lunes, 29 de abril de 2019

COEXISTENCIA DEMOCRÁTICA EN VENEZUELA
TEMIR PORRAS
Han transcurrido más de tres meses desde que Venezuela entró, el 23 de enero pasado, en una fase surrealista de su ya larga crisis política.
Durante todo este periodo, el presidente Nicolás Maduro ha seguido en posesión de atributos fundamentales del ejercicio del poder, tales como la jefatura de la administración pública o el mando de la Fuerza Armada, pero ha tenido que convivir con un presidente encargado en la figura del diputado Juan Guaidó, quien a falta de poder efectivo goza del apoyo del Parlamento, del reconocimiento de un grupo de países en su mayoría latinoamericanos y europeos, además de Canadá y, por supuesto, de Estados Unidos.
Si la cohabitación de dos presidentes en un mismo sistema político es absurda de por sí, más aún lo es que dicha situación se haya prolongado en el tiempo sin que se vislumbre una perspectiva clara de resolución. La realidad es que quienes dentro y fuera de Venezuela promovieron la ruta de la proclamación de Juan Guaidó como una alternativa política a un segundo mandato de Nicolás Maduro, lo hicieron sobre la hipótesis débil de que, en el marco de la profunda crisis económica, social y humanitaria que vive el país, el reconocimiento internacional masivo sería el elemento catalizador de un colapso institucional que llevaría, en cuestión de días, al derrocamiento de Maduro. Que la realidad fuera terca no estaba, sencillamente, en los planes.
El segundo supuesto fantasioso sobre el cual cabalgó esta estrategia es el de que las únicas fuerzas democráticas de Venezuela son aquellas que conforman la coalición antichavista que domina la Asamblea Nacional desde diciembre del 2015. Esta enorme simplificación fue la que condujo a suponer que, para que Venezuela recuperara su funcionamiento democrático, bastaba con reemplazar por la vía de los hechos a Maduro por los adversarios históricos del chavismo, sin tomar en cuenta los contenciosos que minan la posibilidad de una coexistencia democrática en Venezuela mucho antes de que se viera sumida en la terrible crisis actual.
LLas Fuerzas Armadas son perfectamente conscientes de la grave coyuntura que atraviesa la nación
Finalmente, suponer que en un país donde la veneración patriótica del Libertador Simón Bolívar es un elemento fundacional de la nación y de su Fuerza Armada, una solución consensual podía surgir del candidato preferido e incondicionalmente apoyado por el Gobierno de Estados Unidos, es simplemente desconocer la historia de América Latina.
Pensar seriamente en una alternativa política efectiva para Venezuela es hoy más que nunca un imperativo moral. Porque otra dura realidad es que no habrá solución a la desesperante situación económica y social en la cual estamos sumidos los venezolanos mientras no recuperemos nuestra capacidad institucional de generar políticas públicas. Hemos sido muchos en señalar que el origen y la responsabilidad de la crisis recaen sobre la irracionalidad económica del Gobierno de Maduro. Pero una vez dicho eso, es cierto también que el conflicto entre la Asamblea Nacional y el Ejecutivo generan desde 2016 un vacío jurídico que impide el normal desenvolvimiento de la economía nacional, y que a partir de agosto de 2017 las sanciones financieras impuestas por Estados Unidos impiden el acceso del país y de nuestra industria petrolera al financiamiento internacional. Desde enero de 2019, el Gobierno de Estados Unidos inició una nueva escalada de sanciones que busca abiertamente asfixiar al Gobierno venezolano, impidiéndole comercializar petróleo y congelando los activos públicos venezolanos en el exterior. El problema evidente con este postulado es que asfixiar a un Gobierno es un eufemismo para asfixiar a un país entero con el propósito de que el sufrimiento precipite un cambio político. Y mientras que el sufrimiento nos impactará sin duda alguna tarde o temprano, el cambio político, como hemos podido constatarlo a lo largo de estos tres meses, no deja de ser una hipótesis de trabajo.
Un proceso de diálogo debería incluir a los dos protagonistas de la crisis. De ser posible, es necesario avanzar sin ellos
El primer paso para pensar dicha alternativa es zafarnos de la camisa de fuerza que nos impone la polarización política. Si bien la división entre chavismo y antichavismo sigue siendo pertinente para valorar las sensibilidades políticas, el pueblo venezolano es abrumadoramente partidario de la democracia como sistema de gobierno, y de la coexistencia y el diálogo como métodos para dirimir las diferencias. Quienes conciben la política como una guerra en la cual la victoria consiste en la eliminación del adversario son, sin lugar a duda, minorías fanáticas y ruidosas, pero minorías al fin.
Tal vez para sorpresa de quienes observan la política venezolana desde la distancia, la inmensa mayoría de los referentes políticos del chavismo y del antichavismo, además de los liderazgos de la sociedad civil, somos partidarios del diálogo como vía para superar la crisis, además de ser perfectamente conscientes del peligro inminente de desintegración que enfrenta nuestra sociedad.
Más sorprendente tal vez aún, la Fuerza Armada venezolana es perfectamente consciente de la grave coyuntura que atraviesa la nación, a la vez que es partidaria de una solución política democrática y respetuosa de la soberanía venezolana, de la cual se siente legítima guardiana. Incurren en error de apreciación quienes la perciben como una guardia pretoriana de Maduro y, sobre ese supuesto, se dedican a insultarla. Ofender o amenazar al ejército con el cual Bolívar le dio la independencia a media Suramérica, es una extraña manera de labrar un futuro político en Venezuela.
Lamentablemente, quienes llevan hoy la conducción de ambos polos tienen mucho más presente su proyecto de poder que su proyecto de país, y son los principales interesados en mantener una situación de conflicto latente. Reducir la compleja situación venezolana a la escogencia entre dos liderazgos excluyentes es perder de vista que lo que está en juego es la viabilidad misma de nuestra sociedad y de nuestro sistema democrático.
Es tiempo de romper con este falso dilema.
Numerosos liderazgos políticos y sociales de tradición chavista, antichavista o independiente, hacemos en este momento esfuerzos dentro y fuera de Venezuela para crear espacios de diálogo y entendimiento. Coincidimos en que es necesario un proceso de retorno concertado al normal funcionamiento de nuestras instituciones democráticas, sobre la base de un acuerdo nacional inclusivo que garantice la coexistencia política de todos. Tenemos diferentes opiniones acerca de la ruta a seguir, pero coincidimos en que al final del proceso debe haber comicios que renueven los principales cargos de elección popular. La urgencia de dedicarnos tan pronto como sea posible a trabajar en la superación de los problemas económicos y sociales que nos abruman nos prohíbe permanecer de brazos cruzados como espectadores pasivos de un conflicto de poder.
Ciertamente, un proceso de diálogo político nacional debería idealmente incluir a los dos protagonistas de la crisis. Pero de no ser esto posible en lo inmediato, es necesario avanzar incluso sin ellos, congregando a todos los partidarios de una salida pacífica, democrática e inclusiva en una gran fuerza social y de opinión que actúe como un referente de razón ante la perspectiva de la destrucción total del tejido político, económico y social que aún nos une. Quienes desde la comunidad internacional dicen promover sinceramente una superación de la crisis deben repensar su estrategia a la luz del callejón sin salida por el cual ha transitado Venezuela a lo largo de estos tres meses, y deben apoyar decididamente estos esfuerzos nacientes. El tiempo juega en contra de todo el pueblo venezolano.
Temir Porras fue jefe de gabinete de Nicolás Maduro entre 2007 y 2013. Actualmente, es profesor visitante en Sciences Po, en París.

Elecciones 2019: El PSOE descarta a ministros de Podemos y el apoyo de ERC: «Vamos a intentar un Gobierno en solitario»


ABC

El PSOE aspira a gobernar en solitario, con apoyos puntuales, y sin el apoyo explícito de los independentistas de ERC. Es la idea que han transmitido los dirigentes del partido que preside Pedro Sánchez en la mañana posterior a la victoria socialista en las elecciones generales 2019. El PSOE, con el 28,68 por ciento de los votos, ha logrado 123 diputados.
La vicepresidenta en funciones del Gobierno, Carmen Calvo, ha asegurado que Sánchez quiere seguir en la línea mostrada durante los últimos diez meses, con lo que, de partida, no están por la labor de incluir en su Ejecutivo a ministros de Podemos, tal y como exige Pablo Iglesias.
«Vamos a intentar un Gobierno en solitario porque creemos que como partido y como Gobierno la gente nos ha entendido muy bien», ha dicho Calvo en la Cadena Ser. «Pensamos que tenemos un respaldo más que suficiente para ser el timón de este barco. Sabemos perfectamente que Unidas Podemos nos ha ayudado mucho y nos refuerza en sentido progresista. Pero pensamos que tenemos que seguir en esta línea».
El PSOE inicia las negociaciones para la investidura y la formación del próximo gobierno tras estas elecciones con la intención de gobernar en solitario, sin la entrada de Podemos en el Ejecutivo. Sánchez aspira a un pacto de investidura, pero no a uno de legislatura. El secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, lo ha dicho de otra manera en Telecinco. La «ambición» de su partido es gobernar en solitario con pactos puntuales, como ha venido haciendo hasta ahora.
Si los socialistas optan por pactar la investidura con Podemos y los nacionalistas hay dos opciones: que sumen con ERC (181 diputados), o que lo hagan con PNV y Junts per Catalunya (179), sobre el papel más moderados en materia económica. No obstante, Ábalos ha marcado otra línea roja al descartar apoyarse en los 15 escaños de ERC: «Por ahí no entramos en su momento, dijimos que no íbamos a entrar y no vamos a entrar».
«Siempre hemos aspirado, lo hemos dicho en campaña, que queríamos un proyecto autónomo y nos gustaría que así fuera, pero entendemos que hay que buscar acuerdos», ha dicho Ábalos. El número tres del partido no ha querido anticipar nuevos movimientos indicando que ahora toca «administrar con la tranquilidad debida» el triunfo de ayer y buscar apoyos para una investidura, pero «sin precipitarse».
La suma de PSOE y Ciudadanos alcanza los 180 diputados, cuatro por encima de la mayoría absoluta, lo que les daría un amplio margen para gobernar, pero en el día después de las elecciones ambos partidos parecen descartar esta opción.
La presidenta del PSOE, Cristina Narbona, se ha referido en los mismos términos en RNE. La intención de los socialistas, ha dicho, es gobernar en minoría, si bien ha apuntado que «no hay ninguna prisa» a la hora de tomar decisiones sobre las posibles opciones.
Narbona ha subrayado que España necesita «un gobierno fuerte» y «un horizonte de estabilidad» para acometer los desafíos que hay por delante, sin dar pistas de si el líder del PSOE, Pedro Sánchez, se inclinará por un gobierno con Unidas Podemos o por buscar el apoyo de Ciudadanos.
«No cabe descartar en estos momentos ninguna opción. No hay ninguna prisa en el sentido de tomar ni hoy, ni mañana, ninguna decisión», ha dicho la dirigente socialista. La dirección del PSOE hará esta tarde una primera evaluación de los resultados.
El secretario general del PSOE reúne a las 17 horas a la Comisión Ejecutiva Federal del partido para hacer balance de las elecciones generales del domingo, que ganó con 123 diputados frente al hundimiento del PP por la fragmentación del centroderecha.
Sánchez salió anoche a la calle Ferraz, donde tiene la sede federal el PSOE, para celebrar el triunfo con los cientos de militantes que se agolparon a las puertas tras conocer el triunfo en las elecciones generales.


EL 1° DE MAYO, AQUÍ Y AHORA
CARLOS CANACHE MATA

La historia es conocida. El 1° de mayo de 1886 se inició en Chicago, Estados Unidos, una huelga obrera reivindicativa, entre otros objetivos, de la jornada laboral de ocho horas, la cual había sido consagrada en la llamada Ley Ingersoll que promulgó el presidente Andrew Johnson en 1868, pero que no se cumplía. Los actos y manifestaciones de protesta continuaron los días 2 y 3, y el día 4 se realizó una concentración en el parque Haymarket, reprimida por la policía con un trágico saldo de varios muertos y heridos. En el juicio que se  siguió a dirigentes del movimiento obrero, se responsabilizó  a ocho de ellos, siendo cinco condenados a muerte en la horca y tres a prisión.

   Los sucesos ocurren en el contexto de la Revolución Industrial, proceso que se había iniciado en Inglaterra en el último tercio del siglo XVIII y se extiende por Europa y América en el siglo XIX  y por parte del resto del mundo en el siglo XX. La invención de la máquina de vapor y la aplicación de nuevas fuentea de energía habían potenciado la rentabilidad del trabajo humano, incentivado el desarrollo de los centros urbanos, aumentado el empobrecimiento de los trabajadores, con mujeres y niños sometidos a inmisericorde explotación.

   El establecimiento del 1°de mayo como Día Internacional de los Trabajadores es acordado en el año 1889 por la llamada Segunda Internacional, en homenaje a los Mártires de Chicago, y muchos lo consideran como el origen del movimiento obrero moderno. Desde entonces, es una fecha de movilización de los trabajadores del mundo de cara a la defensa de sus intereses y mejores condiciones de vida.

   Vergüenza deberían sentir Maduro y la pandilla de Miraflores que lo acompaña  cuando se atreven a convocar para el 1° de mayo  una manifestación en respaldo de la aciaga gestión gubernamental  que realizan. En un reciente reporte presentado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, se hace una radiografía de la situación que atraviesa el país: “Venezuela está experimentando una grave y prolongada crisis económica. El país ha estado enfrentando hiperinflación desde noviembre de 2016 y según el Fondo Monetario Internacional el Producto Interno Bruto seguirá cayendo en 2019, con lo que el descenso acumulado desde 2013 será de más del 50 por ciento. Esto es principalmente impulsado por la caída de la producción de petróleo y el empeoramiento de las condiciones en el sector no petrolero. Un colapso en los salarios y en el valor de la moneda, la escasez de alimentos, medicinas y suministros básicos, el deterioro de los servicios de salud, educación e infraestructura, así como las sanciones internacionales”.  Se nos sitúa entre los diez países del mundo que tendremos en los próximos meses “los más altos riesgos para su seguridad alimentaria y su agricultura”, luego de Yemen y Sudán del Sur.

    Se ha anunciado un aumento del salario mínimo a 40.000 bolívares, lo que equivale a 7,6 dólares mensuales, algo irrisorio si enfrentamos la realidad de que, según el Cendas-FVM, en el pasado mes de marzo la Canasta Alimentaria se ubicó en 1 millón  555 mil 866,88 bolívares y la Canasta Básica Familiar en 2 millones 491 mil 159,29 bolíivares, lo que no ha sido óbice para que, con insólita desfachatez, se diga que el aumento salarial  es consecuencia de la política de “recuperación sostenida del poder adquisitivo de la población venezolana, y el desarrollo  de un modelo productivo soberano, basado en la justa distribución de la riqueza”.

    ¿Qué celebra este primero de mayo la dictadura usurpadora?  En 1886 cinco mártires obreros fueron en Chicago condenados a la horca, y aquí y ahora presenciamos en nuestro país cómo una hiperinflación voraz  ahorca el salario real de los venezolanos.

  

viernes, 26 de abril de 2019

Tres verbos

Eduardo Fernandez


Los tres verbos son: Ganar, cobrar y gobernar.

Ganar: tarde o temprano, espero que sea más temprano que tarde, los venezolanos tendremos que resolver nuestra crisis de más de veinte años, en las urnas electorales. Cuando llegue ese día tenemos que conjugar el primer verbo: ganar.

Se dice fácil, pero no lo es. Para ganar es indispensable construir una plataforma de unidad. Con un candidato, un programa, una organización, una mística que logre el apoyo de una mayoría contundente.

No basta que todas las encuestas digan que el gobierno apenas tiene el 20% de la votación. si el 80% que se dice opositor no está unido alrededor de una plataforma unitaria. Ese 80% puede perder frente al 20%. Especialmente si, como ocurrió en el año 2018, los ciudadanos no están motivados para votar.

Entre la abstención y la división el 80% puede perder frente al 20%. Para ganar hay que construir una plataforma de unidad con un candidato, con un programa, con una organización y con una estrategia de unidad.

El segundo verbo es: cobrar. Tampoco es fácil. No basta con ganar esas elecciones que indefectiblemente vendrán en un futuro próximo, es necesario proceder con inteligencia y con amplitud para poder hacer efectivo el triunfo. Hay ejemplos de países que tuvieron que hacer inmensos sacrificios para poder asegurar una transición pacífica y con éxito.

Basta con recordar el caso de Chile, en donde los demócratas, con un pañuelo en la nariz, tuvieron que soportar que el dictador permaneciera como comandante de la Fuerza Armada y como senador de la república.

El sacrificio fue grande, pero el éxito fue absoluto. Si amenazamos constantemente a quienes detentan el poder con una “braga anaranjada” en una cárcel norteamericana a los que tienen en sus manos el poder, haremos más difícil conjugar el segundo verbo: cobrar.

Jóvito Villalba ganó clamorosamente las elecciones en 1952. Pero no pudo cobrar. Se prepararon para ganar pero no para cobrar. Hoy en Venezuela tenemos que tener muy presentes los tres verbos: ganar, cobrar y gobernar.

Supongamos que la Alternativa Democrática en Venezuela logra ganar y cobrar. Todavía nos falta considerar el tercer verbo: gobernar.

Después de ganar y de cobrar hay que gobernar. La primera condición para poder gobernar con éxito es asegurar que prevalezca un clima de unidad, de reconciliación y de armonía. Con un país enguerrillado se dificulta enormemente la tarea de gobernar.

Asumir el gobierno en Venezuela,  en las actuales circunstancias, es una tarea extremadamente exigente y complicada. Por eso, conviene trabajar por crear un ambiente que facilite la gestión y que permita la gobernabilidad del país.

Ojalá tengamos talento y éxito para conjugar los tres verbos: ganar, cobrar y gobernar.

Seguiremos conversando.

Eduardo Fernández
@EFernandezVE