FELIX SEIJAS R.
El domingo pasado la oposición alcanzó una victoria contundente. En las siguientes líneas trataré de colocar tal hecho en perspectiva desde las magnitudes y características de los movimientos registrados en el mercado electoral.
En el artículo del sábado 5, un día antes de la elección, comentaba los factores que hacían vislumbrar una victoria opositora aplastante. Sin embargo, de inmediato mencionaba dos elementos que generan dudas en cuanto a la estabilidad de tales márgenes.
En el artículo del sábado 5, un día antes de la elección, comentaba los factores que hacían vislumbrar una victoria opositora aplastante. Sin embargo, de inmediato mencionaba dos elementos que generan dudas en cuanto a la estabilidad de tales márgenes.
Uno de ellos era la existencia de aquella zona gris de chavistas descontentos. Parte de ese grupo había migrado ya en los últimos cuatro meses para declarar que votaría por el oficialismo, lo que hizo que la brecha entre PSUV y MUD se redujese de 35% a 20%, al menos hasta la última medición semana y media antes de los comicios. Sin embargo, aún existía una cantidad importante de personas descontentas de cuyo comportamiento dependía el resultado en un número importante de circuitos. El otro elemento era la fortaleza de recursos con la que contaba la maquinaria roja y la incertidumbre que planteaba el “como sea” que de manera insistente nos recordaba el Presidente.
Ahora bien, por un lado sabemos que el domingo no ocurrió ningún hecho notorio que perturbara el desarrollo del proceso de votación. Por otra parte, analizando los resultados de los comicios, encontramos la respuesta de qué hizo finalmente esa masa de chavistas descontentos: se abstuvo. Ante estas dos realidades, la debacle en los resultados para el oficialismo estaba cantada.
Analicemos qué ocurrió en cifras. La oposición obtuvo poco más de 7,7 millones de votos a nivel nacional contra cerca de 5,6 millones del oficialismo, para una brecha de aproximadamente 2,1 millones de sufragios. Sin embargo, la cifra alcanzada por la MUD representa un aumento de casi 400 mil votos (2,1% del padrón electoral) con respecto a lo obtenido en la elección Presidencial de 2013 (Maduro-Capriles), mientras que la registrada por el Gran Polo Patriótico (GPP) representa una disminución de cerca de dos millones de sufragios (-10,6% del padrón electoral). Esto nos lleva a una primera conclusión: la brecha de 2,1 millones se produce principalmente por un retroceso del chavismo más que por el avance del voto opositor.
Con la intención de simplificar el análisis, supongamos que los 400 mil votos de crecimiento opositor provienen de los dos millones que disipó el oficialismo. Entonces, ¿qué pasó con el restante 1,7 millones de votantes que perdió el GPP? Ellos corresponden a la masa de chavismo descontento que el 6D optó por abstenerse, y en algunos casos, por asistir a las urnas para guardar “las formas” y votar nulo.
El detalle clave aquí es que la abstención de los descontentos se produjo de manera casi pareja en todo el territorio nacional. Analizando los resultados del domingo, el oficialismo registró una disminución de votos con respecto al 2013 en el 98% de las parroquias del país (en el 60% de ellas este retroceso fue de más del 10% del padrón electoral). La oposición, por su parte, creció en el 69% de las parroquias, siendo tal incremento en la mayoría de los casos de no más del 5% del padrón electoral.
¿Qué ocurrió en los circuitos ganados por el oficialismo? En gran parte de ellos el GPP también retrocedió de manera importante. Sin embargo, las brechas a favor del oficialismo registradas en 2013 en las parroquias que conforman estas circunscripciones eran inmensas, por lo que aquello resultó insuficiente para que la balanza se inclinara hacia el lado opositor.
Ahora bien, ¿opacan estas cifras el mérito de la MUD en la victoria conseguida el domingo? Para nada. La elección de la Asamblea Nacional es la que tradicionalmente despierta el menor entusiasmo entre los electores y por lo tanto es la que registra menores niveles de participación. El éxito de la oposición en esta oportunidad consistió en mantener activo el voto logrado en 2013 y anexarse nuevos sufragios, cosa que en las parlamentarias de 2010 no consiguió hacer el mismísimo ex Presidente Hugo Chávez.
Este objetivo se alcanzó basado en dos factores fundamentales. Por un lado se logró transmitir a la población la idea de que la Asamblea es una instancia desde la cual se puede incidir en el juego político del país, estableciendo la conexión de la misma con el factor que hoy une a los venezolanos: el deseo de cambio. Por otra parte, la oposición logró mostrarse como un bloque unido exhibiendo elementos vitales como candidaturas unitarias y la tarjeta única, lo que unido a una estrategia comunicacional coherente antes y durante la campaña electoral, la posicionó como la opción que podía dar inicio al tan anhelado cambio.
¿Se pueden considerar esos 7,7 millones de votos fieles a la MUD? No todos. Sin embargo, lo que sí podemos decir es que ellos ya no son de la actual administración de Gobierno; se desprendieron para no volver, y en cada elección por venir analizarán aquellas opciones que se distancien de lo que represente el Presidente Maduro y su entorno.
¿Qué ocurrirá con la zona gris del descontento? Esta seguirá aumentando. Todo el que entra allí inicia un tránsito que al principio le genera cierto grado de desconcierto. Para ellos ha ocurrido un divorcio entre “chavismo” y lo que representa el Presidente. Entonces, a su debido tiempo, empezarán el proceso natural de evaluar alternativas.
Todo esto nos dibuja un mercado electoral diverso, lejos de estar polarizado; aunque la oferta en este momento se perciba como tal. En algún momento la oferta tendrá que diversificarse también, al menos es lo deseable. Sin embargo, no hay que olvidar que el oficialismo aún representa dos quintas partes de la población, lo que no es poca cosa, y que el PSUV continúa siendo el principal partido político del país. Por lo tanto, la existencia de una fuerza como la MUD que aglutine a todos los que buscan una alternativa es aún necesaria y lo será por algún buen tiempo si se ha de enfrentar con éxito al GPP en el plano electoral.
@felixseijasr
¿Qué ocurrirá con la zona gris del descontento? Esta seguirá aumentando. Todo el que entra allí inicia un tránsito que al principio le genera cierto grado de desconcierto. Para ellos ha ocurrido un divorcio entre “chavismo” y lo que representa el Presidente. Entonces, a su debido tiempo, empezarán el proceso natural de evaluar alternativas.
Todo esto nos dibuja un mercado electoral diverso, lejos de estar polarizado; aunque la oferta en este momento se perciba como tal. En algún momento la oferta tendrá que diversificarse también, al menos es lo deseable. Sin embargo, no hay que olvidar que el oficialismo aún representa dos quintas partes de la población, lo que no es poca cosa, y que el PSUV continúa siendo el principal partido político del país. Por lo tanto, la existencia de una fuerza como la MUD que aglutine a todos los que buscan una alternativa es aún necesaria y lo será por algún buen tiempo si se ha de enfrentar con éxito al GPP en el plano electoral.
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