Pedro Luis Echeverria
Al momento de escribir esta nota, faltan todavía varias
definiciones del CNE que faciliten el cumplimiento de nuestro derecho
constitucional de revocar el mandato de aquel
que ha demostrado hasta la saciedad que no sirve para ejercerlo.
Demandarle a esa institución y al gobierno que la controla y que la tiene a su
servicio, el estricto cumplimiento de sus responsabilidades y obligaciones con
nuestro derecho ciudadano, es hacia donde debemos focalizar, en lo inmediato,
nuestros esfuerzos y capacidad de lucha. En tal sentido, la oposición saldrá nuevamente
a las calles el próximo 12 del corriente en una Jornada Nacional de
Movilización por la Restitución de la Democracia y la Constitución, mediante la celebración de
1356 Asambleas de Ciudadanos. En el talante de la mayoría de los ciudadanos, ha
tomado cuerpo la noción y la convicción que el cambio en la conducción del país
debe ser concretado con decididas y contundentes acciones orientadas a lograr
que el referendo revocatorio tenga lugar este mismo año y con la misma actitud
unitaria, organización, valentía y determinación con la que participó en la
caminata y la concentración del pasado 1-9, le exigirá al gobierno y al CNE su
inmediata instrumentación. La oposición tiene a su favor que la legitimidad de
sus exigencias está fundamentada en lo
establecido por la Constitución y en un enorme consenso social que le atribuye al RR la gran virtud de ser
un instrumento idóneo para enfrentar, de forma pacífica, las consecuencias y presuntas soluciones a la crisis integral
en la que este régimen ha sumido al país.
La hecatombe económico-social que ha causado este régimen
durante el tiempo que lleva en el poder, ha sido la secuela del dogmatismo
ideológico, errores conceptuales y de una inexcusable ineficiencia operativa de
la "nomenklatura" del gobierno. Sus resultados: inflación, pérdida de una importante porción
de la capacidad productiva nacional, escasez estructural, desinversión,
desempleo, despilfarro de los recursos , corrupción y un creciente aislamiento
internacional. A eso hay que ponerle
fin, grita la mayoría nacional.
El malestar generalizado que esta situación ha causado en la
población, se manifiesta diariamente a través de las múltiples protestas
sociales que realizan, a lo largo y ancho del país, las personas afectadas por la acción errática, o por la indolente inacción, del gobierno. La
conflictividad social intermitente, en ocasiones aislada, esconde, sin embargo,
que no se trata de una lucha reivindicadora individual sino la sumatoria de los
problemas de todo un colectivo que no
encuentra en las políticas gubernamentales respuesta adecuada para la
satisfacción de sus necesidades. Las tensiones sociales y políticas se están
peligrosamente acumulando lo que presagia el desencadenamiento de una situación
cuyos componentes y desenvolvimiento no son susceptibles de ser previstas., por
tanto, hay que contribuir con nuestra presencia y participación proactiva y
pacífica con las acciones políticas que ha planificado la Mud para ser realizadas los días venideros.
No obstante, deseos no “empreñan” como dice la conseja popular, nuestra actitud
de acompañamiento a la estrategia unitaria será
fundamental para el éxito de la misma. Estos días son nuestra verdadera
y real cita con la historia, es jugarnos el todo por el todo, es la concreción
de nuestro compromiso con nosotros mismos y con el país, es darle sentido de
realidad a la oportunidad que se nos abre, es el momento de cumplir las
promesas que nos hemos hecho de no dejar perder la República; es el momento de
salvarla y darle un destino mejor. Es nuestra apuesta por el futuro y no
podemos perderla. La conjunción de la política con la protesta social es una
fuente de sinergia para darle “músculo político" a la acción opositora y
fortalecer así los planteamientos, las exigencias y las posibilidades para ganar la lucha por una Venezuela más justa,
racional e inclusiva.
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