Bernard Horande
El régimen de Maduro comienza muy mal el 2016.
Por una parte, nombra un "nuevo" gabinete cuyo elemento más resaltante es algo a lo que ya nos tiene acostumbrados: un enroque de ministros mezclado la tradicional cuota de "batesquebraos". Entre ellos, el que más llama la atención es el nuevo Ministro de Economía: un personaje con ideas aún más atrasadas que las de Chávez y del propio Maduro, lo cual ya es mucho decir.
Lo otro, es la propuesta de un "Decreto de Emergencia Económica". Veamos.
Primero que todo, se celebra el hecho de que el propio Gobierno reconozca que estamos en una situación de Emergencia Económica.
Durante todo el año pasado el régimen ignoró las colas de gente en los supermercados, ignoró los altísimos niveles de escasez de productos, ignoró la existencia de la inflación más alta del mundo, ignoró el fracaso de sus decisiones sobre materia económica, ignoró la nula producción de las empresas que han sido expropiadas y que ahora son parte del Estado, ignoró la necesidad de proveer de dólares a las empresas para que pudieran realizar las importaciones indispensables....
Para Maduro y su régimen, el país estaba en completa normalidad económica en el 2015. Ahora resulta que de la noche a la mañana en el 2016 hemos pasado a una Emergencia Económica.
En realidad, no estamos frente a una Emergencia Económica. Estamos frente a una descomunal Catástrofe Económica que tiene a Venezuela al borde de un escenario gravísimo que puede transformarse en un plazo no muy largo, en una hambruna.
Frente a esto, al Gobierno se le ocurre atacar el problema con un Decreto. ¿Y qué dice el Decreto?
Dice, palabras más palabras menos, que para solucionar esta crisis lo que hay que hacer es continuar y profundizar todas aquellas fracasadas medidas y decisiones que precisamente nos condujeron a la propia crisis... Sí, sin duda: cosa de locos.
El Decreto ha sido entregado a la nueva Asamblea Nacional, ahora dominada por la oposición, para su consideración. La Asamblea puede aprobarlo o puede rechazarlo. Entretanto, el Decreto está en vigencia.
Esta es una bonita trampa que le pone el gobierno a la Asamblea y, por ende, a la oposición.
¿Por qué?
Porque si la Asamblea aprueba el Decreto, se hará cómplice y corresponsable del fracaso que, sin la menor duda, tendrá la aplicación de las desastrosas medidas que en él se contemplan.
Si lo rechaza, el Gobierno inmediatamente señalará a la mayoría opositora de la Asamblea Nacional como culpables por negligencia y saboteo al no querer cooperar para solucionar los graves problemas del país.
En Venezuela, tenemos un dicho para estas circunstancias: "Si no lo agarra el chingo, lo agarra el sin nariz".
Esta es una situación tipo Catch 22 (Trampa 22), que es una derivación en la práctica de los estudios sobre psicología del antropólogo Gregory Bateson, quien definió con el término "Doble vínculo" este tipo de situaciones en las relaciones personales.
Trampa 22 procede de una novela con el mismo título de Joseph Heller y es una paradoja que se hace contradicción. Trampa 22 implica que una o varias personas se ven afectadas por una situación en la que cualquier alternativa que elijan las termina perjudicando.
Y esto busca el régimen.
Para completar, enmarca este cuadro en un escenario de un supuesto diálogo sincero. Todo el mundo sabe por múltiples experiencias, que estos personajes nunca han permitido que exista diálogo y menos sincero.
El régimen de Maduro no busca solucionar una crisis sino que busca incorporar nuevos socios en la crisis para diluir las responsabilidades. No hay ánimo ni disposición de cambio alguno.
La Asamblea Nacional con mayoría opositora, presidida por un zorro viejo como Henry Ramos Allup, quien ya le enseñó los colmillos a Maduro y a su combo desnudándolos en cadena nacional, deberá manejarse con mucho tino político en esta coyuntura para no caer en la trampa.
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