Es una paradoja. Mientras el presidente ejecutaba en diciembre otro de sus tantos "saltos hacia adelante", el país comenzaba a experimentar un importante cambio cualitativo en sus expectativas políticas frente al futuro. Es indudable que el arribo al 2011 -y la proximidad del 2012, año de las presidenciales- contribuyó a propagar entre los ciudadanos la certeza de que el Gobierno revolucionario ya recorre su trecho final.
La coincidencia entre esta ola de optimismo y el último ciclo radicalizante de diciembre, no puede ser atribuido sólo al efecto embriagador que suele producir la celebración de las fiestas navideñas. Ya bien entrado el mes de enero, esta atmósfera de esperanza se ha mantenido en los pateaderos de la calle, donde, poco a poco, y pese a los esfuerzos de Chávez por convencernos de la inexorabilidad de su presencia en el poder, crece un entusiasmo contagioso alrededor de la inminencia de un cambio.
El "ya falta poco" es hoy una expresión que recorre los vericuetos de Venezuela. Un enunciado que, suena a veredicto popular ineludible: a anticipo de lo que el país se plantea hacer en la primera oportunidad que se le presente. El escenario de 2012 luce, por lo pronto, como la ocasión más tangible, aunque los hechos -impredecibles en sociedades sometidas a fuertes presiones, como la nuestra- pudieran desencadenar situaciones que escapan a la imaginación y al cálculo...
Cuando Chávez habla de "hacer política", lo hace consciente de que sus instrumentos de vuelo -los que ha empleado a lo largo de estos años- sufren el desgaste ocasionado por el uso, la desconfianza y la ineficiencia. Es obvio que el comandante no alude al diálogo, ni al entendimiento cuando menciona este momento como el más propicio para "la política". A lo que el presidente se refiere, sin admitirlo abiertamente, es a la maniobra embarazosa que las circunstancias le están imponiendo y que pudiera consolidarse en forma de "profecía autocumplida".
El "ya falta poco" define a la perfección las circunstancias en que se encuentra la revolución. Y lo define, del mismo modo como lo hace Giordani, cuando dice que "el Gobierno intentará construir al menos 150 mil casas" este año. Al emplear el verbo "intentar", el ministro lo ha dicho todo: por una parte, admite las exigencias que el país le está haciendo al Gobierno y por la otra, admite también la propia la desconfianza que existe en la nomenclatura revolucionaria acerca de su capacidad para capear este temporal de obligaciones, ahora sí impostergables. Chávez ha dicho que no teme a nada. Pero no es cierto. Su preocupación es ostensible: él sabe que la ineptitud a la que Giordani se adelanta está convirtiendo el "ya falta poco" en profecía autocumplida y que al asentarse esa profecía deberá tomarse en serio lo de "hacer política".
viernes, 21 de enero de 2011
Ya falta poco: la profecía autocumplida
ARGELIA RÍOS | EL UNIVERSAL
viernes 21 de enero de 2011
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