La forma en que ha sido tratado el estado de salud de Chávez por el Gobierno da lugar a todas las conjeturas que cada quien quiera plantearse. El tiempo irá diciendo cuál de ellas era la correcta, en cuanto al asunto estrictamente médico se refiere.
Pero sea cual sea la situación de la salud del gobernante venezolano consideramos que con la figura de Chávez se ha producido un quiebre en la relación que había venido teniendo con sectores importantes de la población, desde el punto de vista emotivo y simbólico.
Una de las cosas que ha pasado en todos estos días de ausencia, es que Chávez le ha hecho poca falta al grueso de la población, tanto desde el punto de vista sentimental como desde el punto de vista gerencial. En cuanto a lo gerencial, los problemas no están ni mejor ni peor que antes de su viaje y lo que ha estallado lo habría igualmente hecho con él aquí, y habría sido igual de torpemente tratado. La ausencia ha servido para que caigamos en la cuenta de que, como gobernante, es lo mismo que Chávez esté o que no esté.
En cuanto al punto de vista afectivo y simbólico, debo confesar que me cuesta ponerme en los zapatos de un chavista o un pro chavista, pero tengo la impresión de que en verdad no se le ha echado de menos. Se ha revelado además una verdad de importancia: Chávez es como cualquiera. Se enferma, lo operan, se debilita... La idea aquella del titán, que tan presente ha estado para oficialistas y opositores por igual, se va esfumando. Creo que uno de los motivos por lo que no se tiene imágenes de Chávez es que él no quiere que lo vean. Por ello no ha vuelto a circular una foto como la que se tomó con los Castro. La frase que en estos días dijo José Vicente Rangel de que Chávez regresará cuando le dé la gana oculta una verdad más humilde. No, Chávez no volverá cuando le dé la gana, sino volverá cuando pueda.
Por otra parte, su jefatura política ha de haberse resquebrajado. Se oyen rumores de alianzas, de movimientos de piezas, de acomodos y reacomodos dentro del chavismo, al calor de la enorme incertidumbre en la que todos están respecto al futuro del comandante. En ese sector ha de haberse experimentado, ha de haberse sentido, por primera vez, la sensación de lo que sería un mundo sin Chávez a la cabeza del Gobierno, y todo el mundo pensó en lo que haría en tal caso, y esa ha de haber sido una experiencia imborrable.
Dentro de la ignorancia en la que estamos, la hipótesis de que Chávez volverá a retomar la Presidencia nos parece perfectamente posible. Pero pase lo que pase al respecto, creemos que ya nada volverá a ser igual con su liderazgo, y que sea cual sea la evolución de su salud, Chávez ha quedado políticamente debilitado para lo que le resta de gobierno. Ya nada será como antes y la estadía en La Habana marca un hito.
Para las fuerzas democráticas agrupadas en la Mesa de la Unidad, el momento es muy exigente. Deben reafirmar su unidad y su presencia como fuerza política que se apresta el relevo de gobierno, por la vía democrática y constitucional de unas elecciones. No puede admitirse ninguna otra salida que esa a la situación política del país. Es un momento para la serenidad, la prudencia, y la firmeza democrática. Si fuere el caso de que el tema de la salud de Chávez planteara situaciones delicadas, la Unidad Democrática tiene que cerrar filas por la salida que la Constitución prevé, sin dar pábulo a ninguna otra.
De modo que la Unidad Democrática tiene que seguir desarrollando su proyecto de fortalecerse y plantearse como una alternativa capaz de asumir las riendas del gobierno cuando este período constitucional termine.
Algunos de los rumores que, al calor de la desinformación, corren por allí se refieren a acciones desesperadas de sectores radicales, sobre todo oficialistas, que suponen a su vez situaciones extremas en cuanto a lo que pueda estar ocurriendo en la clínica de La Habana. Sobre todo han llamado la atención unas extrañas palabras de Adán Chávez sobre el uso de la violencia. Creo al respecto que la Unidad Democrática tiene que aprestarse a jugar, junto con todas las fuerzas democráticas del país, del signo que sean, un papel estabilizador activo de la democracia venezolana, y tomar posición contra todo intento de ruptura constitucional, de forma de llegar a las elecciones del año que viene. La Unidad Democrática está en el camino del triunfo electoral del 2012 y esa ruta y ese rumbo tiene que ser preservado.
jueves, 30 de junio de 2011
Ya nada será como antes
DIEGO BAUTISTA URBANEJA | EL UNIVERSAL
jueves 30 de junio de 2011
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