viernes, 21 de agosto de 2009

Hemos hecho todo, pero...

Argelia Ríos
El Uniersal, 21 de agosto de 2009


Hay que ordenar el juego. Poner las cosas en su lugar sirve para comprender cuán importante es el rol de cada ciudadano. En esta larga historia, hubo un momento en que todos sabían el papel que le correspondía asumir en la tragedia venezolana. Entre 2001 y 2004 la llamada "sociedad civil" asumió su compromiso. Estaba animada y decidida, pero, sobretodo, mostraba un ardiente entusiasmo por participar en la contienda política. El fervor con que la población democrática tomó las calles por aquellos días tenía el soporte de la esperanza. La gente veía con claridad que existía una posibilidad real de vencer al régimen. La movilización -incansable y preñada de arrojo- encendía lo que entonces se identificaba como "la luz al final del túnel". Existía la firme convicción de que cualquier gesto de protesta -pequeño, grande y aun insignificante- poseía una enorme trascendencia dentro del propósito planteado. No hubo mecanismo de lucha que no fuera empleado. Es cierto que no se logró el objetivo de sustituir a Chávez, pero no es verdad que las batallas resultaron estériles.

Para medir la utilidad de todos esos episodios de resistencia, basta imaginar dónde estaría hoy Venezuela si el Presidente no hubiera conseguido los obstáculos que le opusieron los venezolanos. Pocos comprenden, sin embargo, que todo ese instrumental utilizado durante los años duros de la polarización sigue disponible para las batallas presentes y futuras. Son muchos los que repiten -erróneamente- que "ya se hizo todo lo que podía hacerse". Subestiman el hecho de que la sucesión de eventos en que el país se vio envuelto en esa época tuvo una dinámica y una evolución contraria a la naturaleza de los instructivos políticos. Los sucesos del 11-A nunca debieron ser el comienzo de la resistencia. Las contiendas deben darse conforme a una fórmula ascendente: desde lo menos, hasta lo más.

Hoy, la oportunidad es de oro para retomar el combate a partir de un esquema de acción corregido... Primero, lo primero: las manifestaciones modestas vuelven a cobrar valor. Ellas modelarán su voluptuosidad futura. Estamos dependiendo de la comprensión general de esta realidad: jamás habrá desenlace, ni "luz al final del túnel", si no se logra reconstruir el principio. La esperanza y la expectativa de victoria -que fue el motor de los capítulos del 2001-2004-, van de la mano de la restauración de la confianza en el instrumental de lucha que se tiene como "probado". Todo lo que ya se "probó" recuperará su potencia si se le reedita en el orden en que debió ser ensayado antes. La posibilidad de vencer a Chávez es real. Las actuales coyunturas no son escaramuzas menores. Son ocasiones extraordinarias para reavivar el ánimo de los espíritus libres de Venezuela. Su eficiencia fluirá espontáneamente con la fuerza de una participación ciudadana convencida de que el secreto es caminar desde lo menos hacia lo más.

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