió en fotos con el presidente Nicolás Maduro, quien dijo que el diálogo se extendería hasta marzo de 2017; aunque no se explicó ni desmintió la ausencia de voceros de la Comisión Presidencial para el Diálogo (integrada por Jorge y Delcy Rodríguez, Roy Chaderton y Tareck El Aissami) a las reuniones pautadas para el lunes en la noche. Aveledo analizó la posibilidad de una retirada. Una circunstancia que, dadas las ambigüedades de la política, no puede descartarse.
-¿Cómo puede interpretarse que el Gobierno se retire del diálogo?
-Retirarse del diálogo es una manera insincera de actuar, le digo sinceramente. El Gobierno no quiere el diálogo. No ha cumplido ninguno de los compromisos que asumieron ante los delegados de la Unidad. De ser ciertas las cosas que han trascendido, se valen ahora de una excusa insólita: que la Asamblea Nacional se ocupe de un tema que representa un obvio interés nacional y del cual el Ejecutivo debería ser el primer interesado en esclarecer, a través del Ministerio Público o tribunales, eso dice mucho. Hay una serie de cosas que ocurrieron en el propio seno del Ejecutivo, según las declaraciones de estos mismos jóvenes (sobrinos Flores, de la pareja presidencial) en Nueva York que así lo determinan. Que el hecho de que la Asamblea cumpla su deber, le sirva como excusa al Gobierno para pararse de la mesa, muestra la gravedad de la crisis venezolana. Por otro lado, la falta de disposición verdadera y sincera para un diálogo constructivo.
-¿No cree usted que el Gobierno ya tenía planificada esta estrategia: ganar tiempo para luego, en las primeras de cambio, buscar una excusa y levantarse?
-Si fuera así, sería contradictorio. Si el Gobierno lo que quería era ganar tiempo, lo que debió fue haber alargado el diálogo. Inclusive, el reclamo que había en la sociedad con respecto al diálogo era la urgencia de resultados. Se hacía, equivocadamente, una presión sobre los delegados de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), como responsables que el proceso continúe sin resultados. Se demuestra que no era cierto el asunto de la ganada de tiempo porque, si fuera así, ellos mismos se han interrumpido, boicoteado su estrategia.
-¿Cuál podría ser esa estrategia que planea el Gobierno?
-Mire, por lo general no me gusta adivinar, ni me la echo de adivino. Uno conoce cómo actúa el Gobierno. Lamentablemente siempre hay que esperar lo peor. A eso estamos acostumbrados. Lo que quiero subrayar es que esa situación nueva, después del irrespeto del Ejecutivo y del Tribunal Supremo a la Asamblea Nacional a lo largo de todo este año y el pasado, después de las elecciones; y lo que ocurrió con el bloqueo inconstitucional al referéndum revocatorio el 20 del mes pasado, han abierto una etapa nueva de la política venezolana.
-¿Cuál etapa?
-Una en la que las reglas son difusas. Son borrosas. Ya no hay reglas ciertas. Y entonces ya no podemos pensar en términos de normas y lapsos porque no se están cumpliendo. Mejor dicho: el Gobierno no las cumple. La estrategia de la oposición tiene que asimilar esa realidad nueva y hacer un esfuerzo mucho mayor de explicación y comunicación con la gente. Y los ciudadanos tenemos que hacer un esfuerzo también de comprensión, para entender que esto que está pasando es muy distinto a lo que pasaba hasta hace unos meses.
-Desde su condición de ciudadanía, ¿qué consejo le daría a la Unidad?
-Mucha serenidad y mucha firmeza. Firmeza para defender los principios y el rumbo hacia el objetivo. Serenidad para no perder la paciencia, la cabeza y para conducir al pueblo venezolano a ese feliz término que es el cambio. Que se abra esperanza para todos, no solamente a los que hemos sido opuestos a este Gobierno, sino para todos los venezolanos.
2017: elecciones de gobernadores y alcaldes

Trino Márquez



2016 termina con sabor amargo para la oposición. Todo el futuro promisorio que apareció con el triunfo en las parlamentarias de diciembre de 2015, se evaporó. El referendo revocatorio (RR) se extinguió. Se desincorporaron los diputados de Amazonas. No se ejecutó la Ley de Amnistía. La participación en la Mesa de Diálogo ha sido percibida por una sólida franja de opositores como un estruendoso fracaso, producto -para colmo de males- de la ingenuidad de los representantes democráticos, debilidad que no se les perdona a los políticos. La oposición reúne a la mayoría del país, incluidos a muchos ciudadanos que hasta ayer fueron chavistas, pero es una fuerza sin eficacia. Sin capacidad para modificar la correlación de fuerzas y sacar la pandilla instalada en Miraflores.

El régimen ha desconocido olímpicamente a la mayoría electa para el Parlamento. Sin embargo, si la Mesa de la Unidad Democrática no demuestra de nuevo la capacidad electoral que posee, perderá  prestigio en el plano nacional e internacional.

Henrique Capriles, María Corina, entre otros importantes dirigentes, han hablado de la necesidad de trazarse como objetivo para 2017 la realización de unas elecciones generales adelantadas. Creo que esta constituye una meta llena de peligros. Otro fracaso solo produciría mayores decepciones. Durante 2016 no se realizó el RR, a pesar de estar contemplado en el artículo 72 de la Carta Magna. El país, liderado por la MUD, no acumuló la fuerza suficiente para imponerlo. El régimen, aunque aislado e impopular,  se valió del control ejercido sobre el Poder Judicial para bloquearlo. Maduro y sus socios se colocaron en contra de la Constitución con el propósito de impedir que se cumpliera la voluntad popular.

Exactamente lo mismo podría ocurrir con el proyecto de las elecciones adelantadas, con el agravante de que el gobierno, en este caso, tendría a su favor la excusa de que el procedimiento no está previsto en la Carta Magna. Podrá decirse que en política las soluciones deben ser del tamaño  de los problemas, por lo tanto, que salir de Maduro tiene que ser la prioridad. Como consigna publicitaria la frase resulta atractiva. En la práctica, deben evaluarse con frialdad las condiciones en las cuales se opera. El RR no pudo alcanzarse. Este debe ser el punto de partida del análisis. Lo demás es voluntarismo fantasioso.

En el horizonte electoral aparecen las elecciones para gobernadores y alcaldes. Las primeras debieron llevarse a cabo en 2016. Las segundas están fijadas para 2017. Ambas fechas son constitucionales y están asociadas con la descentralización política y administrativa del Estado, proceso al cual se le da una gran importancia en la Carta del 99 y en la provincia.

El Gobierno se resistirá a realizar ambas convocatorias. Sabe que en cada una de ellas está perdido. El problema que tendrá que resolver es cómo eludirlas si las dos citas son obligatorias por mandato constitucional. Frente al país y el mundo democrático, incluido El Vaticano, tendrá que dar explicaciones convincentes. Nada sencillo. En el sistema democrático las elecciones se convocan cada vez que lo manda la ley, no cuando le conviene al régimen de turno.  La habilidad de la MUD, de todos los factores democráticos de la nación y de quienes desde afuera apoyen este esfuerzo, residirá en obligar a Nicolás Maduro a llamar a esas votaciones. En el ambiente actual, como dice Fernando Mires, la lucha no es electoral, sino por la realización de elecciones, pues el primer enemigo de que ellas se efectúen es el gobierno.

Tras la búsqueda de esa meta, para la cual se cuenta con poderosos aliados en el interior del país, debería iniciarse el trabajo de la MUD desde los primeros días de enero. El triunfo en los comicios regionales cercaría institucionalmente al gobierno de Maduro. Viéndose rodeado, resultaría factible que sea él quien, motus propio, convoque las elecciones generales adelantadas. No le resultará cómodo ni fácil gobernar con la   inmensa mayoría de los gobernadores y alcaldes en contra.

La otra opción es que Maduro se decida a desconocer la Constitución, pasar por encima de esas elecciones, derogar los comicios presidenciales de 2018 y erigirse en un dictador  convencional, puro y duro. En este caso la situación, la suya y la de la oposición, pasaría a un plano distinto, escenario que debería entonces considerarse en su momento.

PD: mis mejores deseos para el año que se avecina

@trinomarquezc

miércoles, 28 de diciembre de 2016

Pedro Juan Gutiérrez: ‘La modernización de Cuba es irreversible’

LA HABANA — El malecón se extendía bajo la luz dorada del crepúsculo; a lo lejos dos veleros solitarios rasgaban la piel del océano, donde ya era de noche. “Esto solo dura un minuto nomás. Déjame verlo otra vez”, dijo el escritor cubano Pedro Juan Gutiérrez desde su casa en Centro Habana. Segundos después empezó a oscurecer y exclamó: “Solo por ese atardecer vale la pena vivir en La Habana”.
En su hogar de Centro Habana, un populoso barrio de calles estrechas y antiguos edificios neoclásicos, Gutiérrez ha escrito toda su obra, que es un espejo de las miserias que pueblan la realidad cubana. En ese circuito urbano de casi cuatro kilómetros cuadrados los personajes de Gutiérrez viven y mueren, se reproducen, se acuestan con todos y traspasan sus límites vitales una y otra vez. Es el escenario de libros como Trilogía sucia de La Habana, El Rey de La Habana, Carne de perro y Fabián y el caos, entre otros.
Las obras de Gutiérrez han sido galardonadas con importantes premios como el Alfonso García-Ramos de Novela en España, y el Narrativa Sur del Mundo en Italia. El escritor ha sido traducido a más de 22 idiomas y la crítica lo ha ubicado fácilmente como un narrador tropical del realismo sucio, hermano cubano de Bukowski y primo isleño de Henry Miller.
Sin embargo, no hay que confundirse. Su narrativa se inscribe en la brillante tradición de humanismo y denuncia de las letras cubanas que han criticado al sistema comunista por su deshumanización y persecución de la disidencia, además de forjar un estilo cuidado y contenido en el que cada frase nos sumerge en las contradicciones de la isla. Gutiérrez nunca menciona a los Castro en sus novelas, pero los convierte en protagonistas ineludibles al describir los horrores de la miseria que crearon.



“A veces pienso que es el infierno, pero también es un lugar que puede ser apacible y muy humano”, dice, y explica que en estos meses solo se ha dedicado a la poesía. Desde junio, los versos de Cazador y otros poemas le roban la atención que suele dedicar a las historias truculentas.

Mientras las cenizas de Fidel Castro recorrían la isla de Cuba en noviembre, el autor recordaba que tenía nueve años cuando el líder revolucionario entró a la capital. Él estaba lejos, en Matanzas, al norte de la isla, pero rápidamente se percató de que la presencia del “barbudo” iba a ser importante para todos los cubanos.
“Mi generación estuvo marcada por la revolución, por ese proyecto utópico e idealista que rompió con todo lo anterior. Hubo un quiebre con el modo de ver el sexo, la familia, la sociedad y la cultura, incluso con toda la herencia anterior”, dice el autor cubano de 66 años. “Fue una gran aventura, un enorme laboratorio en el que, simultáneamente, se iniciaban buenos proyectos y también pasaron muchas cosas negativas”.
¿El fallecimiento de Castro afectará el proceso político cubano en el corto plazo?
Desde 2006 él estuvo retirado por su enfermedad así que no era una presencia tan potente como la del pasado. Eso permitió que Raúl (Castro) iniciara una serie de reformas como la apertura de pequeños negocios y mejorar las leyes de emigración para entrar y salir del país sin problemas, entre otros cambios. Algo interesante es que Raúl ya dijo que sale del poder en 2018 y eso es algo nuevo en la política del país, que permaneció congelada durante décadas.
¿Qué cambios cree que buscan las nuevas generaciones de cubanos?
La modernización de Cuba es irreversible porque es lo que quieren los jóvenes. Ya no queda nada de utopía, idealismo, revolución, ni política aunque haya un discurso oficial que exalta eso. A los jóvenes lo que les interesa es hablar inglés, francés y montar un negocio para ganar dinero.
¿La gente de su generación ve esa actitud como un cambio positivo o les sorprende ese rompimiento con el legado comunista?
Ellos quieren irse a probar suerte en otro país, crear empresas y la mayoría no quiere estudiar carreras universitarias, sino tener oficios prácticos. No sé si eso será positivo o negativo, pero es algo tremendo que se ha ido manifestando en los últimos años y es evidente que funciona porque propicia los cambios.
¿Cómo cree que será la transición entre el actual modelo político y el surgimiento de nuevas reformas?
Lo que quedó atrás es el pasado, y uno no puede vivir de eso. Creo que Cuba debe enfrentar los nuevos tiempos sin odios ni rencores porque eso trae malas consecuencias en la vida individual y social. Hay que empezar esta nueva era sin tantas cuentas pendientes.
¿Qué le puede decir a las personas de su edad que sienten miedo ante los cambios propiciados por los jóvenes?
A veces la gente me oye y se asombra porque soy un poco radical, pero la única manera que existe de sobrellevar este proceso es ser positivo y seguir adelante. Ya la revolución duró varias décadas y tuvo algunas cosas buenas y muchas malas, eso hay que asumirlo porque fue un proceso social. Entonces no pasa nada, el tiempo es infinito.
¿Y cómo lo tomarán sus personajes que siempre han vivido en los márgenes del sistema cubano?
Ellos son como el cubano promedio que sufre riéndose y a veces ni se da cuenta de sus precarias condiciones de vida. A pesar de lo extrema que ha sido nuestra situación económica, siempre nos divertimos. Tenemos una espiritualidad, un mestizaje que lo define todo y eso es el Caribe. Si estás jodido en la vida y encima vas a estar machacándote los huevos, todo lleno de envidia por lo bien que viven en Europa o Estados Unidos, así no se puede. Esto es lo que te ha tocado, así que vamos a disfrutarlo, siempre puedes tomarte una botella de ron, jugar al dominó, tener un poco de sexo y darle gozadera a tu vida.




ANGUSTIAS POST-POPULISTAS



JULIO MARÍA SANGUINETTI


Brasil y Argentina dejaron atrás sus Gobiernos populistas, pero no por ello dejan de vivir en medio de zozobras. Tras la década de mejores precios internacionales de la historia conocida (2003-2012), con Gobiernos que dilapidaron los enormes excedentes de la bonanza, no es fácil luego equilibrar las cuentas ni, mucho menos, retomar un crecimiento genuino. Como dice el personaje de Carlos Fuentes en La silla del águila, los pueblos juzgan más por lo que ven que por lo que comprenden y hoy observan, más que la herencia recibida, su difícil administración.
El Gobierno de Macri, emanado de elecciones limpias, con un buen equipo ministerial y un estilo abierto de diálogo político, cumple ya su primer año con un buen balance. Enfrenta, sin embargo, el creciente ruido político provocado por las elecciones parlamentarias del año venidero, que llevarán todo un año de campaña.
De las Administraciones kirchneristas se heredó un desastre: un default de deuda externa largamente estirado, unas tarifas públicas viciadas por gigantescos subsidios, un mercado cambiario encepado, el Estado distorsionado en sus estructuras y hasta un instituto oficial de estadísticas organizado para mentir. En este primer año, de todo eso se salió. Y también se restableció un clima político que estaba quebrado por la intolerancia del constante arrebato retórico de la señora Kirchner contra los “conspiradores” de adentro y de afuera, que en el mundo entero intentaban “desestabilizarla…”. La prensa se liberó de intolerables presiones, como las ejercidas sobre Clarín.
No es poca cosecha, entonces. El problema es que se creó la expectativa de una retomada rápida del crecimiento y una mejoría de la enorme deuda social (30% de pobres). El país creyó que era más fácil salir del desastre, cuya magnitud no fue difundida claramente. Se va en buen rumbo, pero las inversiones que se esperaban vienen llegando a ritmo lento, ningún gran producto de exportación mejora, el mercado brasileño sigue planchado y el chino crece a menor velocidad.
La cuestión es que los reclamos aumentan cada semana que nos acercamos a la elección y el Gobierno, sin mayoría parlamentaria, debe hacer malabarismos. La gran incógnita, a su vez, es qué ocurrirá con el peronismo, si se reunificará o si el sector moderado intentará acabar con el kirchnerismo, cuya corrupción ha quedado en evidencia con una flagrancia sin precedentes: la filmación de un ministro, en la madrugada, saltando la verja de un convento para esconder paquetes con millones de dólares que iban entrando las nobles monjitas, superó todo lo conocido…
La situación brasileña es bastante peor. La caída de su enorme economía (séptima del mundo) sigue inexorable: 3% este año, sumado a otro 3% en 2015 y a otro registro negativo en 2014. Su último gran año fue 2010 (7,5%) en medio de la bonanza internacional, pero a partir de allí el mal manejo de la economía en el segundo Gobierno de Lula y el corto lapso de Dilma, llevó a una progresiva caída. El PT, luego de una primera Administración de Lula razonable, se embriagó del afán de perpetuarse y organizó una maquinaria depredatoria del Estado, basada en la gran empresa petrolera (Petrobras). Se arreglaban las licitaciones a cambio de sobornos, hasta un límite no conocido. Los juicios han llevado a la cárcel a ministros y parlamentarios relevantes del Gobierno, junto a los mayores empresarios, que procuran mejorar su posición judicial ofreciendo delaciones privilegiadas. Estos días los titulares de la gran empresa constructora Odebrecht se han comprometido en los tribunales a devolver 2.000 millones dólares y seguir denunciando a los políticos que sobornaban.
La debilidad está en que la tarea de limpieza la debe hacer un Gobierno presidido por un vicepresidente asociado a la anterior Administración, que asumió hace seis meses después del juicio político a Dilma Rousseff. Ello ha facilitado la movilización del PT en su contra y un indisimulado apoyo de los movimientos de izquierda internacionales.
Lo reconfortante es que en la última elección de gobernadores y municipios, el PT fue barrido en todas las grandes ciudades y perdió San Pablo ante un candidato del PSD (el partido de Fernando Henrique Cardoso, Serra y Aécio Neves). Lo malo es que los juicios no terminan, por sospechas han caído ya seis ministros y la economía no remonta. Temer encara su Gobierno con la idea de ser una transición y de ordenar financiera y administrativamente el país. Lo viene haciendo, pero en medio de huracanes, rayos y centellas.

Julio María Sanguinetti fue presidente de Uruguay.

Corrupción y transparencia, enemigos íntimos

MARIN MRCELA

Los constantes escándalos y denuncias por corrupción en Europa en los últimos años han dañado de tal forma la credibilidad de las instituciones que ha surgido un sentimiento general de desilusión pública y tensiones sociales y políticas. La crisis económica y financiera ha contribuido a hacer visibles los efectos de la mala gestión, los conflictos de intereses y la corrupción tanto en el sector público como en el privado.
Desde hace 17 años, el Grupo de Estados contra la Corrupción del Consejo de Europa (GRECO) ha supervisado las medidas contra la corrupción llevadas a cabo por los Estados europeos y ha seguido de cerca las preocupaciones de los ciudadanos en este ámbito. Nuestros Estados miembros aceptan evaluaciones, a menudo muy críticas, sobre su actuación y les exigimos que reaccionen y que pongan en marcha las reformas necesarias. Aunque ha habido avances, lo cierto es que los gobiernos, los parlamentos y las autoridades judiciales deben hacer mucho más.
La lucha efectiva contra la corrupción exige tres elementos esenciales: una voluntad política sostenida, una política anticorrupción estratégica, integral y coordinada; y el más alto nivel de transparencia posible en la vida política, administrativa y económica. Por ello, la transparencia es el enemigo natural de la corrupción y del abuso de poder. Un alto nivel de transparencia en la dirección de los asuntos públicos (y en el sector privado) es primordial para prevenir la corrupción, como también lo es el derecho a expresar opiniones divergentes y la existencia de unos medios de comunicación realmente independientes.
Por tanto, sin transparencia es imposible conseguir que la lucha contra la corrupción sea eficaz. Para ello, la legislación sobre el acceso a la información debería ser lo más sencilla posible y no incluir procedimientos largos y complejos o condiciones que pudieran limitar u obstaculizar la accesibilidad a la información. Por ejemplo, no contribuye a tener unas administraciones transparentes que cuando los ciudadanos o los medios de comunicación quieren solicitar información al Estado estén siempre obligados a hacerlo por escrito y con el requisito de que exista un "interés directo y legítimo" para conocer dicha información. El acceso libre a la información debería ser la norma y la retención de información, la excepción.
El GRECO ha prestado considerable atención a los denunciantes, aquellos que informan de sospechas de corrupción y de otros abusos en la administración pública y en el sector privado. Su actuación genera transparencia. La denuncia es una herramienta importante para propiciar que se rindan cuentas, fomentar una cultura de la integridad, y fortalecer la lucha contra la mala gestión en general y la corrupción en particular.
Los denunciantes suelen estar expuestos al despido. Por lo tanto, son necesarias normas adecuadas para darles protección contra cualquier tipo de represalia. Y es imprescindible que exista un mecanismo que investigue las denuncias de represalias y proporcione una reparación a los que las sufren.
La transparencia desempeña un papel decisivo en cuanto a las inmunidades de que gozan ciertos titulares de cargos públicos y representantes electos en algunos de países. Estas inmunidades –en relación con la investigación, el encausamiento o el enjuiciamiento– obstaculizan la lucha contra la corrupción. Por lo tanto, el GRECO ha recomendado a algunos Estados que reduzcan el número de beneficiarios de dicha inmunidad. También ha recomendado que los procedimientos de suspensión de la inmunidad de los parlamentarios sean más claros y transparentes y, ante todo, estén menos politizados.
El nombramiento y la carrera de los altos cargos en la administración pública suele hacerse de una manera excesivamente secreta, marcada por el favoritismo y, por tanto, sin transparencia, sin imparcialidad y sin criterios claros para la valoración de los candidatos. Sin embargo, tenemos que reconocer que algunos países han hecho esfuerzos para erradicar el favoritismo y el nepotismo en la administración pública.
La transparencia también es fundamental en la difícil cuestión de los conflictos de interés. Los funcionarios deben trabajar para los ciudadanos, no para su interés personal. Será más fácil que los conflictos de interés y el patrimonio de origen desconocido salgan a la luz si se exige a los titulares de cargos públicos que presenten declaraciones de bienes, ingresos e intereses. Si dichos procedimientos se supervisan de manera apropiada, pueden ser de gran utilidad en la lucha contra la corrupción.
Asimismo es esencial que la financiación de los partidos políticos y de las campañas electorales sea transparente. A medida que los Estados fortalecen la legislación surgen nuevas formas de eludir las normas, por ejemplo, recurriendo a fundaciones políticas. En muchos países, la información financiera no se hace pública de una manera fácilmente accesible y a veces las cuentas ni siquiera son objeto de un examen independiente.
La transparencia no basta por sí sola para prevenir de forma creíble la corrupción. La experiencia nos ha demostrado que la prevención debe ir acompañada de una aplicación rigurosa de la ley; ambas son complementarias, no alternativas. Las medidas de prevención serán en vano si no están respaldadas por iniciativas para combatir la impunidad, también en el ámbito de la corrupción de alto nivel.
La lucha contra la corrupción tiene que convertirse en una cuestión de ética y de actitudes, y no sólo de reglas. Y en ello el sistema educativo debe desempeñar un papel importante. Los efectos de la corrupción son devastadores y es necesario que nos impliquemos todos. Una mayor transparencia se traducirá en una mayor rendición de cuentas y, por tanto, en una mayor confianza del conjunto de la sociedad en la gestión de los asuntos públicos. En última instancia, la transparencia se convierte en un requisito indispensable para mejorar la democracia.

Marin Mrcela es presidente del Grupo de Estados contra la Corrupción del Consejo de Europa.