Ganar perdiendo
Editorial Tal Cual
El CNE cerró con broche de oro su torcida actuación en las elecciones parlamentarias: descaradamente atropelló el derecho al descanso de los venezolanos después de un intenso día cívico, tomándose unas ocho horas para ver cómo presentaban los números, ¡incompletos!, de la manera más amable para el Presidente sobrado y bocón. Y así lo hizo, pero con un efecto que no duró sino unos minutos, porque es difícil trampear con las matemáticas: camuflar que la oposición era mayoría en el país, que ésta ganaba en votos para el Parlatino, postergar unos cuantos electos oposicionistas y no evidenciar el absurdo democrático de que con una minoría de votos el gobierno había ganado con comodidad el botín de la Asamblea.
Esperemos que en la nueva Asamblea, multicolor y de equilibrio precario, no se vuelvan a hacer leyes que nada tienen que ver con la justicia y la equidad, sino con el oportunismo de un gobierno de cacique y charreteras. Incluso se debe plantear la revocatoria de muchos adefesios legislativos, como el aludido, que se adhieren a las formas más bastardas de la tradición democrática. El tiempo de las focas solitarias y domesticadas hasta el asco comienza a fenecer.¿No es la definición mínima de la democracia aquello del gobierno de la mayoría? No importa, misión cumplida comandante. Ahora bien, bastó que hablara unos minutos, con firmeza e inteligencia, Ramón Guillermo Aveledo o que se suspendiera el aquelarre celebrativo en el balcón del pueblo para que se disipara la insostenible treta.Estos resultados, entre otras cosas, van a traer modificaciones sustanciales en el poético léxico del Jefe y sus corifeos.
Pero lo más importante, decíamos ayer, es mirar hacia adelante. Dedicarnos al país que debemos unificar, pacificar y sacarlo de políticas que ni ese nombre merecen. Si algo salió robustecido de este desigual torneo electoral son los conceptos de unidad y resistencia democrática. Si queda alguna de esas aves de mal agüero que despreció esa hazaña política unitaria de la oposición o sigue soñando en que es él el elegido por los dioses para la reconstrucción nacional se tiene que enfrentar ahora con la testarudez de los hechos y los números. Y es ese mismo espíritu el que debemos aplicar al país de todos.Por ejemplo no se puede llamar, so pena de caer en una contradicción en términos, escuálidos a la mayoría de los ciudadanos. U oligarcas, sinónimo politológico de minoría. Ni burgueses porque sería la burguesía mayor de la historia, gran parte de la cual vive en Petare o en los barrios de Zulia. Y no es una nimiedad que se pongan a la moda palabras conceptualmente sólidas y de elegancia cervantina.Es una inmejorable guía.
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