ESTERTORES
PELIGROSOS
Freddy Nuñez
El régimen
ha puesto en marcha un conjunto de maniobras destinadas a ofrecer una imagen de
fortaleza, de poder y de control, que dista mucho de su verdadera situación. Es
una ofensiva cuyo ariete fundamental es la mentira y el cinismo, orientada al
imposible propósito de ocultar la realidad. Se han multiplicado las cadenas de
Maduro, fastidiosas, vacías, mediocres y donde impera la irracionalidad, la
irresponsabilidad y el odio. La fábrica de fantasmales enemigos internos y
externos continúa, y nuevamente desempolvan el melodrama del magnicidio. Por
Dios! ¡Quién va a querer matar a este hombre, que ya está hecho polvo por la
realidad? Todo demócrata en el mundo que tenga la osadía de ver lo que está
ocurriendo en el país y haga un comentario, es de inmediato cubierto de insultos,
y pasa a formar parte de una conspiración interestelar que se cierne sobre
Venezuela. Hay algunas figuras preferidas, Almagro por ejemplo, cuyo
pedigrí revolucionario, dista demasiado
de aventureros privilegiados del poder como Carreño o Cabello. Otro, es Rajoy.
A este, ha tenido Maduro el desparpajo de decirle que había destruido España.
El, que tiene al país pasando hambre y sumergido en una pavorosa crisis de
salud, por solo señalar dos tragedias del catálogo que ha creado. Ni hablar de
la invasión yankee, que será repelida a barrigonazo limpio. Al circo se agregan
movilizaciones, mítines, todos escasos
de gente y llenos de historias deplorables sobre la obligatoriedad de la
asistencia y el uso de recursos públicos para financiarlas. Una tenía como
propósito enfrentar la ley que otorga la propiedad a quien tenga un apartamento
de la misión vivienda, y cabe preguntarse, ¿habrá de verdad algún bolsa que no
quiera ser dueño del apartamento que habita? Otra, para enfrentar la ley de
amnistía, otra contra la AN, la derecha, el golpismo y afines, y pare de
contar. En fin, la idea es intentar mantener al país distraído, ocupado de cuanta bolsería se les ocurra a ellos,
en el vano intento de tratar de ocultar la tragedia que significa vivir cada
día en Venezuela. Este gobierno no trabaja, emplea el tiempo en inventar trapos
rojos, en luchar desesperadamente para mantenerse en el poder, cuentan para
ello con la obsecuencia del tsj, el cne y otros poderes, cuyos intereses
crematísticos parecieran mantenerlos obnubilados impidiéndoles ver la cruda
realidad, esa que grita que esta farsa monumental llamada socialismo del siglo
XXI, se acabó. Cada decisión que toman para beneficiar al régimen, los
enfrenta más al 80% de los venezolanos que apoyamos las
decisiones de la Asamblea Nacional, y que estamos decididos a cambiar el
gobierno por métodos democráticos y electorales. El último monigote que
sacaron, la tal “comisión de la verdad”,
no es más que una nueva patraña, otra triquiñuela sacada de su inagotable
arsenal de indignidades. Sobre ella, me parece lapidaria la definición que dio
Monseñor Ovidio Pérez Morales, pues lo resume todo: “La iglesia en Venezuela no
rehúye una comisión de la verdad, que sea de verdad de la verdad, y no de la
verdad del régimen”. Punto redondo. El gobierno no está en capacidad de
solucionar ni un solo problema, y para aferrarse al poder estimula la violencia,
viola la constitución y quiere convertir a la fuerza armada en unos tontón
macute cómplices. Quiere impedir el referendo revocatorio, le aterra una consulta
al pueblo. Por eso lanza a la calle a sus camisas rojas, llenos de odio, como
hacían los nazis y los fascistas con sus camisas pardas y negras. Tiene
demasiado fresco el repudio del país expresado en la obtención de los 2/3 de la
AN, por parte de los partidarios de la democracia. Pero ese repudio no para de
crecer. Presenciamos los últimos y peligrosos estertores de un régimen
fracasado. La MUD, los partidos que la integran y la sociedad venezolana toda, que
merece un país mejor, debe expresarse con fuerza, en la calle, para impedir que
cenáculos de bandoleros instalados en instituciones que son del estado, impidan
su voluntad de darse un nuevo gobierno que se ocupe de solucionar con
eficiencia y rapidez, los problemas fundamentales que padecemos todos.
Dentro del
gobierno y en organizaciones cercanas a él, hay gente sensata que no está de
acuerdo en desconocer la voluntad popular, tampoco en estimular la violencia
para generar un conflicto donde el gran perdedor sería el país. En este sentido
la Fuerza Armada tiene la responsabilidad de acatar cabalmente, el mandato expreso que le da la Constitución
nacional. Nada más se le exige, nada menos se espera de ella.
Freddy
Núñez
No hay comentarios:
Publicar un comentario