TRINO MARQUEZ
Nicolás Maduro ha utilizado la
sanción ejecutiva de Barak Obama para ocultar los graves problemas nacionales,
la violación de los derechos humanos, los abusos contra los presos políticos, y
para tratar de elevar su alicaída imagen nacional e internacional. Hemos visto
el patrioterismo y la paranoia gubernamental en sus versiones más grotescas. La
proximidad de la Cumbre de las Américas fue el escenario ideal para que el
mandatario criollo creara una tormenta en un vaso de agua. La comparsa de
socios latinoamericanos comprada con petróleo, subsidios y créditos blandos, le
sirvió de caja de resonancia. Los vivos de Correa, Morales y Ortega practican
el doble juego. Se solidarizan con el despistado Maduro, por un lado, mientras
por el otro, cuidan y estimulan las relaciones con los Estados Unidos. Saben
que es un cliente seguro y confiable, que gratifica a los empresarios exitosos.
Quien se establece en el norte tiene el futuro asegurado. Solo se le exige
constancia.
Las
gestiones diplomáticas del gobierno de Panamá para evitar que el impasse entre
Caracas y Washington se convirtiera en el eje de la reunión, le quitara
protagonismo al país anfitrión y relegara la agenda del encuentro –desarrollo y
equidad- a un segundo plano, dieron resultados positivos. La Casa Blanca dio un
giro de última hora. Se acercó a Maduro, a través de Thomas Shannon -consejero
del Departamento de Estado- para limar asperezas. Esta aproximación de ningún
modo puede interpretarse como un triunfo del gobierno rojo, una reafirmación de
la soberanía nacional mancillada por el imperio, o el éxito de la jerigonza
chauvinista del régimen –que, de paso, en medio de las penurias que viven los
venezolanos, costó una inmensa fortuna, útil solo para alimentar el ego
insaciable del gobernante venezolano-. Lo que hay de parte de EE.UU. es un
cálculo frío. Dejar sin bombona de aire a Maduro. Le quita las anacrónicas banderas
de la lucha antiimperialista y lo devuelve a su sitio. Por añadidura, se arrima
a las islas del Caribe de las cuales se había distanciado durante un largo
período, dejándoles a Hugo Chávez y a su heredero el campo abierto para que
ejercieran el subimperialismo petrolero en esos territorios insulares.
Cuando
las aguas retornen a su nivel, se pondrán en evidencia toda la desmesura y
manipulación que hubo con la campaña orquestada por el poderoso aparato
comunicacional del oficialismo. La maquinaria con la cual construyeron la
hegemonía comunicacional. Durante
varias semanas el gobierno habrá logrado desplazar el centro de atención
informativo de los venezolanos desde la inflación, la escasez, el
desabastecimiento y la inseguridad personal, hacia el quimérico peligro de una
acción armada de los yanquis. Esta farsa está próxima a esfumarse. La
vocinglería nacionalista ya no servirá como cortina de humo. Maduro tendrá que
explicar por qué en sus dos años de gobierno el bolívar se licuó en los
bolsillos de los trabajadores, por qué en mercados hay cada vez menos productos
y en las farmacias menos medicinas. Tendrá que revelar el misterio por el cual
el dólar paralelo en vez de acercarse al del SIMAD, es éste el que se aproxima
al paralelo. Estará obligado a mostrar por qué el dólar del SICAD y el de
CENCOEX desaparecieron, y con ellos los productos de los anaqueles.
El
patrioterismo le habrá servido para tomar un breve respiro, pero, como ocurre
con estos ardides de baja estofa: no será suficiente para mantener engañado ni
siquiera a sus propios seguidores, quienes han demostrado mucho desgano ante
los discursos retóricos de su "líder" y están siendo golpeados con
furia por la crisis económica nacional. Los sectores populares verán como un
triunfo de Maduro el día que puedan comprar lo que les provoque, tengan la posibilidad de optar entre muchas
marcas, el dinero les alcance para comer, resguardar la salud y divertirse, y
vuelvan a ser dueños de la calle.
Mientras
esas victorias no se obtengan, la lucha antiimperialista y el patrioterismo
serán vistos como un ejercicio demagógico que solo sirve para mantener a la
gente en la miseria y engañada.
@trinomar
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