COLLAGE sobre RÓMULO BETANCOURT (LXII)
(Primer regreso a Venezuela, después de 4 años de ausencia)
CARLOS CANACHE MATA
Después
de que diversos sectores e instituciones del país (partidos políticos,
trabajadores y empresarios, las Fuerzas Armadas Nacionales), le ofrecieran
actos y homenajes de despedida, el ex-Presidente Rómulo Betancourt emprendió un
viaje por Estados Unidos, Europa, el Medio Oriente y naciones recién
incorporadas a la soberanía en Asia y Africa, que culminó con una breve residencia en Nápoles, Italia, y
luego con la residencia de 8 años en Berna, Suiza, interrumpida con visitas a Venezuela.
En el
acto que le ofreció su partido Acción
Democrática, expresó: “Sabido es mi propósito de alejarme por tiempo indefinido
del país. Desde cualquier sitio extranjero donde me encuentre continuarán
volcados mi interés y mi pasión hacia Venezuela. Y complacido apreciaré desde
lejos el proceso de reafirmación de las instituciones democráticas y el avance
venezolano en todos los órdenes. En las manos honradas del compañero Raúl
Leoni, Presidente de la República recién electo por los venezolanos, queda la
nave. Al garete no andará, porque el timonel tiene experiencia y buena fe, y
porque impulsándola por la buena vía estará el buen pueblo venezolano” (1).
El día 9
de abril de 1964, a través de la televisión y de radiodifusoras comerciales, se
despidió del país, apenas unas pocas horas antes de partir. Entonces manifestó:
“Quiero decir que me siento profundamente orgulloso del pueblo venezolano y que
declino en él todos los honores que pudieran discernírseme. Y esto lo digo sin
afán demagógico, sino sinceramente: no se hubiera podido lograr la hazaña de
estabilizar una democracia tan acechada si no hubiera habido el concurso para
defender las instituciones que el mismo pueblo se dio…Hay una frase ajena que
repito porque la conceptúo muy exacta: ‘el precio de la libertad es una eterna
vigilancia’. Esto es más cierto en un país como el nuestro, dotado por la
naturaleza de extraordinarias riquezas naturales; un país de tal calidad está
expuesto a la ambición de los aventureros, que conceptúan el poder como
botín…En el exterior no me dedicaré a una vida cómoda y tranquila, no ha
llegado para mí el momento de empantuflarme, tengo cincuenta y seis años, que
los llevo bien desde el punto de vista físico, y una mente alerta y madurada.
Escribiré libros, acopiaré experiencias en otros países, y eso lo transmitiré a
mi pueblo y a los otros pueblos de América a través de la palabra escrita o del
videotape, enviado desde los distintos lugares en donde pose mi planta
peregrina” (2).
La
primera escala de su viaje fue Estados Unidos. En Nueva York fue agasajado por
la Asociación Americana para la Democracia y la Libertad, ocasión en la que
hablaron el senador Edward Kennedy, Norman Thomas, Adolfo Berle y Arthur
Schlesinger, quienes se refirieron a la carrera política y al último gobierno
que presidió Betancourt. Estando allí, estalló la insurrección del coronel
Caamaño y la crisis política en la República Dominicana. Sanín (Alfredo Tarre
Murzi), hace al respecto el comentario que pone en boca de Detancourt: “Cuando
estalló la crisis política en la República Dominicana por la insurrección del
coronel Francisco Caamaño, el presidente Lyndon Johnson y el vicepresidente
Hubert Humphrey me invitaron a Washington para conversar sobre las incidencias
de ese conflicto en el Caribe. Me opuse radicalmente al envío de marines a la isla y aconsejé utilizar medios políticos y
diplomáticos para tratar de resolver la crisis. Pero el trauma de la situación
cubana llevó al gobierno de EEUU a una penosa y desagradable intervención en
Santo Domingo, que no era la primera incursión en la isla de Hostos” (3). En
California, embarcó para seguir su viaje a Asia, Africa y Europa, y terminar domiciliándose, como se señaló
líneas arriba, primero, por pocos meses en Nápoles, y luego, en Berna. Vivía
con los emolumentos que recibía como
ex-presidente y sus honorarios de periodista y escritor.
El 14 de marzo de 1966, el Secretario General
del FND, Arturo Uslar Pietri, en carta al Presidente Leoni, participa su retiro
del Gobierno, finalizando así la Amplia Base. Después, a comienzos de 1968, URD
queda fuera del Gobierno. En el seno de URD se produjo una crisis interna que
culminó con la suspensión y pase al Tribunal Disciplinario de Alirio Ugarte
Pelayo, quien el 19 de mayo de 1966 convocó a su residencia una rueda de prensa, y
antes de iniciarla, se suicidó con un disparo en su biblioteca.
Ya
desde mediados de 1966, la atención de los partidos, de los medios de
comunicación y de la opinión pública, comenzaba a centrarse en el tema de las
candidaturas presidenciales para el período 1969-1974.
En el
mes de abril de 1967, el VIII Pleno del Partido Comunista, reunido en la
candestinidad, decide abandonar la lucha
armada, reanudar la lucha de masas y participar en los comicios de 1968; y, con
ese fin, solicita el 20 de octubre de
1967 la legalización de un partido político, bajo el nombre de Unión Para
Avanzar (UPA).
En
abril de 1967, la candidatura presidencial de Rafael Caldera es lanzada en una
Convención Nacional de Copei..
La
escogencia del candidato presidencial de Accion Democrática (estatutariamente
atribuida a la Convención Nacional del partido) para las elecciones de 1968
originó una crisis interna que comenzó en las llamadas elecciones primarias o
elecciones de base, celebradas el 25 de septiembre de 1967, en las que se
escogen los delegados a las Convenciones Distritales (donde se elegirían luego
los delegados a las Convenciones Seccionales, y en éstas los delegados a la
Convención Nacional), pero en esta
ocasión, tales elecciones primarias o de base, por la cercanía de la sucesión
presidencial en el marco de las elecciones generales del año siguiente, se
tiñeron con el problema candidatural entre Gonzalo Barrios y Luis Beltrán
Prieto. Manuel Vicente Magallanes, quien ha escrito obras sobre la historia de
AD, señala que “todo empieza por problemas presentados en las elecciones de
Cumaná, que conduce a la suspensión de la militancia de algunos dirigentes
regionales”. En el curso de la crisis, se nombró una comisión de
avenimiento encargada de buscar fórmulas para salvar la unidad
partidista, de la cual formó parte Rigoberto Henríquez Vera -uno de los
Secretarios Generales de AD en la clandestinidad durante la dictadura perezjimenista-,
quien nos cuenta lo que entonces pasó: “…En Cumaná no se habían podido efectuar
las elecciones internas, debido al ambiente de tensión partidista que se vivía
en esos días; y cuando se llevaron a
cabo, se registraron como era de esperarse, violentos altercados entre la
militancia. Agotadas todas las gestiones de conciliación posibles, no se llegó
a ningún avenimiento y, ante la profunda crisis planteada por los prietistas,
al CEN no le quedó otra alternativa que sancionar con la medida disciplinaria
de suspensión de toda militancia a 27 comprometidos en acciones perturbadoras
de la unidad partidista. Esto ocurría el 27 de octubre de 1967, cuando ya
parecía inevitable la nueva diivisión de AD,
y tanto Prieto como Paz Galarraga desconocían estas medidas
disciplinarias de la dirección nacional. Se convocó inmediatamente después una
reunión urgente del Comité Directivo Nacional (CDN) para que estudiase la
situación planteada y este organismo solicitó de ambos precandidatos, Prieto y
Barrios, que declinaran sus aspiraciones presidenciale en aras de la unidad del
partido, pero Prieto se negó a aceptar dicha fórmula con el consiguiente
agravamiento de la crisis. Entonces el CDN concluyó sus deliberaciones ratificando
las medidas impuestas y sustituyendo de la Presidencia del partido a Luis
Beltrán Prieto y de la Secretaría General a Jesús Angel Paz Galarraga;
asumiendo provisionalmente la presidencia Augusto Malavé Villalba.
Posteriormente se designó Presidente del partido, por el resto del período
estatutario, al compañero Dr. Antonio Léidenz, uno de los fundadores de Acción
Democrática más querido, respetado y admirado en nuestra organización” (4). Prieto tenía el apoyo de dirigentes sindicales
importantes como José González Navarro y Juan José Delpino, pero la mayoría del
Buró Sindical, liderada por Augusto Malavé Villalba, Francisco Olivo, Pedro
Bernardo Pérez Salinas, Juan Herrera, Humberto Hernández y Martín Correa, tenía
una posición distinta.
La
Comisión de Legislación Electoral y Registro y Control de Partidos, de la cual eran integrantes juristas tan relevantes como
Allan R. Brewer Carías y Arminio Borjas, analizó los recaudos atinentes a la
determinación de a quiénes correspondía la representación de Acción
Democrática, y decidió por unanimidad recomendar al Consejo Supremo Electoral
atribuírsela al CEN presidido por Antonio Léidenz, por considerar que sus miembros, “a los efectos de las
relaciones entre el Consejo Supremo Electoral y el Partido Acción Democrática
en relación a las Leyes que lo rigen, deben tenerse como autoridades legítimas del
Comité Ejecutivo Nacional del partido Acción Democrática”. Así consta en
documento de fecha 15 de noviembre de 1967, publicado el día siguiente en El
Nacional y otros medios de comunicación.
El
desenlace de la crisis se consumó con la tercera división del partido, el 10 de
diciembre de 1967, cuando los adherentes a que fuese Luis Beltrán Prieto
Figueroa el candidato, realizaron una Convención y forman una nueva
organización política con el nombre de Movimiento Electoral del Pueblo (MEP). En
el mes de enero de 1968, ese nuevo partido proclamó la candidatura de Prieto, a
la cual se sumó en el curso del año el PRIN (Partido Revolucionario de
Integración Nacional) presidido por Raúl Ramos Giménez.
La crisis y división de Acción Democrática
motivó que el ex-presidente Betancourt efectuara su primer regreso a Venezuela
el 7 de febrero de 1968, después de cuatro años de ausencia, para participar en
la Convención Nacional de Acción Democrática que tuvo lugar en ese mismo mes de
febrero de 1968. Cito de nuevo a Rigoberto Henríquez Vera, quien, al comentar
el discurso que pronunció el fundador del partico en ese evento, dice: “Al
abordar el tema de la sucesión presidencial, fue muy prudente en lo relativo al
candidato del partido, sin haber manifestado preferencia alguna por los nombres
de los aspirantes que iban a ser posteriormente nominados por el partido, entre
quienes figuraban Gonzalo Barrios, Reinaldo Leandro Mora, Carlos Andrés Pérez,
Luis Augusto Dubuc, Eligio Anzola Anzola y Leopoldo Sucre Figarella.
Betancourt, privadamente se mostró partidario de que algunos precandidatos
declinaran sus aspiraciones de modo de facilitar la escogencia de Gonzalo
Barrios, lo cual hicieron Carlos Andrés Pérez, Leandro Mora y Sucre Figarella,
no así Dubuc y Anzola, quienes mantuvieron sus candidaturas hasta el final.”
(5). La Convención proclamó a GonzaLo Barrios como el candidato presidencial de
Acción Democrática; y eligió a Carlos Andrés Pérez com Secretario General del
partido.
Después
de un largo proceso de negociaciones, URD, el FND y el FDP, acuerdan lanzar la
candidatura presidencial de Miguel Angel Burelli Rivas, formando lo que se
llamó el Frente de la Victoria.
El
cuadro electoral se completó con las candidaturas presidenciales, prácticamente
testimoniales, de Alejandro Hernández y Germán Borregales.
Desde
Berna, Rómulo Betancourt regresó al país en el mes de noviembre para participar
en la campaña electoral, que fue
clausurada en Caracas, en la Plaza de El Silencio, con una gigantesca concentración
popular en la que hablaron Gonzalo Barrios, el candidato, y el líder fundador
de Acción Democrática, quien repitió la famosa frase “Adeco es adeco hasta que
se muere”.
El 1°
de diciembre, como estaba previsto, se realizaron las elecciones, normalmente. El Nacional del día siguiente, 2 de diciembre, tituló en
primera página “Caldera y Barrios disputan el primer lugar”. Pasaban los días,
en un país tenso y ansioso de conocer los resultados electorales. Recuerdo que
Betancourt pidió una reunión del CEN, que se efectuó en la casa de un primo
suyo, Arturo Tovar, en la urbanización Las Mercedes, para manifestarnos su
preocupación y la inconveniencia de que pasara el tiempo sin que se supiera el
definitivo resultado comicial, y recomendaba que el CSE debía enviar aviones
para que trajeran las actas electorales desde las zonas lejanas del interior
por cuyos votos todavía se esperaba. Por fin, el 9 de diciembre se conocieron
los resultados oficiales totales por candidatos presidenciales y por partidos.
Caldera ganó, obtuvo 1.082.941 sufragios, y Barrios 1.051.870. Apenas, 31.071
votos de diferencia. Fue el corolario de la recién sufrida división partidista;
es indudable que AD se derrotó a sí misma, ya que de los 719.733 votos
obtenidos por Prieto, un alto porcentaje eran votos estrictamente adecos. Para
los cuerpos deliberantes, AD obtuvo la mayor votación, 939.759 sufragios,
frente a los 883.814 que obtuvo Copei. El CSE proclamó a Caldera como
Presidente Electo el 11 de diciembre, y declaró: “Seré el Presidente de la paz,
bienestar y prosperidad y gobernaré sin exclusivismos”. Ese mismo día declaró
Gonzalo Barrios: “Somos unos derrotados contentos, sin odios ni rencores”. Dice
Ramón J. Velásquez que “para Betancourt la pérdida de la Presidencia de la
República para su partido no constituía una catástrofe, sino un episodio normal
y corriente en la vida de la democracia y en cambio consideraba que el trance que
iba a confrontar Acción Democrática en los próximos cinco años serviría para
revisar métodos, analizar errores y recuperar el espíritu de mística y combate
que se había ido perdiendo en diez años de predominio absoluto” (6).
El
análisis continuará la próxima semana.
---------------------
Notas
1-Rómulo
Betancourt. La Revolución Democrática en Venezuela 1959-1964. Tomo IV.
Caracas/1968. Pág. 370.
2-Rómulo
Betancourt. Obra citada. Pág. 412-413.
3-Sanín
(Alfredo Tarre Murzi). Rómulo. Vadell Hnos. Editores. 1ª edición: noviembre
1984. Pág. 400.
4-Rigoberto
Henríquez Vera. De la Tiranía a la Democracia, memorias. Ediciones Centauro 89.
Caracas/Venezuela. Volumen II. Pág. 231.
5-Rigoberto
Henríquez Vera. Obra citada. Pág. 235-236.
6-Ramón
J. Velásquez en “BETANCOURT en la historia de Venezuela del siglo XX”.
Ediciones Centauro. Caracas/Venezuela. 1980. Pág. 114.
-00-