CLAUDIO NAZOA
Juro que es la
primera vez que le digo esto a un hombre y, lo peor, ¡a uno tan feo!,
pero… ¡no aguanto más! Hoy salgo del clóset gritando y por la calle del
medio: ¡Te amo, Ramos Allup! ¡Te amo!
Ojo,
esto no es un ataque de mariquera senil. No. Se trata de que Ramos
Allup es el propio, se ha convertido en una especie de demonio de
Tazmania que ataca a los diablos rojos.
Yo
sé que en ambas partes esto va a traer cola, pero ya es hora de que
todos los venezolanos digamos las cosas claras y sin miedo.
¿Recuerdan
cuando estuvo en la primera reunión de Miraflores?, quisieron callarlo
pero no se dejó, por el contrario, con su particular y horrible voz,
gritó:
―Mira chico… tú aquí no mandas. ¡Así que respeta! ¡Tú no me vas a callar!
Fue
tan contundente que tuvieron que dejarlo decir lo que tenía que decir,
incluso se tomó más tiempo de lo pautado y no permitió que lo cortaran.
Al día siguiente, todo el mundo comentaba lo sucedido. Henry se había
convertido en una especie de Robin Hood que le grita a los poderosos,
para vengar a los oprimidos que no pueden ir a Miraflores a decir
verdades incómodas al presidente.
Vamos
a hablar claro. Ramos Allup no le cae simpático a todo el mundo, pero
como el amor es ciego, yo lo amo. Él tiene cara y actitud de tipo
arrecho que no se deja pisotear y ese es su secreto: su arrechera es
auténtica. Ramos Allup es, quizás, uno de los mejores oradores que ha
tenido Venezuela, a veces, me recuerda a Jóvito Villalba.
No
quiero que piensen que estoy aupando una posible candidatura de Henry
Ramos, que de paso tampoco él quiere. La verdad, a mí no me gustaría
verlo en Miraflores, a menos que sea como vengador, zumbando pescozones y
mordiendo a los malos.
Lo
irónico de mi enamoramiento, hasta el momento platónico, es que hace
mil años, cuando yo era comunista, Ramos Allup era el diablo que yo
combatía. Ahora, cuando están los comunistas en el poder, él sigue
siendo el diablo, pero es el diablo que necesitamos para que entre en el
infierno a castigar con la paila hirviente de su verbo a estos
Luciferes que nos desgobiernan.
Me
arrepiento de haber combatido tanto tiempo a los adecos y copeyanos
porque, aunque nos duela… ¡con ellos se vivía mejor! Imagínense, en esa
época, hasta quienes éramos comunistas, teníamos papel tualé en nuestra
casa.
Los diablos
malos, histéricos, dicen: ¡No volverán… no volverán…! Yo les digo:
estamos volviendo porque el pueblo nos está llamando.
Mientras, enamorado, grito: ¡Ramos Allup, te amo!
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