6D: Venezuela derrotará al odio
Grupo Maritain *
“El poder sin autoridad es tiranía”
Jacques Maritain
Las recientes elecciones presidenciales de Argentina han demostrado una vez más que el voto constituye el instrumento civilizado mediante el cual la sociedad democrática define libremente su destino. En este caso, en una confrontación inobjetable, la mayoría ciudadana decidió cambiar el rumbo del país, poniendo punto final a doce años de populismo, corrupción y demagogia.
El gobierno kirchnerista construyó un tinglado mafioso que le permitió concentrar el poder y convertir buena parte de las instituciones en dóciles instrumentos a su servicio. Ese acto dañino, llevado a cabo en detrimento de la convivencia social, de la prosperidad económica y de las condiciones de vida de los ciudadanos, resultó finalmente la razón fundamental de la derrota oficialista.
Incluso sin llegar a las espantosas dimensiones del desastre venezolano, el matrimonio que gobernó Argentina dejó como saldo un alto nivel de pobreza, inflación, devaluación de la moneda, desinversión, incrementos de la delincuencia y del narcotráfico. A Mauricio Macri le corresponde ahora recuperar las instituciones, restablecer el Estado de Derecho y, sobre todo, superar los venenosos resentimientos sociales que los redentores de los descamisados inocularon en buena parte de la población.
La derrota del kirchnerismo constituye una importante señal para nuestro país en las cercanías de las elecciones parlamentarias a celebrarse el 6 de diciembre. Lo acontecido en Argentina marca, además, el comienzo de la decadencia de gobiernos que con signo similar lograron imponerse en nuestro continente. Como otro ejemplo de esta realidad miramos a Brasil, el vecino gigante que también atraviesa un camino de desencanto e indignación.
La señora Dilma Rousseff y el otrora obrero Lula Da Silva son señalados por el pueblo que ayer los montó en el poder como responsables fundamentales de una crisis económica y social de considerables proporciones. Crisis manchada por graves hechos de corrupción que salpican y abruman a estas dos emblemáticas figuras de la izquierda latinoamericana. Sin embargo, nadie piensa que la democracia brasileña va a sucumbir en esta difícil etapa por la que atraviesa y, por el contrario, se espera que las instituciones actúen con la debida independencia de poderes, luego de que se ha iniciado el proceso de impeachment de la presidenta.
En el caso venezolano el eventual desplome del régimen vendría acompañado de circunstancias diferentes, mucho más graves y de repercusiones que hoy resultan impredecibles. Durante 17 años las distintas medidas adoptadas por los presidentes Hugo Chávez y Nicolás Maduro han desembocado en la quiebra económica y financiera del país, y en un proceso cada vez más acelerado de descomposición social y política que se traduce en rechazo y resentimiento hacia el actual gobierno y en especial hacia la persona de Nicolás Maduro. Lo más significativo de este fenómeno es el malestar evidenciado en sectores populares que sirvieron de soporte al liderazgo de Chávez y que en una época fueron utilizados por sus misiones populistas.
Para cualquier gobernante capaz de comprender las realidades que afronta, las salidas políticas y pacíficas son siempre preferibles a la confrontación violenta, sobre todo cuando la naturaleza del conflicto que amenaza a la convivencia social es el desencanto creciente de los más postergados, y cuando ese desencanto al no conseguir sus cauces institucionales puede convertirse en incontrolable brote de protestas populares producto de la indignación colectiva. A pesar de ello quienes gobiernan Venezuela parecen haber escogido el camino de la intolerancia y la liquidación definitiva del orden democrático con el fin de garantizar por encima de todas las cosas su permanencia en el poder.
Las votaciones van a ocurrir sin una campaña electoral en la que gobierno y oposición hayan confrontado, en condiciones de igualdad, sus propuestas ante la opinión pública. Protegido por un Consejo Nacional Electoral (CNE) abiertamente parcializado, el gobierno usa con exclusividad los canales oficiales para promover a sus candidatos, y atacar en medio de un lenguaje de descalificación y de odio a los líderes y agrupaciones disidentes. Por otra parte, las emisoras de radio y televisión privadas, así como los medios escritos sometidos a mecanismos de censura y autocensura nos impiden conocer los graves acontecimientos que afectan diariamente a la vida del país. El régimen ha logrado de esa manera liquidar el acceso a la información y a la opinión que son parte esencial del sistema de libertades.
Contrario a lo que impone una conducta regida por valores democráticos, el gobierno de Maduro despliega cada día con mayor rigor una política agresiva e intolerante, y declara su disposición de reprimir y castigar todo cuestionamiento a los anuncios que sobre el resultado electoral emanen del CNE. En esas condiciones las elecciones parlamentarias van a ocurrir bajo el signo de la amenaza y el hostigamiento, hasta el punto de que por primera vez en nuestra historia algunas regiones del país concurrirán a votar con las garantías suspendidas, y en una situación desventajosa que ha impedido a los candidatos de la MUD la realización de reuniones públicas y concentraciones proselitistas. Así tendrán que votar los habitantes de las zonas fronterizas en Táchira, Apure, Zulia y Amazonas.
A pesar de la suma de atropellos y de la violenta ofensiva oficialista, todas las mediciones de opinión indican que, si el proceso comicial se desarrolla normalmente, va a producirse una contundente victoria de la oposición, y que como consecuencia de esa victoria los candidatos de la MUD conformarán una sólida mayoría en la próxima Asamblea Nacional. Esta percepción es compartida por los organismos internacionales, por la mayoría de los gobiernos, y por la opinión pública mundial, preocupada y atenta ante lo que pueda ocurrir en Venezuela.
Los pronunciamientos emanados de la Secretaría General de la OEA, de la Unión Europea, de voceros de Naciones Unidas y de importantes líderes mundiales, ante las desiguales condiciones en las que se desarrolla una lucha electoral marcada por el ventajismo oficialista, y en relación con los recientes hechos de violencia que ocasionaron la muerte del Secretario General de AD en Altagracia de Orituco, demuestran que los ojos del mundo están fijados en la grave crisis venezolana, y expresan el temor de la comunidad internacional por las repercusiones que tendría para el hemisferio el colapso definitivo de la ya gravemente deteriorada institucionalidad de nuestro país.
En reciente comunicación pública dirigida a Nicolás Maduro, el Primer Ministro del Reino Unido, David Cameron; el presidente del gobierno de España, Mariano Rajoy; el secretario general del Consejo de Europa, Thorbjørn Jagland; junto a los ex presidentes Felipe González y Ricardo Lagos han manifestado en términos muy claros y categóricos el rechazo a la persecución política contra la oposición y señalan directamente al gobierno como responsables del encarcelamiento ilegal de opositores “con motivo de las protestas pacíficas que se iniciaron en febrero de 2014”. Denuncian que algunos de los manifestantes murieron, y que los que permanecen detenidos arbitrariamente “no han podido ejercer legítimamente su defensa”. Y entre otros graves cuestionamientos los firmantes de la carta afirman que “encarcelar a un demócrata es traicionar a la democracia”.
Frente a todos estos hechos, ocurridos en medio de una creciente tensión colectiva, surge la interrogante en torno a la posición que asumirá la Fuerza Armada en el caso del triunfo electoral de la oposición, y si como respuesta a ese resultado el gobierno desconoce el veredicto popular.
En recientes declaraciones el general Vladimir Padrino López ha reforzado la percepción de desconfianza existente, cuando al responder al llamado a la imparcialidad que le hizo la MUD el día 30 de noviembre, expresó que “la Fuerza Armada Nacional Bolivariana no necesita que se le señalen las tareas asignadas durante los comicios”.
Dijo el Ministro de la Defensa que “se ha querido insertar en la psique de los venezolanos un mito sobre la participación de los militares en las próximas elecciones”, y en estilo y contenido propios de cualquier dirigente del PSUV descalificó a la oposición acusándola de elaborar “un entramado de intrigas y ataques con un maniqueísmo increíble”. Y por supuesto rechazó los cuestionamientos al CNE “cuya capacidad tecnológica, pulcritud, transparencia y confianza son reconocidas en todo el mundo”.
Estas declaraciones del Ministro de la Defensa establecen claramente parámetros desiguales para las votaciones del 6 de diciembre. En ellas se pone de manifiesto una posible decisión de no atender las opiniones y reclamos que provengan de la oposición y se anuncia cuál podría ser la postura de la cúpula castrense en ese día decisivo para la vida de la república.
La posición asumida por el general Padrino a las puertas de una votación definitoria para el rumbo del país, debe constituir una alerta para los sectores democráticos convertidos hoy en la expresión mayoritaria del país. Y tiene que ser igualmente motivo de reflexión en el mundo militar cuya obediencia a la constitución está por encima de cualquier otro mandato que contradiga los principios de nuestra Carta Magna. Sin embargo, luego de estas declaraciones, el general Padrino López ha afirmado que “no habrá golpe ni autogolpe”. Ojalá que la conducta de los componentes militares el próximo domingo 6 de diciembre hagan buena esta afirmación.
La antigua palabra latina populus significa originariamente “llamamiento a filas”. Los venezolanos estamos ante un nuevo llamamiento a filas, en defensa de la libertad, de la democracia, de lo decente, de lo que nos define más allá de las diferencias. Reiteramos nuestra convicción democrática, seguros de la concurrencia masiva de millones de compatriotas dispuestos a dar su voto por el cambio exigido y esperado. Votar es transitar caminos de civilidad, es expresión fundamental de soberanía, es acto de rebelión frente a un gobierno que solo ha promovido el odio, la injusticia, la corrupción y la pobreza. Votar es un acto de conciencia, de despertar de una patria segura de que estas horas menguadas, sufridas por más de 17 años, están llegando a su fin. Votar será, en suma, un paso inicial para la derrota definitiva de los cultores del odio.
Caracas, 3 de diciembre de 2015.
*El Grupo Maritain está formado por un grupo de ciudadanos venezolanos, comprometidos con el pensamiento demócrata-cristiano y con las causas de la libertad y la democracia plenas. Sus miembros son: Oswaldo Álvarez Paz, Sadio Garavini di Turno, Julio César Moreno León, Haroldo Romero, Marcos Villasmil y Abdón Vivas Terán.
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