Los actos conmemorativos del pasado 5 de Julio dibujan de una manera clara la forma como Venezuela está hoy dividida. Vivimos tiempos de ruptura total.
Por primera vez en nuestra historia republicana, los diferentes Poderes que componen el Estado asisten de manera separada a los actos del Día de la Independencia.
Maduro en cabeza del Poder Ejecutivo, organizó su desfile militar sin invitar al Poder Legislativo, como siempre fue costumbre obligada. Se hizo acompañar por los muy venidos a menos Poderes Judicial, Electoral y Moral... (¿moral..?... ¡qué nombre... qué paradoja!)
En esta comparsa, el Alto Mando Militar que sostiene a Maduro organizó un simpático evento en el que hasta las bolsas de los CLAPs hicieron su festiva aparición.
Se evidenció que lo que le queda a Maduro además del poder formal, son unas instituciones totalmente devaluadas y rechazadas por el pueblo, y una Fuerza Armada cuyo prestigio tradicional ha caído en barrena en los últimos años, en opinión de los venezolanos.
Por su parte, el Poder Legislativo organizó su respectivo acto en la sede de la Asamblea Nacional, acto al que no asistieron los demás Poderes simplemente porque no les vino en gana.
La asistencia, en este caso, estuvo compuesta por los Diputados de la Unidad Democrática, votados masivamente por el pueblo venezolano el pasado 6 de Diciembre.
Estuvieron acompañados por unos pocos parlamentarios oficialistas que supuestamente no se habían enterado de la orden emitida por la dirigencia rojo-rojita en cuanto a no asistir. Así estarán de desorganizados... ¿o de molestos?
La ruptura tiende a intensificarse próximamente.
En breve debería aprobarse por parte de la Asamblea Nacional la remoción de los magistrados del TSJ que fueron designados en Diciembre mediante procedimientos y plazos totalmente irregulares.
Así mismo, debería producirse la reincorporación de los tres Diputados del Estado Amazonas que fueron suspendidos temporalmente y que dejaron injustamente a esta entidad sin representación parlamentaria.
El régimen no se queda atrás. Parece tener lista una sentencia "disolviendo" la Asamblea Nacional. ¿Basada en qué artículo de la Constitución venezolana? Misterio. ¿Tendrán las gónadas para firmarla y ponerla en ejecución? Otro misterio.
Las probabilidades indican que se aproxima un violento choque de trenes entre los Poderes públicos venezolanos.
El chavismo-madurismo no las tiene todas consigo. Han perdido brutalmente el favor nacional. Son rechazados in extremis. Su base real de apoyo se limita a un mínimo porcentaje de corruptos enchufados, de ilusionados y comunistas tipo "uña en el rabo", y de ignorantes y pendejos.
Cuentan con armas y algunos colectivos, pero ya es difícil saber quiénes, a la hora de la verdad, estarán con ellos en modo "patria, socialismo o muerte". Hasta algunos de sus aliados cercanos, como el partido Redes, andan cuestionándolos hasta el punto del deslinde.
El mundo internacional se les volteó. Perdieron en la OEA, algo impensable hace 12 meses. Su estrategia de chantaje petrolero ha perdido fuerza. Les quedan algunos tímidos apoyos de países poco representativos. El mundo abrió los ojos a la verdad de lo que pasa en Venezuela... ¡al fin!
Con todo y eso, este impresentable personaje que día tras día insulta a los dirigentes de la MUD, le exige a la oposición venezolana que "se siente a dialogar sin condiciones". Habráse visto. Hay que estar bien despegado de la realidad.
A Maduro y su pequeña claque, el círculo se le va cerrando. Cada día más. Y cada vez más rápido.
En la vida diaria, se vive una ruptura total del gobierno chavista con lo que padecemos los venezolanos. La desconexión es abismal.
La persona que funge como canciller asegura cómodamente en Washington que en Venezuela no hay crisis humanitaria y que aquí hay comida suficiente para alimentar tres países. Uno no sabe dónde dejó esta señora la vergüenza. Es evidente que ella no pasa por el sufrimiento de la población para conseguir alimentos y medicinas.
A esta funcionaria se le olvidó que el perverso régimen al que ella pertenece se voló en 17 años más de Un Billón Quinientos Mil Millones de Dólares ($ 1.500.000.000.000) entre ingresos y deuda adquirida. ¿Para qué? Para al final dejar a Venezuela en la podredumbre en que se encuentra hoy.
La pregunta es: ¿cómo se recompone esto?
Quizá los cálculos de la irresponsable cúpula gubernamental se dirigen a que "esto" termine violentamente. Con una acción militar o con una revuelta popular que deje un saldo inmenso de muertes. Apostando a que, en ese barajo, ganarán.
La democracia es diálogo. Y el diálogo debería ser la vía para acabar con la ruptura y comenzar a unir los miles de pedazos desperdigados. Pero en las condiciones que intenta imponer el régimen autoritario y totalitario de Maduro, el diálogo no es posible.
Entonces... ¿cómo se destranca este juego?
Quizá una cada vez más intensa presión internacional, en combinación con sorpresivas actuaciones de factores nacionales, den a futuro respuesta a esta pregunta. Veremos.
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