Me voy de rumba
Teodoro Petkoff
Tal CualCada vez que Chávez esta decaído decide un viaje, luego inventa para qué.
Pero en realidad, por ociosos que parezcan, siempre tienen algunos fines que no debemos olvidar. Su depresión actual tiene una razón grande: la ingratitud de la mayoría del pueblo que votó en su contra y otros que se quedaron en casa. Además de un merecido descanso y un baño espléndido de disfrutes burgueses, estos viajes le sirven para dar una faceta de su imagen que se daña con tanta ridiculez vestimentaria, conductas chabacanas y discursos populacheros: la dignidad del primer mandatario, necesaria para el fasto de su liderazgo.
Los costosísimos trajes y los protocolos majestuosos, el tuteo con los grandes de este mundo, las ingeniosas ocurrencias que indican su sobrado manejo de los solemnes escenarios (esta vez ya le regaló a Dimitri, el presidente ruso, en plena rueda de prensa, chocolates, mermelada y otras delicias criollas), en fin demostrar que así como puede tener la vulgaridad del conde del Guácharo, también puede emular el cosmopolitismo del generalísimo Miranda. Secretos del poder.
El problema es que el planeta se ha ido reduciendo y la fama de malandro que le ha creado el “maldito” imperialismo (narcotráfico, terrorismo, comunismo, corrupción, tiranía), bravatas con medio mundo y hasta algunas licencias protocolares convertidas en morisquetas (”¿por qué no te callas?”) hace que el grupo de hermanazos felices de invitarlo se haya reducido a unos pocos, todos más o menos de su talante. Salvo Portugal y algún otro el resto de sus anfitriones son bastante mal vistos en la comunidad internacional. Pero bueno, palacios son palacios y recibimientos militares son iguales en todos lados, qué va a distinguir “su” pueblo, suyo, de él. Reales, pues, bien gastados. Que no son sólo los millones de su faraónica escolta, sino que tiene que comprar cada vez más, a diestra y siniestra, para solidificar amores precarios y además hacerse el loco frente a cualquier inmundicia moral, hasta mujeres lapidadas. Pero ahora hay algo sensacional, realmente histórico: hemos entrado, Putin y una catajarria de dólares mediante, en la era atómica. Claro que pacíficamente y que nadie se atreva a vigilarnos ni de cerca ni de lejos porque somos tan soberanos como el teocrático Ahdmadineyad.
La verdad es que es demasiado desconcertante la noticia para comentarla en extenso, pero me temo que la inmensa mayoría de los venezolanos hubiese preferido que le compusiera el techo a la escuela de Barinitas o le mandaran unas medicinas al hospital de Boconó. Pero Chacu piensa en grande la patria y no le para a esas necedades circunstanciales. Veremos. Ademásesta gira que a usted le parece igualita a las anteriores tiene otra especificidad notable, es ideológica. Fíjese: le ha dicho a los rusos, que han debido dormir asustados esa noche, que la revolución rusa, ¡horror¡, sigue viva, Stalin estaba de parranda. Y por si fuera poco que tienen que leer a Lenin y a Trotsky…estamos en la patria y el reino de los bolcheviques, repito, y habla un chafarote latinoamericano. Bueno, todo sea por la ideología… hasta la pena ajena. F.R.
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