miércoles, 23 de septiembre de 2015

¿Por qué contra Leopoldo?

Trino Márquez


La sentencia contra Leopoldo López estaba cantada desde mucho antes de que comenzara el juicio en su contra. La decisión de Susana Barreiros no sorprendió a nadie, aunque sí desconcierta que la joven magistrada hubiese dictado una condena aún mayor que la solicitada por la Fiscalía. Parece no favorecer al gobierno.

Dentro de los esquemas autoritarios, el veredicto contra Leopoldo encaja perfectamente dentro del estilo fidelista. El hoy decrépito dictador cubano aplicaba castigos ejemplarizantes. A sus adversarios, por débiles que fueran, los fusilaba. Contaba con Ernesto Guevara y Raúl Castro, quienes despreciaban la “justicia burguesa”. No creían en el derecho a la defensa, en la presunción de inocencia del acusado, en los jueces naturales del indiciado, ni en el debido proceso. Todos estos fueros ciudadanos, surgidos con el desarrollo del Estado de Derecho durante el largo proceso que condujo a la modernidad, fueron ignorados por la claque que se instaló en La Habana a partir de enero de 1959. Bastaba que un modesto funcionario de tercera línea del gobierno de Fulgencio Batista fuese señalado como enemigo de los guerrilleros de Sierra Maestra, para que el desafortunado fuese conducido, sin fórmula de juicio, al paredón de fusilamiento en la fortaleza de La Cabaña o en cualquiera de los otros lugares donde fueron asesinados varios miles de cubanos indefensos.

Con los disidentes de sus propias filas, Fidel Castro se comportaba de igual forma. Sus castigos también eran bíblicos. El comandante Huber Matos, héroe de numerosas operaciones militares, algunas de las cuales se las atribuyen a Castro o a Guevara, fue depositado durante veinte años en una mazmorra comunista por haberse atrevido a enviarle una carta al líder de la revolución en la criticaba el giro comunista adoptado por el proceso. De nada sirvieron las peticiones de clemencia enviadas desde el exterior.

En todos los casos se trataba de destruir a la víctima, desaparecerla, doblegarla, humillarla y crear pánico a su alrededor. El Estado utilizado para aplicar el terror. Jamás se buscó redimir al oponente.

El sello del fidelismo, y de los otros autoritarismos comunistas y fascistas, está presente en el proceso contra Leopoldo. Nada de extraño tiene que el dictamen se halla concebido en Cuba, pero lo haya pronunciado una joven jueza que sirvió como verdugo. El objetivo es claro: hay que demoler física y moralmente a uno de los líderes que simboliza la posibilidad de cambio democrático, pacífico, constitucional y electoral en Venezuela.  El mensaje es directo: se le dicta una sentencia arbitraria, ilegal e inconstitucional a un dirigente político ampliamente conocido en Venezuela y en el exterior, que goza del aprecio de millones de seguidores y que despunta en las encuestas de popularidad. Si esto le ocurre a López, que cuenta con el respaldo de líderes mundiales, a cualquier otro ciudadano puede ocurrirle algo mucho peor. El gobierno de la dupla Maduro-Cabello está dispuesto a arrasar con lo que se le ponga por delante. No importa quién o qué sea. La medida se tomó a pocos meses de unas elecciones parlamentarias en las que todas las encuestas indican que la oposición triunfará con un holgado margen. La actitud del régimen frente a la eventual derrota consiste en atacar agrediendo a uno de los líderes de mayor proyección nacional e internacional.

Importa acotar que el gobierno no inhabilita a Voluntad Popular, partido fundado por López, ni persigue a sus dirigentes. Se ensaña con el joven político. En él personifica al enemigo del régimen. El gobierno les teme a los líderes carismáticos. Sabe que todo el poder del régimen se basa en la capacidad de seducción que ejerció Hugo Chávez. Sin él, ni Maduro ni Diosdado habrían existido. No habrían  trascendido, ni dejado de ser las personalidades mediocres que son.

El madurismo-cabellismo le teme a López porque encarna la posibilidad de la recuperación democrática. López es Voluntad Popular y, a la vez, mucho más que el partido que creó. El 6-D habrá la posibilidad de derrotar el terrorismo de Estado y comenzar una nueva etapa de la lucha por la reconstrucción nacional.

@trinomarquezc

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