GERARDO BLYDE
La unidad no es sólo un mecanismo para ir a elecciones. Es eso y mucho más. No existe manera de conquistar el poder, de convertimos en una verdadera opción de poder, si no estamos realmente unidos. Pero ello no es suficiente.
Cada organización política que ha consolidado la fuerza de la unidad ha tenido que sacrificar parte de sus planes de crecimiento singulares e incluso parte de sus convicciones ideológicas, para sumarse al pote unitario cuyas principales misiones han sido y deben seguir siendo la conquista del poder para el establecimiento de una sociedad justa, libre, plural, equilibrada, verdaderamente patriótica -que primero vele por los venezolanos- y que conduzca al país al progreso económico y social de todos.
Las diferencias que quedaron evidenciadas en estos meses no se limitan sólo a lo que algunos compañeros de la unidad han calificado como "odios mellizales" o concurso de egos personalistas que se contraponen para conquistar el liderazgo opositor. En nuestra humilde opinión, este raciocinio peca por excesivamente simplista y no va al fondo del problema.
Muchos líderes en el mundo, aun cuando incluso no se soportaran -De Gaulle y Churchill, por ejemplo- tuvieron que unir sus fuerzas para combatir y vencer a un enemigo común. Usaré un ejemplo menos histórico: Soy amigo de Leopoldo aun cuando no he compartido sus iniciativas políticas durante los últimos dos años. Soy menos amigo de Capriles, pero he compartido más sus enfoques políticos durante el mismo tiempo. Aun así, estoy convencido de que ambos son indispensables para conformar una unidad que se constituya como alternativa de poder creíble.
Estas líneas quizás son un intento desesperado por decirle a ambos -y a tantos otros compañeros de lucha- que nada lograremos tratando de destruir liderazgos que nos ha costado demasiado tiempo y esfuerzos construir. Puedo decir lo mismo de otra decena de líderes y dirigentes democráticos -mujeres y hombres- que son indispensables para la lucha. Ninguno sobra, pero ninguno puede solo.
Hacerlo juntos
Lo importante para vencer es querer hacerlo juntos y compartir una misma estrategia. Cuando cada líder que tenemos en nuestras filas -y no dudemos que los tenemos- ha actuado sólo no hemos logrado avanzar; por el contrario, hemos retrocedido y decrecido en apoyo popular. Cuando actuamos juntos, crecemos.
La Política -así con P mayúscula- debe ser el cemento que una los bloques de la unidad. Con políticas distintas, aún cuando se comparta la categorización del gobierno -tal como parece lo hicieron en la encerrona de la MUD- no se obtendrán los resultados deseados. Cuando se aplican políticas no compartidas se disputa sólo el liderazgo dentro del sector opositor. El líder que las encarna sube en popularidad; el líder que no las encabeza baja. Estas alzas y bajas se dan sólo dentro de un mismo sector, sin permear o crecer hacia afuera. Cuando estamos todos juntos, dentro de una sola política, el líder que las encabeza ha crecido un poco más allá de nuestras propias fronteras naturales y ha logrado obtener aprobación de partidarios de las filas contrarias. ¡De eso se trata!
No se trata de competir por el liderazgo de nuestro sector opositor. Se trata de unirnos para que juntos cambiemos las realidades del país, para lo cual hace falta tener una política unitaria creíble, convincente, seria y sin atajos, que traspase nuestras fronteras y penetre en los sectores que hoy aceleradamente se desencantan del proceso revolucionario que quebró al país.
Serio peligro
No suelo escribir aquí sobre nosotros mismos, sobre nuestros problemas internos en la unidad, ni sobre posibles soluciones, pero llegado a este punto de crisis en el cual nuestra unidad peligra seriamente, en donde el proceso de autodestrucción interna contra nuestros propios líderes ha llegado a puntos inaceptables, en donde la incomprensión y hasta la falta de respeto ha llegado a niveles que produjeron el hartazgo de un paciente hombre como Aveledo, consideré pertinente estas reflexiones públicas.
Si queremos crecer y convertirnos en verdadera opción de poder para lograr la credibilidad de quienes hoy ya no creen en la revolución del siglo XXI pero que tampoco encuentran en nosotros la madurez y seriedad necesarias para ofrecerles ser la esperanza de un cambio profundo, son indispensables tanto la unidad como la política unitaria.
Está en nuestras manos construir esa alternativa o seguir despedazándonos a lo interno, mientras el gobierno se encarga de desmantelar aún más al país. En ese caso terminará surgiendo de nuevo un falso Mesías con la promesa de acabar con todos para satisfacer al fácil pero desesperado grito popular que con preocupación oigo crecer y dice: "que se vayan todos".
@GerardoBlyde
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