domingo, 30 de abril de 2017

Paradojas

La madurez comienza el día que uno decide que nunca volverá a ensalzar los ideales radicalmente puros

Para explicarse un poco mejor los chocantes resultados de algunas votaciones recientes, conviene recordar la perpetua contradicción entre lo que nos gustaría querer y lo que queremos de verdad. O mejor, entre lo que nos aseguran que debe quererse y nuestros auténticos y vergonzantes deseos. Yo creo que la madurez comienza el día que uno decide que nunca volverá a ensalzar los ideales radicalmente puros porque en el fondo nos parecen pataleos inanes que nos alarmaría ver realizados. Y la sabiduría se alcanza si esa decisión va acompañada de la ascética renuncia al cinismo y la autocomplacencia. No es fácil ni corriente llegar a tanto: estamos en ello.
Hace pocas semanas en barrios periféricos de Madrid hubo protestas vecinales por la decisión de algunos bancos de suprimir allí sus sucursales. Los periódicos progresistas daban la noticia subrayando "paradójicamente, los vecinos se manifestaron en defensa de los bancos". ¡Chocante! A nadie le hubiera extrañado que reclamasen supermercados o farmacias, pero bancos...Es como si los negros de Alabama exigieran subvenciones federales para el Ku Klux Klan o premios para los conductores que más víctimas causen en los pasos de cebra. En realidad no hay paradoja ninguna, porque la misma buena gente que proclama como está mandado su aborrecimiento a los bancos, esas cuevas de iniquidad, los sabe imprescindibles y sale a la calle a protestar si se los alejan de casa. Detestan a los banqueros que abusan de la clientela pero aún detestarían más tener que renunciar a pedir créditos o hipotecas, no digamos verse obligados a guardar los ahorros en un calcetín. Si el catequista de turno les pregunta cuales son los enemigos del alma, responderá que el capitalismo, su casta y susana, digo su trama. También pedirán prohibir la Coca-cola, pero antes...¡dos para mí!.

Ni los ‘4 fantásticos’ se dan abasto para proteger a Nicolás Maduro

KATHERINE PENACCHIO

Mientras en el universo de Marvel la tarea de proteger al mundo de ataques externos está a cargo de un grupo conocido como los 4 Fantásticos, el presidente Nicolás Maduro también tiene sus cuatro paladines dedicados a dar protección al primer mandatario y a su familia. Son los oficiales militares que comandan la Guardia de Honor Presidencial.

La Guardia de Honor Presidencial es la unidad encargada de prestarle a Nicolás Maduro, Presidente de la República y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, y a sus familiares inmediatos, “la seguridad, custodia, protección y demás garantías necesarias para su libre desenvolvimiento”, según expresa la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Fanb). Su origen precede a la llegada de la revolución bolivariana al poder; de hecho, reivindica unos antecedentes que se remontan hasta la Compañía de Húsares creada por el propio Libertador Simón Bolívar en febrero de 1815 mediante un decreto que expidió en Mompox, a orillas del río Magdalena, en Colombia.

La Guardia de Honor forma parte del Despacho de la Presidencia, comandado por la almirante en retiro Carmen Meléndez -exministra de Defensa y actual titular del buró-, y es un ente complementario de las Fanb, con un rango similar al de la Milicia Bolivariana.

Hay más de un contratista en el cuartel
En el ojo del huracán debieron quedar entonces los cuatro militares a quienes corresponde la mayor responsabilidad en la protección del primer mandatario. Se trata de Iván Rafael Hernández Dala, comandante de la Guardia de Honor; Eliezer José Meléndez Asmadt, comandante de la Brigada de Guardia de Honor Presidencial; Javier José Marcano Tabata, comandante de la Unidad Especial de Seguridad y Protección a Personalidad del Estado; y Jesús Rafael Villamizar Gómez, comandante de la Brigada Especial de Protección y Aseguramiento Presidencial.

Uno de ellos, Villamizar, aparecía en 2012 ofreciendo servicios al Estado en el Registro Nacional de Contratistas (RNC), a través de la empresa Cooperativa Seguridad y Protección Nacional 1204 R.L., en la que figuraba como Secretario de la Junta.

Para la fecha, Villamizar se desempeñaba como parte del grupo de Gestión de Energía Eléctrica del Despacho de la Presidencia de la República.

Esta cooperativa proporcionó en 2012 servicios de vigilancia y de guardias de seguridad
En su razón social, Cooperativa Seguridad y Protección Nacional 1204 R.L., afirma que se dedica a “actividades combinadas de apoyo a instalaciones, dentro de las cuales figuran los servicios de seguridad personal, institucional y comercial, vigilancia privada, residencial, bancaria, industrial y de cualquier índole”.

Según el Registro Nacional de Contratistas, esa empresa ya no está habilitada para contratar con el Estado. Pero en 2012 proporcionó servicios de vigilancia y de guardias de seguridad. Además de Villamizar, la directiva la completan dos socios de apellido McTurk.

Jesús Villamizar no es el único miembro de la Guardia de Honor que contrata con el Estado, aunque sí el único entre los militares de los cuatro cargos principales. El capitán de corbeta y jefe de la Dirección de Administración y Logística, José Gregorio Machado Pérez, aparece como secretario de la Cooperativa Mabifram 2009, R.L., una empresa de promoción de eventos que vendió al Estado, durante el 2009, publicidad en vallas y estuches de llaveros.

No hay normativa que prohíba de manera explícita a efectivos militares tener empresas privadas. Sin embargo, las leyes venezolanas -incluyendo disposiciones constitucionales y la Ley del Estatuto de la Función Pública- sí impiden a funcionarios públicos contraten con el Estado por sí mismos, a nombre de terceros o a través de empresas. El cumplimiento de esa restricción ha sido pobre durante la administración bolivariana, y claramente permisiva en el caso de militares. Un reportaje de Armando.info en agosto de 2016, “El militar que importa los alimentos en Venezuela también es contratista del Estado”, demostró que la compra y venta de alimentos -un ramo clave y centralizado en el Estado- se había convertido en una especie de logia. En el negocio de la seguridad se verifica algo similar.
Comandante Ivan Hernández Dala
Las medallas a la confianza
El 22 de diciembre de 2015, en la Gaceta Oficial número 40.815, se publicó la reestructuración de la Guardia de Honor presidencial y la creación de seis batallones y cuatro unidades especiales adicionales para la seguridad del primer mandatario. Control Ciudadano, una ONG que monitorea los asuntos de seguridad, defensa y Fuerza Armada Nacional, criticó en su momento los cambios de la llamada también Casa Militar. “No se corresponde con la emergencia económica que pretende declarar y mucho menos parece ‘ético’ frente a la enorme vulnerabilidad que sufren en materia de seguridad millones de venezolanos diariamente”, comentó la presidenta de la organización, Rocío San Miguel, en un comunicado publicado en enero de 2016, donde también critica que no se hayan creado nuevas unidades policiales o militares para la protección de los ciudadanos venezolanos.

A los miembros de la Guardia de Honor es sencillo reconocerlos en los actos oficiales, llevan traje verde oliva con detalles rojos y una boina del mismo color. Siempre cuidando las espaldas del presidente. Quienes ejercen como comandantes son militares que se han ganado la confianza de Nicolás Maduro y su esposa Cilia Flores, y su poder es comparable con las personas que forman parte de la corte de un rey en gobiernos monárquicos.

El comandante de la Guardia de Honor es el General de División Iván Hernández Dala, el líder del equipo. Fue nombrado comandante el 1 de marzo de 2016 supliendo a Jesús Salazar Velásquez, quien es ahora presidente de la Junta Administradora del Instituto de Previsión Social de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Ipsfa) y quien fue ascendido a General antes del tiempo reglamentario, algo sin precedentes en los cuarteles venezolanos.

Hernández Dala, además de ser líder de la Guardia, es el jefe de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (GDCIM) desde enero de 2014 y responsable del manejo de los fondos de funcionamiento de ese ente. Es uno de los funcionarios sancionados ese año por el Gobierno de Estados Unidos por su participación en casos de supuestas violaciones a los Derechos Humanos durante el control de las llamadas guarimbas, bloqueos y protestas callejeras.

Compañeros de su promoción “Manuel Manrique” de la Academia Militar, consultados para este reportaje, aseguran que Hernández ha tenido una carrera limpia y siempre se mantuvo como una persona de confianza del fallecido presidente Hugo Chávez.

En la más reciente emisión del programa Los domingos con Maduro, transmitido desde la cumbre del cerro El Ávila que domina por el norte el valle de la ciudad de Caracas, el general Hernández Dala tuvo oportunidad de exhibir su condición de integrante histórico del entorno del comandante revolucionario. Para apoyar un punto, el presidente Maduro pidió al público presente en el plató que levantaran la mano aquellos que conocían al comandante Chávez antes de su fulgurante aparición de la intentona golpista del 4 de febrero de 1992. Hernández Dala fue el único entre los interrogados que levantó la mano para romper, desde una fila posterior del público, su casi invariable bajo perfil. Debió entonces levantarse de su silla para saludar al presidente e intercambiar con él bromas sobre su gruesa chaqueta de campaña, una pieza que Maduro decía envidiar bajo el frío clima de la montaña.

Otro favorito de Chávez que permanece al mando del cuerpo es Eliezer José Meléndez Asmadt, comandante de la Brigada Guardia de Honor Presidencial desde marzo de 2016, cuando sustituyó a Leonardo Bello Ortega.
Meléndez, otro oficial escasamente conocido por el público, adopta sin embargo un perfil heroico en la narrativa del contragolpe oficialista completado con éxito en abril de 2002 para conjurar la conspiración, llamada el Carmonazo, que desalojó a Chávez del poder por escasas 47 horas. Para el momento, Meléndez era el capitán de la Compañía de Regimiento de la Guardia de Honor Presidencial.

“A partir del 13 de abril debía permanecer en mis convicciones revolucionarias, tener fortaleza de actuar en cualquier ocasión”, expresa el militar en el libro Lealtad a Prueba de Golpe, publicado por el fondo editorial William Lara de la antigua Asamblea Nacional de mayoría chavista.

De acuerdo a Meléndez, uno de los errores cruciales cometidos por los golpistas en 2002,  fue precisamente que no removieron a los integrantes de la Casa Militar.
Más allá de esa épica, el también licenciado en Ciencias y Artes Militares ofrece en la misma entrevista una clave para comprender el perfil que han adquirido desde entonces los jefes de la Guardia de Honor. De acuerdo a Meléndez, uno de los errores cruciales cometidos por los golpistas en 2002, precipitando así el fracaso de la intentona, fue precisamente que no removieron a los integrantes de la Casa Militar. Quizás ello explique por qué ahora, al contrario de lo que ocurría regularmente antes de la llegada al poder de la autodenominada Revolución Bolivariana, los militares hacen carrera dentro del ente. Confiabilidad y lealtad política son requerimientos que solo se comprueban con el tiempo.

La Guardia de Honor no sólo tiene la responsabilidad de cuidar al primer mandatario. También lo hace con otras autoridades. Para ello dispone de una Unidad Especial de Seguridad y Protección a Personalidad del Estado que, desde el 21 de julio de 2016, está al mando del General de Brigada Javier José Marcano Tataba. Graduado de la Academia Militar en 1991, promoción “Daniel Florencio O’Leary”, donde compartió con el ex ministro de Alimentación Carlos Osorio y con su ahora compañero de guardia Eliezer Meléndez. Pero, a diferencia de ellos, no ha ocupado otros cargos públicos de relevancia.

Allegados a Tabata lo describen como un hombre de “carácter pasivo”, sin fuerza ni determinación, rasgos que normalmente se atribuirían a un oficial en su posición. Su principal credencial, valoran las fuentes -que no han querido que se revelen sus identidades- reside en su cercanía a la pareja presidencial y su afinidad política jurada con el chavismo.

BAILARÍN

RAMON PEÑA


"Danzaban y hacían piruetas Con agilidad de muñecos,
Era una horrible mascarada…"

Oscar Wilde, Balada de la cárcel de Reading

Una de las conocidas exhortaciones de Niccolo Maquiavelo en El Príncipe reza así: “es mejor ser temido que ser amado”. Es evidente que nuestro Golem gobernante no encaja en tal dilema, porque los venezolanos ni le aman ni le temen. Pero con los atributos que natura le dio y la orientación que la Habana le presta, se las ha arreglado para añadir a las recomendaciones del sabio florentino una tercera opción: la de ser odiado. Y lo ha logrado de modo sobresaliente -hasta en las que fueron sus propias huestes- al sostener obstinadamente las condiciones que han hundido a los ciudadanos en hambre, negación de la salud, atraso y asedio del crimen. Pero no le ha sido suficiente. Para asegurarse de ser aborrecido, se ha servido de la burla como componente notable de su estilo cotidiano. De la burla vulgar, con especial ahínco en circunstancias dolorosas para el país.
Nadie olvida cómo en febrero de 2014, cuando la represión cobraba la vida de 43 personas en las agitadas calles del país, en su mayoría jóvenes, le pareció de original lucimiento hacerle saber a los venezolanos que, mientras tanto, él “dormía
como un bebé…” En aquella misma época, no tuvo recato en bailar en cadena nacional mientras se velaba a la joven Geraldine Moreno asesinada por la Guardia Nacional Bolivariana en la ciudad de Valencia. 
En sus emisiones televisivas se adorna frecuentemente con pasos de bailarín, una manera de mofarse, que disfruta mientras niega la terrible crisis humanitaria. En la tarde del miércoles 26 de abril, cuando fue asesinado en Caracas el estudiante Juan Pablo Pernalete, celebró un acto público, en el cual incitaba a la juventud a bailar y decretaba crear escuelas de bailes para los más jóvenes... 
Una advertencia, que no se lee en El Príncipe, sino en La Biblia: “De lo que siembres, cosecharás…”
 
ES UNA DICTADURA

EDITORIAL SIC

Revista SIC Año LXXX Nº 793 Abril 7, 2017

Las decisiones asumidas por el Tribunal Supremo de Justicia en Sala Constitucional de fecha 28 y 29 de marzo del presente año (Sentencias 155 y 156) suponen un claro golpe de Estado y un desenmascaramiento definitivo del gobierno como una dictadura. La revista SIC y el Centro Gumilla fieles a su condición de instancias defensoras de la democracia como sistema de convivencia de los venezolanos y como sistema que, con sus defectos (muchas veces señalados por nosotros), es garantía de la protección de los derechos humanos, nos oponemos como ciudadanos a este abuso por parte de un grupo de militares y civiles que con la única intención de proteger sus intereses particulares y ambición de poder, han sometido a toda la sociedad venezolana.
Hemos venido señalando en diversos editoriales el proceso de degradación del actual gobierno y de la política en general en Venezuela. Las situaciones de hambre, represión, falta de atención e insumos médicos básicos, que hemos definido como crisis humanitaria en un país en el cual tales circunstancias resultan inexplicables en el fondo pueden ser leídas como una política expresa de sometimiento de la población, cuyo objeto fue y es evitar el levantamiento popular frente a un auto golpe.
En esa misma medida, las continuas detenciones de diversos políticos venezolanos, que incluyó recientemente a un diputado suplente del parlamento, fueron signos de las decisiones que ya estaban asumidas. Las libertades se fueron conculcando cada vez con mayor fortaleza, lo que incluyó el cierre de varios medios entre los cuales vale recordar la clausura de CNN y las amenazas nuevamente de cierre a Globovisión.
También el desprecio con el cual se ha tratado a la comunidad internacional, comenzando con el mismo Vaticano en la persona del Secretario de Estado Cardenal Pietro Parolin, cuando le envió una carta al gobierno venezolano señalando sus incumplimientos en los acuerdos alcanzados en el malogrado diálogo de finales del año 2016. Este mismo tratamiento recibió Mercosur, la OEA y es de esperar que continúe en otros foros.
Ambas sentencias del TSJ no son más que un colofón a la actitud asumida por el Gobierno frente a la derrota electoral sufrida en diciembre de 2015 y que consistió en el mero desconocimiento de los efectos del resultado, la negación de la voluntad popular y el no sometimiento a las reglas democráticas. Desde el principio se usó como ariete al Poder Judicial (por cierto nombrado de forma ilegítima) para intentar darle una apariencia de legalidad a los actos, pero en el transcurso del tiempo la máscara se fue degradando hasta llegar a esta necesidad de emitir una decisión que supone una clara violación a la Constitución que supuestamente pretende proteger. Es evidente que la fuerza de esas decisiones están sustentadas en las armas que posee el grupo que ejerce la actual dictadura, tanto desde el sector castrense, como en los grupos civiles armados y con el apoyo de Cuba como Estado que ha prestado su muy eficiente sistema de vigilancia y control.  
Nos enfrentamos a una dictadura como ciudadanos y como cristianos. Tenemos presente lo dispuesto en los artículos 333 y 350 de la Constitución que nos exigen hacer todo lo que de nosotros dependa para la restitución de las libertades. Se trata del accionar como ciudadanos a través de la protesta pacífica, sin armas, sin violencia y en resistencia al abuso del poder. Se trata de usar la palabra y la razón a pesar de que la misma en tiempos de turbulencia le cuesta encontrar su camino. Se trata de no caer en el chantaje de la fuerza y alegar nuestros derechos y el derecho de una solución democrática y electoral.
Como cristianos nos corresponde acompañar este ya largo viernes santo que ha vivido nuestro pueblo. El hambre sigue presente, la falta de medicinas, las operaciones violentas de la OLP, los malos servicios públicos o su desaparición, la inseguridad, que se suman y agravan otros males que tienen larga data. Pero somos conscientes que este paso dado por el TSJ supone una nueva estación en este viacrucis del pueblo venezolano, un despojo más, una nueva espina, otro golpe en este camino tortuoso en el cual llevamos varios años.
En los contextos de viacrucis son vitales las presencia de Cirineos que ayudan a llevar la cruz, de Verónicas que limpian el rostro, de Marías que dan fortaleza en el caminar y de guardias que reconocen en medio del dolor la presencia de Dios. Pero no queremos quedarnos en la pasión, pues esto no es cristiano, sino que aun siendo conscientes de la pasión y que quizás nos toque sufrir por seguimiento de la verdad lo mismo que a Cristo, a la vez, buscamos la resurrección que es el triunfo al final de la Verdad y la Vida.   
Queremos caminar hacia la verdadera libertad que supone reconocernos todos como miembros de una comunidad política que respeta los derechos de todos, que permite verdaderos caminos de desarrollo, que propicia una auténtica solidaridad. Esto requiere de la democracia formal como un elemento que aunque insuficiente es imprescindible. Respeto al Estado de Derecho, separación de poderes, legitimidad del parlamento como instancia de control y decisión democrática.

Revista SIC, (Caracas, 1967). Es una publicación del Centro Gumilla de la Compañía de Jesús tiene 70 años de continua dedicación al análisis económico, social, político y cultural de la vida venezolana. Sus más de 700 números puntualmente editados se orientan a sus lectores y amigos para servir de estímulo para la reflexión sobre el acontecer nacional desde la perspectiva de los más excluidos. Se publican 10 números cada año.

Carlos Rangel fotografiado por Tito Caula en 1976. Imagen del Archivo Fotografía Urbana

El primer antichavista del mundo

Milagros Socorro // #






Con buen rango de certeza puede conjeturarse que esta foto, que Tito Caula hiciera de Carlos Rangel, en 1976, fue encargada para la promoción de su libro Del buen salvaje al buen revolucionario, que apareció ese año.
Como tiene de fondo un sinfín, propio de estudios fotográficos, tendemos a pensar que fue tomada en el local que tenía Caula en Altamira, este de Caracas. Lo que sí está claro es que Caula oprimió el obturador en el instante en que Carlos Rangel dejaba aflorar en su rostro una expresión de agudeza, inteligencia y penetración, mientras que el cuerpo daba cuenta de una personalidad retraída, como aterida y alerta ante el ataque. Es como si le hubieran dicho algo que no termina de creerse, en el instante en que la temperatura ha registrado un súbito bajón. Es improbable que hubiera ocurrido una y otra cosa. Lo que sí es seguro es que Tito Caula esperó a que emergiera la paradoja de este hombre de talento excepcional e insospechados abismos.
Atengámonos a lo que es visible. Destaca la albura del cabello, la camisa y el pañuelo. Tanto es así, que los almidonados puños proyectan sobre la corbata y las solapas un destello metálico que nos lleva a entrever un peplo de plata o algún tipo de armadura niquelada. La ceja izquierda levantada, las monturas de los lentes más anchas de lo habitual y la mirada clavada en la lente de Caula proclaman: sé lo que digo, intento mantener ampliada mi perspectiva de visión. No soy fácil ni me sobra paciencia…
La silla, sofisticada en su sencillez, estaba muy extendida en la Venezuela de la época. Por lo menos, en los ambientes donde se movía Carlos Rangel. Es una Silla Eames o Plastic Chair, diseñada por Charles y Ray Eames, para el concurso “Diseño de Muebles a Bajo Costo”, organizado por el Museo de Arte Moderno de Nueva York, en 1948. Hecha en fibra de vidrio, fue, de hecho, la primera silla de plástico que se fabricó a escala industrial. La que aparece en la foto, de carcasa blanca, es el modelo Eames DAL, con brazos y pata central. Es un mueble concebido para adaptarse al cuerpo y recibirlo con comodidad, pero el ocupante luce tenso, con los brazos cruzados y las manos ocultas (la derecha, incluso, remetida en la faltriquera), y las rodillas casi juntas (el pie izquierdo, fuera del cuadro, debe estar en punta). Espera el pistoletazo para arrancar.
Carlos Enrique Rangel Guevara nació en Caracas el 17 de septiembre de 1929. Periodista, escritor, intelectual, figura de la televisión y uno de los más notables difusores del liberalismo en América Latina. Era hijo de José Antonio Rangel Báez y Magdalena Guevara Hermoso. Por vía materna, su abuelo fue el general Lorenzo María Guevara Ron, presidente del estado Bolívar y uno de los defensores de Cipriano Castro en 1899; y la esposa de este, Magdalena Hermoso Salom, nació en Coro y sabemos que era de familia muy próspera porque se conserva al menos un retrato de ella. Por vía paterna, Carlos Rangel era nieto de Ana Teresa Báez Eliozondo ydel general y médico Carlos Rangel Garbiras. Detengámonos un momento en esta notable figura del siglo 19 y la primera década del 20.
El general Carlos Rangel Garbiras nació en San Cristóbal en 1854 y murió en Caracas, 1910. Era nieto del doctor y coronel de la Guerra de Independencia de Venezuela, José Antonio Rangel y Becerra, así como del médico zuliano Arístides Garbiras, presidente del Estado Táchira en dos oportunidades. Empezó a estudiar Medicina en la Universidad Central de Venezuela y terminó la carrera en París. En diversos periodos fue gobernador de Táchira, parlamentario y, sobre todo, conspirador. Según ha escrito el historiador José Alberto Olivar, el general Rangel Garbiras, a quien alude como “caudillo aristócrata”, es “un personaje desestimado y poco estudiado, pese a ser una de las primeras figuras en alcanzar un importante renombre nacional, capaz de disputar el predominio de los liberales en el poder desde 1864”.
Dice el historiador que cuando Rangel Garbiras volvió al Táchira, tras concluir sus estudios universitarios, “se dedica a ejercer el doble oficio de médico y periodista. Cabe destacar que su padre Carlos Rangel Pacheco estuvo ligado al periodismo, colaborando hasta sus últimos días en el Eco del Torbes, el Correo del Táchira, el Eco de Occidente, el Observador, entre otros. Fue además concejal y Presidente de la Legislatura tachirense. Por otro lado, su abuelo Arístides Garbiras fue un activo participante en la diatriba política local, en 1854 estuvo comprometido en una insurrección paecista en San Cristóbal contra el gobierno de José Gregorio Monagas”. Una vez trasladado a Caracas, Rangel Garbiras fundaría un órgano de difusión de ideas regionales conocido como El Eco Andino.
Enemigo de Cipriano Castro, se vería obligado a exiliarse en Barranquilla hasta la caída aquel, en diciembre de 1908. La Rehabilitación emprendida por Gómez alcanzó a todos aquellos que enfrentaron al Cabito; y Rangel Garbiras no fue la excepción.
“Haciendo uso de su pluma periodística Rangel se inserta con gran beneplácito en el nuevo orden de cosas, haciendo un llamado a la concordia en torno al general Gómez”, dice José Alberto Olivar. “El premio por su respaldo no se hace esperar por lo que al lado de otros connotados anticastristas, es designado miembro del Consejo de Gobierno que de acuerdo con la Constitución modificada en mayo de 1909 se aprestará a colaborar muy de cerca con el nuevo Presidente General Juan Vicente Gómez”. No le duró mucho la rehabilitación, puesto que murió el 23 de marzo de 1910, a los 56 años.
De ese linaje procede este hombre que vigila los movimientos de Tito Caula tras el lente. Faltaría mencionar que uno de sus parientes fue el sanguinario cauchero Tomás Funes, hijo natural del general Manuel Guevara.
Carlos Rangel Guevara cursó la primaria y el bachillerato en Caracas, pero los estudios universitarios los hizo en Estados Unidos y Europa. Recibió el título de Bachelor of Arts en el Bard College; el Certificat d´Etudes en La Sorbona de París y cursó un máster en la Universidad de Nueva York, donde en 1958 se desempeñó como profesor. Posteriormente, entre 1961 y 1963, dictó la cátedra de Periodismo de Opinión, en la Universidad Central de Venezuela.
Ya en 1960 había seguido la senda de varios de sus antepasados y se había iniciado en el periodismo. Durante una década ejerció la dirección de la revista Momento. Y en 1969 empezó su andadura por la televisión, en pareja con su compañera de vida, Sofía Imber, con “Buenos días”, que empezó en Venezolana de Televisión, y se extendió durante veinte años por otros canales, con distintos nombres, formatos e, incluso, combinación de conductores. Rangel alternó el trabajo en televisión con el columnismo en publicaciones venezolanas e internacionales,como los diarios locales El Nacional, El Universal, La Verdad y 2001; y medios extranjeros como Newsweek International, Wall Street Journal, Vuelta(de México),Politique Internationale (de Francia), Estado(de Sao Paulo) y Cambio 16, de España.
Antes de contraer matrimonio con Sofía Imber, con quien no tuvo descendencia, había estado casado con Barbara Barling, con quien tuvo cuatro hijos: Antonio Enrique, Carlos José, Magdalena Teresa, y Diana Cristina.
En 1976 apareció la edición francesa de Del buen salvaje al buen revolucionario, que se adelantó en unos meses a la versión en español de Monte Ávila Editores. Este libro, dicho con trazos ramplones, es un alegato contra el pobrecitismo según el cual todos los males de América Latina se deben a las maquinaciones de un imperio malvado que mantiene nuestro continente en el fracaso y el subdesarrollo. Estas ideas no solo fueron recogidas por Rangel en sus libros. También las divulgaba de manera sistemática en sus programas de televisión. Es por eso que el periodista cubano Carlos Alberto Montaner resumió la figura de Carlos Rangel como “El hombre al que no le hicieron caso los venezolanos”.
Carlos Rangel, escribió Montaner, intentó siempre “explicarles a los venezolanos el inmenso peligro que corría el país si escuchaba los cantos de sirena de los comunistas, la izquierda festiva o a esos populistas de diversas procedencias que en lugar de explicar que la riqueza se construye y acumula mediante el trabajo, la responsabilidad individual y el buen funcionamiento del estado de derecho, predicaban alguna suerte de evangelio ‘revolucionario’. Esa nefasta y rencorosa superstición que asegura que nuestros infortunios son invariablemente la consecuencia del comportamiento malvado de los otros: los yanquis, los ingleses, los empresarios, o hasta los judíos, porque el antisemitismo, desgraciadamente, sigue vivo en medio planeta, aunque ahora lo disfracen con la solidaridad propalestina”.
Es precisamente por esta aversión de Carlos Rangel al populismo y otras ideologías intervencionistas, así como su defensa a ultranza de los principios básicos de libertad, la democracia, el estado de Derecho y el libre comercio, que alguien, mirando en retrospectiva, dijo de él que había sido “el primer antichavista del mundo”.
Un ejemplo, esta cita de Rangel: “El campesino todavía tiene la actitud de un esclavo; aun espera que otros tomen decisiones por él, y reza sólo porque sus nuevos amos sean menos exigentes y mejor intencionados hacia él”. El calamitoso estado en que se encuentran los campesinos y obreros de Venezuela en 2017, tras el paso nefasto de un buen salvaje, que tenía todas las características deploradas por el autor, demuestra que su libro de 1976 era un análisis profético.
Carlos Rangel se suicidó una mañana, 12 años después de posar para esta foto, el 15 de enero de 1988. Tenía 58 años.
¿COLORIN COLORADO?

LUIS VICENTE LEÓN

EL UNIVERSAL

La semana pasada desarrollé un par de escenarios que creo son los de mayor probabilidad de ocurrencia en Venezuela. Hoy profundizo sobre este tema, entendiendo que las ciencias sociales son inexactas y que estas proyecciones son sólo hipótesis educadas.
El primer escenario es en el cual la presión por el cambio se enfrenta a una determinación total del gobierno a evitarlo a toda costa con represión y bloqueo institucional. Mientras el gobierno crea (o sepa) que su salida lo dejaría vulnerable y sometido a la rabia y la venganza de la misma sociedad a la cual violó y abusó, la probabilidad de que entregue el poder sin luchar a muerte es muy baja. Considerando la fuerza que sigue teniendo en términos del control de recursos, medios, instituciones, armas y militares, no es descabellado pensar que luego del clímax de convulsión interna, la protesta comience a ceder fuerza y la apatía crezca en una buena parte de la población opositora, reduciendo los estímulos al sacrifico para provocar el cambio. Pero la diferencia de este escenario con el ocurrido en 2014, es que se quedan grupos de violencia focal que se niegan a abandonar su lucha. Se concentran, radicalizan y arman y dan pie a la guerrilla y la convulsión permanente.
El segundo escenario es la salida tutelada del gobierno. Se produce una situación extrema en la cual el gobierno pierde el control del país ante la masificación de la protesta popular y la incorporación de la misma a la vida cotidiana. Es la presión en la calle, en el trabajo, en el hospital, en la universidad. Es una población que se para frente al gobierno sin miedo, desde sus micro áreas de influencia y hace al país ingobernable. La represión está presente y puede ser feroz, pero se convierte en un boomerang. Pueden reprimir muchas marchas, pero no al país entero. La saña con la que se usan los antimotines enardece. Los militares y las instituciones chavistas se fracturan y ocurre lo que siempre ha terminado con las revoluciones en el pasado. La implosión. Pero la fuerza del cambio impide una sustitución interna del chavismo sin elecciones. La comunidad internacional juega un papel fundamental y el sector militar, aliado con sectores chavistas moderados (o atemorizados), abre una etapa de negociación de salida, en la que los militares permiten una transición corta con elecciones en breve, preservando ellos el control de sus fuerzas armadas y garantizando la protección de los grupos fundamentales del gobierno y el chavismo. La salida de este escenario comienza en la fuerza, pero termina en la negociación, sólo que ahora es la oposición la que tiene la mayor fuerza.
Hay dos variantes extremas de estos escenarios base. Que no pase absolutamente nada. Que la oposición se repliegue a sus zonas de clase media poco a poco y que se termine por desinflar, en cuyo caso estaríamos en presencia del 2014 “reloaded”. También está la posibilidad que pase todo. El extremo de un golpe militar, donde estos actores, desconfiados y sin puentes con el sector opositor, sacan a Maduro del poder por la fuerza, pero para quedarse ellos o su bateador designado y, bajo la promesa de pacificar el país, ofrecen elecciones futuras… que tardan en llegar.
Algunos dirán que falta el escenario más deseado. Ante la presión interna e internacional y con la oposición unificada, Maduro, en un gesto tipo Emparan, se ve obligado a convocar elecciones adelantadas y respetar resultados.  La oposición gana y se castiga a los culpables, se reinstitucionaliza el país y se rescatan los equilibrios. Colorín colorado, este cuento de ha acabado. Pero ese escenario no lo voy a desarrollar, porque siendo bello y rosa es, en mi opinión, un conjunto vacío.
LA EXTRAÑA HISTORIA DE LOS POLLOS NONATOS

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           CARLOS RAUL HERNANDEZ

Se sabe bien. De haber elecciones regionales el gobierno perdería, por eso están suspendidas arbitrariamente y algunos piensan que tampoco habrá presidenciales. De allí que la beligerancia de ONU, OEA, Unasur, Mercosur, Unión Europea sea clave para asegurar negociaciones y que los comicios se realicen, para detener así la tentación totalitaria y zurcir el traje de baño de moda, roto sistemáticamente: el hilo constitucional. Casi todos los organismos y países recomiendan a Venezuela conversaciones mediadas entre gobierno y oposición para obtenerlos. Por las calles, desordenadamente, en las movilizaciones, se percibe un haz de expectativas, varias de ellas contradictorias, incluso una que adquirió título entre tantas declaradas y escritas: una acción militar con correspondiente junta de gobierno. Un golpe de Estado es una desgracia, a veces inevitable, pero no luce como una propuesta democrática y, menos, aterrizada.
Con cierto desorden argumental, alguien invocaba extrañamente con ese fin la necesidad de la presencia de los militares. No sé cómo se puede concebir que por el ojo de la aguja de la Unión Europea, ONU o Mercosur pase semejante pterodáctilo. Acariciar sus escamas adolece del más remoto toque de realidad. Lo que la sociedad tiene a su favor y estimula simpatía global es que rechaza un plan totalitario y defiende la Constitución. Paradójicamente algunos que lo rechazan hoy, parecieran soñar, a su vez, un poder total ya que sin él es poco lo que podría hacerse -afirman. Decir que un nuevo gobierno que no tenga control relancino de las instituciones estará amarrado, paralítico, suena a totalitarismo blanco o bienintencionado, así como aquél de los que apoyaron a Chávez para que en su momento limpiara los establos de Augías. Reconozco los mismos argumentos y voces de hace 25 años. Y aquí nos trajeron.
Sanear o sanar
No se trata de una equivocación sino de una concepción permanente. Es la quirurgia política (la sola palabra es tenebrosa) de los que creen en la amputación de tejido social enfermo, palabras más bien de Castro y Pinochet, aunque obvio que las intenciones no son las mismas. Y ciertamente una limpieza general solo es posible con un golpe de Estado porque si no, habrá que hacer los cambios con los inconvenientes de la negociación, ya que los bolivarianos no quedarán exterminados sino derrotados. Existe la opinión de que convienen las aplanadoras, el terrorismo judicial (uso de tribunales para saldar cuentas políticas) y las persecuciones. El otro lado del asunto es que eso suele conducir al fracaso y a lo mejor los planes de esos militares no coincidan con aquéllos que cuentan pollos antes de nacer. La DC chilena juraba que los militares darían el golpe para entronizar a Radomiro Tomic.
Demasiados países se hundieron en violencia, inestabilidad, caos, por pretender limpiezas. Más que sanear hay que sanar y en las transiciones, acorralar al viejo régimen es garantía de fracaso. Rómulo Betancourt da entre  varias razones para el golpe de 1948, el acoso a figuras del medinismo durante el trienio. Culminó su segundo gobierno (58-63) con más de 20 entre golpes militares, conatos y alzamientos guerrilleros y no necesitó poder total, sino capacidad para negociar y confrontar. No tenía un Congreso incondicional sino alianzas, ni mucho menos dos tercios a favor. Y esa idea de limpieza política menos se justifica en quienes le piden a los uniformados poner fin al gobierno. Es sencillo. Si Ud. pide ayuda a los militares, no los desprecie en párrafo anterior, ni anuncie de seguidas que después vendrá el Día de la Ira, porque les parecerá algo bastante surrealista.
Error de ayer y hoy
El Viernes Negro de 1983 habían crujido las trabas del modelo económico más estatista fuera de la órbita soviética, y cinco años después el gobierno democrático comienza a transformarlo con la apertura, la descentralización y la reforma del Estado. Entre 1988-1993, se desarrolló la consolidación, el crecimiento y el avance de la democracia, que los ciegos de la mente no quisieron o no pudieron ver. En 1998 la revolución engatusó al país, comprensible en los sectores populares pero no en los que, para bien o para mal, se ocupan del pensamiento. Por anacronismo conceptual y prejuicios, odio o falta de información, en la época efervescentes, grupos intelectuales la apoyaron desde 1992 y defendieran el golpe militar. Por eso los revolucionarios y sus fans ilustrados tienen la marca de Caín y la reconozco hoy de nuevo. Haber hecho de Venezuela el único en Latinoamérica que no fue capaz de terminar la tarea.
Por desventura una tendencia demasiado humana es justificar el desastre que promovimos a nombre de algún precedente aunque sea falso, una sublimación freudiana, una racionalización del viejo error. Lo auténtico es que Venezuela crecía a las más altas tasas del planeta junto con China y el sistema político mutaba aceleradamente con la elección directa de gobernadores, alcaldes, diputados y concejales. Un dólar costaba 60 bolívares (6 bolívares de hoy) Venezuela era cada vez más democrática y sanaba sus heridas. Luego las fuerzas del pasado y sus fans derrocaron a Carlos Andrés Pérez y comenzó la contrarrevolución de 25 años. El país no estaba enfermo, pero sí equivocados quienes impulsaron la tragedia que hoy seguimos viviendo. 
@CarlosRaulHer
VIOLENCIA

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                 FERNANDO RODRIGUEZ

EL NACIONAL

Sin la menor duda el culpable de la violencia desatada y creciente en las actuales jornadas de protesta es el gobierno de Maduro. Para empezar, porque son sus descarados y miserables actos de violación de los derechos constitucionales de la mayoría de los venezolanos, en puridad de todos los venezolanos, los que han obligado a la oposición a enfrentarlo en las calles. Y luego porque ese mismo derecho de manifestar su defensa de los supuestos mínimos de la democracia, como el de respetar los resultados del voto (Asamblea) o la posibilidad de ejercerlo (revocatorio, gobernadores), es negado con una represión feroz que incluye no solo los usos de la bestialidad militar, sino impedimentos arbitrarios y humillantes al acceso a los sitios más emblemáticos de la polis, la tortura y los tratos inhumanos sistemáticos, el uso de paramilitares sin escrúpulos y las más inverosímiles acusaciones que quieren revertir esas responsabilidades, que llegan hasta las calumnias personalizadas en boca del más alto nivel de gobierno. Y digamos que debe ser cierta la consecuente respuesta violenta de grupúsculos opositores, mezclados y a veces confundidos con infiltrados de cualquier calaña.
Pero no queremos analizar la violencia política, solo decir que está ahí, instalándose en nuestra cotidianidad, como una serpiente venenosa que puede hacer mucho daño. Nunca imaginamos llegar a donde hemos llegado. Los libios o los sirios actuales tampoco. Y los franceses llamaron belle époque las vísperas de los millones de muertos de la Primera Guerra Mundial. El fondo de la maldad humana es insondable e imprevisible. La violencia está ahí, decimos, y hay que darle una respuesta, querámoslo o no. Y oscila, exactamente, entre guerra y paz. Entre vida y muerte.
Por supuesto, no se trata de disminuir un ápice la admirable voluntad de resistencia al despotismo y el agravio colectivo que mantiene hoy activamente la mayoría de los venezolanos. Tampoco de un pacifismo beato y radical, que Freud demostró ingenuo e inútil: somos también pulsión destructiva y de muerte, de violencia y repulsión al otro. Solo que hay que buscar que esta se inserte debidamente en nuestra voluntad de vida. Que haya suficiente inteligencia política para lograr hacer prevalecer la paz, la paz política, la que evita la mortandad de grandes números. Se trata de mover todos los posibles para engarzar la confrontación física con el juego político o la diplomacia, la solución que ahorre el sufrimiento y las muertes y nos permita acceder al irrenunciable reino de la libertad y la dignidad cívica.
Fórmulas proliferan en el plano de la intermediación para iniciar otra negociación en el seno del hoy muy unificado sector opositor, con superables variantes. Si en algo parecen coincidir es en sepultar el torcido diálogo habido hasta ahora y sus nulos resultados, su falta de método y de estilo, su secretismo, su indecoroso trajinar palaciego y lo que ello hace suponer. Las cartas son muchas: grupos de amigos, OEA, Francisco, el renovado Unasur, varios entes internacionales mezclados… Allá los que suelen saber de ese ajedrez de excesivas piezas. Pero hay que moverlas y pronto.
Yo estoy seguro de que nada puede esperarse de un sector dominante en el gobierno, de militares y civiles, que se saben perdidos con un cambio radical, tantos son sus atropellos, robos y otros delitos mayores. Pero, lo han dicho ya importantes líderes opositores, hay que acercarse a amplios sectores del chavismo que tienen hoy como cualquier otro venezolano el mismo rechazo por el país que vivimos. Muchas veces oí a Pompeyo Márquez repetir que si algo fue clave en la victoria del 23 de Enero fue el aceptar sin reparos a todos aquellos que se sumaban a la rebelión aun teniendo un pasado de complicidad con la tiranía de Pérez Jiménez.
Estamos venciendo sin duda, lo muestran los millones de venezolanos que lo han testimoniados en las calles, aun llenas de peligros. O el apoyo de la comunidad internacional. Pero tenemos que ganar en paz para que sea una real victoria, para que el duelo no la empañe durante mucho tiempo.
TRAZOS DE ABRIL

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                                  ELSA CARDOZO

EL NACIONAL

El mes se nos ha hecho largo. Parece mentira que en cuatro semanas pueda hacerse tanto de bien y tanto de mal, entre lo prometedor de la recuperación de vida democrática y la materialización de amenazas de terminar de sofocarla hasta la muerte.
Queda registrada para la memoria de este mes la sucesión de masivas manifestaciones pacíficas de una sociedad que reclama algo nada extraordinario: condiciones humanas de vida y respeto al pacto constitucional, que comienza por la recuperación de la separación de poderes, la exigencia de elecciones y la liberación de presos políticos. Lo prometedor también está en un liderazgo democrático unido, que conduce el reclamo del país y contribuye con su ejemplo y presencia a mantener su fondo y forma democráticos. Una selección de fotografías de este mes debería contar con las de los gestos de no violencia de María José y Hans frente a las armas; las de la dirigencia opositora al encabezar la marcha hacia la Conferencia Episcopal, y la de Juan Pablo Pernalete, en su memoria y la de quienes han sido víctimas de la represión por reclamar la plena vigencia de sus derechos.
Los dichos y acciones gubernamentales, así como las imágenes que los registran, han engrosado en estas semanas un ya largo expediente sobre las amenazas represivas y su ejecución. En el discurso, salvo por las declaraciones y denuncias de la fiscal, no ha habido una sola argumentación sustantiva para responder ni siquiera para recibir y procesar debidamente las denuncias, como lo ilustra la sucesión de bloqueos y persecución a cualquier acercamiento al despacho de quien debería actuar como defensor del pueblo. Mientras se intensifica esta nueva ola de represión que ya cobra decenas de víctimas, centenares de heridos y más de mil detenidos sin fundamento, altos voceros del oficialismo que de rato en rato hablan de paz y diálogo, incitan a la violencia y difunden mensajes de guerra, como los de la convocatoria a las inconstitucionales milicias armadas y la difusión de un “Manual del combatiente” con un detallado directorio de figuras opositoras.
Otro registro memorable es el de la comunidad democrática internacional, por el volumen de declaraciones, denuncias, iniciativas y condenas ante la escalada de la crisis venezolana suscritas por una cantidad creciente de gobiernos; en el camino se ha alterado el balance de posiciones en los foros internacionales más relevantes, a favor de la recuperación de gobernabilidad democrática en Venezuela. Pero tanto o más importante es lo que el contenido de esas posiciones revela.
Ha terminado la cómoda fantasía de apaciguar y estabilizar al régimen porque la acelerada involución autoritaria en Venezuela no ha hecho más que agravar la situación para los propios venezolanos, lo que también se proyecta cada vez más temiblemente hacia el resto del vecindario.
Ya no es aceptable la tesis de la no injerencia, con la que el gobierno ha venido evadiendo toda respuesta sustantiva a informes internacionales en materia de violación de derechos humanos y de desempeño antidemocrático. Eso se hizo notar en las más recientes reuniones del Consejo Permanente y sus dos resoluciones, acompañadas por argumentaciones especialmente significativas como las de los representantes de México y la canciller de Argentina sobre la responsabilidad regional de actuar. Sea que se mencione expresamente o no, se ha recuperado el sentido de la Carta Democrática Interamericana.
La decisión del gobierno venezolano de retirarse de la OEA, mientras se producía una de las más violentas represiones de las protestas opositoras de abril, no ha hecho más que aumentar la preocupación internacional y justifica, con más razón que nunca antes, que nuestra situación sea atendida en todas las instancias que durante los próximos dos años seguirán teniendo plena competencia para ocuparse de Venezuela.

elsacardozo@gmail.com
EL MILITARISMO CHAVISTA

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                       ELIAS PINO ITURRIETA

El entendimiento de la crisis que experimentamos aconseja una mirada hacia el papel de los militares. Son una pieza fundamental del rompecabezas. Así como colocamos el oído en las campanas de la catedral en procura de auxilio, cada vez miramos con mayor insistencia hacia el interior de los cuarteles. No parece una conducta sorpresiva, pues desde antiguo hemos estado pendientes como sociedad del llamado de los campanarios y de la bulla de las tropas. El tema eclesiástico no se tocará ahora pero, en cambio, se intentarán unas reflexiones sobre cómo conviene mirar hoy a los uniformados con una atención excepcional.
El tema militar ha copado la sensibilidad de los venezolanos desde la Independencia, no en balde fue ella el resultado de una hazaña bélica. Nacimos como república en los campos de batalla, y por más que insistamos en llamar la atención sobre la esencia del civilismo en el suceso, es evidente que le corresponde un segundo plano porque los asuntos principales dependían de las charreteras y de las espadas. Por eso hay un superávit de militares en el Panteón Nacional, en la iconografía más recurrente y en los manuales escolares, sin que podamos quejarnos con fundamento por el predominio de una injusticia debido a una presencia tan apabullante. Si fueron ellos los fundadores primordiales de la historia republicana, no es hora de rasgarse las vestiduras porque los hayamos considerado como cabezas de la sociedad y porque busquemos su auxilio en nuestros días. Conviene recordar que Bolívar fue, en esencia, un héroe militar, y que en sus laureles hemos depositado la totalidad de nuestra confianza.
Con mucha historia antigua podía topar el comandante Chávez para colocar a los suyos en la vanguardia de la sociedad. Le bastaba con recordar las hazañas de Boyacá y Carabobo para encontrar el fundamento de su empresa, o con mirar las pinturas de Tovar y Tovar pobladas de soldados egregios e impolutos. Solo tenía que acudir a una memoria fácil, a unas reminiscencias manidas, para concretar un plan a través del cual la sensibilidad colectiva recibiera la correspondencia debida a su castrense adoración. Pero con la elevación de los militares Chávez se elevaba a sí mismo, se colocaba en la cúspide de una hegemonía que seguramente formó parte de las fantasías de muchos de sus predecesores, pero que no había colonizado del todo a la sociedad. Aquí llegamos al meollo del asunto, me parece.
Chávez determinó la existencia de dos tipos de venezolanos: los competentes y los ineptos, los iluminados y los corrientes. Los competentes eran los militares con él a la cabeza, y los otros solo servíamos para acompañarlos con docilidad mientras nos llenaban de luz. Figuró a Venezuela como un cuartel y puso en práctica la disciplina de ese tipo de institutos para ascendernos a juro a lo que juzgó como una etapa dorada de la historia. Habló del socialismo del siglo XXI, de la nueva batalla contra el imperialismo estadounidense y de la justicia social todavía pendiente, pero solo con el propósito de ocultar su predominio personal a través del predominio militar. Desde cuando vio las proezas de la militarada del Perú de Velazco Alvarado, en uno de cuyos desfiles estuvo en sus tiempos de cadete, acarició el designio de un pueblo destinado a la gloria bajo la conducción de los militares. Y les entregó el país, como jamás había sucedido en nuestra historia. Y tomó el país para sí, desde luego, con la sociedad de la parafernalia milica. Y les dio de todo mientras se reservaba la mejor parte, como nunca jamás, y entretanto el resto del pueblo ocupaba el lugar de las comparsas.
Cuando los militares hablan de socialismo y repiten consignas chavistas ¿gritan con sinceridad o cuidan una heredad, una fortuna inmensa, el poder incalculable que les dejó el hombre que los proclamó como conquistadores y señores de una nueva sociedad? Es probable que no sepan de la ilegitimidad de su encumbramiento y del insulto que significa, debido a que después de la Independencia se fundó una historia desconocida por Chávez en la cual el civilismo puso o quiso poner las cosas en su lugar con admirable persistencia. Pero también es probable que no piensen ni durante un segundo en bajarse del pedestal, pese a que son ahora la antihistoria. Algunos, claro está, porque la luz de la república no les está necesariamente negada a todos.
epinoiturrieta@el-nacional.com

NADA DE LO UNIMETANO ME ES AJENO

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               Enrique Viloria Vera


Cuando se tiene un hijo, 
se tiene al hijo de la casa y al de la calle entera, 
se tiene al que cabalga en el cuadril de la mendiga 
y al del coche que empuja la institutriz inglesa 
y al niño gringo que carga la criolla 
y al niño blanco que carga la negra 
y al niño indio que carga la india 
y al niño negro que carga la tierra.

Andrés Eloy Blanco

Durante casi dos décadas disfruté del orgullo de ser unimetano, aunque llegué unimetido por una decisión del Dr. Julio Sosa Rodríguez - el querido Tío Julio – quien, en su oficina de Seguros Orinoco, sita en Sebucán arriba, me reclutó en un ya lejano| 1997 como Decano de Economía y Ciencias Administrativas de la UNIMET.

Posteriormente, dirigí también el Decanato de Estudios de Postgrado, en el que constituimos un verdadero dream team, un equipo de lujo. Recuerdo aún el comentario de un estudiante de postgrado, quien, admirado por el plantel de profesores reunidos en el acostumbrado café de las 5 pm, me dijo: Profesor es que me parece que estoy asistiendo a una reunión de Gabinete Ministerial. No estaba lejos de la verdad: Ramón Guillermo Aveledo, Tomás Eguren, el decedido Rafael García Casanova, Víctor Guédez, Andrés Stambouli, Alberto Silva, Ricardo Espina, Carlos Lee Blanco, el muy querido negro Paiva, Henrique Meier, Ronald Evans, Marcelino Bisbal, José Ramón Solano, Fernando Egaña, Emilio Nouel, y algún otro profesor que mi fatigada memoria no ubica, disfrutábamos a plenitud del gusto de reunirnos y compartir. A veces, se sumaban Emma, Carmencita y el muy querido Mejía para añadir un toque de cordialidad al cafecito vespertino.

Pero la felicidad, como dice la canción brasilera de Tom Jobim, tiene fin.

Tristeza não tem fim
Felicidade sim

A felicidade é como a pluma
Que o vento vai levando pelo ar

Así que un aciago día de guaurimba contra el gobierno chavista, tuvimos que enterrar en Los Jardines del Cercado a un joven estudiante unimetano que sucumbió -  sin más por efecto de una bala colectiva y revolucionaria-, recuerdo que en el cementerio la dulce y bella Betty Formica y yo mismo, vertimos furtivas lágrimas y arrojamos flores a la tumba del unimetano ido.

En una impuesta distancia me conduelo del asesinato de otro joven unimetano, de apellido Pernalete, quien, de haber vivido como merecía, hubiese podido ser mi alumno,

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