miércoles, 31 de enero de 2018

DIALOGO ENTRE REFUGIADOS

IBSEN MARTINEZ

El género literario que mejor cuadra al exilio es la tragicomedia

Dejó dicho Joseph Brodsky en una de sus inigualables conferencias que “si la vida de un escritor en el exilio hubiera de adscribirse a un determinado género literario, este debería ser el de la tragicomedia”.
Hablaba teniendo en mente a exiliados de lo que en la antigüedad de la civilización soviética fueron los países satélites del este de Europa. “Gracias a su vida anterior”, dice el poeta, “aquel tipo de escritor exiliado puede apreciar las ventajas sociales y materiales de la democracia con mucha más intensidad que los nativos. Pero precisamente por no ser nativo, y debido a la barrera lingüística, se ve totalmente incapaz de desempeñar ningún papel relevante en su nueva sociedad. La democracia a la que ha llegado le proporciona seguridad física, pero lo hace socialmente insignificante. Y esta insignificancia es lo que ningún escritor, exiliado o no, puede soportar”.
Brodsky diserta, obviamente, en torno al exilio en los países desarrollados de Occidente. Sin embargo, en buena parte de los hallazgos que el autor de La marca de agua comparte con sus escuchas y lectores, puede un escribidor venezolano con regular promedio de bateo como yo, desterrado para su buena suerte en un país de habla hispana, reconocer que sus días llegan y se van señalados casi todos por la tragicomedia. Mi vida en Bogotá discurre en torno a una de las bibliotecas más chéveres que he conocido: la Biblioteca Luis Ángel Arango, en la calle 80. Es allí donde he hallado un libro cuya lectura me recomendó hace tiempo Renán Silva, un distinguido historiador colombiano. Se trata de Diálogos entre refugiados.
Un físico y un obrero metalúrgico alemanes, exiliados ambos en Finlandia en 1940, coinciden en un café, siempre casualmente. Y cuando lo hacen, hablan de la Alemania nazi que los forzó al destierro. Es un libro digresivo, un texto de indagación menos personal que nacional, una suma de diálogos entre perplejos. Aunque la circunstancia y los asuntos que abordan puedan parecernos lejanos y hasta abstrusos a los venezolanos de la era Chávez, encuentro muy familiar el modo desahogadamente despiadado con que estos dos refugiados en Helsinki, cada uno desde su particular visión del mundo, juzgan criminalmente torpe el desempeño de la oposición alemana a Hitler (la hubo), reparten culpas que explican el ascenso del nazismo y, consumido el café, se despiden hasta el próximo encuentro fortuito.
Se me antoja, sin embargo, que lo que el lector pueda hallar de conmovedor en estos diálogos no es la lancinante penetración del obrero ni los sugestivos matices que introduce el científico positivo al analizar a dos voces el momento histórico y político de la patria común, sino la compartida irrisión de sí mismos, la desengañada sabiduría con que, varados en un limbo, se burlan de lo que fueron antes de ser arrojados al destierro, y de las creencias que fervientemente los animaban cuando cada quien era jefe de sindicato o de cátedra en Alemania.
Con lo que torno a pensar en la ofuscadora insignificancia de que habla Brodsky. En los amigos sureños, escritores o no, que hice en la Caracas de su exilio, en los años setenta. Pienso en sus asados y sus empanadas, en el equipaje de rencores y rivalidades que acompañaba a tantos de ellos, en sus pueriles y enconadas disputas, ininteligibles para sus amigos venezolanos, los felices de aquella tragicomedia. Temo que, tras el irresistible y definitivo afianzamiento de la dictadura que seguirá al fraude electoral que ya se anuncia en mi país, caiga sobre los demócratas, dentro y fuera de Venezuela, la esterilizante discordia cainita que es el mejor aliado de las tiranías.
Confiemos, con Machado, en que no será verdad nada de lo que sabemos.
@ibsenmartinez
Leonardo Padura: “Con Trump hemos vuelto a la pesadilla en Cuba”
 
Raúl Tola 

 El País
 
El escritor cubano Leonardo Padura vuelve a darle vida a Mario Conde, su emblemático personaje, en ‘La transparencia del tiempo’

Mario Conde vuelve a trajinar las viejas calles de su ciudad. Entre sorbos de ron, hervores tropicales, ritos de santería y añoranzas de un pasado que se esfuma, el investigador habanero sigue la pista de una misteriosa virgen negra robada. En La transparencia del tiempo, Leonardo Padura (La Habana, 1955) vuelve a darle vida a su emblemático personaje. En plena gira por España, el escritor cubano habla de la última entrega de esta saga que acaba de cumplir 25 años.
Pregunta. La transparencia del tiempo es el noveno libro protagonizado por Mario Conde. Da la impresión de que los crímenes se han vuelto secundarios y prevalece la mirada del personaje, cuyo mundo sufre las inclemencias del paso del tiempo.
Respuesta. Con estas novelas yo he tratado de hacer lo mismo que hizo John Updike con su personaje Conejo: una crónica de la vida cubana. Empecé en 1989, con un Mario Conde de 35 años, y ya vamos por el 2014. En este tiempo han pasado muchas cosas en mi país. Las primeras tres décadas de la revolución fueron muy distintas al período que comenzó en 1990, con la crisis económica que siguió a la caída del Muro y a la desaparición de la Unión Soviética. En los últimos años, se ha acumulado una gran cantidad de pequeños cambios que no han alterado las estructuras fundamentales del país, pero han incidido en la manera de actuar, de manifestarse, de entender la vida.
P. Mario Conde se asoma a los 60 años y es presa del desencanto. ¿Es una mirada generacional?
R. Conde usa su ironía como un escudo retórico contra una realidad en la que se va sintiendo desplazado. Siempre ha creído que su vida es una equivocación, que no tuvo alternativas. Mi generación gozó uno de los grandes beneficios del proceso revolucionario, es la primera que acude masivamente a la universidad. Es una generación bien preparada, culta, no leímos todo lo que quisimos pero sí todo lo que pudimos. Ahora somos demasiado viejos para reciclarnos y demasiado jóvenes para morir.
P. La novela comienza cuando Bobby, un amigo de infancia, le pide a Conde encontrar una virgen negra robada que llegó a Cuba durante la Guerra Civil española. ¿Qué relevancia tiene la Historia en las novelas de Conde?
R. A mí el presente me resulta insuficiente. Para tratar de entenderlo necesito apoyarme en lo histórico. Ya lo hice en La novela de mi vida con la historia del poeta cubano José María Heredia, lo hago en Herejes, en Adiós, Hemingway y ahora en La transparencia del tiempo. Me sirve para apoyar una tesis central: que el hombre es un sujeto de la historia, que esta puede cambiar una vida de un día para otro. Recurrí a España porque sabía que, si en algún lugar habían jugado un papel estas vírgenes negras fue en este país. Además, la Guerra Civil fue un cataclismo político y social que cambió muchísimas vidas, algo que estudié para escribir El hombre que amaba a los perros.
P. La corte de los milagros que rodea a Conde en sus novelas comienza a deshilacharse. Algunos de sus amigos creen que se acerca la muerte, otros se plantean el exilio. ¿Siente que Cuba se va despoblando de sus afectos?
R. El drama del exilio está muy presente en toda la historia cubana. No podría sacar la cuenta de los amigos cercanos que han emigrado a otras partes de la ciudad, del continente, del mundo o se han ido al cielo. Es una realidad que me afecta, me duele, aunque mis viajes de trabajo me permitan permanentes reencuentros. En la serie hay un momento especial, cuando uno de los amigos de Mario Conde se marcha. En esta novela, otro anuncia que piensa tentar suerte afuera. Para Conde es como la muerte de alguien cercano.
P. La transparencia del tiempo está ambientada en un momento muy concreto: 2014, cuando Barack Obama inicia su intento por distender las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
R. La novela termina el día en que se anunció el diálogo, que por cierto estuvo rodeado por una serie de cábalas mágicas. Ocurrió el 17 de diciembre, día de san Lázaro, Babalú Ayé para los creyentes de la religión afro-cubana, quienes lo consideran muy milagrero. No creo que nadie en su sano juicio pensara que era posible este acercamiento. Pero se produjo, se establecieron relaciones, hubo un momento de euforia nacional con la visita de Obama, el rodaje de Rápidos y furiosos, el desfile de Chanel o la llegada de los Rolling Stones. La hostilidad no consiguió desestabilizar a Cuba y más bien el acercamiento empezó a poner muy nerviosas a las estructuras de poder. Y de pronto entra Trump y coloca las relaciones en un punto más bajo que antes del 17 de diciembre de 2014… Fue como vivir en un sueño y volver a la pesadilla en Cuba.
P. En esta novela parece que Mario Conde comienza a pensar en el retiro…
R. Quedará Conde mientras la imaginación me acompañe. Conde ha sido absolutamente generoso, prestándome su voz para expresar muchas cosas que pienso, siento y vivo. Es un compendio de mis esperanzas y frustraciones. En estas novelas no está la verdad —porque no hay una, sino muchas verdades— pero puedo garantizarte que tampoco hay mentiras. Conde, su mundo y la forma de expresarlo se corresponden a una realidad sobre la cual yo no miento nunca.
Borges: No hay ningún preacuerdo y mucho menos un acuerdo con el Gobierno

Enero 31, 2018 

 Reuters

El diputado Julio Borges aclaró que no hay ningún preacuerdo con el Gobierno en la mesa de diálogo que se realizó en Dominicana. “Hay avances en algunos temas, pero aún no hay ningún preacuerdo y mucho menos un acuerdo”.
“Debo ser muy claro y decir que aquí no sea firmado ningún preacuerdo, lo único que hay es un documento en blanco y negro de aquellos aspectos en los cuales hay avance. No tenemos en la mano ningún acuerdo, lo que si hay es la posibilidad de avanzar en aquellos aspectos en los que no lo habíamos podido hacer”, aclaró, mostrando su “disconformidad” con las declaraciones que Jorge Rodríguez dio minutos antes.
Explicó que lo que la oposición necesita es buscar una solución a la terrible crisis para toda Venezuela y darles más derechos a los venezolanos, y “darles progreso y dignidad”.
Asimismo dijo que “vamos a tomar estos días para avanzar y buscar una solución para Venezuela. Como dijo el presidente Medina, él tiene en sus manos un acta en la que se plasman los temas en los que ha habido pequeños avances y que ambas partes reconocemos”.
Naufragio en Dominicana

Trino Marquez

Las discusiones en República Dominicana han resultado tan complicadas y ha sido imposible llegar a acuerdos sobre el tema clave, las condiciones electorales, porque el régimen de Nicolás Maduro decidió ignorar la opinión nacional y desafiar la comunidad internacional, que no aprueba que en Venezuela, principal potencia petrolera del hemisferio, se entronice una dictadura totalitaria, alineada con los países más autoritarios del planeta: China, Rusia, Bielorrusia, Turquía, Irán y Cuba. Nicaragua no entra en esa lista, porque es insignificante; y con el atolondrado de Corea del Norte ningún país desea asociarse.
         Maduro y sus aliados están convencidos de que perderían por paliza unos comicios en los cuales se cumplan las condiciones establecidas en la Ley Orgánica de Procesos Electorales (LOPRE), aprobada en 2009, en plena apoteosis de la hegemonía chavista, cuando el Comandante  gobernaba a sus anchas, sin contrapesos de ninguna naturaleza, pues mantenía el control absoluto de la Asamblea Nacional. Quienes redactaron ese instrumento fueron personas allegadas al jefe supremo, y quienes lo sancionaron en Cámara plena fueron sus incondicionales diputados. Ningún adversario estuvo presente en esa sesión. Maduro no puede alegar que la LOPRE constituye una trampa de la oposición, del imperialismo o de algún otro de esos enemigos imaginarios que inventa para justificar sus entuertos y desafueros. Esa ley no ha sido reformada por la legislatura instalada en enero de 2016, en la cual la oposición cuenta con dos tercios de los diputados. Lo único que pide la Mesa de la Unidad Democrática es que se aplique la ley sancionada de forma casi unánime por el oficialismo.
         El régimen evade sujetarse a la LOPRE porque lo que le parecía imposible en 2009, perder el poder por la vía  electoral, hoy le luce inevitable. La paradoja consiste en que, obligado a realizar las elecciones presidenciales,  cómo organizarlas de modo tal que asegure de antemano la victoria de Maduro. La respuesta es obvia: violando todas las normas, preceptos y condiciones que ellos mismos juraron respetar hace nueve años.
No aceptan auditar y depurar el Registro Electoral Permanente, no admiten la supervisión internacional, no permiten que los venezolanos que viven en el exterior voten, no acceden a eliminar los puntos rojos colocados cerca de los centros de votación el día de las elecciones, proscribieron la tarjeta de la MUD, mantienen inhabilitados a algunos de los principales líderes de la oposición y a otros los encarcelaron o desterraron. A la Asamblea Nacional la condenaron al purgatorio. Más importancia posee el portero de Miraflores que el Presidente del principal foro político nacional.   En contrapartida, aspiran a que la oposición se subordine a la constituyente y salga presurosa a exigir el levantamiento de las sanciones contra los funcionarios que han sido acusados de violar los derechos humanos, decisión absolutamente soberana tomada por numerosos países, entre ellos los de la Unión Europea, fundamentada en los informes de sus embajadas en Venezuela y en la imágenes registradas por los corresponsales y fotógrafos que han cubierto las protestas en el país.
         El gobierno quiere todo, sin ofrecer nada importante a cambio. Aspira a legitimarse ante el mundo, si es que tal cosa resulta posible, sin ceder ni un ápice en sus pretensiones hegemónicas. Se comporta como si fuese un gobierno exitoso, popular y valorado por la comunidad nacional e internacional, cuando en realidad es el gobierno peor evaluado en la historia venezolana y el más desacreditado en América Latina, tanto que la presencia de Maduro en la Cumbre de las Américas que se realizará en Lima en marzo, se encuentra seriamente comprometida.
         Aunque hasta ahora nadie ha firmado el acta de defunción de la ronda de Santo Domingo, parece inevitable el fracaso de las negociaciones. Este lamentable desenlace obliga a la oposición a repensar la participación en las apresuradas elecciones convocadas por el régimen. Si decide asistir, la abstención afectará con brutal dureza a la oposición. No hay tiempo para modificar la opinión  de los sectores radicalizados que se resistieron desde el comienzo a acudir al encuentro en la isla caribeña. Si no participa, el desafío será cómo capitalizar el ausentismo y promover las acciones que destronen al gobierno ilegítimo que surja de las urnas electorales. Esta tarea en nada resulta sencilla. Las victorias de la oposición siempre han surgido de la concurrencia a los procesos electorales, nunca de la abstención.
         El tiempo apremia. La presión internacional para que el régimen dé un giro que permita pensar en elecciones libres y equitativas, no termina de doblegarlo. Maduro parece decidido a gobernar sobre tierra arrasada con el respaldo de sus amigotes nacionales e internacionales. ¿Qué vendrá después del naufragio de Santo Domingo? Nadie lo sabe, aunque sí podemos asegurar que habrá más hambre y miseria.
         @trinomarquezc


martes, 30 de enero de 2018

Demasiado tarde para una solución convencional

Los fenómenos políticos no son estáticos, sino que están marcados por el cambio constante. En lo que a regímenes políticos respecta, éstos mutan y dan origen a dinámicas que, con el paso del tiempo, propician la sustitución de unos por otros. La democracia no es una excepción. Hemos llegado a 2018 y los estudiosos del tema en el plano internacional parecen cada vez más preocupados por la suerte de las actuales democracias, las cuales a veces corren el riesgo de dar paso a regímenes autocráticos. Casos insólitos como el de la Venezuela actual contribuyen a recordar que, por más sólidas y prósperas que puedan parecer, las democracias contemporáneas no son invulnerables ni eternas.
Como todas las cosas vivas, las democracias también sucumben. La tradición del pensamiento político occidental nos enseña que éstas suelen perecer a manos de los demagogos que surgen de sus propias entrañas, al amparo de las libertades que tales regímenes pregonan y garantizan. La explicación nos resulta dolorosamente familiar y comprensible a los venezolanos de nuestro tiempo. No obstante, y a pesar de todo, la idea de que la naturaleza de los fenómenos políticos es cambiante parece seguir siendo increíblemente esquiva para muchos, quizá demasiados, entre quienes enfrentan al régimen que hoy preside Maduro.
Una de las cosas que ha complicado la caracterización del chavismo como régimen político ha sido, precisamente, la naturaleza cambiante que exhibe a lo largo del tiempo. La incredulidad y la falta de reflejos han pesado como una losa sobre quienes a menudo han tenido la responsabilidad política e histórica de comprender este régimen y, especialmente, de detenerlo. Si en un principio (en la década de los 90) no se reconocieron los graves peligros que entrañaba el movimiento liderado por Hugo Chávez, con éste en el poder se prolongaría entre muchos demócratas una actitud por la cual sistemáticamente se le negó a dicho movimiento la capacidad destructiva que finalmente ha demostrado, por sí mismo y en la figura de su sucesor Maduro.
Esta incapacidad para detener a los enemigos radicales de la democracia no se ha presentado únicamente ante el chavismo. Por poner un ejemplo, el ascenso de Hitler al poder revistió hechos y condiciones sorprendentemente similares. Hitler, al igual que Chávez, dio un golpe de estado frustrado, se vio liberado de condenas por parte de los organismos de justicia, llegó al poder a través de mecanismos democráticos, se invistió de poderes excepcionales mediante leyes habilitantes y revistió de un aura de legalidad sus aberrantes políticas de control absoluto. La sana y comprensible intención de sus adversarios democráticos de evitar el escalamiento del conflicto terminó resultando contraproducente cuando el agresor, luego de avanzar con pequeños pero audaces pasos, terminó por revelarse como una amenaza existencial a la democracia, al orden constitucional, al orden internacional y a la propia vida tanto de sus adversarios como de sus seguidores.
Por lo visto, las amenazas más radicales a la democracia no irrumpen súbitamente, no emergen por sorpresa desde las oscuridades, sino que proceden lenta e insidiosamente, con el apoyo de multitudes y a plena luz del día. El propio carácter abierto, tolerante y garantista de la democracia parece generar escasos anticuerpos ante semejantes amenazas y complicar su reacción ante las mismas, reacción que por lo general experimenta un rezago, respondiendo a las condiciones de una fase anterior en vez de anticiparse a las que probablemente se plantearán en el futuro cercano. A su vez, los regímenes que destruyen la democracia a través de mecanismos “democráticos” se caracterizan a menudo por su tendencia a ir mutando en la medida en que avanzan hacia situaciones de mayor control autocrático.
Uno de los factores que posibilita el carácter cambiante de este tipo de regímenes es la falta de escrúpulos de sus dirigentes. A menos escrúpulos, menos reparos para asumir posiciones audaces y peligrosas, a menudo impensables para sus adversarios. Éstos, por su parte, se afanan en emplear el lenguaje y la lógica de la democracia, convencidos de su superioridad moral y del valor de la palabra, sin considerar que el habla de los autócratas (especialmente de los totalitarios) disocia por completo la relación entre palabra y referente real, por no decir que mienten a placer y reprimen sin ambages. Es precisamente esta incredulidad ajena lo que facilita el continuo avance de los enemigos de la democracia, la sucesión de trampas y celadas que plantean, el ejercicio constante del engaño en la acción política. El demócrata biempensante termina cazado en su propio juego, maniatado y estupefacto, sin comprender cómo ni cuándo fue posible que sus adversarios le despojaran de la conducción democrática del poder, y a veces, incluso, acomplejado por no haber logrado concertar la voluntad mayoritaria de la población para hacer frente a la amenaza radical.
Desde mi punto de vista, todo lo anterior debería haberse tomado en cuenta durante los últimos 30 años en Venezuela, especialmente por parte del liderazgo democrático de la nación. Hoy en día probablemente sea demasiado tarde para evitar la tragedia, pues ésta ya se ha consumado en buena medida. La leche ya ha sido derramada, no es factible recogerla, y el reto va dejando de ser el de la conservación y el resguardo de lo conocido para pasar a consistir en la necesidad urgente de la victoria que posibilite el cambio y la reconstrucción de la nación, desde la comprensión de que algo nuevo sólo podrá gestarse mediante la capacidad de superar los antiguos vicios que hicieron factible la debacle.
Al día de hoy, en enero de 2018, es preciso que los demócratas podamos comprender a cabalidad las verdaderas dimensiones de la tragedia. A tono con una idea que hemos manejado durante los últimos años, hemos de entender lo que significa el riesgo de “africanización” de Venezuela. Nuestro país va consolidando su perfil de estado al mismo tiempo fallido y forajido, una sociedad manejada por una red de organizaciones que actúan a medio camino entre la política y el crimen, que ocupan, fracturan e instrumentalizan el Estado, que disuelven las bases de la convivencia pacífica y el valor del trabajo, que saquean los recursos del territorio, expoliando a la nación y obligando a sus habitantes a escoger entre el sometimiento atroz o el exilio forzado. Venezuela puede convertirse en un país inviable, incapaz de gobernarse a sí mismo, en cuestión de unos cuantos meses.Por lo tanto, a la hora de intentar diálogos y negociaciones con estos adversarios, los demócratas de nuestro país y del mundo no han de perder de vista la verdadera catadura de éstos. Eso significa entender que no es precisamente factible ni realista pensar en la posibilidad de una salida negociada a la actual crisis, pues se trata de individuos que han demostrado ser completamente indiferentes ante la suerte de millones y millones de venezolanos, mientras son capaces de profundizar la opresión a niveles insólitos. Significa también aceptar el hecho de que el chavismo ha demostrado habilidad para ganar tiempo mediante negociaciones estériles, así como el hecho de que el tiempo no está a favor de los demócratas. En la medida en que pasa el tiempo no sólo muere, se desnutre o emigra la mayor parte de los venezolanos; no sólo se deshace el tejido institucional, social y económico del país; no sólo perfecciona el régimen sus mecanismos de control autocrático sobre la población; no sólo pierde credibilidad y margen de maniobra el liderazgo opositor, sino que, además, varios de los gobiernos que conforman el actual Grupo de Lima (principal anillo de presión democrática sobre el régimen de Maduro) podrían verse sustituidos en 2018 por otros menos afectos a la causa de la democracia en Venezuela.
En cuanto a las próximas y eventuales elecciones, no puede soslayarse el hecho de que para quien es capaz de doblegar por hambre a millones de personas la decisión de robarse una elección más no representa ningún dilema. Numerosos políticos y analistas han esgrimido buenas razones de fondo para competir en tales elecciones, pero por lo general en tales análisis el factor tiempo es considerado como favorable para la oposición, mientras que las consecuencias de asistir a un proceso comicial fraudulento, cuyos resultados probablemente serán falseados, tienden a ser soslayadas. El paso del régimen de Maduro de una condición de “autoritarismo competitivo” a una de “autoritarismo hegemónico”, señalado por múltiples analistas, conlleva precisamente el cierre de las oportunidades reales de propiciar cambios mediante el voto. En definitiva, sólo la perspectiva de una fuerza superior a ellos podrá forzarlos a negociar, y quizás ni eso.
Incluso la imperiosa necesidad de un cambio de régimen se va viendo afectada por las terribles urgencias que impone el atroz agravamiento de la crisis humanitaria: ya no se trata sólo de cambiar al régimen para impedir tragedias mayores y posibilitar alguna solución, sino también de atender de inmediato a una población que, en caso de seguirse unos meses más por el curso actual, experimentará una hambruna colosal, con escasos o ningún precedente en el continente americano.
De ahí que la posibilidad de una intervención foránea (ventilada en el reciente artículo de Ricardo Hausmann) no represente ningún disparate, sin que ello vaya en desmedro de la consideración de otras opciones. Podrá sostenerse, por supuesto, que la misma no es probable, factible o conveniente, pero ello no la convierte automáticamente en un escenario descartable o inconcebible. Asimismo, es necesario reconocer que el deslizamiento de la crisis hacia cotas cada vez más graves implica la inviabilidad de soluciones hasta ahora consideradas como factibles, así como la necesidad de respuestas hasta ahora tomadas por improcedentes o exageradas. No se trata del mismo modo la presencia de un tumor benigno, la aparición de unas células cancerígenas o la existencia de un cáncer en metástasis: a mayor gravedad de la enfermedad, más drástico tendrá que ser el tratamiento, si es que se decide realizar algún tratamiento.
Por otra parte, una revisión de los supuestos necesarios para la intervención foránea que contempla la doctrina vigente en Naciones Unidas de la “responsabilidad de proteger” permite comprobar que todos o la mayor parte de ellos (relacionados con la imposibilidad de un gobierno de proteger a su población, o con su abierta voluntad de someterla o exterminarla) se están haciendo patentes en el caso venezolano, por no hablar de los riesgos geopolíticos que una Venezuela fallida y forajida comporta para nuestros estados vecinos. Éstos ven con total claridad que el problema venezolano ya no es sólo el de una necesaria redemocratización, sino el de una terrible crisis humanitaria y el de una urgente recuperación de la estabilidad que, de acuerdo con las tendencias actuales, luce inaccesible para los propios venezolanos, salvo que sus propias fuerzas armadas decidan cambiar el rumbo.
En mi opinión, una negociación “de adentro hacia afuera” (un acuerdo entre régimen y oposición que luego sea validado por la comunidad internacional) es una absoluta quimera en estos tiempos. Sólo una negociación “de afuera hacia adentro” (acuerdos internacionales entre actores dispuestos a estabilizar a Venezuela, capaces de forzar algún tipo de acuerdo entre los actores internos) tendría en estos momentos la capacidad de rendir algún fruto, si bien somos plenamente conscientes de que tal posibilidad es sumamente difícil y compleja. No obstante, la demora en una respuesta de este tipo sólo parece augurar la necesidad de acciones aún más drásticas en un futuro no muy lejano, pues la crisis de Venezuela comienza a estallar como lo haría una reacción en cadena. Lamentablemente, sólo la consumación de una desgracia suele propiciar consensos en torno a lo que hubiera hecho falta hacer para evitarla; esperamos que para el caso venezolano no sea ya demasiado tarde.
 
@martinezmeucci

El chantaje: Los “secretos de Estado” de Rafael Ramírez

Carlos Tablante

Enero 30, 2018
 
En la pelea de las cúpulas del chavismo por el poder, los argumentos que esgrime Maduro contra Rafael Ramírez y éste contra Maduro confirman lo que hemos dicho: nos enfrentamos a un Estado delincuente. Una casta cívico-militar se apoderó de las instituciones y las empresas del Estado para enriquecerse grotescamente, al mismo tiempo que empobreció hasta la hambruna al resto del país.
Luego de casi veinte años en los mas altos cargos del régimen, ahora ninguno de los que ha estado al frente de este desastre acepta tener culpa alguna. Maduro señala a la corrupción de Ramírez y su grupo, y Ramírez responsabiliza a la incapacidad y sed de poder y riqueza de Maduro.
Apuestan a la desinformación del pueblo, lograda a pulso con los ataques a la libertad de expresión y de prensa, a los periodistas y además con la ilegal compra de radios, televisoras y periódicos usando fondos del Estado, que comenzó con Chávez y que Maduro y su grupo profundizó hasta llegar al punto que solo una reducida parte de los venezolanos sabe lo que, mas o menos, sucede en el país.
El defenestrado Ramírez de hoy, amenaza con sacar a la luz los trapos sucios de la revolución, sobre la que dice tener más de 24 cajas de documentos que sin embargo no devela porque son “secretos de Estado”.
El Ramírez que ahora amenaza, pero no concreta, con denunciar la corrupción de Maduro y su entorno, pretende que el país olvide los ilícitos y desmanes cometidos en Pdvsa por él mismo y su red de familiares, amigos y asociados, colocados al frente de los cargos más importantes de la petrolera.
Ramírez como presidente de Pdvsa, y su vicepresidente Asdrúbal Chávez, tuvieron el control económico y financiero de la nación durante la mayor parte de esta mal llamada revolución y por ello tienen responsabilidad civil, política y penal en la actual calamidad que viven todos los venezolanos. No puede ahora Ramírez ofrecerse como otro “salvador de la Patria”, vendiéndose a los chavistas como el “verdadero revolucionario”, el que restaurará el “mar de a felicidad” que supuestamente existía con Chávez.
La corrupción con la importación de alimentos con divisas preferenciales expuesta por el escándalo de Pudreval, la falta de mantenimiento y los ilícitos con los seguros y reaseguros de Pdvsa, destapados por la tragedia de Amuay, los sobornos de empresarios nacionales y extranjeros a altos cargos de Pdvsa, el Fondo Chino y a su primo y testaferro Diego Salazar Carreño develados por el caso Banca Privada de Andorra, la debacle del sistema eléctrico nacional producida por la “emergencia” eléctrica que repartió grandes contratos a sus socios y amigos, las irregularidades con los contratos de exploración y explotación de la Faja del Orinoco, la contabilidad paralela en la venta del crudo pero sobre todo las milmillonarias operaciones ilícitas con el diferencial cambiario realizadas por sus operadores financieros personales en el Cadivi paralelo que montó Ramírez en la petrolera, son solo algunas de las puntas que sobresalen en el amplio horizonte de la oscura, críptica e ilegal gestión de Rafael Ramírez al frente de Pdvsa, a la que destruyó cuando la convirtió en el arma “roja-rojita” del PSUV y por lo tanto, inescrutable e intocable para el resto del Estado y la sociedad, incluyendo las instituciones responsables de controlarla y la opinión pública.
La corrupción y la impunidad se adueñaron del país. La legalidad y el Estado de Derecho fueron sustituidos por un entramado criminal, tal como lo denunciamos en nuestros libros Estado Delincuente: Cómo actúa la delincuencia organizada en Venezuela (2013) y El Gran Saqueo: Quiénes y cómo se robaron el dinero de los venezolanos (2015).
Ambas investigaciones fueron enviadas en su momento, tanto a la Asamblea Nacional como al Ministerio Público e inclusive al despacho de la presidencia de la República. La plenaria de la AN debatió el informe presentado por el presidente de la Comisión de Contraloría, diputado Freddy Guevara ( hoy perseguido y en calidad de invitado en la embajada de Chile en Caracas), el cual estableció claramente la responsabilidad política y administrativa de Rafael Ramírez, emitiendo un voto de censura en su contra, el cual por cierto, fue anulado por el actual TSJ, siguiendo instrucciones de Maduro.
Es más que evidente que la corrupción política ha empobrecido a la mayoría del país y es en gran parte la causa de nuestros males y una clara violación masiva y sistemática a los derechos humanos de todos los venezolanos.
@TablanteOficial

DOCUMENTO DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL VENEZOLANA: ANTE LA CONVOCATORIA A ELECCIONES PRESIDENCIALES ADELANTADAS.

1.- Ante la decisión de la Asamblea Nacional Constituyente -ANC-, y su “imposición” al Consejo Nacional Electoral -CNE- de realizar elecciones presidenciales adelantadas para el primer cuatrienio del año 2018, en comunión con nuestros hermanos Obispos de Venezuela, llamamos a la comunidad nacional a reflexionar serena y seriamente sobre lo que ello significa.
2.- En primer lugar, ratificamos lo dicho en la Exhortación Pastoral “Dios consolará a su Pueblo”, del pasado 12 de enero 2018: “La Asamblea Nacional Constituyente es inconstitucional e ilegítima en su origen y en su desempeño. En vez de limitarse a redactar una nueva Constitución pretende erigirse en un supra poder con funciones ejecutivas y judiciales” (n.4). Demostración de esto es el mandato dado al CNE por parte de la ANC para que convoque elecciones presidenciales adelantadas, contraviniendo el marco legal vigente.
3.-En segundo lugar, estamos ante un hecho de extralimitación y desnaturalización de las funciones de la ANC. Tenemos una Constitución Nacional y unas leyes que estipulan claramente el procedimiento de las elecciones. Sencillamente, se desconocen y omiten estas disposiciones, para legislar según los intereses propios del poder.
4.- En tercer lugar, es, además, un despropósito ético y humano, un verdadero crimen que clama al cielo, que en medio de una situación de penuria, hambre, parálisis de servicios, muerte y colapso nacional, se privilegie un espectáculo de distracción y alienación, en condiciones desiguales, contra todo sentido de equidad y servicio a la población. En Democracia la primera responsabilidad de todo gobernante es atender las necesidades básicas de la gente, que por desgracia hoy está obligada a pasar hambre, a no contar con los servicios mínimos indispensables para la vida, en ocasiones hasta morir, y en otras, a emigrar ante la necesidad de sobrevivir.
5.- Debemos recordar lo que dice la Constitución Nacional: “La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo” (Art. 5), por tanto, es el pueblo el que debe asumir “su vocación de ser sujeto social con sus capacidades de realizar iniciativas como, por ejemplo, que la sociedad civil lleve adelante una consulta para señalar el rumbo que quiere dar a la nación como prevé nuestra Carta Magna (Cfr. Art. 71)” (n.6). Es el propio pueblo, y no una instancia espúrea el que sitúe las cosas en su justo lugar.
6.- Para ello se necesitan instituciones del Estado que respeten la voluntad del pueblo. El CNE es la institución llamada a velar por las garantías electorales de los ciudadanos, de ahí la necesidad de su reestructuración para que “cumpla con la imparcialidad que le pide la Constitución vigente. Solo así actuará con transparencia y equidad en sus funciones y garantizará el respeto a las decisiones del pueblo” (n.7). Aunado a esto debemos recordar que si realmente vivimos en democracia, la institución electoral –CNE- debe mantener su autonomía y servir al pueblo elector.
7.- La dirigencia política debe asumir responsablemente la difícil y real situación: la comunidad internacional ha declarado abiertamente su convicción de que la actuación del gobierno es inaceptable. La dirigencia de los partidos políticos ha sido en muchas circunstancias deficiente e incoherente. Deben abrirse a buscar un consenso con los diferentes sectores de la sociedad, pues una condición imprescindible es el reconocerse y lograr una unidad política que va mucho más allá de las alianzas electorales.
8.- La situación y el momento que estamos padeciendo los Venezolanos ante esta crisis global, “requiere de una gran dosis de esperanza junto a acciones concretas que contribuyan a mejorar las condiciones de vida, a dignificar a las personas, y a fortalecer a las familias y comunidades a las que pertenecemos” (n. 9). En ello estamos dispuestos a colaborar para que encontremos el rumbo de una Venezuela fraterna y de todos. “Lo positivo y lo eficaz es el compromiso, la esperanza y la solidaridad. ¡Despierta y reacciona, es el momento!, lema de la segunda visita de san Juan Pablo II a Venezuela (1996), resuena en esta hora aciaga de la vida nacional. Despertar y reaccionar es percatarse de que el poder del pueblo supera cualquier otro poder” (n. 8).
Que el Espíritu nos ilumine y nos dé fuerzas para servir a nuestro pueblo.
Con nuestra bendición.
29 de enero de 2018

+José Luis Azuaje Ayala
Obispo de Barinas
Presidente de la CEV

+Mario Moronta Rodríguez
Obispo de San Cristóbal
1° Vicepresidente de la CEV

+Raúl Biord Castillo
Obispo de La Guaira
2° Vicepresidente de la CEV

+José Trinidad Fernández Angulo
Obispo Auxiliar de Caracas
Secretario General de la CEV

+Jorge Cardenal Urosa S.
Arzobispo de Caracas
Presidente honorario de la CEV

+Baltazar Cardenal Porras C.
Arzobispo de Mérida
Presidente honorario de la CEV

lunes, 29 de enero de 2018


¿Por qué no cambiamos de opinión aunque nos demuestren que estamos equivocados?
 
 Javier Salas

EL PAIS

La primera impresión es la que cuenta. Cuando nuestro cerebro recibe por primera vez información sobre un asunto —“ese de ahí es Juan, es un vago”— deja grabada una silueta que provoca que todo lo que sepamos desde entonces en ese ámbito tenga que encajar en ella. Los humanos vivimos en un relato, necesitamos que las piezas encajen, y por eso nos costará tanto asumir en el futuro que Juan es un currante. “Es como una mancha”, explica la psicóloga Dolores Albarracín, “es mucho más fácil ponerla que eliminarla después”. Si esa mancha forma parte de nuestra visión del mundo, nuestra escala de valores será casi imposible limpiarla, porque sería como replantear nuestra identidad. Por eso nos cuesta horrores cambiar de opinión: los hechos deben encajar en la silueta o ni siquiera los tendremos en cuenta.
Cada vez más estudios muestran las limitaciones de la razón humana. En ocasiones se ignoran los hechos porque no se adaptan a lo que pensamos. La verdad no siempre importa. Hace justo un año, se realizó una prueba muy sencillita. ¿En cuál de estas fotos ve usted a más gente? En la foto A, de la toma de posesión de Donald Trump, se veía a mucha menos gente que en la foto B, de la inauguración de Barack Obama, llena hasta la bandera. El 15% de los votantes de Trump dijo que había más gente en la foto A, un error manifiesto. ¿Tienen un problema de visión, alguna carencia cognitiva, para llevarle la contraria a un hecho tan evidente? Es más sencillo: a veces, cuando discutimos sobre hechos, en realidad no estamos discutiendo sobre los hechos. Ese 15% sabe que dar la respuesta B es reconocer que Trump es un mentiroso y, por tanto, admitir que han votado a un mentiroso. Es decir, si se trata de un enamorado del presidente de EE UU, estamos pidiendo que ponga en tela de juicio su propia identidad.
“Lo más probable es que las personas lleguen a las conclusiones a las que quieren llegar”, dejó escrito la psicóloga social Ziva Kunda al desarrollar la teoría del pensamiento motivado. La idea es sencilla: para defender nuestra visión del mundo, nuestro relato, vamos razonando inconscientemente, descartando unos datos y recogiendo otros, en la dirección que nos conviene hasta llegar a la conclusión que nos interesaba inicialmente. Visto así, parece una flaqueza, un fallo de diseño en el raciocinio. Pero tendría una explicación muy plausible: es un escudo protector contra la manipulación, pues es lógico pensar que las cosas tienen que encajar con lo que ya sabemos del mundo. Si de pronto vemos una piedra elevarse hacia el cielo no dudamos de la existencia de la gravedad; pensamos que hay trampa en la piedra.
Pero hay situaciones preocupantes en las que si los ciudadanos no hacen caso de los hechos pueden poner en riesgo bienes mayores. La salud es uno de los ámbitos más peligrosos, como sucede con el pequeño colectivo que se niega a vacunar a sus hijos. ¿Cómo se puede tomar una decisión así, que pone en riesgo la salud de las criaturas propias y las del resto? “Es una opción irracional que puede ser corregida aportando toda la información necesaria”, dicen médicos, divulgadores y autoridades. Datos históricos, detalles sobre enfermedades, estadísticas consistentes…, pero no, eso no funciona. Es más, como han mostrado algunos estudios, esta forma de abordar el problema no solo no convence, sino que puede provocar un efecto bumerán, reforzando todavía más las creencias de los antivacunas. Es un efecto que el investigador Brendan Nyhan ha registrado en distintos escenarios, desde la política a la salud, y en el caso de las vacunas particularmente. Mostrar folletos con información sobre inmunización no doblega a los recelosos y a algunos los convence más todavía.
Divulgadores, fact-checkers (verificadores de datos), periodistas y políticos asumen, en general, que la gente se equivoca porque les faltan datos. Es un enfoque simplista, llamado de déficit de información, que se empeña en obviar los mecanismos conocidos de una psicología humana que, como explica Nyhan, no va a cambiar. Hay que conocer esas fisuras del cerebro humano y aprovecharlas para colarnos y ser verdaderamente persuasivos. Pero llegados a este punto, es importante preguntarse, qué es convencer ¿Lograr que una familia antivacunas reconozca que está equivocada o conseguir que ponga una, dos o todas las vacunas necesarias a sus hijos?
Esta reflexión tenía en mente el pediatra Roi Piñeiro cuando lanzaron en el Hospital General de Villalba, un municipio de la sierra de Madrid, una consulta pionera que usaría enfoques distintos para convencer a los inconvencibles. “Se trata de conocer los motivos y rebatirlos, pero no desde la lógica sino desde los sentimientos. Mucha empatía y dejarlos hablar”, explica Piñeiro; “porque es muy difícil convencer con datos científicos, suelen ser unos expertos, pero escogiendo los que les interesa”. Piñeiro, jefe asociado del servicio de Pediatría, usó intuitivamente trucos que han mostrado su eficacia en distintos experimentos psicológicos. Ponerse de su parte, dedicarles tiempo, dejar que se expliquen, conectar emocionalmente y abordar los mitos solo cuando hay confianza. “Piensas que si te enfadas y los abroncas entenderán que es grave, pero en realidad pierdes a esa familia, no vuelven”, cuenta el pediatra. Al lanzar esta consulta abierta, recibió a 20 familias recelosas en sesiones individuales de media hora; al final, el 90% aceptó poner alguna vacuna a sus hijos y el 45% accedió a ponérselas todas.
Un experimento realizado el año pasado, sobre racismo y política, obtuvo resultados inquietantes. A un grupo de ciudadanos se les contó algunas de las mentiras habituales de Marine Le Pen sobre los inmigrantes. A otro, esto mismo, pero contrastado con los datos reales. Al tercer grupo se les contó únicamente la información veraz, sin las falsedades de Le Pen. Los “hechos alternativos” de la política francesa lograron mejorar sus opciones de voto por igual (un 7%) en el primer grupo y el segundo, mostrando que el desmentido fue inútil. Lo que es más sorprendente: sus opciones también crecieron (4,6%) entre quienes solo leyeron información real sobre inmigración. Por eso a este tipo de políticos populistas les da igual que les desmientan: han colocado el mensaje, que se hable de lo que les interesa, fijando el marco de la conversación pública: la inmigración como problema. Los investigadores consideran que no basta con el trabajo periodístico con los datos, sino que “para ser efectivo, los hechos deben integrarse en una narrativa con argumentación persuasiva” y “presentados por un político carismático”.
Esta es la paradoja de los verificadores (o fact-checkers), esos periodistas que se dedican a comprobar y desmentir las afirmaciones de los políticos: que solo funcionen con quienes no hace falta. Los primeros trabajos de Nyhan indicaban poca utilidad y que a veces eran contraproducentes, pero en un estudio reciente mostró que gracias al fact-checking se podía conseguir que algunos seguidores de Trump admitieran que sus afirmaciones eran falsas. Eso sí, no movían un milímetro su intención de voto hacia el candidato republicano. “Tienden a ignorar la información disidente. Este escenario fomenta la aparición de una caja de resonancia en torno a narrativas y creencias compartidas. En este punto, la verificación de hechos puede ser percibida como otra tesis de los rivales y por tanto ignorada”, explica Walter Quattrociocchi, especialista en cómo se disemina la desinformación.
cambiar de opinión
Pintada en Londres atribuida a Banksy: “No creo en el cambio climático”. Reuters
“Cuando se trata del bulo de un medicamento retirado o algo así, la gente te cree y lo agradece. Pero si les toca la patata, dejan de discernir entre opinión y datos. Si ya han elegido bando es más complicado sacarles del error”, resume Clara Jiménez, del equipo de Maldito Bulo (MB), un proyecto periodístico creado para combatir la desinformación. Jiménez cuenta que esas disonancias fueron notables durante el 1 de octubre en Cataluña: cada desmentido se negaba por el bando puesto en evidencia, cómo no, dudando de la objetividad de MB. Durante la campaña electoral catalana, surgió el bulo de las tarjetas censales que podrían ser usadas, según algunos independentistas, para provocar un pucherazo. Cuando lo desmentía MB, muchos cargaban contra el mensajero. Pero cuando lo desmintió Josep Costa, candidato de JxC, algunos se lo discutían, pero muchos de sus seguidores optaron por fiarse de él. “Si es tu propio círculo el que te desmiente es mucho más fácil”, explica Jiménez, que forma parte del equipo que asesora contra la desinformación a la Comisión Europea. Además, los portales de verificación de datos tienen otro problema añadido: muy pocos de sus lectores (un 13%) son consumidores de fake news, según otro estudio reciente: no estarían llegando al público que los necesita.
La gente de MB ha puesto en práctica un sistema que encaja muy bien con las recomendaciones de psicólogos expertos: el bulo es como una mancha difícil de quitar, y conviene usar mensajes sencillos y directos, información gráfica o visual, y no repetir la falsedad sino centrarse en la explicación. El mejor quitamanchas es el porqué: cuando a los miembros de un jurado se les dice “no tengan en cuenta esta prueba”, no sirve de nada. Pero serán capaces de borrar esa información si les explican que hubo una motivación sospechosa al intentar incluir la prueba viciada.
Los verificadores de datos que desmienten a los políticos solo influyen en los que ya están convendidos
El cambio climático es otro experimento natural oportuno para analizar el fenómeno. Los especialistas han probado de todo para convencer a los escépticos y no hay una varita mágica. Pero el papa Francisco nos da una clave: tras escribir una encíclica ecologista, en EE UU creció 10 puntos el porcentaje de convencidos de que el calentamiento será dañino y 13 puntos el bloque de católicos que creen que el cambio climático es real. Líder carismático y que habla desde dentro del círculo identitario. En este ámbito, hablar de catástrofes y amenazas puede ser contraproducente. Sin embargo, funcionan contenidos emocionales que hablan a la gente de cómo encaja el problema en su vida (la salud), o mensajes que indiquen que combatir el calentamiento traerá avances científicos y económicos, y que mejorará la cohesión y los valores de la comunidad.
Muchas de estas estratagemas están destinadas a escuchar al sujeto para aprovechar sus debilidades: a un empresario negacionista del cambio climático no le convencerás hablándole de la crecida de los mares, sino de oportunidades de negocios verdes. Por eso, un equipo de la Universidad de Queensland (Australia) ha acuñado el concepto de persuasión jiu jitsu, en referencia a ese arte marcial que usa contra el rival su propia fuerza. Por ejemplo, dejar que explique cómo funcionaría exactamente paso a paso su idea, para que vea sus flaquezas saliendo de su propia boca.
“Cuando se trata de temas científicos, la gente habla usando evidencias, cuando sus actitudes están motivadas por otra cosa. El divulgador tiene que resistir la tentación natural de debatir las ideas articuladas por el sujeto y en su lugar centrarse en su motivación oculta en la sombra”, explican. “Identifique la motivación subyacente, y luego adapte el mensaje para que se alinee con esa motivación”, sugieren. Por ejemplo, decirle a un votante de Trump que salvar el planeta es la única forma de mantener el estilo de vida americano.

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El precio de la incultura científica. Médicos, farmacéuticos, universidades y políticos deberían buscar vías para expulsar a los charlatanes de la vida pública
VENEZUELA: NACIONES UNIDAS Y LAS NEGOCIACIONES 

ANALITICA
Es importante entender el pronunciamiento de Antonio Guterrez, Secretario General de las Naciones Unidas, cuando felicita al Presidente Medina por insistir en su mediación para que el gobierno venezolano y la oposición reanuden las negociaciones asistidas por los cancilleres de México, Chile, Nicaragua y Bolivia.
Lo que señala el secretario de las Naciones Unidas es que no debe suspenderse el proceso de negociación, porque la alternativa no puede ser otra que un conflicto de dimensiones imprevisibles, que acarrearía muchas más muertes de las que hasta ahora han ocurrido y que, tras un lapso indeterminado, que puede ser incluso bastante largo, se terminaría retornando a una mesa de negociación.
Ese es el mismo espíritu de los diversos pronunciamientos tanto de la Unión Europea como de Canadá, el Grupo de Lima y EEUU. Por ello aumentan las presiones, de toda índole, para ver si con ellas fuerzan algún tipo de acuerdo que permita una solución a la gravísima crisis por la que está atravesando Venezuela.
Puede ser que las negociaciones en Santo Domingo no sean una panacea, e incluso que no se logren de inmediato acuerdos tangibles, sin embargo, es uno de los caminos apoyados por la comunidad internacional para buscarle alguna situación al conflicto actual.
Entendemos la angustia, la desesperación de los que padecen en carne propia las consecuencias de la dramática situación en la que estamos viviendo, pero salirse del proceso de negociación no va a resolverla, por el contrario, cerraría una de las puertas en la que las partes se ven directamente presionadas por la comunidad internacional.
Es bueno que se termine de entender que, si bien la negociacion es de manera formal entre el gobierno y la oposición, las propuestas de acuerdos son elaboradas y presentadas a las partes por los 5 cancilleres y refrendadas por el Presidente de la República Dominicana, lo que quiere decir, en otras palabras, que existe una mediación internacional que impulsa y presiona por un eventual acuerdo entre las partes. Y también es bueno saber que esos cancilleres no están allí a título individual, sino que en cierta medida representan, a su vez a muchos otros países que quieren que se resuelva de manera positiva y democrática la crisis venezolana.
LA REVANCHA DE LA POLITICA

Mibelis Acevedo

La crisis muerde los tobillos, muta en tarasca cada vez más deforme, galopa a lomos de un jamelgo enloquecido, frenético. Si alguna certeza van dejando las horas es que el país bulle en un hervidero difícil de atajar. “Ante sanciones, más elecciones”, han lanzado sin embargo los mandones desde su púlpito inabordable, como rechifla a las posturas de una comunidad internacional escandalizada frente a la violencia, el ánimo de exterminio, el mutis de la justicia, el apego por la tropelía que sucesos como los de El Junquito desnudan sin finezas. La unilateral decisión de adelanto de elecciones, a su vez, causa nuevas ronchas en los cortijos de la diplomacia, dejando como pago el abandono de la negociación por parte del canciller mexicano y el rechazo tajante del Grupo de Lima. Una jugada previsible, quizás, vista desde la óptica de quien involucrado como facilitador en trámites de esta índole espera actitudes de compromiso mínimo respecto a los acuerdos; pero que en la práctica, y dado el antojadizo talante de quienes nos gobiernan, sólo parece servir para avivar las candelas de sus arbitrariedades.
El mundo, que tanto interés ha mostrado por alentar una salida pacífica y negociada en Venezuela, se topa así con los sinuosos modos de un interlocutor presto a desbancar toda lógica política con tal de retener el poder. Uno capaz de exhibir ampulosamente, incluso, su disposición a entenderse con su adversario –al que grita “¡golpista, enemigo del diálogo y la paz!”- para luego armar un berrinche patriótico y antiimperialista cuando siente que las reglas no lo acarician. El bufido de esa fiera ladina y hostil, no obstante, es harto conocido para los venezolanos; sabemos que acorralada por las circunstancias no suele devolver parálisis o retroceso, que su natural reacción es la huida hacia delante, la caótica dentellada, el zarpazo feroz, la defensa rabiosa del territorio que considera suyo y de nadie más.
Para nuestro “gran Otro” político, sustituir la deliberación por revancha ha sido su manera de mostrarse “fuerte”, de contrarrestar el reclamo o la intimidación: una anomalía que hoy impacta a los amigos extranjeros y cuya rúbrica acá repasamos en piel propia. Holladura del pensamiento tribal, la política entendida como invocación permanente a la guerra, reducida a un básico tráfico de exigencias y amenazas que se ancla al “giro afectivo”, -tan propio de los populismos- al infantil envión de la emoción neutralizando los afanes de la racionalidad: “Si me castigas por golpear a mi compañero entonces lo golpearé dos veces”. Obligarlo a gestionar el conflicto civilizadamente es arrebatarle su raison d’ètre: de allí el riesgo que entraña no sólo emprender un proceso de negociación con un actor levantisco y normofóbico, renuente a ceder espacios o a dejar de ver en el otro un mero objeto de sus antojos; sino terminar enganchado en su juego, ser botín de la incertidumbre que este genera y que pone en jaque toda posibilidad de construcción de confianza y avances.
De allí que aún acogotado por el brete no sólo económico sino de gobernabilidad, el régimen igual opte por sacudirse los traíllas que lo sujetan a la mesa de diálogo y, en condición de “víctima privilegiada”, (como si la “humillación” le confiriese derechos para trocar en verdugo) riposte a las nuevas sanciones con visible ánimo de represalia: “Estamos listos. Más agresión, más democracia… Esa es la actitud y la respuesta que en política debe asumir un soldado del siglo XXI”, disparó el ministro de la Defensa. Resbalosa movida, sin duda: pues aún en medio del desconcierto que sigue dando cuerazos a las fuerzas opositoras, aún cuando “el espíritu revolucionario se nutre de la ignorancia del porvenir”, como afirmaría Raymond Aron, las “condiciones objetivas” no son precisamente amables para los autócratas.
¿Cómo asumir ese desafío? ¿Conviene esperar por nuevos gestos -concretos, no retóricos- por parte de una comunidad internacional que ya se declara adversa a admitir la legitimidad de unos amañados comicios? En caso de que esa concreción no ocurra o no logre procurar mudanzas útiles y a tiempo: ¿optamos por convertir la amenaza en oportunidad, organizar la rabia y acudir masivamente a dar la pelea electoral (apostando, muy conscientes de la tenaza del fraude estructural, a que la amplia movilización sea capaz de precipitar un quiebre sustancial) o trajinamos con los inciertos saldos de la abstención? ¿Ser o no ser? ¿Hacer o no hacer?
Elegir la ruta -tarea en la que toca invertir grandes dosis de sensatez, más que deseos- tendrá que pasar, claro, por una prolija consideración. Una que contemple la acción unitaria y articulada, el vital apoyo internacional, la previsión logística para detectar y denunciar resultados dolosos; una estrategia realista, presta a “despejar incógnitas y clarificar los objetivos“, como en 1976 recomendaba Adolfo Suárez, cabeza de la transición española. Contra la política de la revancha, en fin, habrá que activar la revancha de la política.

Mibelis Acevedo Donís  –  @Mibelis

domingo, 28 de enero de 2018

Encrucijada terminante

 Ramón Peña

Enero 28, 2018 

Los retratos de nuestra cotidianidad son terribles. Niños y adultos ansiosos a la expectativa de los bidones de desperdicio de un asador de Las Mercedes; hileras de rostros somnolientos esperando que al enrollarse la Santamaría del abasto logren hacerse de algún básico de la dieta diaria; videos del otrora radiante metro de Caracas, mostrando la caótica tortura de utilizar un servicio de calidad infrahumana; colas resignadas para procurarse un miserable tarjetón de racionamiento con apelativo de patria; rostros de fugaz ilusión monetaria de quienes perciben aumentos oficiales del salario mínimo; asaltos a supermercados o, a lo Mad Max, emboscadas en las carreteras a transportes de alimentos. Son solo algunas, entre decenas, de las imágenes que articulan el balance de gestión de quienes aún pretenden prorrogarse en el poder. Ya admiten públicamente sus verdaderos motivos. Ante las nuevas sanciones a sus jerarcas, esta vez impuestas por la Unión Europea, responden con la convocatoria espuria y precipitada a unas elecciones presidenciales con los arreglos para asegurarse el triunfo. Porque el mundo se les cierra. Cada vez menos lugares dónde disfrutarlo en libertad. El poder es su guarida. La madriguera para estar a salvo de justicia, escraches y desprecios. En cuanto al pueblo, el cinismo ya no les alcanza para prometerle nada mejor en el futuro. Por inercia, persiguen el viejo desiderátum: una sociedad mermada en sus aspiraciones, conformista, ignorante de la existencia de un mundo mejor… La encrucijada no puede ser más perentoria. La sociedad reclama de sus líderes la acción cohesionada de todas las fuerzas de la oposición democrática, de los partidos, de la sociedad civil. Con el país en el umbral de la desesperación, es ridícula y condenable cualquier ambición personal o de partido. Capitalicemos la gran mayoría que somos. Cada minuto cuenta. Es inimaginable el desastre social y moral si permitimos que se prorrogue la pesadilla.
Un país en éxodo: los venezolanos se reinventan fuera de sus fronteras
 D. L.
LA NACION 

 Según la última encuesta de Consultores 21, la diáspora venezolana ya está formada por más de cuatro millones de personas
 
CARACAS.- "Hace un par de meses vine a España en busca de un futuro que ya no podía tener en mi país". La venezolana Dania Díaz hablaba con su acento dulce mientras movía las cartas a toda velocidad. Un truco tras otro para explicar qué la había llevado hasta el set del programa televisivo Got Talent, en el que mezcla números y naipes de forma hipnótica. "Paciencia, porque de poco la vida recuperará el orden", sentenció al final de su actuación Díaz, de 28 años, una de las hijas del éxodo que arrojó a millones de venezolanos fuera de su país, empujados por una crisis que no encuentra su techo.
Es la Venezuela que se reinventa y se reconstruye más allá de sus fronteras. Un buen pedazo de un país que se escapó en pleno desmoronamiento por los años del chavismo. Según la última encuesta de Consultores 21, la diáspora venezolana ya está formada por más de cuatro millones de personas, una cifra que crece todos los días en un país de 31,5 millones de habitantes. Y lo que falta: cuatro de cada diez se plantean emigrar. El sociólogo Tomás Páez, uno de los grandes estudiosos del fenómeno, estima que para mediados de este año en torno al 15% de la población se habrá ido del país.
Quién se lo iba a decir a un grupo de estudiantes que en 2012 convirtió su trabajo audiovisual de fin de curso en tendencia en las redes sociales. Una frase ("Me iría demasiado") que reflejaba su deseo de huir de una Venezuela que empezaba a sufrir los primeros síntomas de su gran crisis.

Hoy son millones los que se quieren ir: cuatro de cada diez, en una estadística que se antoja realmente conservadora luego de la pesadilla navideña, entre promesas incumplidas, protestas, la hiperinflación desorbitada, una escasez que incluyó productos tradicionales, la constante ausencia de medicinas y la violencia cotidiana en las calles.
El éxodo venezolano va contra su propia historia: jamás existió antes. Quién se lo iba a decir a Gaby Páez y su formidable voz, captada mientras entonaba un aria de Giacomo Puccini para ganarse la vida, convirtiendo las calles de Santiago de Chile en una improvisada ópera urbana. Desde ese momento su suerte cambió. Incluso un empresario millonario local le ofreció financiamiento para seguir su carrera.
Dania y Gaby, dos casos de la otra Venezuela, la que es tan compleja de cuantificar porque en el cóctel venezolano se mezclan las personas con doble nacionalidad (sobre todo en Europa), los ilegales y la falta de pasaportes. Porque Venezuela también sufre escasez de pasaportes. Además, el gobierno no facilita estadísticas, la misma táctica que en otros ámbitos sociales. Incluso el presidente Nicolás Maduro -que allana su camino para ser reelecto antes del 30 de abril- afirmó varias veces que tal éxodo no existe, que son los colombianos los que siguen atravesando las fronteras para refugiarse en Venezuela.

Las tierras prometidas favoritas para los nuevos emigrantes son Colombia y Chile (17% de las preferencias para ambos países), seguidos de Perú y Estados Unidos. Rick Scott, gobernador de Florida, el estado que más venezolanos acoge, dijo que su tierra "se enorgullece de ser un crisol increíble y el hogar de una vibrante población venezolana".
Y también en Ecuador, la Argentina, Panamá, Brasil, República Dominicana, México, Canadá, Australia y los países europeos. En la Argentina, la llegada de venezolanos creció 140% en 2017, Fueron más de 27.000, seis veces lo registrado en 2015. Y para este año se prevé otro récord.
Ese es solo es el principio de una lista interminable. La ola venezolana llega a todos los rincones del mundo, aunque, como tantas veces sucedió a los cubanos que navegan a Florida, algunos se ahoguen en el intento. Los familiares de los cuatro jóvenes muertos durante la travesía hacia Curazao recibieron sus cuerpos el viernes pasado. El cadáver de otro ahogado aguarda que sea identificado en la isla caribeña.
Un cordón umbilical invisible une a todos los emigrantes con su país de origen, pero en el caso del venezolano es el doble de grueso. Durante las protestas de 2017 participó desde fuera con sus propias movilizaciones y polémicos escraches contra diplomáticos o simpatizantes chavistas. Muchos de ellos, en su fuero interno, se culpaban de no participar en lo que entienden es la una lucha por su libertad. Y por su vida.

En los campamentos en Cúcuta, los venezolanos descansan como pueden
En los campamentos en Cúcuta, los venezolanos descansan como pueden Fuente: Reuters - Crédito: Carlos Garcia Rawlins
Durante los primeros tiempos fueron los millennials quienes encabezaron una fuga que ya parece bíblica. Hoy abarca todos los sectores sociales (55% son de clase media y alta). La encuesta de Consultores 21 también revela un promedio declarado de 1,9 personas emigradas por núcleo familiar. Casi un 30% no quiere regresar, aunque cambie la situación del país.
"Esta salida forzosa al mundo trae consigo muchas posibilidades: movilidad de creaciones y proyectos, nuevas redes de cooperación informal al territorio, nuevas narrativas para comprender al país, creación de capital social migratorio. La migración es un hecho profundamente transformador", dice el escritor Zakarías Zafra, desde México.
Un país que se reinventa fuera sin dejar de dar su aliento a los suyos. Las remesas ya son un fenómeno económico que salva vidas y estómagos. Una cola inmensa frente a un Western Union de Cúcuta, ciudad colombiana fronteriza con Venezuela, lo confirmaba ayer. Cientos de "criollos" buscan todos los días los envíos que sus familiares les realizan desde los confines del planeta. Al existir control de cambios en su país no pueden recibir el dinero de forma directa. Toca cruzar la frontera.

El drama del éxodo venezolano
El drama del éxodo venezolano Fuente: Reuters - Crédito: Carlos Garcia Rawlins
Eduardo Ruiz, de 28 años, debutará en unos días tras ganar este fin de semana su primer salario en Santiago de Chile. Despedido de una agencia del gobierno por no votar en las elecciones para la Asamblea Constituyente, se estrenó como vigilante de seguridad. Cobrará 150 dólares por casi 60 horas seguidas. "Chamo, ¡eso no lo gano ni trabajando un año en Caracas!", decía anteayer, eufórico.
"Venezolano que vives fuera, sé amable con el que está adentro. Hasta comprar la comida que lleva a su casa es una odisea", describe el narrador Héctor Torres, reconocido por su obra de culto "Caracas muerde". Su reflexión no temina allí: "Venezolano que vives dentro, sé amable con el que está afuera. Extraña tantas cosas de su vida que suele sentirse solo".
No todo el mundo extraña a los que se fueron demasiado. "La emigración y el control social son ambas políticas de Estado eficaces para consolidar la dictadura", denuncia José Ignacio Guédez, diputado de La Causa R. La teoría es que el chavismo también copia el modelo cubano: abrir el escape de gas cuando la caldera está a punto de explotar, como en el Mariel o con la crisis de los balseros.
La diferencia es que con esta salida masiva Maduro se quita millones de votos en contra, ya que el oficialismo impide y limita el voto en el exterior. Los que se van son los más desesperados y enfadados. Un 40% de los que huyen votaron o se sintieron chavistas en algún momento de sus vidas.
¿Qué puede suceder si las elecciones adelantadas confirman que Maduro está decidido a seguir la misma ruta? Zafra lo ve muy claro: un apocalipsis con fecha y hora. "Provocaría un éxodo en estampida y aceleraría la crisis humanitaria. Pondría en alerta a los países receptores y endurecería controles migratorios. Haría que menos gente piense en regresar", sentencia.
EL DIABLO ESTA EN MIRAFLORES

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HECTOR SILVA MICHELENA

El pasado 12 de enero de 2018, la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) emitió una exhortación en ocasión de celebrar su Conferencia Nº. 109 (CIX). Luego de citar palabras del Papa Francisco, donde dice: “Pienso especialmente en la querida Venezuela, que está atravesando una crisis política y humanitaria cada vez más dramática y sin precedentes…”, los Arzobispos y los Obispos de Venezuela, en el capítulo II del breve pero objetivo documento, examinan y opinan sobre la situación venezolana en 12 numerales.  En ellos, cumplen y se ajustan a los artículos 21 y 59 de la CRVB. Siguen, además,  los preceptos establecidos en la Encíclica De Rerum Novarum, del Sumo Pontífice León XIII, publicada por el Vaticano el 15 de Mayo del año 1891, base principal de la doctrina de la Iglesia sobre justicia social, fundamentada principalmente en las palabras de Jesús: ”Amaos unos a otros como yo os he amado”.
   Esta es la ley moral de esa doctrina: 
   Si no existe una verdad última, la cual guía y orienta la acción política, entonces las ideas y las convicciones humanas pueden ser instrumentalizadas fácilmente para fines de poder. Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia.
   De Rerum Novarum fue una carta abierta dirigida a todos los obispos y catedráticos, que versaba sobre las condiciones de las clases trabajadoras. Este importante escrito surge a la en plena revolución industrial., cuando el capitalismo salvaje imponía condiciones embrutecedores a obreros, mujeres y niños.
    Baste leer La situación de la clase obrero en Inglaterra, de Friedrich Engels (1845), precisa descripción de la brutal explotación de los trabajadores, que perduró, casi intacta, hasta bien entrado el siglo XX. Léase además a Charles Dickens, Historia en dos ciudades, (1849), y Oliver Twist, escrita entre 1837 y 1839, y Cuentos de Navidad (1843), donde un anciano un anciano egoísta y avaro asegura que no le importan los demás, lo único que le interesan son los negocios y ganar dinero.
  Como el texto ha alcanzado a todo los estratos la población, me referiré sólo a algunos aspectos, a mi juicio, de gran significado para los venezolanos, de cualquier fe. Los hombres pueden elegir sólo dos campos: el del bien o el del mal. No puede haber zonas gises permanentes, la elección es inevitable. Las palabras de Jesús viven. Nadie puede vivir siempre en el filo de la navaja, ni siquiera el agnóstico. El comunista JuliusFusik, antes de ser ejecutado por la Gestapo, dijo: “Hombres, os he amado”.
   En esta exhortación, dirigida a todos los venezolanos, la CEV expresa que “Como pastores, en continuo acompañamiento a nuestro pueblo, experimentamos las graves y tristes situaciones que dibujan un panorama negativo y desolador”.  Seleccionemos algunas opiniones que, a mi juicio, son exactas. 
   Afirman que las medidas instrumentadas por el gobierno para alimentar al pueblo, que padece hambre, son insuficientes y tendientes a crear mendicidad y dependencia del Estado. Dicen que, además los Obispos ya han hecho la siguiente advertencia: “La raíz de los problemas (del país) está en la implementación de un proyecto político totalitario, empobrecedor, rentista y centralizado que el gobierno se empeña en mantener”. 
   Esto lo corroboran más de 100 economistas (yo entre ellos) en su carta abierta al presidente Nicolás Maduro, emitida el 12 de enero pasado. La Carta dice. “Ud. No puede desconocer que las carencias actuales están estrechamente vinculadas al intento de trasplantar un modelo que ha demostrado ser pernicioso para economías en vías de desarrollo y, en consecuencia, al manejo inapropiado de las políticas públicas, Todo gobernante debe saber que, en economía, los resultados dependen de los incentivos. […] Entre los controles más nefastos están los instrumentados sobre el mercado de divisas y sobre los precios, con graves consecuencias para las actividades productivas y comerciales y sobe el bienestar de la población”.
   Los Obispos denuncian en su texto la inconstitucionalidad de la ANC, ilegítima de origen y en su desempeño. Y que con la “Ley contra el Odio” y la Intolerancia” criminaliza “toda manifestación en su contra […] cuyo efecto es consolidar un control absoluto de actividades y provocar el miedo y la autocensura”.  Tres días después, Maduro confirmó la advertencia de los Obispos, En efecto, el lunes 15 de enero, cuando rindió su Memoria y Cuenta ante la fraudulenta ANC, arremetió contra los representantes de la iglesia católica venezolana quienes en su Exhortación han sido frontales en su crítica a la situación social, política y económica del país. Aunque la Carta Magna vigente consagra la separación de los poderes públicos y la independencia del Ministerio Público (MP), Maduro instruyó al fiscal nombrado a dedo por la ANC, Tarek William Saab y al presidente del TSJ, Maikel Moreno, determinar si los sacerdotes cometieron delito de odio. 
   El 8 de enero de 2017, durante la instalación de la asamblea anual de la Conferencia Episcopal, el entonces presidente de la instancia, Diego Padrón, aseguró que el de Maduro “no es un gobierno democrático en sus decisiones, actuaciones y proyectos, ni es legítimo en su desempeño”. Además, Padrón describió a la ANC como un “engendro estratégico de carácter político que no es originaria ni plenipotenciaria”. Como se recordará, a fines de 2017, la fraudulenta ANC aprobó un acto normativo contra el odio que establece penas de hasta 20 años de cárcel por la comisión de actos de odio o discriminación. Los Obispos y Arzobispos de la CEV sólo han seguido la doctrina social de la Iglesia, establecida desde 1891, por León XIII, en la Encíclica mencionada, y desarrollada luego por sus sucesores. A buen seguro mantienen en sus mentes y obras las costumbres del Tábano de Atenas: a Sócrates.
   ¿Por qué llamaban a Sócrates “el tábano de Atenas”? Un tábano es un insecto molesto, una especie de mosca gigante que además pica. La metáfora de Sócrates y el tábano refiere a la costumbre que este tenía de "aguijonear" a los atenienses con sus preguntas en procura de que se despertaran para acceder al encuentro de la verdad. Una tarea ímproba que, de alguna forma, le costó que fuera luego condenado a muerte.  
   Consulté al padre Luis Ugalde sobre estas cosas: qué es el mal, los de demonios, la serpiente, creación del hombre…Esto me respondió, en mi correo, brevemente:
   “Hola Hector. Te adelanto brevemente unas pinceladas sobre la teología católica, la serpiente, la manzana, el diablo etc. En la biblia hay que distinguir los géneros literarios: los psalmos, los apocalípticos, los proféticos, "los "históricos"... Desde luego el Génesis no es un relato histórico que narra el origen de la humanidad, del pecado etc.  Son relatos antropomórficos, mitos y expresiones simbólicas para expresar el misterio humano. No había paraíso, ni árbol de la ciencia, ni culebra-demonio, ni manzana. Dios no se remangó para coger barro y hacer un muñeco para luego soplar y hacer al hombre o de su costilla hacer a Eva. Tampoco trabajó 6 días y se cansó y luego descansó el séptimo, Ni en Babilonia hicieron una torre que llegara hasta el cielo... Pero todo ello expresa la condición humana de ayer, de hoy y de mañana. El demonio expresa indudablemente el mal y la tentación nuestra inclinación al mal enfrentado al amor de Dios que nos invita a ser como Dios, no por la dominación sino por el amor y la entrega. El mal es una realidad indudable, su simbolización en el demonio evoluciona. Hoy muchos teólogos católicos no creen en la personificación del diablo. Otros sí. Lo que es importante es que existe el mal, la tentación de ser como dioses por el camino de la soberbia, que hace un mundo inhumano, y existe también la invitación de Dios a buscar la plenitud humana de la que Jesús es como el arquetipo de carne y hueso”. 
   “Los obispos de Barquisimeto y Yaracuy no han sido detenidos. El ataque a ellos ha producido documentos de apoyo a ellos en muchas diócesis y también de todo el episcopado latinoamericano. Si luego puedo te enviaré algo de esto. Es una locura más del gobierno”.
   Lo importante, pues, es que el mal existe y la tentación de ser como dioses es inmanente a la naturaleza y la condición humanas. Y la soberbia es su camino. Y Hasta en las cosas aparentemente más neutras, el demoño-símbolo encuentra el reflejo y el recuerdo de los atributos divinos. Su fin justifica sus medios: negar la plenitud humana. El mal pertenece al drama de la libertad humana.