EMILIO NOUEL V.
Me dicen los que lo vieron por TV, que Maduro, en días
pasados, prácticamente admitió su derrota el próximo 6D. Que se le notaba
resignado y entregado, el lenguaje corporal y las expresiones proferidas no mentían.
“Las elecciones serán las más difíciles
para el chavismo”, dijo. Aunque las
lenguas de doble filo proclaman que él, en el fondo, comienza a sentir un fresquito: Diosdado, a partir de Enero,
no estará más en la Presidencia de la Asamblea Nacional.
Lo que es cierto es que a medida que nos acercamos a la fecha
en cuestión, son más los que de su bando variopinto y dividido traslucen el
convencimiento de ese resultado fatal para la revolución.
Basta ver o leer, aquí y allá, declaraciones y artículos de opinadores
o de “intelectuales orgánicos”, como
diría Gramsci, en los que el denominador común no es cómo evitar el descalabro,
sino como impedir que la oposición democrática alcance los dos tercios o cuatro
quintos de los votos, dando por descontado que la absoluta está casi
garantizada al día de hoy. Ya ni les
importa decir a la gente que coman piedras o disfruten de las humillantes
colas.
El desfile de lamentaciones, reproches y despechos va de Alí
Rodríguez, pasa por José Vicente Rangel y Diosdado Cabello, y llega hasta
Javier Biardeau.
Sin embargo, lo peor es otra cosa. Es el deslave que se está
produciendo en el pueblo que votó durante estos años por el chavismo. Según las
encuestas y focus group, aquel es
notorio y en algunos casos, sorprendente. En municipios en los que hacían caída
y mesa limpia, la población se está volteando en un proceso acelerado de
desafección y retiro de apoyo político, a la par que se fortalece la opción
opositora.
Y no es para menos. Descalabran a la industria, el comercio y
el agro. Arruinan a exportadores e importadores. Transportistas, taxistas y
autobuseros penando por falta de repuestos y altísimos precios. Clínicas y
farmacias acosadas y sin medicinas. Destruyen a las empresas estatales,
espantan la inversión extranjera. La moneda venezolana es una insignificancia,
la administración pública un parapeto ineficaz y pestilente.
¿Y el ciudadano? Acogotado por una inflación que se
incrementa a diario, recorta su dieta alimentaria, el dinero apenas alcanza
para medio comer y cubrir los gastos mínimos, sin mencionar los que ni siquiera
eso. Además, encerrado en casa para evitar que lo mate el hampa que impera
impune, y sin luz eléctrica ni agua.
Las encuestas ya anuncian la derrota del gobierno, unas con
más y otras con menos contundencia, pero derrota al fin. De allí que ella se
vea dibujada claramente en los rostros adustos de la casta gubernamental en sus
presentaciones públicas.
Coinciden algunos en decir que a dos meses del 6D ese
sentimiento de rechazo al gobierno difícilmente se pueda revertir, y pareciera
que tienen razón.
La oposición democrática está haciendo todo lo posible por
capitalizar y consolidar ese impulso creciente de la ciudadanía de pasar
factura a un gobierno desastroso y arbitrario.
Pero no hay que olvidar que éste aun cuenta con grandes
recursos que pondrá en práctica para aminorar el revés. Buscarán disuadir a la
población infundiendo miedo, amenazando y creando desorden con sus bandas
paramilitares. Para ellos, de acuerdo a información que se ha colado, ya no se
trata de ganar sino de evitar una mayoría calificada para la oposición.
Javier Biardeau, en el marco de una velada crítica de fondo que
hacía a la conducción política-económica de su partido, decía en una entrevista
reciente: “Es menos costosa
una derrota, rectificando, que una derrota sin rectificar”. Allí queda
resumida la preocupación que lacera a algunos chavistas hoy ante la ruina
económica generado por Chávez, profundizada por la inacción e incompetencia de Maduro,
que los conduce al derrumbe de un proyecto político-económico tiránico e inviable,
por disparatado.
“Nadie que compile encuestas en
los últimos 12 meses, te puede decir que el chavismo tiene asegurada la
victoria en las parlamentarias del 6-D”, agrega
Biardeau.
Por supuesto, él no va admitir que tienen perdida la elección
y que quien casi la tiene asegurada es la MUD.
De todo este cuadro nos
queda en limpio que el 6D será un momento político estelar para los
venezolanos. A partir de esa fecha van a comenzar a enderezarse las cargas,
para bien. Nos espera todavía vivir situaciones difíciles en todo sentido, pero
bajo circunstancias político-institucionales más auspiciosas para las fuerzas
del cambio democrático. Por delante queda mucho por hacer en el corto y en el
mediano plazo. Hay que seguir entusiasmando al venezolano con la idea de que es
posible vivir bien, con bienestar, libertad y paz.
Al acecho estarán siempre los desadaptados y destructores del
país, la barbarie en acción. Los perdedores de siempre no cejarán en sus
propósitos perversos, pero un pueblo reencontrado y unido en torno a aquella idea podrá impedir que sigan
hundiendo al país. Hay fuertes razones para el optimismo.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
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