EL LIBERALISMO ¿ES DE DERECHA?
Enrique Krauze
Para un sector de la izquierda mexicana ser liberal es “ser de
derecha”. ¿Qué es ser de “derecha”? Un prejuicio anacrónico, según
Norberto Bobbio (Derecha e izquierda: Razones y significados de una distinción política).
Se asocia a ser tradicionalista, clerical, militarista, abogado del
statu quo y la ortodoxia económica de Libre Mercado, y a permanecer
alejado de las necesidades populares.
No se me ocurre mejor refutación de este prejuicio que recordar el
perfil de Daniel Cosío Villegas. Se definía a sí mismo como “un liberal
de museo, puro y anacrónico”. Aunque nadie, en su tiempo, lo tildó de
ser “de derecha”, bajo los estrechos criterios que rigen actualmente lo
sería.
En el otoño de 1970, quise compartir con él la alegría que me causaba
el reciente triunfo de Salvador Allende. Para mi sorpresa, me dijo: “Un
liberal debe ver con desconfianza y escepticismo la victoria de
Allende”. Al poco tiempo, el 6 de noviembre de 1970, opinó en su columna
de Excélsior:
Allende sacó un poco menos del 36% de los votos emitidos; resulta,
pues, insostenible la idea de que recibió un ‘mandato’ popular … De ir
más de prisa o más a fondo, puede precipitar una guerra civil: si sale
bien de ella, adiós democracia; y si sale mal, desencadenaría una ola
reaccionaria que hará retroceder a Chile cien años.
El “liberal de museo” había dado al clavo. ¿Era “de derecha” por
haber formulado esta reflexión? Por supuesto que no: era un observador
objetivo.
Repasemos brevemente su trayectoria. Fue un servidor público en la
diplomacia y el Banco de México. El principal financiamiento de las
empresas culturales que fundó (el Fondo de Cultura Económica y El
Colegio de México) fue público. La Historia Moderna de México contó
además con apoyo de la Fundación Rockefeller. El resultado en todos los
casos fue extraordinario: sus grandes fundaciones florecieron y
perduraron. Esa base material ¿lo convertía en “derechista”? Por
supuesto que no: Cosío Villegas era un gran empresario cultural.
Ideológicamente, Cosío Villegas apoyó a la República Española (fue él
quien ideó e instrumentó la invitación a los intelectuales
transterrados). Durante la Guerra Mundial fue un crítico feroz del
fascismo alemán y japonés. En los albores de la Guerra Fría, fundamentó
éticamente, en varios ensayos, su irreductible inclinación política por
Estados Unidos y su rechazo a la URSS. Pero esa opción no lo convirtió
en un apologista del “American Way of Life” (que aborrecía) y mucho
menos del Macartismo anticomunista (que denunció e incluso sufrió, al
negársele en 1953 la visa de entrada a Estados Unidos). Y aunque desde
1947 profetizó el advenimiento de un régimen comunista en América
Latina, al cristalizarse ese giro de la Revolución Cubana lo lamentó con
razones y sin ambages. Y en 1970 vio con escepticismo el arribo de
Allende.
En “La Crisis de México” -su célebre ensayo de noviembre de 1946-
Cosío Villegas criticó por igual al PAN de su amigo Manuel Gómez Morin
que al PPS de su amigo Vicente Lombardo Toledano. Su liberalismo tenía
-como ha sido usual en nuestros países- un tinte jacobino: detestaba “la
mano macilenta de la Iglesia” y lamentaba el giro reaccionario del
último Vasconcelos. Su crítica a la política mexicana le valió el apoyo
público de José Revueltas, nuestro más respetado escritor de izquierda.
Su valor cardinal era la libertad individual y por eso mismo terminó
por volverse el crítico más acerbo del sistema político mexicano (al que
llamó Monarquía Absoluta Sexenal Hereditaria por la vía Transversal).
Tocado desde su juventud por un sano anarquismo, desconfió siempre del
poder, sobre todo del poder concentrado en las manos del Presidente,
pero su equilibrio de juicio lo llevó a reconocer la obra material de
Porfirio Díaz.
En los últimos años de su vida desplegó una especie de magisterio
cívico liberal. Escribió artículos y libros memorables, quiso ser
senador y fue (naturalmente, sin comprometer su independencia)
comentarista de asuntos internacionales en la televisión. Su último
proyecto fue la Historia Mínima de México, concebida por él como un guión para un documental en la televisión.
Daniel Cosío Villegas no era “de derecha” ni “de izquierda”. Era,
sencillamente, un liberal. Decirle a un interlocutor “eres de derecha”
no es un argumento: es una descalificación que parte de una
autoproclamada superioridad moral.
Tomado de Enrique Krauze
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