LA PLATA DEL PRESIDENTE
Teodoro Petkoff
Talcual
Entre otras curiosidades propias del régimen chavista está la de haber hecho de Venezuela el único país del mundo que ejecuta cada año simultáneamente dos presupuestos. Uno que aprueba la Asamblea Nacional y otro que maneja discrecionalmente el Presidente.
Con el primero el régimen finge atenerse al mandato constitucional, que obliga a que el proyecto de ingresos y gastos que envía el Ejecutivo sea objeto del escrutinio parlamentario y de su voto aprobatorio. El otro presupuesto es el que surge de la inmensa porción del ingreso petrolero que no es enterado en la caja pública, es decir en el Banco Central, sino que es desviado directamente a los fondos paralelos al fisco. Este segundo presupuesto es manejado directamente por el Presidente, a veces mediante créditos adicionales que, mal que bien, pasan por el Parlamento, pero las más de las veces esta formalidad es omitida y Chávez hace exactamente lo que le da la gana con los dineros públicos, sin ningún tipo de control, ni siquiera el de la ficción parlamentaria.
Esta aberrante manera de manejar el gasto público la hace posible el truco de subestimar el aporte al fisco que proviene del ingreso petrolero.
Ese aporte se calcula con base en el precio del petróleo. Por ejemplo, ya se sabe que este año el precio del crudo venezolano terminará rondando los cien dólares, pero para los fines presupuestarios se asignan 50 de esos 100 dólares. La diferencia entre el precio del barril y lo que recibe el fisco va a parar a esos fondos parafiscales que el Presidente maneja a su antojo. Se comprende, desde luego, que al presupuesto no puede ir a parar el total del ingreso petrolero, pero se comprende también que deben existir reglas, que establezcan con precisión el porcentaje del ingreso petrolero que alimentará el gasto público y el porcentaje que debe ser entregado a un fondo de estabilización macroeconómica, intocable, salvo en los casos en que bajas del precio del crudo lo coloquen por debajo del porcentaje que debe ir al presupuesto. No deben existir esos fondos misteriosos donde hoy va a dar la diferencia entre el precio real del crudo y lo que de este precio se asigna como ingreso presupuestario y que escapa a toda forma de control.
Es, por supuesto, este dinero el que permitirá al candidato Hugo Chávez disponer de recursos financieros infinitos para su campaña electoral y las de sus áulicos. Lo que ocurrió en las elecciones sindicales de Sidor da buena cuenta de lo que le espera al país en la campaña electoral en cuanto a la utilización delictiva de los dineros públicos. Los candidatos de las dos planchas chavistas centraron su campaña en la promesa secreta que recibieron del gobierno de que la deuda de la empresa con los trabajadores sería cancelada una vez ganara alguno de ellos. Ambas planchas ocuparon los dos primeros puestos. Sólo que el gobierno no cumplió su promesa y pagó un porcentaje ínfimo de la deuda, lo cual provocó una furiosa protesta de los trabajadores, con autobuses quemados y todo. Pero para los efectos de este editorial interesa subrayar lo referente a la utilización ilegal e ilegítima de plata del Estado para fines del gobierno y su partido. Episodios de compra de votos, similares al de Sidor, se repetirán a todo lo largo y ancho del país.
No hay que tragarse ese anzuelo. Hay que denunciarlo y combatirlo.
Teodoro Petkoff
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