LOS SÍ ALINEADOS CON EL ATRASO Y LAS DICTADURAS
Trino Marquez
La XVII Cumbre del Movimiento de
Países No Alineados (MPNA) en Margarita fue convertida por el régimen de
Nicolás Maduro en un escenario en el cual trata de recomponer su deteriorada
imagen internacional, tan disminuida que ni siquiera pudo asumir la
Presidencia, cargo absolutamente formal e intrascendente, de Mercosur,
organización con escaso peso dentro de los organismos multilaterales en escala
planetaria.
El
MPNA representa un residuo de la Guerra Fría. Fue fundado en la I Conferencia
Cumbre de Belgrado en 1961, inspirada por Nehru, Nasser y Sukarno, jefes de gobierno
de India, Egipto e Indonesia, respetivamente. Su objetivo consistía en mantener
a ese grupo de naciones equidistantes del conflicto entre la Unión Soviética y
Estados Unidos. Finalizada la Guerra Fría, en 1991, la agrupación perdió vigencia,
si es que alguna vez la tuvo. Fue sustituida en los hechos por el Grupo de los
77, instancia formal que existe en el marco de las Naciones Unidas, en la cual
se discuten los problemas comunes a las naciones de menor desarrollo o pobres y
se adoptan políticas comunes, a pesar de las enormes diferencias entre muchos
de sus integrantes. El MPNA sirvió para que Fidel Castro, Muhamar Gadafi y
Saddam Hussein, entre muchos otros dictadores megalómanos, levantaran sus
leyendas de héroes antiimperialistas y se eternizaran en el poder. Cuba, entres
1979 y 1983, etapa en la que su supervivencia económica dependía casi
exclusivamente del subsidio proporcionado por la URSS, y el Kremlin imponía su
yugo sobre la isla, llegó a presidirla. De esas dimensiones han sido desde sus inicios las paradojas arrastradas
por el grupo. ¡Cuba, No Alineada! ¡Hay que tener cachaza!
En
la actualidad, el MPNA está conformado por 120 naciones que van desde
sociedades emergentes como Chile y Panamá, con economías prósperas y democracias
estables, hasta países que constituyen verdaderas vergüenzas mundiales por su pobreza,
corrupción y desprecio a la democracia y los derechos humanos. En este pelotón
corren Corea del Norte y Eritrea, para solo citar dos miserables países
aplastados por el totalitarismo. En invitar gobernantes de esa calaña gasta el
dinero de los venezolanos el indolente gobierno de Maduro. Cálculos
conservadores sitúan entre 150 y 200 millones de dólares el gasto en que
incurrirá el Gobierno para financiar una Cumbre de la que solo obtendrá algunos
titulares marginales en la prensa mundial. El antiimperialismo, en realidad, antinorteamericanismo,
ya no es atractivo ni para los marxistas, quienes podrán detestar a los Estados
Unidos, pero nunca dejarán de admirarlos, como le gustaba decir a Rubén Darío.
Las
incongruencias del pasado se han mantenido y acrecentado. Temas ligados a los
derechos humanos, la libertad de prensa, de religión o de pensamiento, la corrupción,
la paz mundial o el control de estupefacciones, nunca serán ser tratados con
sinceridad. En numerosos miembros del MPNA
los derechos civiles, vigentes en las naciones occidentales desde el siglo
XVIII, fueron suprimidos. En ese foro, los países más decentes se hacen los
desentendidos con el tráfico de drogas y la corrupción, negocios del que los
gobiernos más descompuestos obtienen jugosas ganancias. Irán, quien actualmente
ejerce la presidencia, es un Estado teocrático con una policía especial
encargada de reprimir y torturar a los ciudadanos que ejercen el libre albedrío
aunque sea de forma tímida. El orate que
gobierna Corea del Norte mantiene en suspenso al mundo entero por sus continuas
pruebas nucleares. La democracia de Corea del Sur vive bajo el permanente
acecho de ese psicópata, quien fue capaz de lanzar a su propio tío y tutor a
una manada de perros salvajes para que lo descuartizaran.
El MPNA no
llega ni siquiera a la categoría de foro nostálgico de una época gloriosa de la
humanidad. En realidad es un combo abigarrado y deforme en el que los autoritarismos
ruinosos y corruptos, viejos y nuevos, conviven con economías boyantes y democracias
estables, pero complacientes.
Con la Cumbre
de Margarita, Maduro busca darse un baño de legitimidad, tan escasa en
Venezuela. La isla fue militarizada y convertida en el
teatro de un evento inútil y costoso, que alinea a Venezuela con el atraso y la
dictadura, azotes que Maduro aplica en Venezuela, especialmente en Nueva
Esparta, castigado sin piedad por la impudicia del régimen.
@trinomarquezc
No hay comentarios:
Publicar un comentario