Por DANIEL LOZANO
Órdago ortodoxo y radical de Nicolás Maduro para enfrentar “la grave situación económica producto de la guerra económica, de la caída de los precios del petróleo y de la guerra del Imperio”. El hijo de Chávez ha situado al frente del equipo económico revolucionario a Luis Salas, un joven sociólogo sin galones cuyo principal mérito es formar parte del equipo del economista gaditano Alfredo Serrano, presidente del Centro Latinoamericano Estratégico de Política, que asesora a los gobiernos bolivarianos y se sitúa muy cercano a Podemos.
Un triunfo evidente de los defensores de los controles de cambio y de precios frente a los más pragmáticos que exigían un plan de ajuste y la unificación del cambio.
“El Jesucristo de España”, como ha rebautizado el primer mandatario a Serrano, es sin duda uno de los grande vencedores de la remodelación de gobierno. El autor de América Latina en disputa, libro que fue presentado en Caracas en octubre por el propio Salas, está situado mucho más cerca del poder que su predecesor, Juan Carlos Monedero, y muchos metros por encima de Íñigo Errejón, que sólo fue uno de los asesores del militar Jesse Chacón en una encuestadora del chavismo. Serrano reconoce su amistad con el propio Errejón y con Pablo Iglesias, pero desmiente que esté militando en Podemos.
Retórica bolivariana
Luis Salas, el nuevo vicepresidente, es un fundamentalista capaz de afirmar que la inflación “no existe en la vida real” y que se trata del “correlato económico del fascismo político”. Su mayor mérito es la redacción de un panfleto titulado 22 claves para entender y combatir la guerra económica, escrito para sustentar la retórica bolivariana que les excusa del fracaso económico.
La realidad venezolana dice otra cosa: el país sudamericano ha cerrado el año con una caída del PIB de casi 10 puntos, con la inflación más alta del mundo (250%) y con un índice de escasez y desabastecimiento de más del 70%. Las colas en busca de alimentos y productos básicos se han convertido en una rutina diaria tan desesperante como la búsqueda de medicinas en unas farmacias que sólo cuentan con el 10% de los remedios demandados.
Economistas y opositores se han llevado las manos a la cabeza tras conocer el nombramiento. “[Salas] No sabe distinguir entre inflación y nivel de precios“, ha resumido Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica. “Mientras más primitivo sea el análisis económico del problema, más negativo será el resultado de las acciones”, ha atacado Luis Vicente Léon, presidente de Datanálisis.
Una salida al laberinto
“No basta con el reciclaje de ministros”, ha exigido el nuevo presidente de la Asamblea, el opositor Henry Ramos Allup, quien ha insistido en la necesidad de un cambio de modelo económico tras reunirse este jueves con la cúpula de la Iglesia católica.
Un milagro, más allá de las manos de Jesucristos españoles o venezolanos, va a necesitar el chavismo para que las recetas del nuevo vicepresidente alivien a una de las peores economías del planeta. Tan borrosa está la salida al laberinto que el propio Maduro ha anunciado la creación de un nuevo ministerio, el de Agricultura Urbana, que ha provocado más hilaridad en el país. Unas propuestas que recuerdan a las usadas por los cubanos durante el Periodo Especial, cuando escondían gallinas y hasta cerdos en sus propios hogares.
“No somos un gobierno, somos una revolución gobernando”, ha destacado el mandatario. El presidente ha vuelto a apostar por los militares, pese a que había prometido que volverían a los cuarteles. Nueve uniformados dirigirán varios de los ministerios más importantes, como Defensa, Interior, Alimentación, Fronteras y Electricidad.
Para esta etapa trascendental, donde tendrá enfrente a una Asamblea de mayoría opositora, Maduro ha decidido sustituir como vicepresidente político a Jorge Arreaza, yerno de Hugo Chávez, por Aristóbulo Istúriz, gobernador de Anzoátegui. Este veterano dirigente revolucionario es un hombre de confianza de la pareja presidencial y personaje clave dentro del grupo civilista del PSUV.
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