Ponchao en vivienda
Teodoro Petkoff
Tal Cual
Hace unos pocos años Chacumbele regañó en televisión, según su demagógica y desconsiderada costumbre, a su entonces ministro de Vivienda, Julio Montes. “Montes, en vivienda estamos raspados”. Pero cada año que pasaba, el gobierno tampoco aprobaba la materia “vivienda”, hasta que ahora, en una suprema demostración de su egolatría y narcisismo, Chacumbele se autonombra algo así como superministro de la Vivienda, dragoneando de que “ahora sí” el problema va a ser enfrentado de verdad-verdad.
El fracaso en este ámbito es absolutamente estrepitoso. En ya casi doce años, el gobierno escasamente supera las 300 mil viviendas construidas, lo cual da un promedio de 25 mil anuales. El menos eficiente de los gobiernos anteriores a Chávez entregaba cada año por lo menos 60-70 mil “soluciones habitacionales”, para un total, en el quinquenio, que fluctuaba entre 300 y 400 mil, es decir lo que el gobierno de Chacumbele ha construido en doce años. Son miles las personas que deambulan entre las instituciones vinculadas a la vivienda, reclamando el cumplimiento de ofertas formuladas hace años.
Centenares de damnificados todavía se hacinan en refugios precarios, en una situación que empeora con las recientes víctimas de lluvias y deslizamientos, con la esperanza ya casi perdida de ver alguna vez satisfecha su expectativa de una vivienda digna. El concepto de “dignificados”, como quiso apelarlos Chacumbele, para singularizarlos como beneficiarios de futuros y miríficos proyectos de vivienda, ya ha desaparecido del léxico oficial.Otra vez son puros y simples damnificados y más bien, estorbosos “pedilones”, no pocas veces reprimidos con gas del bueno.
¿Cómo explicar tamaño fracaso? ¿Falta de recursos? No, porque los ha habido.Luce, más bien, como una combinación de ineptitud (¿a quién se le ocurre poner en Vivienda a un inútil como Farruco Sesto o a un fracasado en cada misión que le ha tocado desempeñar como Diosdado Cabello, sin hablar del inefable vicepresidente Carrizález?), con corrupción y una aplastante carencia de voluntad política, sumado todo esto a la estúpida y estéril actitud ante el sector privado de la construcción, permanentemente amenazado y hostigado y sometido a medidas tan absurdas como la prohibición de ajustar los precios según el ritmo de la inflación, lo cual sacó del mercado inmobiliario a decenas y decenas de promotores.
La situación empeora recientemente porque después de la estatización de las tres cementeras y de Sidor, el cemento casi ha desaparecido y las cabillas hay que importarlas (irónicamente, por la propia Sidor), porque la producción de la siderúrgica de ese insumo fundamental para la construcción, se derrumbó a compás del desastre general de la empresa “socialista”. Por su parte, Venalum debe importar el aluminio que ya no produce y que también constituye insumo para la construcción. Doce mil viviendas importadas desde Uruguay se pudrieron en sus containers y ahora Chacumbele quiere traer viviendas desde Bielorrusia, en otro de sus planes fantasiosos, muy buenos para arruinar la economía venezolana y favorecer la de otros países. ¿Con estas credenciales este Rey del Fracaso pretende que se le den seis años más para terminar de liquidar lo que todavía sobreviva para 2012?
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