La conexión argentina
Teodoro Petkoff
Tal Cual
En Argentina hay un tremendo quilombo con lo de las comisiones que pagan empresas de ese país que negocian con el Gobierno venezolano. Aquí en Venezuela, Atila sólo reacciona para decir que esas son maniobras del imperio contra la “revolución”. Sobre el fondo del problema, ni él ni ninguna otra institución se pronuncian. Son experimentados cultores de la política del avestruz. Creen que enterrando la cabeza en la arena nadie se va a dar cuenta de los guisos que vienen protagonizando con las mafias kirchneristas.
Pero la cosa es realmente gravísima. Comenzó con las revelaciones del ex embajador de Argentina en Venezuela, Eduardo Sadous, acerca de la ya famosa “embajada paralela” que Julio De Vido, ministro de los dos K, y su carnal Claudio Uberti, habían establecido en nuestro país para llevar adelante sus guisos particulares, soslayando a la embajada argentina oficial.
Posteriormente, otros ex funcionarios del kirchnerismo se han sumado a las denuncias, que ya componen un grueso expediente, tan pestilente como los contenedores de Pudreval.
Ha ido apareciendo una red, con tentáculos en Buenos Aires, Caracas y Miami, que ha robado centenares de millones de dólares, en particular al tesoro venezolano, quien resulta ser el gran financista de todas esas vagabunderías.
Pero, más grave que los delitos en sí es el silencio de la contraparte chavista. Porque ocurre que si bien por el lado argentino los protagonistas son principalmente empresas privadas, extorsionadas por De Vido y sus socios venezolanos, obligadas a pagar comisiones de 15% a 20% para poder acceder al jugoso mercado venezolano, de este lado el protagonista casi único es el gobierno de Atila, gran comprador de todo cuanto se necesita y no se necesita. Y precisamente del lado de quien recibía el grueso de las comisiones o coimas es donde no hay ninguna investigación. Es la misma táctica empleada en el caso del maletín de Antonini. Mientras en Argentina hay un juicio abierto por este guiso y en Estados Unidos la investigación culminó con las condenas a prisión de varios chavoburgueses, aquí en nuestro país apenas si se destituyó silenciosamente al tal Uzcátegui, chivo de Pdvsa directamente implicado en el caso y hasta allí llegó todo.
Atila sentenció que aquello había sido una maniobra del imperio y le echó tierra al asunto. Lo mismo pretende el Gran Encubridor de la comarca con lo de la embajada paralela.
Nada subraya mejor la necesidad de una Asamblea Nacional que investigue y controle los actos del Ejecutivo y de la administración pública que esta impunidad que se pretende para estos claros delitos de Estado, descubiertos, denunciados e investigados en todas partes menos donde están los ladrones mismos.
Hasta los propios partidarios honestos de Atila se sentirán mejor cuando los actos del poder puedan ser colocados bajo la lupa parlamentaria. Porque a aquella de la cual hablaba Atila hace más años que días, cuando todavía se la echaba de “pulcro”, se le quebró el vidrio hace rato. Ahora lo que tiene son unos anteojos de cuero de cochino.
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