Todas las previsiones serán siempre insuficientes cuando se trata de un contendor de la naturaleza de Chávez. Sus adversarios deben presentarle el mejor competidor posible: una figura con atributos personales, que también posea condiciones para seducir a la gama más amplia de estratos sociales y de voluntades políticas. No debe haber otro interés en el proceso de escogencia del abanderado de la oposición venezolana. Lo peor que puede suceder es que el evento se convierta en una medición entre partidos y maquinarias, o en una feria de vanidades, cuyas postulaciones buscan propósitos distintos al de la convocatoria.
No es ésta una hora para tretas, globos de ensayo, ni para probar suerte. El objetivo es uno solo: seleccionar, de entre quienes destacan de verdad, al que reúna las mejores condiciones para ganarle al presidente, sin importar a qué agrupación pertenece. Las encuestas con sus letras pequeñas ya identifican esos rostros. Complicar y retrasar el proceso conspira contra su brillo y contra la contundencia del liderazgo que de allí surja. En las primarias no se medirán las preferencias partidistas. Se trata, exclusivamente, se escoger un rostro que entusiasme a los auditorios más diversos. Cualquier desviación, originada por intereses inferiores, le resultaría muy costosa al país.
Es urgente detener el trayecto destructivo que lleva Venezuela. Es el momento de la política escrita y ejercida en mayúsculas. Hay que concentrarse en el certamen presidencial: prepararse para la victoria y para ser Gobierno. La transición postchavista requerirá de la buena voluntad y de la participación desprendida de todo el campo democrático. Todos los factores son imprescindibles para darle estabilidad a lo que viene. Las primarias serán una prueba de que la oposición ha aprendido la lección histórica que Chávez debe haberle inspirado a la sociedad venezolana y a su elenco democrático.
Hay que apostar a que los apetecidos comicios de gobernadores y alcaldes -tan cercanos al certamen presidencial de diciembre de 2012- no empañen el esplendor de las primarias: sus resultados deben ser percibidos como el punto de partida de una indiscutible ruta hacia la victoria. La contaminación de ese proceso, con precandidaturas sin chance -algunas de las cuales se han concebido para negociar posiciones nacionales, regionales y locales-pudiera desprestigiar innecesariamente un trámite que está obligado a mostrar lo mejor de la alternativa a Chávez. Es la ocasión para que los adversarios del presidente consoliden las percepciones crecientes de la opinión pública, alrededor de lo que ya va luciendo como una indudable victoria.
El electorado sabrá identificar en qué consiste la escogencia y quiénes son en realidad los que cuentan en esta justa. No estamos para juegos de sombra.
viernes, 11 de febrero de 2011
La descontaminación de las primarias
ARGELIA RÍOS | EL UNIVERSAL
11 de febrero de 2011
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