sábado, 17 de septiembre de 2016

EL DIÁLOGO Y LA UNIDAD

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                            OMAR BARBOZA G.

Aun cuando no he participado en los intentos exploratorios de la Mesa de Unidad Democrática para evaluar si existe la posibilidad de viabilizar el cambio político a través del diálogo, tengo la seguridad porque conozco el patriotismo con el cual están dedicados a la causa de la libertad, tanto los Miembros de la Mesa como las personas encargadas de realizar esa gestión, que no ha existido en ningún momento la disposición de ceder en el derecho que tenemos los venezolanos a que el Referendo Revocatorio Presidencial se realice este año, ni para dejar de exigir la libertad de los presos políticos o el derecho del pueblo a progresar en libertad.  
Sin embargo en esta oportunidad, ese intento ha generado diversas preocupaciones en muchas personas angustiadas por  la necesidad de que el proceso de cambio no se detenga, las cuales debemos analizar con el ánimo de mejorar cada día más la actuación de la Unidad Democrática.  
En mi opinión, actuando de buena fe se han cometido errores de forma y de fondo al concebir esta posibilidad de diálogo que, de compartir éste análisis, debemos corregirlos inmediatamente para que el gran impulso que ha tomado el cambio político en el pensamiento y en el corazón de la gran mayoría de nuestros compatriotas se conserve y crezca hasta lograr el triunfo.
En cuanto a la forma, el primer error está en confundir a los representantes del gobierno para estas conversaciones previas con caballeros de convicciones democráticas que no eran capaces de manipular la verdad de los hechos para hacerle daño a la Unidad. Fue por no creer en eso, que en abril de 2014 la Mesa de Unidad exigió que la primera reunión para intentar el diálogo fuera en cadena nacional de Radio y TV para que nadie pudiera manipular lo allí tratado con la intención de desvirtuar las firmes exigencias de cambios que en esa oportunidad hicimos. Y como experiencia para el futuro, es mejor explicar antes que aclarar después, sabiendo que la sensibilidad de estos temas y la falta de confianza en los interlocutores, hace muy posible que esas exploraciones se filtren deformadas creando desconfianza y angustia entre tantos venezolanos que confían en nosotros, y no están preparados para entender las razones para acuerdos previos de privacidad que se hayan hecho. En estas cosas, la percepción suele ser más fuerte que la realidad.
En cuanto al tema de fondo, como demócratas no debemos renunciar al diálogo para lograr nuestros objetivos por la vía pacífica, pero con este gobierno no se debe dialogar sin la presencia de testigos calificados con capacidad para presionar por el cumplimiento de las reglas democráticas, en el 2014 tanto en la reunión previa como en la cadena nacional actuaron como facilitadores y testigos el Señor Nuncio Apostólico y cuatro Cancilleres de países latinoamericanos.
El error de fondo que debemos revisar, es pensar en la posibilidad de que a través de un diálogo directo cuyas concesiones dependan de la buena voluntad del gobierno, vamos a lograr el cambio político; es decir, creer que existe la posibilidad de que el gobierno va a convenir con nosotros en un mecanismo para que saquemos del poder a Maduro y su macolla.  Porque partiendo del principio de que nosotros no vamos a ceder en la realización del Referendo Revocatorio en condiciones que le permita a todo el pueblo venezolano expresarse libremente, nunca ha debido considerarse que al incorporar ese tema en esos términos en la agenda del diálogo con el gobierno, íbamos a lograr ese objetivo. Pensar eso, es contradecir toda la caracterización que hemos compartido sobre el actual gobierno.
Creo que estamos de acuerdo en que Maduro y su entorno cercano ya han dado suficientes muestras de que conciben el poder como un fin en sí mismo y para beneficio de ese grupo, y no como un instrumento al servicio del pueblo venezolano, que no tienen una conducta democrática dispuesta a respetar la soberanía popular que se expresó el pasado 6 de diciembre; y que además, en vez de oír la voz del pueblo que se expresó el pasado 1° de septiembre, han intentado descalificar esa histórica manifestación tanto en la contundencia de su asistencia multitudinaria como en cuanto a su supuesta intención golpista. Esa misma conducta del gobierno de Maduro se ha expresado claramente en la utilización vulgar de la Sala Constitucional con la intención de terminar de raspar la olla sin control alguno por parte de la Asamblea Nacional.
En conclusión opino, que los derechos irrenunciables por los cuales estamos luchando, solo los podemos conquistar en la calle acompañando al pueblo en todo lo que sea necesario y posible desde el punto de vista democrático, hasta conquistar el triunfo de la soberanía popular que cada día está más cerca.

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