Venezuela: ¿Qué tan dramática es la caída de la oferta de dólares?
Tras meses sin encontrar leche en el supermercado, búsqueda frenética de medicinas para evitar la muerte de un familiar y plantas paralizadas por escasez de materia prima, los venezolanos están conscientes de que sufren un recorte feroz de las importaciones y, ciertamente, las estadísticas oficiales desnudan que, tras la caótica administración del boom petrolero, el país transita por una tormenta que supera por mucho a la vivida en 2009, cuando la crisis financiera internacional impactó los precios del barril.
El petróleo provee nueve de cada diez dólares que ingresan a Venezuela. Por lo tanto, la falta de protección frente a la montaña rusa del oro negro tiene consecuencias devastadoras. En 2009, el hundimiento del mercado hipotecario en Estados Unidos contagió a través de bonos a las principales economías del planeta y el crudo perdió brillo al punto de que la cesta petrolera venezolana se desplomó 34% y promedió 57 dólares el barril. Este declive esfumó la prosperidad y la economía, que había crecido 5,3% en 2008, descendió 3,2%.
Desde 2003, el país está bajo un férreo control de cambio y organismos gubernamentales como Cadivi en 2009 y Cencoex en 2015, son los encargados de aprobar las divisas que recibe el sector privado que representa 57% del PIB. Las estadísticas revelan que, en los tres primeros trimestres de 2015 (últimos datos disponibles), los dólares aprobados para compras en el exterior del sector privado, incluyendo los convenios Aladi y Sucre, son 73% menos que en el mismo período de 2009: 4 mil 203 millones de dólares versus 15 mil 759 millones.
La poda no se limita a las importaciones. La Memoria y cuenta del Ministerio de Finanzas indica que, en los primeros nueve meses de 2015, el Cencoex no aprobó un solo dólar para las líneas aéreas, las compañías de telecomunicaciones, servicios e inversiones extranjeras. Las divisas para cubrir seguros y reaseguros fueron mínimas, tan sólo 0,16 millones en el segundo trimestre y para estudiantes en el exterior se autorizaron 102 millones, la mitad de lo aprobado en 2009. Por el concepto de tarjetas de crédito, la modalidad para autorizar divisas para viajes al exterior, en los primeros tres trimestres de 2015 se autorizaron mil 981 millones de dólares, cifra que representa un descenso de 22% respecto al mismo lapso de 2009.
La contracción en la autorización de divisas de 2015 está relacionada con el declive de los precios del petróleo. El desequilibrio entre una demanda con poco vuelo y una oferta que no deja de crecer, depreció al barril y la cesta petrolera venezolana promedió el año pasado 44,65 dólares, la economía cayó 5,7% y la escasez se disparó. ¿Pero cómo influye la administración de la riqueza obtenida en los años previos?
Sin ahorros
La balanza de pagos del Banco Central de Venezuela registra que gracias a un fastuoso boom petrolero, que comienza en 2004 y finaliza en 2014, las arcas de la República recibieron la fortuna de 746 mil millones de dólares y de ese monto prácticamente no se ahorró nada.
El mismo Banco Central indica que el Fondo de Estabilización, la alcancía destinada a evitar catástrofes cuando el barril cae desde las alturas, sólo posee tres millones de dólares, una cantidad ínfima, irrisoria, que contrasta con lo atesorado por el resto de los países petroleros. Datos del Sovereign Wealth Found Institute indican que, al cierre de diciembre de 2015, el fondo de estabilización de Noruega contaba con 824 mil millones de dólares, el de Arabia Saudita con 668 mil millones, el de Qatar con 256 mil millones, el de Libia con 66 mil millones, el de Irán con 62 mil millones y el de Trinidad y Tobago con 5 mil millones.
A fin de diversificar la economía en 2005, el gobierno creó el Fondo de Desarrollo Nacional (Fonden) que desembolsó recursos a una larga lista de proyectos que hoy no están en condiciones de exportar. La memoria y cuenta de Finanzas precisa que el Fonden ha recibido 135 mil millones de dólares, de los cuales, 48 mil 924 millones corresponden a aportes realizados por el Banco Central de Venezuela y 85 mil 127 millones de las arcas de Pdvsa.
Después de los traspasos al Fonden, las reservas internacionales, el tanque de dólares que administra el Banco Central de Venezuela y permiten importar, pagar deuda, cubrir contingencias y ayudar a la estabilidad del tipo de cambio, están en niveles históricamente bajos.
Al mismo tiempo, como los inversionistas observan un altísimo riesgo, la nación tendría que pagar una tasa de interés sideral para obtener financiamiento, con lo que la escasez de dólares es muy profunda.
¿Qué hará el gobierno?
La administración de Nicolás Maduro prepara un nuevo recorte de importaciones que muy probablemente profundizará la recesión porque las empresas no contarán con la materia prima, la maquinaria y los repuestos que requieren para producir.
En declaraciones a The Associated Press, el pasado 11 de marzo, el vicepresidente de economía, Miguel Pérez Abad, explicó que en 2016 las importaciones no petroleras se ubicarán en torno a 15 mil millones de dólares. Para tener una idea clara de la magnitud del recorte basta con observar que este monto se traduce en una caída de 59% respecto a 2009 y el monto más bajo en doce años.
Además de un recorte significativo, el gobierno se dispone a redireccionar las importaciones, incrementando las compras a través del convenio de la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi) en el que participan Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela. También se contempla aumentar las importaciones a través del Sucre, un sistema en el que participan los miembros del ALBA.
Tanto el Convenio Aladi como el Sucre tienen la ventaja de que el importador cancela la mercancía en bolívares que entrega al Banco Central. Posteriormente, el BCV entrega dólares a los bancos centrales de los otros países para cubrir la diferencia entre las exportaciones hechas por los venezolanos y las importaciones.
El primero de febrero de 2016, el presidente de la República, Nicolás Maduro, afirmó que se dispone a alcanzar: “un objetivo que no hemos logrado, nosotros seguimos comprando no sé cuántas cosas en donde es más lejos y más caro, no voy a decir países; ustedes lo saben”.
Inmediatamente, Nicolás Maduro agregó:
“Cómo nos cuesta comprar productos de calidad aquí al lado, en Bolivia; o en Brasil, ¿verdad? Es como una mentalidad, no sé, dependiente mafiosa de comprarlo bien lejos y más caro. Hay que romper con eso, aprovechar esta emergencia y esta dieta obligada que tenemos de divisas, para entonces redireccionar y la materia prima que no se produce aquí y que necesitamos traerla de Bolivia, de Ecuador, de Cuba, de Nicaragua, de Brasil, de Uruguay. Buscando el relacionamiento con nuestro entorno estratégico, con la visión del ALBA y con la visión de Unasur, de Celac, es nuestro entorno”.
¿Qué esperar?
Analistas consideran que, sin financiamiento internacional, la recesión no cederá y la calidad de vida de los venezolanos seguirá en franco retroceso. El Foro de Economistas para la Reconstrucción Nacional, un grupo de 13 expertos entre los que se encuentran Humberto García Larralde, presidente de la Academia de Ciencias Económicas; Alejandro Gutiérrez, Leonardo Vera, Héctor Valecillos y Sary Levy, difundió un documento el 25 de febrero donde sostienen:
“Venezuela debe acudir a fuentes disponibles de crédito internacional para cerrar la brecha de su balanza comercial, refinanciar los pagos por deuda comercial y financiera con los acreedores externos de la República y de Pdvsa”.
Ecoanalítica proyecta que, a un precio promedio de 30 dólares el barril este año, Venezuela recibiría un ingreso de 22 mil 273 millones de dólares por exportaciones petroleras, mientras que los gastos por importaciones, servicios, pagos de deuda y salida de capital suman 49 mil 487 millones. El resultado es que, para balancear las cuentas, se requieren 27 mil 214 millones de dólares que aún no se sabe de dónde provendrán.
Un detalle clave es que esta proyección de Ecoanalítica incluye un recorte de 35% en las importaciones de bienes y servicios realizadas en 2015. Para mantener los mismos gastos del año pasado, el país necesitaría una transfusión de 35 mil 577 millones de dólares.
Para discutir la gravedad de una recesión suele ser útil ejemplificar con las formas de las letras: si la economía sufre una crisis en forma de V experimenta una recuperación rápida; si tiene forma de U hay un período más largo en la profundidad y si es en forma de L se trata del peor escenario: declive y estancamiento por un largo tiempo, sin ningún indicio de mejora.
Venezuela ya acumula ocho trimestres consecutivos en descenso.
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