Cómo superar el inviable proyecto de socialismo rentista
Marta de la Vega
Antes de reseñar algunas propuestas expuestas con acierto por Sary Levy, José Guerra y César Quintini, que contribuyen a superar la pesadilla del chavismo y su proyecto revolucionario, es preciso decir que en Venezuela no hay socialismo democrático, ni siquiera socialismo.
Es un régimen militarista, demagogo, clientelar y populista, inherentemente transgresor, corrupto y mafioso, que usa como instrumentos chantaje y coacción, que ha incrementado hasta lo grotesco dirigismo de Estado, sectarismo y odio como motores de cambio social, que pretende a cualquier precio aferrarse al poder.
El Gobierno se confunde con el Estado y lo pone a su servicio. Impone control estatal como mecanismo de castigo político a empresas, con una planificación centralizada e imperativa de la economía, que ha estimulado al máximo desindustrialización e importaciones. Busca someter por el miedo y no esconde su vocación totalitaria, con prácticas copiadas del fascismo y una sed de dominación de cuño estalinista “criollo”, por sus sanguinarios mentores, los Castro, sátrapas de la martirizada isla de Cuba.
Una nueva Venezuela requiere ética y valores sociales como honestidad, libertad, justicia, transparencia, honradez, verdad, sentido de superación y confianza mutua, basada en el respeto a las diferencias, sin discriminación ni rencor social y sin la complicidad delincuencial y la corrupción generalizada como dinámica social de participación.
Los ponentes coincidieron en urgencia de recuperar moral pública, Estado de Derecho, estructura republicana, cambiar mentalidad, modelo económico, respetar derecho a la propiedad, incentivar diversificación manufacturera y garantizar seguridad personal. Levy enfatizó en reformas legales y restablecimiento de equilibrios macroeconómicos para corregir las distorsiones, estímulo a la competencia y producción nacional.
Para Guerra no es problema de administración ni cambio de gobierno sino de sistema. Uso de la inflación como mecanismo de financiamiento y desmantelamiento de aparato industrial quebraron la economía al punto hoy de brecha gigante entre importaciones y exportaciones no petroleras; disminuir la inflación y mejorar ingreso de la población; cerrar brecha fiscal de 15% del PIB en 2015; eliminar gradualmente financiamiento monetario del déficit fiscal; rescatar papel del bolívar como medio de cambio y reserva de valor; entrada de nuevas empresas al mercado; divisas para adquirir materias primas e insumos para sectores productivos y de servicio; cesar el virtual monopolio de las importaciones por parte del Estado y reasignar esos recursos a la compra de bienes nacionales; incrementar oferta interna en especial alimentos y medicinas; aumentar generación de electricidad y provisión de agua y ajuste gradual en precios rezagados.
Quintini propone cambiar manera de pensar y desarrollar otras actividades: gas es menos contaminante que carbón y petróleo; producción de gas y refinados con base en política de industrialización de hidrocarburos. Ha habido política petrolera pero no energética de hidrocarburos, integral, que no tenemos aún. Desde 2010 no se publica información anual sobre sistema eléctrico interconectado. 1000 MW de plantas eléctricas instaladas por recomendación de Fidel Castro no están disponibles; diseñar otra política petrolera; Pdvsa como empresa estatal, producción petrolera a ritmo anual no menor de 100.000 barriles por 10 años y nuevos espacios a la inversión nacional y extranjera en el negocio petrolero para financiar ese aumento de producción.
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