FERMIN LARES
Lo que hay es una clara
estrategia de provocación, impresionante por lo grave de las decisiones
que toma el régimen para ponerla en práctica. Busca reacciones extremas
tanto del liderazgo opositor, con la detención de Ledezma, como del
enemigo externo que quiere crear en Estados Unidos.
Y
no se piense que el chavismo está desesperado o improvisa. Se siente
sobrado con el poder de las armas y los recursos formales del Estado.
Con ellos se quiere mantener a toda costa. No se siente arrinconado por
la hipercrisis económica y social en la que se encuentra el país. Su
problema es cómo preservar su legitimidad frente a ese enorme
descontento por la falta de todo: comida, servicios, medicinas,
seguridad, orden. Hasta en las peores dictaduras es necesario un mínimo
de legitimidad. Si no, miremos hacia Siria.
Por
supuesto que el régimen está viendo que con las condiciones actuales
pierde las elecciones parlamentarias de este año. Por ello aplica esta
escandalosa estrategia de provocación. Busca la reacción violenta e
impulsiva del liderazgo opositor. Quiere justificar una posible
posposición de los comicios, y mientras tanto minar el liderazgo
democrático mediante detenciones, persecuciones y allanamientos a los
dirigentes principales. Si no se pospone la elección, que sea difusa la
referencia del liderazgo alternativo. Que haya menos incentivos para
votar. Del resto, como vaya viniendo vamos viendo.
El
liderazgo opositor no puede caer en la provocación, ni tampoco creer
que el descontento de la gente le tiene asegurada la victoria en las
legislativas. Las encuestas siguen indicando que ese descontento no está
canalizado hacia el liderazgo opositor democrático. La dirigencia
opositora democrática también tiene que ganarse su legitimidad. Tiene
que mostrarse sólidamente unida, como una alternativa real para el
cambio necesario. Y tiene que trabajar la victoria preparándose para
perder, preparándose para el camino largo.
El
liderazgo opositor está en lo correcto en identificar las elecciones
parlamentarias de este año como un objetivo clave de la estrategia para
adelantar los cambios políticos que necesita el país. Hay que intentar
ocupar aunque sea uno de los poderes del Estado para influir en el
funcionamiento del todo. Es coherente con el deseo del cambio por la vía
pacífica, electoral y constitucional. Pero deseos no preñan, como hemos
dicho en otra ocasión, especialmente cuando el régimen no se va a
quedar con los brazos cruzados, esperando a perder las elecciones.
La
estrategia del régimen no es improvisada ni errada, porque no busca una
solución a los problemas acuciantes del país, sino seguir mandando a
como dé lugar. Y se equivoca quien piense que es Nicolás Maduro el que
la traza. Hay un equipo que la diseña y la desarrolla, con unos
izquierdosos recalcitrantes de un lado, unos extremistas de derecha del
otro (los fascistas verdaderos, que como Mussolini, apelan al pueblo y
al socialismo nacionalista, y de la boca pa’ fuera se autodefinen como
revolucionarios) y un sector militar, aliado mayormente con el grupito
fascistoide, todos disfrutando de las mieles del poder. A todos les
conviene seguir juntos.
El liderazgo
opositor tiene que trabajar para hacerse creíble y lograr que el
descontento se canalice hacia las opciones democráticas, hacia los
partidos y líderes democráticos. No se trata solamente de un cambio de
gobierno, sino de rescatar la democracia, rescatar la legalidad
institucional, el espíritu y letra de la Constitución; recomponer lo que
antes funcionaba bien en Venezuela para volver a arrancar, que no va a
ser fácil. La reacción opositora debe ser clara, educativa, de líderes
con seguidores activos y conscientes.
La
alternativa democrática debe mostrarse sólida. Hace tiempo que Capriles
tenía que haber tenido el gesto de visitar a Leopoldo López en Ramo
Verde. La alternativa democrática debe demostrarse como algo real y
tangible. Hace tiempo que el liderazgo opositor, no un grupito de
economistas, debió haber presentado públicamente un plan ante la crisis,
con toda la bulla del caso. La gente no quiere explicaciones técnicas
de la crisis. La gente sufre la crisis. Y con tanto desencanto, lo que
la gente quiere ver son alternativas políticas creíbles, que el
liderazgo opositor se está tomando esto en serio. Los líderes políticos
de los partidos, con Capriles, María Corina, Ledezma y Freddy Guevara a
la cabeza, todos juntos, hace tiempo debieron haber presentado al país
un conjunto de propuestas básicas para resolver los problemas de la
escasez, de la falta de medicinas, de la falta de agua y luz, de la
criminalidad, de la inflación, los problemas acuciantes de los
venezolanos. “Estos son los cuatro o cinco pilares básicos”. No seguir
desarrollando una política reactiva dictada por el chavismo.
El
liderazgo opositor tiene que picar adelante en el debate con políticas y
propuestas propias, dentro y fuera del país, resolver rápido lo de las
candidaturas parlamentarias y ponerse a trabajar desde ahora para el
futuro y presentárselo a Venezuela. Que sea el régimen el que se vea
obligado a responder y a aclarar.
El
caso Ledezma es ilustrativo de que el régimen no improvisa. La prisión
de Leopoldo López se estaba convirtiendo en una creciente referencia
internacional sobre la escasa vocación democrática del chavismo, una
referencia que podía empezar a trasladarse también al plano nacional. La
solución del régimen fue su usual huida hacia delante. Ahora no son uno
sino dos los presos. Ya no es un líder el que está creando problemas,
sino varios anotados en una conspiración. Se eliminó el riesgo del
crecimiento referencial de un líder preso con la detención de otro, y la
posibilidad de más líderes presos y diputados allanados en el futuro.
El supuesto apoyo yanqui a la sedición ayuda. Y se van poniendo piedras
en el camino de las elecciones parlamentarias.
El
régimen se la juega y agresivamente. Ahora Capriles va a tener que
visitar a dos. Hay que dar pruebas más fehacientes de la unidad. Y
presentar alternativas. Muéstrame los pelos de la mula. No me digas que
es parda.
(PS:
Cumplimos con el deber de informar a los servicios de inteligencia
oficial que los señores Bush, Cheney y Tenet son del gobierno anterior.
El presidente gringo ahorita es Barack Obama, el vicepresidente es
Joseph Biden y el jefe de la CIA es John Brennan. La cartilla que le
leyeron a Maduro como que es de la época de Chávez).
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