miércoles, 6 de agosto de 2014

PAÍS Y MUNDO DESORIENTADOS

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Demetrio Boersner

La crisis interna de la oposición democrática venezolana, que ha conllevado la lamentable renuncia de Ramón Guillermo Aveledo (extraordinario dirigente de la más alta calidad política, moral e intelectual, muy difícil de reemplazar), es mirada, pese a todo, con moderado optimismo por algunos respetados analistas de nuestra realidad. Uno de ellos cifra sus esperanzas en el posible seguimiento de la reciente “encerrona” de la MUD. Con un poco de escepticismo, esperamos que tenga razón. Otro pone como ejemplo histórico la experiencia venezolana posgomecista. Estamos de acuerdo en principio, pero él mismo señala que en las transiciones democráticas exitosas actuaron personalidades de excepcional relieve, como Adolfo Suárez en España y Eleazar López Contreras en Venezuela, frente a oposiciones inteligentes, bravías y unidas, capaces tanto de presionar desde la calle como de negociar “con el pañuelo en la nariz”. Esto nos lleva a preguntarle con cierto pesimismo: ¿Existe en las filas del oficialismo alguien de estatura comparable a la del general López Contreras? ¿Y la oposición, recientemente afectada por infamias y por síntomas de deprimente mediocridad, ¿será capaz de sobreponerse a ello y a reasumir su posición de unidad militante a la vez que responsable?
En ningún caso tendrá éxito si sigue el consejo nefasto de nuevos “náufragos”, émulos de los “notables” de la república liberal, que con vehemencia agresiva y arrogante piden la reducción de los partidos políticos a un papel insignificante, y un poder omnímodo para voceros de la siempre nebulosa “sociedad civil”. No nos cansaremos de señalar que el crecimiento y fortalecimiento de la oposición bajo el liderazgo de la MUD, por encima de lo alcanzado por la Coordinadora Democrática, se debe precisamente a su carácter de alianza de partidos políticos con experiencia y una seriedad en todo caso superior a la de improvisados “independientes” o políticos de maletín.
Las preocupantes incertidumbres de la política venezolana actual reflejan en cierto modo una similar situación de desconcierto y angustiantes dudas en el escenario mundial. El persistente estancamiento (o tendencia recesiva) de la economía mundial, la renuencia de Estados Unidos a ejercer su anterior liderazgo, el continuado ascenso de China y las violencias en Ucrania y en el Cercano Oriente han desorientado a pueblos y gobernantes. Con ánimo ominoso se evoca el estallido de la “gran guerra” hace exactamente cien años.
En relación con ello, apoyamos la advertencia formulada por nuestro apreciado colega Aníbal Romero: también Rusia tiene intereses vitales que no deben ser desconocidos.

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