domingo, 28 de febrero de 2021

PATRIA Y VIDA

           RAMON PEÑA


Escribir Vida, donde antes decía Muerte es un delito en Cuba. La revolución cubana, desde los primeros fusilamientos sumarios en el cuartel de La Cabaña, hasta hoy, siempre ha exhalado un tufo a muerte. Ni siquiera disimulado, porque la palabra muerte fue incluida deliberadamente en su eslogan.  Hoy, el vocablo Vida espanta a la raída monarquía castrista. Es una blasfemia para su inquisición arcaica, añeja de más de seis décadas. Hastiados de pobreza, mordaza, abusos, resignación, que ya son como escamas malolientes adheridas a la piel de millones de cubanos, salvo los depredadores militantes del partido-Estado, el reclamo por Vida ha emergido hoy, como un cisne negro, en las voces frescas de una banda de jóvenes raperos de la isla. Su videoclip, titulado Patria y vida, ha cobrado la popularidad y fervor de un himno, que anima el alma de los oprimidos cubanos y llena de rabia al ancien regime.

Esta canción, viralizada en las redes, aunque no sea amenaza inminente para la dictadura, aviva las cada vez más numerosas y desafiantes manifestaciones de malestar popular. Ha provocado una furia nunca vista: el oficialista Granmma la acusa de “acción desestabilizadora de la nación”, el propio presidente de la isla ha tuiteado tres veces para descalificar y tildar de “mercenarios” a los jóvenes músicos. El régimen se arrepiente de haber permitido hace tres años la incorporación de internet a los teléfonos celulares. El videoclip le ha puesto letra y música a la miseria, al hambre de millones de cubanos que no pueden acceder a tiendas de alimentación, que el gobierno ha condenado a que sean solo en dólares, cuando en Cuba nadie cobra en dólares.

“Quien les dijo que Cuba es de ustedes si mi Cuba es de toda mi gente… Se acabó y no tenemos miedo, se acabó el engaño, ya son sesenta y dos haciendo daño …»

 

 COLLAGE SOBRE RÓMULO BETANCOURT (LIII)

                       (Gobierno Constitucional –XV-)


             Carlos Canache Mata


Instalación de las Cámaras Legislativas. En un ambiente de gran tensión, el 2 de marzo de 1962, se instalan las Cámaras Legislativas nacionales. El historiador Ramón J. Velásquez se refiere al acto de inicio de la actividad parlamentaria, así: “En marzo se instalan las Cámaras Legislativas. En un principio se afirmó que la oposición dominaba en Diputados y la coalición de AD y Copei en el Senado y en las reuniones conjuntas de las Cámaras si retornaban al Parlamento los numerosos funcionarios del Ejecutivo que estaban suplidos por adherentes del Grupo ARS. Pero al iniciarse las sesiones parlamentarias, la mayoría, al reunirse las Cámaras en sesión conjunta, correspondía también a la oposición. En el acto de instalación hubo incidentes en el hemiciclo y en las barras de Diputados hasta cambio de puñetazos. Una coalición de ARS-PCV-URD-MIR impuso en la Presidencia a Manuel Vicente Ledezma, con un Vicepresidente de URD y otro del MIR. En el Senado, sin problemas, se eligió Presidente a Luis Beltrán Prieto, un Vicepresidente de AD y otro de Copei. Jóvito Villalba al ocupar su curul en Diputados se convirtió de hecho en el vocero máximo de la oposición. El Ministerio de Relaciones Interiores negó la petición de Diputados de retransmitir las sesiones de la Cámara a través de la Radiodifusora Nacional” (1).

Las formas de la lucha armada.Ya en Collages anteriores hemos reseñado cómo el MIR y el PCV se dejaron ganar por la tesis insurreccional para derrocar el Gobierno Constitucional de coalición presidido por Betancourt. Varios autores también lo han explicado, entre ellos, Antonio García Ponce, quien, a diferencia de su hermano Guillermo, se deslastra del marxismo-leninismo, y en uno de sus libros, se pregunta y se responde: “¿Por qué el PCV, que antes del 1° de enero de 1959 había dado el calificativo de garibaldina a la invasión de Curazao en 1929 donde participó Gustavo Machado como uno de sus jefes, que consideró infantil el llamado que hacía su primer manifiesto de 1931 a los soldados para cambiar de hombro su fusil, que señaló como erróneas sus incitaciones a la huelga general indefinida en 1936, que condenó los golpes de estado de 1945, 1948, y 1952, por qué ahora se lanzaba por el camino de la lucha armada? ¿Por qué el MIR, a poco de nacer, lanza en octubre de 1960 un llamado a la insurrección? La respuesta es clara: porque la Revolución Cubana, así en mayúsculas, ha abierto en América Latina, y en Venezuela en particular, la fase insurreccional como tarea concreta, inmediata y posible. Los otros factores semejan riachuelos que ensanchan apenas el torrente”  (2)

La estrategia de la insurrección fue diseñada, dice Pompeyo Márquez, como “una combinación de guerrillas urbanas, guerrillas rurales y alzamientos militares” (3). Lo mismo se confirma en un documento de un Pleno del Comité Central del PCV, citado por Ramón Guillermo Aveledo: “La lucha armada se ha planificado en tres (3) derivaciones: los destacamentos guerrilleros, sus planes y operaciones; los destacamentos urbanos, sus planes y operaciones; combinación de la lucha de guerrillas con las fuerzas oficiales en el ejército regular” (4).  En el libro ya citado de Antonio García Ponce, se describen la modalidad insurreccional urbana y la modalidad insurreccional rural, denominando esta última “las guerrillas de las montañas”. Sobre la modalidad urbana insurreccional, García Ponce escribe: “Surgen en Caracas, y se extienden a otras ciudades del interior, los grupos armados llamados Unidades Tácticas de Combate (UTC), encargadas de hostigar al Gobierno y a locales, empresas e instituciones calificadas como blancos de ataque…hubo casos, y no muy contados, en que las acciones de las UTC, como veremos más adelante, bordearon peligrosamente el campo del terrorismo…las acciones llamadas de ‘expropiación’, un eufemismo para referirse a  los asaltos a los bancos, pusieron de manifiesto el modo en que tales acciones, durante una situación de pérdida de perspectivas por los golpes sufridos, llegan a confundirse con la delincuencia, pura y simple” (5).

Son muy ilustrativas las consideraciones que hace el historiador Ramón J. Velásquez: “A medida que pasan los días, la tesis de la insurrección popular armada va imponiéndose dentro del PCV y el MIR como la fórmula de solución del problema venezolano. Algunos dirigentes sostienen la conveniencia de mantener los dos frentes de lucha: el frente de la legalidad o lucha en el parlamento como tribuna para denunciar las violaciones del orden constitucional por parte del Gobierno y el frente guerrillero como camino para la captura del poder. Dentro del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, la lucha armada no tiene adversarios y presionan sobre un Partido Comunista de larga experiencia, en donde no existe en un comienzo unanimidad de criterio sobre la bondad del enfrentamiento armado y de la movilización guerrillera del país. La llamada vieja guardia, a excepción de Eduardo Machado, consideran que no están dadas en Venezuela las condiciones políticas y sociales para lanzarse por este camino; igual tesis compartirá todo el tiempo Pedro Ortega Díaz, quien acatará disciplinadamente las resoluciones definitivas. Pero el comando político que encabezan Guillermo García Ponce y Pompeyo Márquez y el grupo universitario que liderizan Teodoro Petkoff y Germán Lairet tienen un peso decisivo  en el rumbo que el PCV ha de tomar y ellos creen en el éxito de la empresa guerillera y están seguros de que el país responderá positivamente. Las insurrecciones militares de Carúpano y Puerto Cabello les van a confirmar su tesis” (6). Por su parte, Luis José Silva Luongo, formula la siguiente observación: “Las guerrillas van a durar un largo período, que se inicia en el gobierno de Betancourt, continúa en el gobierno de Leoni, cuando se las combate con la mayor contundencia,  y termina con el gobierno de Caldera, mediante la aplicación de la llamada política de pacificación” (7).

El Ministro de la Defensa, General Antonio Briceño Linares, el 24 de abril de 1962, en una comparecencia de cuatro horas y treinta minutos, hizo una amplia exposición en relación a las actividades insurreccionales, ante la Comisión de Defensa de la Cámara de Diputados, en la que afirmó que “estamos casi en una guerra de carácter revolucionario”. Como la enumeración cronológica de los focos guerrilleros descubiertos, ocho, y el balance de los choques ocurridos entre éstos y las fuerzas armadas son bastante completos, haré una cita in extenso de la información periodística: “Comenzó diciendo que el 16 de enero fue descubierto el primer foco guerrillero en Turimiquire, Estado Sucre, donde fueron practicadas once detenciones. El segundo fue en Bucaral, Estado Falcón, el 20 de febrero, con 19 detenciones practicadas por efectivos de la Guardia Nacional. El 1° de marzo fue descubierto el foco guerrillero de la Azulita, Estado Mérida, con ramificaciones en Caño Zancudo. El balance de los encuentros fue de 16 detenidos, dos de ellos heridos. En Biscucuy, Estado Portuguesa, el 3 de marzo, en la región llamada El Charal, fueron detenidos 23 guerrilleros y uno muerto. El 24 de marzo, en Agua Viva, Estado Trujillo, cinco detenidos, un guerrillero muerto. El 24 de marzo, en Aroa, Estado Yaracuy, 17 detenidos, cinco guerrilleros muertos. Por las fuerzas del Gobierno hubo tres bajas, un cabo de policía muerto, un policía y un civil heridos. El séptimo fue descubierto en Vigirima, Estado Carabobo, el 30 de marzo. Se practicaron 21 detenciones. El octavo, el de mayores proporciones, fue el de Humocaro Alto, descubierto el 1° de abril. El balance de esta operación fue de 21 detenidos, ocho guerrilleros muertos y cinco heridos. Por las fuerzas del Gobierno hubo dos bajas, un agente de policía y un civil muertos. Expresó el Ministro que esta operación de Humocaro Alto se halla todavía en ejecución. Pasó el General Briceño Linares a considerar el aspecto de los asaltos a instituciones militares, que señaló en número de ocho, además de doce asaltos a residencias de personal de las Fuerzas Armadas” (8).

La insurrección de la base naval de Carúpano (“el carupanazo”). En esta sublevación fue muy perceptible, como forma de expresión insurreccional, la combinación entre la extrema izquierda subversiva y el alzamiento militar. Una especie de matrimonio morganático en el que no se sabe cuál de las partes es  la del linaje inferior.

En entrevista que Agustín Blanco Muñoz le hace a Guillermo García Ponce, dirigente del PCV, éste dice que como el 2 de marzo el Presidente Betancourt no atentó –como los comunistas lo suponían- contra el Congreso, había que actuar: “Sí, como Betancourt no había disuelto el Congreso había que proceder a la chispa, a incendiar la pradera…se aprobó una línea que yo hoy creo que no fue correcta: la línea de la chispa, la teoría de la chispa, de que la chispa encendería la pradera, de Lenin. Y entonces dijimos: lancemos a Carúpano como una chispa porque eso va a ser sólo el comienzo” (9).

A las dos de la madrugada, aproximadamente, del 4 de mayo de 1962, se sublevó contra el Gobierno Constitucional el Batallón N° 3 de Infantería de Marina, acantonado en la ciudad de Carúpano, que obligó a un pelotón de las Fuerzas Armadas de Cooperación a plegarse al movimiento. La rebelión la encabezó el Capitán de Corbeta Jesús Teodoro Molina Villegas, y contó con la activa participación de importantes dirigentes del PCV y del MIR y de sus respectivas militancias de base. La ciudad fue ocupada militarmente, se apoderaron del Aeropuerto, libertaron a los detenidos en el Cuartel de Policía, y desde la emisora local Radio Carúpano se leyeron, en nombre del “Movimiento de Recuperación Democrática”, comunicados y proclamas  anunciando que iban a “restablecer las libertades cívicas desplazando al actual Gobierno” y tenían el propósito de constituir un Gobierno Provisorio en la ciudad.

El Presidente Betancourt, en Consejo de Ministros, en ejercicio de la atribución que le confiere el  ordinal 6° del artículo 190 de la Constitución y de acuerdo con lo establecido en el artículo 241 ejusdem, ante la rebelión estallada en Carúpano, dicta un decreto suspendiendo algunas garantías constitucionales. Y por radio y televisión, el mismo 4 de mayo, ante reprentantes de diversos sectores nacionales, dirige al país una exposición, de cuya versión taquigráfica tomo algunos párrafos: “…Estaba en lo cierto el Poder Ejecutivo al sostener la tesis de la existencia de grupos políticos en Venezuela empeñados en que en nuestro país no rigieran las normas del sistema democrático y representativo de gobierno que la nación se dio en las elecciones del 7 de diciembre de 1958, sino otras que fueran calco de las vigentes en la desventurada Cuba…En conexión con este movimiento cubanizante estalló en la madrugada de hoy un pronunciamiento contra el gobierno, liderizado por algunos oficiales del batallón de infantería de marina N° 3, acantonado en Carúpano…El gobierno procedió de inmediato a tomar las medidas militares aconsejables. Se ametralló al batallón de infantería de marina; y sus efectivos, en connivencia con algunos estudiantes de educación media, se trasladaron al liceo, a sabiendas de que se vacilaría para ametrallar ese local. En el curso del día de hoy han cercado a Carúpano fuerzas de tierra y mar. Actualmente en el Puerto de Carúpano hay unidades de las Fuerzas Navales. Por tierra desde Cumaná han llegado hasta el muelle de Cariaco y a las puertas mismas de Carúpano efectivos del Batallón Mariño, reforzados con artillería, y por la carretera Caripito-Carúpano efectivos de la Guardia Nacional, de las Fuerzas Armadas de Cooperación, reforzadas por compañías del batallón Urdaneta, acantonado en Ciudad Bolívar, y del batallón Sucre, acantonado en Maturín…En las primeras horas de la mañana será tomado por asalto el cuartel ad  hoc en que están los efectivos del Batallón de Infantería de Marina. Ellos me están oyendo; que se rindan en las primeras horas de mañana porque las  instrucciones y las órdenes que llevan las tropas son precisas y claras. Frente a quienes insurjan contra el régimen democrático, frente a quienes se alcen en armas contra el Gobierno legítimamente constituido, la respuesta que se da y se dará es la respuesta de las armas” (10).

El dirigente agrario Armando González moviliza al campesinado y José González Navarro, presidente de la CTV, llama a un paro obrero y campesino en el Estado Sucre, en respaldo al Gobierno Constitucional.

Los sitiadores, desde el aire, lanzan volantes llamando a los insurrectos a rendirse, como lo había exigido el Presidente Betancourt. Ningun otro sector militar, presuntamente comprometido, había acompañado a los rebeldes de Carúpano en el resto del país... El día siguiente, 5 de mayo, a las 5,30 pm, el  Aeropuerto es tomado por tropas leales al Gobierno, comandadas pos los coroneles Mendoza Daza  y Sánchez Olivares. Este último, poco después, recibe una llamada del Capitán Molina Villegas para decirle que estaba dispuesto a rendirse. La rendición había sido objeto de una larga discusión en el comando rebelde. La entrega de los sublevados fue así: “”Se informó que después de las siete de la noche (del día 5) el Capitán Molina Villegas rodeado de varios oficiales y sub-oficiales que dirigieron la asonada, se trasladaron a la plaza principal de Carúpano y se dirigieron a un escaso grupo de habitantes del pueblo, donde expresaron que habían tomado la decisión de entregarse a las fuerzas del gobierno para evitar un derramamiento de sangre. De allí marcharon luego hacia el aeropuerto de Carúpano y sin portar armas se entregaron a las fuerzas armadas enviadas a esta población para sofocar el brote” (11).

El día 9 de mayo, el Presidente Betancourt, en Consejo de Ministros, en uso de la atribución que le confiere el ordinal primero del artículo 90 de la Constitución Nacional  en relación con el artículo 136 ejusdem, dicta un decreto, el Decreto N° 752, por cuyo artículo 1° “se suspenden en su funcionamiento y se prohiben las actividades de los Partidos Comunista de Venezuela y Movimiento de Izquierda Revolucionaria”, y por el artículo 2° “procédase a la ocupación de los locales, archivos y demás efectos de los Partidos a que se refiere el artículo 1° de este decreto”. El historiador Ramón J. Velásquez añade la siguiente información: “También el Gobierno solicitó ante la Corte Suprema de Justicia, el examen de la situación  de los Diputados Eloy Torres y Simón Sáez Mérida como participantes en los acontecimientos de Carúpano con  el propósito de proceder al allanamiento de sus fueros para ser sometidos a juicio militar. En la sesión del 11 de mayo, los diputados García Ponce, Eduardo Machado y Pedro Ortega Díaz, del PCV, y Domingo Alberto Rangel del MIR, saludaron el levantamiento de Carúpano como ‘un movimiento de extraordinaria significación histórica y de trascendental contenido democrático’. García Ponce después de enjuiciar  la conducta del Ministro Briceño Linares por sus declaraciones sobre la situación polítca del país y de preguntar por qué se había destituído al Contralmirante Carlos Larrazábal , hizo el elogio del programa del ‘Movimiento de Recuperación Democrática’ lanzado por los militares sublevados en Carúpano y agregó: ‘Desta esta misma tribuna, a nombre del Comité Central del Partido Comunista, quiero manifestar que nuestro partido recoge el programa del 4 de mayo y que nuestro partido continuará luchando por hacer realidad el programa democrático de las Fuerzas Armadas del 4 de mayo, en Carúpano” (12).

En el próximo Collage, continuaremos el análisis de los sucesos del año 1962.

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Notas

1-Ramón J. Velásquez. “Aspectos de la Evolución Política de Venezuela en el Último Medio Siglo”. Venezuela Moderna. Fundación Eugenio Mendoza. Caracas 1976. Pág. 224.

2-Antonio García Ponce.”Sangre, Locura y Fantasía, la guerrilla de los sesenta”, primera edición, abril 2010. Editorial Libros Marcados. Pág. 17.

3-Pompeyo Márquez. “Pompeyo Márquez contado por sí mismo”. Fundación Gual y España, 2011. Pág. 184.

4-Ramón Guillermo Aveledo. “La 4a República, la virtud y el pecado”. Primera edición. Octubre 2007. Editorial Libros Marcados. Pág. 95.

5-Antonio García Ponce. Obra citada. Pág. 21-22.

6-Ramón J. Velásquez. Obra citada. Pág. 226-227.

7-Luis José Silva Luongo. “De Cipriano Castro a Carlos Andrés Pérez 1899-1979”. 1ª edición. Monte Avila Editores 2000. Pág. 413.

8-“Historia Gráfica de Venezuela”. José Rivas Rivas. El Gobierno de Rómulo Betancourt –segunda parte- 1961-1962. Ediciones Torán C.A. Pág. 175.

9-Guillermo García Ponce en Agustín Blanco Muñoz: “La Lucha Armada: hablan 5 Jefes”. Universidad Central de Venezuela/Facultad de Ciencias Económicas y Sociales/División de Publicaciones. Caracas 1010. Pág. 361 y 362.

10-Rómulo Betancourt. “La Revolución Democrática en Venezuela”. 1959-1964. Caracas/1968. Tomo III. Pág. 88-89.

11-“Historia Gráfica de Venezuela”. José Rivas Rivas. Obra citada. Pág. 190.

12-Ramón J. Velásquez. Obra citada. Pág. 228.

sábado, 27 de febrero de 2021

Venezuela en disolución: El desencuentro de lenguajes


       VLADIMIR MUJICA


A raíz de la publicación en El Nacional de mi artículo “Un nuevo pacto para impedir la disolución de Venezuela” que se refería primordialmente al “Manifiesto de los venezolanos en el exterior: Una Nueva Hoja de Ruta para Venezuela” he recibido numerosos comentarios de interés, en buena medida saludando la iniciativa, y otros con críticas importantes. Elijo referirme aquí a dos comentarios específicos, no solamente porque provienen de dos personas que son muy importantes para mi, sino porque recogen un elemento de mucha relevancia. Una de ellas es mi hermano Eduardo Mujica, abogado, egresado de la UCV y muy ligado a la institución a través del CDCH-UCV; y la otra, Jimmy Castillo, profesor investigador titular de la Facultad de Ciencias de la UCV, colega, antiguo estudiante, y amigo cercano.

Eduardo y Jimmy son dos exponentes excepcionales de lo que en varias oportunidades he llamado los héroes civiles. Profesionales de todas las ramas, gente que se ha quedado en Venezuela y que han construido y desarrollado sus carreras contra viento y marea, contribuyendo de manera decisiva a que el país siga funcionando a pesar del trabajo sistemático de destrucción de la nación que ha ejecutado perversamente el chavismo, y que la ha conducido virtualmente al umbral del estado de disolución, como se menciona en el Manifiesto.

Voy a tomarme la libertad de transcribir literalmente parte del intercambio entre JC, EM y VM, los tres personajes de este diálogo, identificados de manera obvia por sus siglas, porque considero de mucha importancia que se entienda la naturaleza del desencuentro de lenguajes y cómo el intentar corregirlo puede ser fundamental para comprender y diseñar las claves de la nueva narrativa que es necesario presentarle al país para plantear su refundación sobre bases realistas. Un proceso que necesariamente le debe hablar a todos los venezolanos, y en especial a una generación que se ha venido desarrollando construyendo espacios de supervivencia y crecimiento reales, con frecuencia escapando de la castrante polarización política que atenaza al país.

No deja de ser una coincidencia notable que tanto EM como JC reaccionaron de manera muy similar frente al siguiente párrafo del Manifiesto:

La suerte de la gente en Venezuela es también compleja y diversa. Un país empobrecido de manera profunda e ignominiosa; un país rico en petróleo, sin combustible; abundante en agua y energía, con un pueblo sediento y sin electricidad; con enormes posibilidades para educar y alimentar, pero con un sistema educativo postrado y ceniciento; con el hambre enseñoreada, con niños y niñas que están creciendo bajo los efectos de la desnutrición. Toda una generación con discapacidades mentales y físicas, sin oportunidad de desarrollar a plenitud sus capacidades cognitivas, por la carencia de nutrientes esenciales en una etapa crítica del crecimiento. De este cuadro dantesco se salvan los corruptos, los enchufados y un estrecho sector de la población que tiene ahorros en divisas o eventualmente recibe remesas de familiares en el extranjero. La destrucción del país -más por diseño que por accidente o incapacidad- es un hecho brutal y verificable, para imponer el control de la población a través del hambre, el miedo y la represión”.

Sigue el intercambio entre EM y VM (con cambios menores):

EM: Por otra parte, la afirmación que dice: «…De este cuadro dantesco se salvan los corruptos, los enchufados y un estrecho sector de la población que tiene ahorros en divisas o eventualmente recibe remesas de familiares en el extranjero…», es cierta, pero falta un sector muy importante de la población que subsiste, come bien, tiene para pagar lo básico y tienen techo, que son aquellos que todos los días salen a bregar con esta disparatada economía y, solo a título de ejemplo, el directorio de mi teléfono está lleno de ejemplos que no entran en ninguna de esas categorías, algunas centenas, de aproximadamente 750 contactos.

VM: Bueno, quizás el manifiesto no lo expresa de modo totalmente claro, pero creo que estamos hablando de la misma cosa. El grupo inmenso de personas a quienes te refieres conforman la mayoría de la población que vive en condiciones muy difíciles. Desde pobreza crítica hasta una clase media sobreviviente.

EM: Sobrevivientes, muchos. Pero hay un montón de gente que trabaja que jode y no tiene graves necesidades.

El intercambio entre JC y VM (con cambios menores):

JC: Vladimiro, cómo anda todo por allá. Leí tu reciente articulo y el siguiente párrafo (JC cita el párrafo del Manifiesto aludido arriba) me llamó mucho la atención. Si bien es muy cierto detalles de lo que describes creo que se sigue ignorando una parte de la población que hemos estado en una lucha continua y que hemos seguido con nuestro trabajo, que no tenemos ni grandes ahorros en divisas o nos mandan dinero del extranjero pero seguimos a punta de trabajo y esfuerzo tratando de mantener lo básico de nuestro día a día. El discurso excluye a trabajadores honestos emprendedores que no son enchufados o remeseros. Excluye a una nueva generación que no tiene tinte político y que dejando todo a un lado busca el progreso y tal vez enfocándose solo en el desarrollo individual, pero lo cierto es que no tienen otro referente.

A ese grupo excluido no se le acerca nadie, ningún grupo político y a mi modo de ver es debido a que en ese grupo los políticos tradicionales no tienen ninguna manera de sacar partido o rédito alguno. Es una lástima que sólo se enfoque a buscar y conectar con antichavistas furibundos, o a quienes día a día van incrementando su resentimiento y se deje por fuera a quienes buscan una vía para sobreponerse a esta desgracia. Entiendo que estamos en momentos de mucha debilidad, tanto institucional como de la sociedad, pero los que aquí seguimos tenemos que buscar aumentar fuerza para poder luchar con este monstruo. El joven aquí, sin referente pasado, lo que esta notando es un cambio de sistema y como se va instaurando un capitalismo salvaje con cambio de dueños. Ya no existen los sindicatos, no se sabe ni que es eso y el que sobrevive aquí es por que trabaja con pagos por horas y con bonos. La idea de seguridad social no existe.

Es una dinámica muy diferente a la que vivimos nosotros, y esos cambios hay que vivirlos para entenderlos. Tal vez sería bueno que esos grupos que desde afuera quieren ayudar a un cambio, se pasearan por consultar a quienes están trabajando aquí y le pregunten por qué y cómo, que entiendan que aquí los únicos honestos y moralmente aceptables no son los que viven de sus ahorros o de las remesas. Que hay gente honesta que está trabajando y produciendo en la medida que puede. Un abrazo

VM: Completamente de acuerdo contigo. Lo que se quiso destacar en el manifiesto es la situación de extrema fragilidad del país y su economía. Yo me he referido en varias oportunidades a los que he llamado “héroes civiles” y que incluye a mucha de la gente a que te has referido. De ninguna manera se pretende ignorar a ese sector vital de la población al que tú te refieres. Mi hermano Eduardo me hizo la misma observación tuya. Voy a escribir algo al respecto. Muy agradecido por tus comentarios

JC: Te reenvío una serie de artículos que publicamos el año pasado con todo y pandemia. Es con profesores jóvenes que estoy formando parcialmente en Francia, pero que todas las ideas y discusiones y muchos experimentos son nuestros hechos aquí. Esa es la vía que hemos conseguido para mantener la calidad en la formación de los profesores, como verás hay hasta uno que está trabajando en teoría. Todos los chamos son instructores y provienen de zonas populares, Petare, Caricuao, El Valle y a todos estamos apoyando de todas las maneras posibles para que no dejen ni la Universidad ni la Ciencia. Este sector es totalmente olvidado y excluido y de paso tienen que soportar prácticamente un estigma porque la oportunidad que tienen los hace ver como privilegiados.

VM: Te estoy leyendo con mucha atención. Voy a poner todos los argumentos en un artículo y te lo mando a ver qué te parece.

JC: Tenemos un drama de profesores muy jóvenes con una formación excelente pero que los dejamos sin las herramientas necesarias para sobrevivir esta desgracia. Son excelentes en Orgánica, Analítica y Fisicoquímica pero no saben cómo reunir para su sustento. A algunos de ellos les hemos podido abrir espacios asesorando en compañías y trabajando en proyectos pequeños que pueden generarles recursos para subsistir, pero muy poco aún. Las Autoridades de las Universidades nos han dejado totalmente solos y desasistidos, su retórica política no lleva a ninguna parte y son incapaces de voltear a mirar a los más desprotegidos, parece que no tienen nada que ofrecerles. Si la sociedad le diera un poco de valor a la educación esa sería la vía de sentar las bases de algo, pero solo se ocupan de lo noticioso lo que genera lástima y no se enfocan en cómo minimizar. Resulta que nuestros más grandes aliados han sido muy pequeños productores que apuestan a recuperarse y a aprender. Los grandes productores ni se acercan.

VM: Yo estoy consciente de todo ese drama y como te digo por eso los he llamado los héroes civiles. Pero el hecho de que ustedes perciban que el Manifiesto no lo refleja es muy importante

Fin del intercambio entre EM, JC, y VM.

He tomado un amplio espacio para reproducir este intercambio porque me parece revelador y con argumentos profundos y respetables que reflejan lo que mucha gente piensa. Una parte sencilla de aclarar, en la que quiero insistir ahora, es que quienes redactamos el Manifiesto de ninguna manera ignoramos la existencia de un importante sector de la población que ha desarrollado su existencia y protegido en la práctica la continuidad de la vida en sociedad en Venezuela, a pesar del entorno dramático de dificultades de estos últimos 22 años. Bajo ninguna circunstancia desconocemos el valor del trabajo y la decisión de mantenerse activos que los anima y los honra.

Mucho más complejo es el desencuentro de lenguajes. Que Venezuela es un país en proceso de disolución no está en discusión. La institucionalidad de la nación ha desaparecido y su integridad territorial está a merced de traficantes, mercenarios y grupos controlados por milicias extranjeras con complicidad local. Refugiarse en los espacios individuales, sin participar como ciudadanos en la refundación de Venezuela es respetable pero no es una opción sostenible a largo plazo. Pero es también claro que mucha gente se niega, y con razón, a ser víctima y a condicionar su vida al empate catastrófico entre la oposición y el régimen. Parece indispensable construir puentes y espacios de convergencia entre estos universos de lenguaje y comprensión desconectados, y la primera responsabilidad es de quienes pretenden liderar y que deben construir una nueva narrativa sobre el país posible. Cumplido ese paso se le podrá exigir a quienes han hecho de la sobrevivencia en tiempos de crisis una realidad existencial que también atiendan con el mismo entusiasmo su responsabilidad ciudadana en la refundación de la nación. Eso es lo que proponemos en nuestro Manifiesto.

DUMPING

 ISMAEL PÉREZ VIGIL


Voy a hacer un paréntesis en mi acostumbrado comentario político para tocar un tema −que en el fondo también es político− no menos importante y acuciante: la situación de la empresa venezolana, en particular la industria manufacturera nacional.

La industria nacional es víctima de un depredador, eficiente y despiadado, que no ha tenido compasión para destruirla: el régimen instaurado por Hugo Chávez Frías en 1999, que continua hasta nuestros días. Cuando este régimen se hizo del poder, de acuerdo con las propias cifras oficiales, en el país había 12.700 industrias manufactureras. Debido a la política depredadora del régimen −no voy a gastar tiempo en describir lo que bien conocemos y que la Confederación Venezolana de Industriales, Conindustria, calificó adecuadamente de “cerco a la industria nacional” −, hoy el plantel industrial se reduce a poco más de 2.500 industrias. Hemos perdido la friolera del 80% de nuestra capacidad industrial y el 20% que queda, trabaja con enormes dificultades, a una fracción de su capacidad instalada. El presidente de Conindustria nos recordaba en días pasados que −sin contar los años anteriores− desde que Nicolás Maduro está en el poder se han perdido más de 400 mil empleos industriales, que como sabemos siempre fueron los mejor remunerados.

Asentado esto, no me voy a referir más a este depredador, si no a otro igualmente letal.

Seguramente todos, en nuestro papel de consumidores que maximizamos nuestros recursos y preservamos el poder de nuestro ingreso adquiriendo los productos que mejor satisfagan nuestras necesidades y al mejor precio posible, nos topamos con estantes y anaqueles repletos de productos importados. No me refiero a los llamados “bodegones”, sino a los estantes y anaqueles de abastos, mercados y supermercados en los que hacemos nuestras compras habituales. Tampoco me refiero, con eso de productos importados, a las especialidades y exquisiteces de algunos países que siempre han estado presentes en el nuestro, sino a cosas como: aceites comunes de España, leche de Francia, pastas de Italia, granos y arroz de Brasil, y un largo etcétera, de productos y países, que no vale la pena enumerar; seguro que todos me entienden de que hablo.

Lo más sorprendente es que esos productos, a veces de calidad igual o superior, están a precios inferiores o iguales que los productos nacionales, cuando estos se consiguen. ¿Cómo es esto posible, si esos productos deben pagar fletes internacionales y otros costos de traslado y acondicionamiento, excepto aranceles aduaneros y otras tasas, de los cuales, como sabemos, el gobierno los ha exonerado?

Desde siempre, pero sobre todo desde finales de los años 80 del pasado siglo, cuando se inició un proceso de apertura económica en el país, nuestra industria se vio sometida a la competencia de productos importados que no solo gozan de escalas y de tecnologías mucho más avanzadas que les permiten alcanzar mejores precios y condiciones, sino que, en sus países, seguramente no están sometidos a las condiciones restrictivas de comercialización interna a las que están sometidos los productos elaborados en el país, ni sus industrias son perseguidas por el gobierno como lo son las nuestras. No obstante, nuestra industria supo enfrentar, con dificultades, ese reto y logró no solo sobrevivir, sino también exportar sus productos a otros mercados a precios realmente competitivos. Aunque hoy suene a fantasía, es bueno recordar que las exportaciones distintas al petróleo, cacao y el mineral de hierro, llegaron a ser cerca de 6 mil millones de dólares a finales de los años 90 del pasado siglo.

Pero no es por razones tecnológicas o industrias más avanzadas que se explica que encontremos hoy inundados los anaqueles con productos importados a precios más bajos que los nacionales y que incluso estén a precios inferiores a los de su mercado de origen. Este fenómeno, usualmente, se produce por dos causas fundamentales, bien porque una empresa trate de conquistar un mercado externo o por colocar en el mismo el sobrante de su producción y lo comercializa a un precio inferior al que se comercializa en su mercado de origen; o bien porque, gracias a la intervención del Estado, con algún tipo de subsidio, permite que el precio pueda ser rebajado para colocarlo con ventaja en otro mercado.

Hoy en día, esta segunda causa es menos común en el mercado internacional, dada la actividad y vigilancia de organismos internacionales, como la Organización Mundial del Comercio, los diferentes acuerdos regionales y las modernas legislaciones de cada país, que protegen sus industrias y mercados de esta práctica depredadora. Aunque técnicamente son dos cosas distintas, el efecto concreto de ambas prácticas es el mismo: que el producto entre con ventaja de precio a otro mercado. Por lo tanto, me atrevo a pensar que en Venezuela estamos en presencia de la devastación que ocasiona un “dumping”.

El «dumping» es una práctica comercial que consiste en vender un producto por debajo de su precio normal en el mercado de origen, o incluso por debajo de su costo de producción con el fin de conquistar un mercado, eliminando las empresas competidoras y apoderándose finalmente del mismo.

Siempre ha habido una discusión muy intensa acerca de cuál debe ser la actitud frente a esta práctica. Algunos sostienen que la prioridad deben ser los consumidores y no cabe duda que en una economía destruida e hiperinflacionaria como la nuestra, “bajar los precios», por la vía que sea es algo que beneficia a los consumidores. Pero tampoco cabe duda que, sin tener una protección a ultranza, que disfrace y ampare la ineficiencia de nuestras industrias, tenemos que buscar fórmulas para protegerlas, proteger sus inversiones y los puestos de trabajo que generan.

No es un problema sencillo porque, no nos engañemos, ya sabemos que va a ocurrir con estos precios tan o más bajos que los de nuestra industria; si se trata de algo temporal para colocar la sobreproducción de alguna empresa en poco tiempo, esos productos no los veremos más en los anaqueles; y si se trata de una estrategia para conquistar nuestro mercado, los que no veremos en los anaqueles serán los productos nacionales. Pero, desaparecida la competencia y conquistado el mercado, los productos importados aumentarán de precio e incluso subirán muy por encima del precio relativo con el cual se comercializan actualmente y no solo por efecto de la hiperinflación. En el entretanto, habrán desaparecido unas cuantas industrias nacionales y las inversiones y empleos que ellas generan.

Los mecanismos adecuados de protección, para consumidores y empresas, son: proteger la libre competencia y la economía abierta para que sea esta la que regule el mercado y obligue a bajar los precios para proteger adecuadamente a los consumidores.

Es fácil hacer demagogia con acusaciones de abusos y especulación, pero es la libre competencia la que mejor combate los precios especulativos o artificialmente altos y lo que mejor protege el bolsillo de los consumidores. Venezuela cuenta con dos instrumentos legales para protegerse de estas prácticas, que no utiliza desde 1999: la Ley para Promover y Proteger el Ejercicio de la Libre Competencia y la Ley sobre Prácticas Desleales del Comercio Internacional y su Reglamento. Sabemos que es utópico pensar que este régimen las utilizará, no solo porque son leyes de libre mercado, sino porque suponen un proceso, una investigación imparcial, la demostración de daño a la producción nacional y para este régimen es más fácil aplicar controles y represión, que no resuelven nada, que arruinan al país, pero cubren las apariencias.

No me gusta concluir en el aire un tema tan espinoso pero ni las empresas ni el pueblo consumidor contarán con ningún mecanismo gubernamental para defender sus respectivos intereses y lograr un equilibrio. No queda por el momento sino denunciar la situación, alertar del peligro de destrucción que se cierne sobre lo que queda de nuestra industria y, por lo tanto, dejar el problema en el difícil terreno de la responsabilidad y conciencia individual.

Politólogo

https://ismaelperezvigil.wordpress.com/

viernes, 26 de febrero de 2021

De Rómulo Betancourt el gran constructor, a Hugo Chávez el destructor


        TULIO HERNANDEZ


La Gran Aldea


Ahora que se cumple un nuevo aniversario del nacimiento de Rómulo Betancourt (22 de febrero de 1908), y que pronto se cumplirá otro del anuncio oficial de la muerte de Hugo Chávez, he cedido a la tentación de recordar el entierro de Betancourt, en el que estuve presente como observador y como ciudadano. Y aunque no me acerqué al de Hugo Chávez, por temor a las agresiones que algunos de sus seguidores solían hacer contra periodistas y columnistas críticos con su proyecto, seguí detalladamente aquel suceso impactante a través de los medios.

Ahora que han pasado largos años, me resulta interesante comparar ambas exequias. No para hacer un simple ejercicio de memoria sino para advertir cómo en las diferencias entre los itinerarios, ritos y símbolos de ambas despedidas podemos encontrar claramente expresados los valores que acompañan a un estadista demócrata y civil, y los que arrastra consigo un autócrata, militar golpista, líder de masas carismático y populista.

Comparo dos figuras tan diferentes -exactamente antitéticas- porque sin lugar a dudas ambas encarnan el liderazgo mayor de las dos pulsiones que movieron el siglo XX venezolano. Betancourt fue el gran constructor de la democracia, el conductor del proceso que llevó de la organización de los partidos políticos modernos a la creación y sostenimiento durante cuarenta años de la democracia bipartidista, que logró mantener a raya al estamento militar que desde la creación de Venezuela como república independiente había gobernado la nación.

Hugo Chávez fue lo opuesto. Otro líder de masas que, al contrario de Betancourt, fue el gran destructor de la democracia venezolana. Es la figura que conduce la operación que vino a interrumpir el ciclo civilista que se había iniciado en 1958 y a colocar de nuevo a los militares en el poder. Primero con el intento de un golpe de Estado en 1992 -llevando a Venezuela a una etapa que se creía superada-, y luego con la conducción de un largo y sostenido proceso de destrucción de la institucionalidad democrática que, para el momento de su muerte se hallaba en terapia intensiva. Luego su engendro, Nicolás Maduro, se encargaría de enterrarla.

Comencemos por las historias políticas personales. Al momento de la muerte Betancourt ya no era presidente, por supuesto, había gobernado por vía electoral por un solo período de cinco años, entre 1959 y 1963, y garantizado la alternancia democrática entregándole el poder a otro líder de su mismo partido, Raúl Leoni, retirándose luego prudente y paulatinamente de la actividad política.

Hugo Chávez, en cambio, sí era presidente al momento de fallecer, llevaba catorce años al frente del poder y había anunciado que permanecería por los mínimos veinte años en la presidencia de la República. Es decir, había impedido sistemáticamente el principio de la alternancia sobre el que se basa la dinámica democrática, imposibilitando no solo que otro venezolano ejerciera la presidencia de la República, también que hubiera líderes de su movimiento político que pudiesen aparecer como figuras de relevo. Se hizo único, indispensable, insustituible, un dios. Fidel le decía en público: “Hugo tienes que cuidarte porque sin ti no hay revolución”.

Vayamos ahora a los velorios. El de Rómulo Betancourt se celebró en el Palacio Federal sede del Parlamento que en cualquier país democrático es el símbolo del poder popular. Lo que se debe hacer respetuosamente en estos casos. El velorio de Chávez, en cambio, se ofició, como era de esperarse, en la Academia Militar, lo que subraya el carácter militarista del presidente y su no sometimiento al poder civil.

Sigamos con los desplazamientos, las exequias y el destino final. El sepelio de Betancourt, con presencia multitudinaria, hizo un recorrido sencillo y directo que partió del Palacio Federal hacia el Cementerio del Este donde la aguardaba una tumba normal como la de un ciudadano común. El de Hugo Chávez, en cambio, hizo una especie de triangulo totalmente militar con un final de pretensiones heroicas.

“Rómulo Betancourt fue el gran constructor de la democracia (…) Hugo Chávez fue lo opuesto, el gran destructor de la democracia venezolana”

Comenzó en el Hospital Militar de donde salieron, atropellada y desordenadamente, los restos hacia la Escuela Militar. Y, luego de varios días de velación, se trasladaron de la Academia Militar al Museo Militar, donde con gran pompa se le enterró en un espacio ahora denominado Cuartel de la Montaña. Una edificación, una especie de Panteón Nacional privado, dedicado plenamente al culto del héroe.

Una diferencia radical. Las tumbas de los demócratas son sencillas, las de los tiranos y los populistas monumentales. Como el mausoleo que se mandó a hacer para sí mismo Néstor Kirchner en Río Gallegos, en la provincia de Santa Cruz, al sur de Argentina. O, como el que se edificó en vida, Francisco Franco en el Valle de los Caídos y de donde -como seguramente ocurrirá con Hugo Chávez cuando la democracia vuelva- recientemente retiraron sus restos por decisión del Parlamento español.

Y, por último, revisemos el tipo de manifestación popular. El entierro de Betancourt fue una expresión de duelo, vamos a llamarlo, cívica, serena. Un acto de despedida a un jefe de Estado realizado dentro de un marco de normalidad y armonía. Por supuesto, ayudaba el hecho de que Betancourt había cumplido su ciclo vital.

El de Hugo Chávez, en cambio, fue un fenómeno de histeria colectiva, una suerte de tragedia nacional, de expresión descomunal de dolor incontrolable, de perdida profunda de un padre salvador que, de alguna manera expresa el tipo de liderazgo mesiánico, y carismático (en el sentido que lo define el sociólogo Max Weber) y el culto a la personalidad que lo había convertido en héroe de masas.

El sepelio de Betancourt parecía un entierro, el de Chávez la salida del estadio universitario luego de una final entre el Caracas y Magallanes.

Las manifestaciones de desesperación que se vieron por esos días recuerdan expresiones de dolor masivo como en las exequias de Josef Stalin en la Unión Soviética en el que cerca de cuatro mil personas murieron aplastadas por la multitud que ansiosamente trataba de acercarse para tocar el ataúd del genocida que, no por casualidad, el culto comunista había convertido en “El padrecito”.

Pero a los héroes resultantes del culto a la personalidad la historia les pincha el globo. Stalin ya es sólo el recuerdo del horror. Trujillo, el dictador dominicano que intentó asesinar a Betancourt, el protagonista de una novela, “La fiesta del Chivo”, en la que Vargas Llosa hace una descripción precisa de su barbarie como persona y como figura militar

En cambio, con el paso del tiempo, la figura de Rómulo Betancourt, su impacto decisivo en la construcción de una nación democráticamoderna, capaz de liberarse de la estructura casi feudal que la dominaba durante la primera mitad del siglo XX, ha ido creciendo.

Entre más tiempo pasa, quienes se ocupan de estudiar nuestra historia y nuestro devenir político encuentran de modo más nítido su papel decisivo no solo como líder político, también como intelectual que, desde muy joven, desde los tiempos del Plan de Barranquilla, formó parte de un grupo que se dedicó a imaginar un país y luego a construirlo

Los grandes estadistas no se improvisan. Hugo Chávez no había hecho vida política democrática, ni ocupado cargos de elección pública antes de emerger de la oscuridad de un cuartel a dar un golpe de Estado. Solo podía conducir al fracaso que somos.

Lamentablemente la obra de Betancourt, la democracia venezolana, fue dilapidadamalversada, sub amada y degradada por muchos de sus herederos, que le sirvieron la mesa al felón de Sabaneta. Ahora, para la reconstrucción nacional, la que debe recoger los platos rotos del bipartidismo y las ruinas precoces -y perversas- del chavismo, habrá que recurrir a sus principios.   

 LA IGNORANCIA ES ATREVIDA

          HECTOR FAUNDEZ


EL NACIONAL


El martes pasado, en nombre de una Comisión especial para la defensa del Esequibo, el diputado Hermann Escarrá entregó, al presidente de la Asamblea Nacional, un documento con las recomendaciones sobre lo que se ha de hacer en el caso del Esequibo. A eso se acompañó otro documento, de carácter “confidencial y de reserva presidencial”, aunque parte de su contenido se deduce de las palabras del diputado Escarrá. En lo esencial, dicha Comisión recomienda no comparecer ante la Corte Internacional de Justicia en el proceso incoado por Guyana para que se declare la nulidad del laudo de París sobre el territorio Esequibo. Comparecer o no comparecer ante la Corte es una decisión política, respecto de la cual puede haber distintas opiniones sobre las ventajas y desventajas de cada una. Pero, con el debido respeto, sorprende la naturaleza de los argumentos jurídicos esgrimidos, y la convicción del orador de que, con la mera declaración de que el Esequibo es nuestro, ya todo está resuelto.

Dejando a un lado las invocaciones a la divinidad y al patriotismo de los miembros de la Comisión especial y de la AN, así como al carácter “revolucionario” de algunos de ellos, llama la atención que, para el orador, la soberanía de Venezuela en el territorio Esequibo no está en discusión. Esa afirmación, repetida como un mantra, puede ser compartida, si con ella se quiere significar que Venezuela es quien tiene mejores títulos, y quien tiene la razón y la justicia de su parte. También puede que algunos sinceramente crean que esos diputados, Maduro y la FANB, no van a “permitir que el Esequibo se pierda”, pues “ha nacido un nuevo tiempo”. Pero lo cierto es que con meras declaraciones retóricas no vamos a recuperar un territorio en disputa que, desde hace más de un siglo, está en posesión de Guyana. ¡No nos engañemos!

En su justo empeño por reivindicar la soberanía de Venezuela sobre el Esequibo, el diputado Escarrá recurre a argumentos jurídicos que carecen de sustento en el Derecho Internacional, o que, en términos prácticos, no son relevantes. Entre estos últimos, Escarrá insiste en que Venezuela no ha dado su consentimiento para conocer de esta controversia. La Corte no lo ha entendido así y, haciendo una interpretación razonable del artículo IV.2 del Acuerdo de Ginebra, ha sentenciado que, en dicha disposición, las partes aceptaron la competencia de la Corte, si ese era el medio elegido por el secretario general de la ONU. Podremos estar o no de acuerdo con esa decisión, pero, una vez que la Corte ha emitido su fallo, ese es el fin del asunto. Insistir en lo mismo, cuando ya hay una sentencia que es obligatoria, no tiene efecto útil, y no va a detener un proceso judicial en marcha.

Decir que Venezuela no acepta tratados y laudos arbitrales viciados de nulidad es una obviedad. Tampoco tienen valor en el Derecho Internacional; pero la declaración de nulidad nunca depende de lo que diga la parte interesada, sino de la demostración de causales de nulidad muy concretas, ante la instancia judicial pertinente. Eso no es muy distinto en el Derecho interno de los Estados.

Según el presidente de la Comisión especial antes referida, es el artículo 10 de la Constitución el que determina cuál es el territorio de Venezuela. No queda claro si, según la tesis de dicha Comisión, ésta es una atribución que corresponde exclusivamente a la Constitución de Venezuela o a la Constitución de cualquier país. Porque, si es lo último, vamos a tener un problema pues Colombia (o Brasil, o Cuba, o Estados Unidos) podrían introducir, en sus respectivas constituciones, una disposición que diga que su territorio llega hasta Caracas, incluyendo todos los municipios aledaños. Según parece, esos diputados ignoran que, desde los orígenes del Estado moderno, quien decide qué es un Estado, y cuáles son sus límites territoriales, es el Derecho Internacional. De manera que esa argumentación de la Comisión especial no sirve.

En su delirio, para fortalecer nuestra reclamación sobre el Esequibo, los miembros de la Comisión especial antes mencionada proponen una reforma constitucional, que diga expresamente que el Esequibo es nuestro. Además, próximamente se suscribirá un “proyecto de Acta”, y se anuncia una “ley orgánica constitucional” (que no está prevista en la Constitución), para dejar sentado que el Esequibo es nuestro. ¡Claro que es nuestro, pero no por lo que diga -o por lo que vaya a decir en el futuro- una disposición constitucional! La delimitación de las fronteras estatales es un asunto propio del Derecho Internacional, y no depende del Derecho Constitucional. Si no fuera así, deberíamos aprovechar esa reforma constitucional para declarar que toda la selva amazónica, la isla de Pascua y la luna, son parte del territorio venezolano.

Queriendo enviar un mensaje al mundo y a los parlamentos de Guyana, Inglaterra, España y los Países Bajos, irresponsablemente, se sugiere el uso de la fuerza armada para resolver esta controversia. Eso contradice la conducta histórica de Venezuela en las relaciones internacionales, e infringe los artículos 2.4 y 33 de la Carta de las Naciones Unidas. Un acto de esa naturaleza sería condenado por la comunidad internacional, y deslegitimaría la justa reclamación territorial venezolana.

El Derecho Internacional, que es el civilizador de naciones, tiene reglas y principios propios, distintos a las reglas y principios del Derecho Constitucional. Cada uno de ellos tiene su esfera de aplicación, como podría explicarles el Dr. Allan Brewer Carías, el mayor experto en Derecho Constitucional del país, a quien se mencionó en ese discurso. El Derecho Internacional no es una materia de relleno en las universidades, y requiere tanta formación como cualquier otra especialidad. Sin haber asistido siquiera a un curso de verano de la Academia de Derecho Internacional de La Haya (ni que decir haber cursado al menos un posgrado sobre la materia), resulta atrevido -y peligroso para la soberanía nacional- hablar de Derecho Internacional, sin conocer su función, sin saber cómo opera, sin conocer sus reglas, sin haber estudiado la jurisprudencia de los tribunales internacionales, y sin tener la más peregrina idea de cómo todo eso se articula en la defensa de los derechos de Venezuela en el Esequibo.

 


 INMUNIDAD DE REBAÑO


                 JEAN MANINAT


Vamos, digamos la verdad, todos tenemos un amigo, un primo, un cuñado, un vecino, un conferencista cercano, que argumentó con firmeza que la pandemia era un invento de los chinos, los rusos o los gringos para amordazarnos el libre albedrío con unas mascarillas sobre el rostro. Y se dedicaron a negarla con el brío, el desdén y la audacia de lector de autoayuda encerrado en un ascensor con el fantasma bicéfalo de Freud y Jung.

Deambulaban desembozados y altivos, siempre con una noticia de última hora a mano -o bajo el sobaco ilustrado- un artículo deslumbrante, una teoría reveladora sobre las causas y rigores de la pandemia, con la seguridad del que se siente intocable y dueño de una verdad, pero plagada de supercherías y buenas intenciones, y por tanto poco fiable.

¿A mí con estas? Se decían. Hasta que la enfermedad se coló por doquier y le atinó a un amigo, un primo, un cuñado, un vecino, un conferencista cercano, y les trastabilló “el tumba’o que tienen los guapos al caminar” según sentencia de Willie Colon y Rubén Blades en la gran y maravillosa pandemia salsera de los 70’s.

¿Podemos inculparlos de que ahora se laven las manos con fervor, lleven mascarillas, nos saluden con un extraño roce de codito, o del infantil puñito, como si nada hubiese pasado? Pues no, bienvenidos al rigor de la vida en pandemia, la distancia social -peculiar término de resonancia clasista- y cierto respeto por la ciencia a pesar de su titilante esfuerzo por librarnos de los males que llevamos por dentro o nos acechan desde afuera. ¿Remember Dr. Fauci?

Otro tanto puede decirse de quienes en nuestra comarca han redescubierto el valor del voto en la recuperación de la democracia y sus instituciones, o lo valoran bajo nuevas perspectivas, o lo quieren pulir con afán de industriosos orfebres, mientras otros se dieron cuenta de lo que dejaron atrás y lo quieren recuperar a toda carrera, o simplemente quieren acertar una segunda, o tercera oportunidad que ya tuvieron y malgastaron con ahínco de hijos pródigos.

Pero ahora que todo pareciera indicar que -por las razones que fueran- la vía democrática y electoral se impone, valdría la pena un esfuerzo conjunto por asumirla sin remilgos, sin facturas por cobrar, y repetir lo que se logró, gracias a la MUD, en el luminoso 2015 que pocos quieren recordar ahora.

No es la unidad por la unidad, más bien la unidad a partir de una política concertada, que demuestre que finalmente logramos la inmunidad de rebaño frente al virus del personalismo e ineficacia política del radicalismo abstencionista que tanto daño nos ha hecho.

Tan solo hacer política autónoma y creativa, sin rectores externos, nos acercará a la población descreída y sufriente. La inmunidad de rebaño frente a la desidia político-electoral.

 Errores políticos


            Eduardo Fernandez


Konrad Adenauer, el brillante Canciller alemán de la postguerra, alguna vez dijo: “la historia está llena de errores que pudieron haberse evitado”.

 

Digo esto a propósito de un reconocimiento hecho por algunos amigos dirigentes de la oposición venezolana: “nos equivocamos”. La verdad es que tienen que haberse cometido muchos errores como para que un gobierno tan malo como el que hemos tenido a lo largo de los últimos años se haya mantenido en el poder.

El tema me llevó a recordar un libro que leí hace algunos años. “Retrospectiva. Tragedia y lecciones de Vietnam”. Escrito por Robert McNamara que fue Secretario de Defensa en las administraciones de John Kennedy y de Lyndon Johnson. Le tocó, dirigir la guerra de Vietnam. En el libro consigna una frase sobrecogedora: “estuvimos equivocados, terriblemente equivocados”.

Millones de seres humanos perdieron la vida en aquella guerra. Países, ciudades, pero sobre todo, seres humanos, millones de seres humanos sacrificados en aquella aventura bélica.

Batallas campales se libraron en diferentes países del mundo entre los partidarios y los adversarios de la guerra en Vietnam. Años más tarde, el cerebro de aquella matanza nos dice: “estuvimos equivocados, terriblemente equivocados”. Cuanto sacrificio inútil, cuantas muertes inútiles. Cuanta destrucción inútil.

Lo nuestro en Venezuela es mucho más pequeño. Pero también Venezuela y los venezolanos hemos sufrido mucho como consecuencia de los errores políticos de lado y lado. Errores políticos que condujeron a la llegada de los bárbaros al poder y que luego han contribuido a perpetuarlos en el poder por más de dos décadas.

No me cansé de repetir que apostar a una salida de la dictadura por la vía de la violencia era un error. Que se olvidaran del golpe militar. Hipótesis que no era ni probable ni deseable. Que se olvidaran de una invasión extranjera. Hipótesis que tampoco era probable y era todavía menos deseable.

Que la solución estaba y sigue estando en la construcción de una alternativa democrática, con un mensaje atractivo, con una organización eficiente, con una estrategia inteligente afincada en la paz, la unidad, la constitución, el diálogo y la participación en todos los procesos electorales, por viciados que estuvieran, hasta lograr la victoria.

Seguiremos conversando.

Eduardo Fernández
@EFernandezVE