Pedro Luis Echeverria
En la semipenumbra de su oficina, sentado
en su escritorio y apenas iluminado por la mortecina luz de una pequeña
lámpara, Maduro reflexiona sobre la evolución y resultados de su mandato, la
situación política del país, sus perspectivas y un tsunami de incertidumbre, miedo y
angustia lo sacude y envuelve. Se formula preguntas y no encuentra respuestas,
o si las encuentra éstas no presagian nada bueno para el país ni para su
liderazgo político.
Piensa:
-A pesar de todos mis esfuerzos sigo
cayendo en las encuestas. La matriz de opinión me hace responsable de todo lo
malo que acontece en el país. En el partido no me paran y no logro consolidar,
junto a Cilia y los pocos que me siguen, una tendencia hegemónica que me
permita contrarrestar a mis enemigos; ellos y muchos más, que no me quieren
aquí.
-Los militares que me rodean, exhiben
rostros pétreos e inescrutables, desapareció la alegría de antaño. Cuando
hablo y hago gala de mis dotes de orador y utilizo terminología castrense para
congraciarme con ellos, no me miran o lo hacen de reojo, y, entre ellos, cruzan
miradas de reprobación a lo que digo. Será que sienten que mis actuaciones los
ponen en un brete del que se quieren salir o es que no les satisface el gran
poder que tienen en mi gobierno y todavía quieren más?
-Aporrea y los de Marea Socialista que
allí escriben no me dan tregua ni paz. Quieren que haga lo que jamás haré:
cambiar la orientación de mi gobierno. Creo que a Aporrea le sale cierre, en
breve.
-Las desavenencias y desencuentros al
interior de mi gobierno y dentro del partido son de gran magnitud; trato de
participar en dichos pleitos y no paso de ser un simple espectador, blanco de
todas las criticas. Esos desagradecidos no toman en cuenta mis esfuerzos por
cambiar el negativo resultado electoral que se avizora: He insultado, calumniado,
acosado, amenazado y apresado, sin razón ni fundamento jurídico, a dirigentes
opositores; he hecho de la intimidación mi forma preferida de hacer política; he espiado y pinchado teléfonos
privados; he decretado estados de excepción en zonas en las que, en condiciones
normales, perderíamos el 6D; me he peleado con Colombia y Guyana; he cerrado
fronteras; no he permitido la observación internacional para los comicios
venideros; incondicionalmente he puesto, al servicio del partido, el ventajismo
de uso de todos los bienes y servicios del Estado; he ahogado
presupuestariamente a las Universidades; a la tan cacareada libertad de
expresión la tengo bajo mi férreo control; al grupo Polar y a todos los
empresarios privados los tengo permanentemente acosados e intimidados; a pesar
que no dispongo de los recursos para ello y que no sé cómo se financiará,
decreté un aumento de sueldos y salarios que, como se sabe, no alcanzará a
resarcir la pérdida que mi gobierno, y el del que se fue, hemos causado al
valor adquisitivo del salario del venezolano; a fin de mantener unido al
partido y a los militares con mi liderazgo, he permitido y tolerado la
corrupción y el estratosférico y escandaloso enriquecimiento de unos cuantos,
asimismo, el saqueo y la destrucción de
PDVSA y otras empresas del Estado. Por éstas y otras cosas que se me escapan en
este momento de reflexión, mi gobierno se habrá hecho merecedor del voto
castigo?
-El país ha entrado en una profunda
recesión económica. La producción y la inversión no crecen a pesar de las enormes sumas de
dinero, sin respaldo, que les transfiero, gracias a la complicidad e
irresponsabilidad del BCV. El PIB
continuará declinando este año y con perspectivas que también lo continúe
haciendo en los años venideros. La verdad es que no entiendo nada sobre
economía. Habré perdido la "guerra económica" que inventé?
-La inflación ya es de tres dígitos y no
encuentro la manera de detenerla y abatirla sin cambiar el modelo que he venido
aplicando. La nueva Ley de Precios Justos-que organiza el incompetente Arreaza-
me funcionará esta vez? A fe cierta que no, pero, estoy convencido que esta
demagógica jugada podría ayudarnos electoralmente.
-El descontento generalizado, el
desempleo, la corrupción la escasez, el
bachaqueo, las colas, el deterioro de la cuantía y calidad de suministro de los
servicios públicos, la inseguridad, y el dólar paralelo, suben como la espuma y
la aceptación y popularidad de mi gobierno bajan como taladro o precio
petrolero. Será que he gobernado mal?
Diosdado, aplaude vale
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