El Premio Nobel de la Paz es un peso que Oscar Arias sobrelleva con mucha mayor ligereza que un Barak Obama a quien le propinaron la distinción en el peor momento. Distinción que ahora cuelga de su cuello como un crucifijo y tres guerras a cuestas.
No es el caso del ex-presidente costarricense, quien vino a Venezuela invitado por la Cámara de Comercio de Maracaibo para apadrinar el lanzamiento del Programa Valores, impulsado por ese organismo gremial y apalancado por las más diversas organizaciones e instituciones zulianas. Iniciativa dirigida al rescate de principios sepultados en el pote de la basura en una época donde los villanos son los buenos y los forajidos arquetipos de un presunto nuevo venezolano.
Fiel a su discurso y a contracorriente de tanto visitante ilustre que se muerde la lengua para no desatar los demonios de la ira, Arias encara la situación venezolana, ahora ya libre de los deberes de un jefe de Estado y así, desde el Aula Magna de la Universidad Rafael Urdaneta, se robó la atención de los zulianos, en cadena regional, con una clase magistral cuyo título, de múltiple resonancia, tuvo un destinatario específico, al cual le hizo un reclamo: "Ten el Valor de Cambiar".
-Durante su conferencia usted se refirió a los peligros que corre la democracia. Habló de quienes la usan "como disfraz y esperan el momento para destruirla". Generalizó sobre gobernantes que cierran medios de comunicación, pasan por encima de los límites y controles establecidos y cambian las constituciones para eternizarse en el poder. Al mismo tiempo advertía que la única dictadura en América Latina es la cubana, obviamente fuera de su caracterización. ¿A quién se refería, entonces, en particular?
-Dije que no todas las democracias son iguales porque si bien el punto de partida de un régimen democrático es la libre elección de los gobernantes en las urnas, después puede ocurrir que eso sea lo único que tienen en común. Hay diferentes sistemas democráticos en distintas partes del mundo. La democracia la inventaron los griegos con todas las imperfecciones de la democracia directa, en la cual sólo participaba un pequeño grupo y donde había esclavos. Con el tiempo ha sido perfeccionada por países europeos y por los EEUU. Los escandinavos la han sofisticado y ahora es aspiración de buena parte del mundo construir regímenes pluralistas donde se respeten las libertades individuales y los derechos humanos.
-Elaboró usted una caracterización que resulta muy sugestiva a los venezolanos.
-Hay regímenes que han utilizado el poder, el cual debe ser limitado, para socavar las instituciones democráticas, borrando las fronteras entre los poderes (los de Montesquieu), censurando la prensa, cerrando medios de comunicación, inhabilitando al opositor y modificando la Constitución para reelegirse. El verdadero demócrata, digo desde adolescente, debe construirla, no destruirla.
-¿Cómo llamar demócrata a quien utiliza la democracia para destruir la democracia? ¿Se puede considerar eso, como usted señalaba, "una democracia"?
-Existen ciertos elementos que hacen un régimen así. A pesar de esos pecados mortales, es democracia en el sentido de que hay pluralismo y elecciones libres y de allí que la única dictadura en América Latina sea la cubana. Pero estamos ante democracias muy imperfectas. Yo siempre cito una frase de Immanuel Kant, el filósofo alemán de Königsberg, quien decía que en el campo de la moral, si no se avanza, se retrocede. Lo mismo ocurre en el campo de la democracia. Si no se avanza se retrocede. Y francamente pienso que la democracia venezolana ha retrocedido.
-¿Se refería usted a...?
- No. No únicamente al presidente Hugo Chávez. Me refería a muchos sistemas democráticos en el mundo que han retrocedido. Ahí está Zimbabwe con Mugabe, quien era la gran esperanza hace muchos años y vea en lo que ha degenerado. En todos los continentes se ha registrado este retroceso del sistema democrático.
-Usted dice, si no se avanza se retrocede, pero el retroceso puede llevar, y ese es el temor de muchos venezolanos, al fin de la democracia.
-Existe ese peligro, ciertamente. Por supuesto.
-¿Y cómo se conjura?
-Es una decisión que deben tomar los pueblos y hablando de Venezuela, concretamente, el pueblo venezolano. Yo fui el primero en condenar el golpe de estado hondureño y en luchar por el restablecimiento del orden constitucional y la restitución de Mel Zelaya como presidente. Jamás estaría de acuerdo con propiciar golpes de estado. Esa es una página que todo el continente y el mundo creían que los latinoamericanos habíamos pasado y sin embargo nos tomó por sorpresa. Esa no es ninguna receta. Todo lo contrario. Yo repruebo tal actitud de los militares. Entonces, lo que queda es no dejarse fascinar por la retórica populista y demagógica de los nuevos mesías que están apareciendo en el mundo. Esa es la tarea de los pueblos. Recordemos que en 1933 el pueblo alemán, en la tierra de Beethoven, Thomas Mann y Goethe, escogió libremente a Adolfo Hitler. Los pueblos se pueden equivocar.
-¿No hay casos, como el hondureño, donde la acción de los militares buscaba evitar la instauración de regímenes hechos a la medida de una "franquicia" venezolana, como se intenta en otros países de la región?
-No. Un rotundo no. No soy golpista y jamás lo seré. Esa no es la salida.
-¿Cuál es la salida?
-La salida es educar mejor a los ciudadanos. Una mayor educación cívica para nuestros pueblos. No caer en la trampa de seguir a los nuevos mesías y caudillos. La expresión de todo ser humano es vivir en libertad y quien restrinja las libertades le está haciendo daño al ciudadano.
-Hay analistas según los cuales los árabes, que están pugnando por esas libertades, pero también los venezolanos, son inmunes al instinto democrático y estructuralmente incapaces de vivir en democracia. Fundamentan su tesis en el hecho de que Chávez, luego de doce años, tenga unas cifras de apoyo que giran alrededor del 40%. ¿Cómo se explica eso? ¿Sólo se puede desarrollar la democracia en países educados, aun cuando usted citó el caso alemán, donde un pueblo educado se lanzó al precipicio con Hitler?
--No es cierto que la democracia sea sólo para países educados, prósperos u occidentales. Casualmente lo que estamos viendo en el Medio Oriente es una demostración de que el sistema democrático no tiene fronteras. Pero ya había una democracia en Turquía, siendo un país musulmán. También en Indonesia y en el Estado Palestino, siendo país árabe, que yo reconocí y celebro que ahora lo estén haciendo otros gobiernos latinoamericanos.
-¿Son todo esos, en puridad, ejemplos democráticos?
-El verdadero demócrata no puede aceptar una democracia porque le guste y a otra no porque no le guste. "Acepto Kósovo, pero no acepto al Estado Palestino para no enojar a Israel". Ahí está el ejemplo de Túnez, donde, sin disparar un arma, el pueblo logró cambiar un régimen tiránico. Lo mismo en Egipto. Y eso nos llena el corazón de optimismo porque ciertamente la democracia no es incompatible ni con la religión islámica, ni con los pueblos árabes. Tampoco se puede imponer la democracia sobre una bayoneta o con la punta de un cañón.
-Se refiere usted a la intervención en Libia.
-Así es. Disparar desde las alturas implica pagar un precio muy elevado con la muerte de civiles inocentes. Esto se ha comprobado científicamente y la mayor cantidad de muertes corresponden a mujeres y niños. Pero la democracia también es compatible con la existencia de países pobres. La de India es la mayor democracia, del mundo en términos de número de personas y desde 1947 ha ido consolidando instituciones democráticas.
-Le preguntaba por el caso venezolano y qué explicación le encuentra a que un gobierno negador de las libertades pueda sostenerse democráticamente.
-Posiblemente el Gobierno de Chávez hace que ese 40% del pueblo venezolano, que usted dijo, lo considere como la mejor opción para regir los destinos de este país.
-¿No le parece terrible. Una actitud, si se quiere, masoquista?
--Eso se lo puedo contestar off the record.
domingo, 27 de marzo de 2011
OSCAR ARIAS: "La democracia venezolana ha retrocedido con Hugo Chávez"
ROBERTO GIUSTI | EL UNIVERSAL
domingo 27 de marzo de 2011
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