Sobre la segunda ronda del diálogo
Ismael Pérez Vigil
En Miraflores y en el PSUV se frotan las manos. Uno de los objetivos que persiguen: dividir a las fuerzas que se les oponen y mermar su capacidad de movilización, lo están logrando. Mientras tanto, transcurrida una semana, de este lado de la acera, la tempestad no amaina y las aguas no regresan a su cauce; pero a pesar de todo es conveniente ventilar en calma algunas cosas de lo ocurrido en la segunda ronda de diálogo entre el gobierno y la oposición.
Estoy consciente de que para muchos esto es solo blanco y negro y no tiene zonas grises, como las tiene para mí. Por supuesto mi perspectiva es la de apoyar la posición de los negociadores de la MUD, que equivale a cuidar un elemento básico que estamos poniendo en juego con la diatriba despiadada: la unidad de la oposición.
Lo que no teníamos y no tenemos.
Encabezo esta parte de mi análisis con una frase, que comparto, entresacada de una entrevista en Prodavinci al Padre Luis Ugalde: “No hay que entregar nada que esté en la Constitución”, totalmente de acuerdo, pero es que ahora mismo no tenemos Constitución, no está vigente. Hay que rescatarla. De eso se trata –en mi opinión– todo este proceso de diálogo; y más aun, o más allá, de eso se trata toda la lucha que ha llevado la oposición en estos 17 años contra este régimen de oprobio: rescatar, restituir el sistema democrático. Si eso lo vemos así, es diferente la lectura que podemos tener de los resultados de la segunda ronda de la mesa de diálogo, finalizada el 12 de noviembre.
Desde que Mons. Celli, el mediador de El Vaticano comenzó a leer su discurso, al finalizar esa segunda ronda del diálogo, ya muchos estaban seguros de que los negociadores de oposición habían salido con las tablas en la cabeza, además de haber “traicionado” y “entregado” al país. Las redes sociales vinieron a confirmar esta impresión y los comentarios, artículos, noticas y entrevistas en TV y radio en días posteriores no hicieron más que reafirmar esto.
Conviene entonces, poner algunas cosas en su sitio: El viernes a las 5 pm, justo antes de la reunión, no teníamos –y aun no tenemos– Constitución vigente; es decir, no teníamos RR, no teníamos diputados de Amazonas, no teníamos posibilidad de elegir un CNE y teníamos en “desacato” (con el perdón de la palabra), por decisión del TSJ violatoria de la Constitución, a la AN que además le llegaron a cortaron la luz, el presupuesto y hasta llegaron a dejar sin sueldo y viáticos a sus diputados; y esas son solo algunas, entre muchas, de las cosas que no tenemos, que nos han quitado.
Vale la pena recordar algunos hechos. El RR2016 ya nos lo habían quitado, el 20 de octubre, cuando de manera ilegal el CNE se hizo eco del fallo de unos tribunales penales regionales. Los diputados de Amazonas nos los habían quitado antes de juramentarse la actual AN; tampoco teníamos posibilidad de elegir un CNE como dicen la Constitución y la Ley, pues las últimas veces lo ha nombrado el TSJ y si lo hacemos con una Asamblea que ellos consideran en “desacato”, seguramente invalidarán también esa decisión.
Que tenemos ahora.
Creo, seguramente de manera inocente pensarán algunos, que ahora tras los acuerdos alcanzados –si es que tenemos la fuerza para hacerlos cumplir, cosa que empiezo a dudar– nos colocan en una vía en donde puede haber una salida: elección de un CNE como dice la Constitución y respeto a la autonomía de los poderes, que implica superación del inconstitucional “desacato” de la AN dictado por el TSJ. En este orden de ideas, el de superar la excusa del TSJ para mantener la AN suspendida, tenemos también el acuerdo de elegir diputados en Amazonas, estado del país que tiene casi un año sin representación política reconocida.
Todo eso, simplemente, no lo teníamos el 11 de noviembre. Claro que el resultado de la ronda de negociación no es lo que yo hubiera querido, hubiera preferido tener una fecha para la recolección del 20% de las firmas para realizar el RR a Nicolás Maduro y una fecha para hacerlo, pero sin esto, tampoco tengo dudas de que lo que hoy tenemos es más de lo que teníamos el 11 de noviembre.
Pues sí, agarrando aunque sea fallo, porque ¿A cambio de qué tenemos todo eso?, pues a cambio de nada; no teníamos nada con que negociar, salvo la amenaza de una posible marcha multitudinaria –que no sé quién la podría convocar ahora– y un juicio político a Nicolás Maduro que no está en ninguna parte de la Constitución, excepto en una libérrima –pero válida– interpretación de sus artículos 222 y 232. No obstante, no perdamos de vista que esos dos elementos –amenaza de marcha y juicio– ayudaron a llevar al Gobierno a la mesa de diálogo.
Lo lamentable es que algunas personas de la oposición, amparados en el derecho a crítica –que nosotros sí aceptamos– y a través de las redes sociales con calificativos y comentarios fuera de tono, desmedidamente virulentos, que poco tienen que ver con una “crítica constructiva”, están contribuyendo más que el gobierno a desmoralizarnos, sin proponer nada nuevo y poniendo en peligro el ánimo y fortaleza de la unidad, indispensable para salir de una dictadura como la que tenemos y a la que nadie puede enfrentar en forma aislada. Da la impresión de que todo estaba preparado para descalificar, fusilar, a los negociadores, sin importar lo que se acordara o dijera. O que en realidad se esté “pasando factura” de forma irresponsablemente temeraria a la MUD y sus dirigentes quien sabe por qué deuda pendiente o aspiración personal de poder.
Sobre algunos argumentos.
Ciertamente hay, en el comunicado de la MUD, algunas expresiones poco felices, como por ejemplo –y no es la única– la de “personas detenidas” para referirse a los presos políticos y así lo reconoció el propio Carlos Ocariz; pero más importante, creo yo, es que se logre la libertad de algunos, muchos, sino de todos los presos políticos. Si al final se logra, no creo que a ellos les importe mucho la forma en que los calificaba el carcelero, torturador y déspota.
¿Es criticable que, tras 17 años, estemos adoptando el lenguaje o “neo lenguaje” del régimen para referirnos a muchos aspectos de la cotidianidad económica, política y social?, probablemente sí, el bombardeo del "neo lenguaje" ha sido diario, inclemente y continuo y pero de ese vicio no están exentos algunos de los que critican este aspecto en la declaración de los negociadores de la MUD. Que cada quien se examine, el lenguaje y conceptos que utiliza, y el que esté libre de culpas…
Pero algunos de los argumentos, contra la MUD y los negociadores, son curiosos, por decirlo de alguna manera. Como ese de que la oposición ha aceptado la “guerra económica”. Leo y releo el comunicado que leyó Mons. Celli y los demás documentos de los acuerdos y no veo la expresión “guerra económica” en ninguna parte. Por supuesto quienes tienen la habilidad de leer lo que está oculto o entre líneas podrán leer cualquier cosa, yo no tengo esa habilidad ni quiero leer entre líneas. Yo ni soy boicoteador, ni soy saboteador ni agredo nada, no me siento aludido en esos calificativos, por lo tanto no tendría ningún problema en suscribir esas palabras.
Pero cuando hablo de división de las fuerzas que se oponen al Gobierno, me refiero también a los empresarios, pues algunos se hacen eco de esas palabras y pareciera que se sienten aludidos como que se refieren a ellos; mientras que otros opinan, correctamente, que esos términos se refieren, con razón, a las políticas gubernamentales, pues en verdad esas son las que boicotean, sabotean y agreden la economía. ¿Por qué no adoptar esta segunda interpretación en vez de la primera?
Otro de los logros de las reuniones del pasado fin de semana, del cual no se ha hablado mucho, es que las organizaciones de la sociedad civil también tendrán la posibilidad de participar formalmente del proceso de diálogo. ¿Lo van a aceptar o la “indignación” les impedirá a algunos sentarse a la mesa de diálogo?
Que esperar y que no.
Lo que no era de esperarse era que en una segunda reunión de dialogo íbamos a resolver los problemas que tenemos desde hace 18 años. Mucho menos pensar que el régimen –que tiene el poder institucional, el poder económico del estado y el poder de las armas– por el solo hecho de que el RR es un “derecho constitucional”, nos iba a entregar la posibilidad de hacer unas elecciones y retirarse del país, abandonando todo el poder que hoy tienen, con el riesgo para algunos de ellos de ir a parar a la cárcel o al exilio.
¿Qué esperaban algunos? ¿En qué quedamos? ¿Estamos enfrentando una dictadura marxista o a un gobierno democrático que respeta la Constitución? Vamos a ubicarnos, no tenemos una democracia, no tenemos RR, no tenemos derecho al voto, no tenemos derecho a manifestar libremente, no tenemos AN con plenos poderes, no tenemos división de Poderes Públicos ni un TSJ legal y constitucional, no tenemos derecho a ser juzgados en libertad o al debido proceso, no tenemos plena libertad de expresión; en realidad, no tenemos ningún derecho constitucional que el Gobierno no nos quiera “conceder”, hay que luchar por todos ellos, por restablecer el orden constitucional y la democracia.
Hoy al menos tenemos acuerdos, por los que habrá que luchar para que se logren de manera efectiva. Tenemos un acuerdo para escoger un CNE, que puede abrir un camino para rescatar el derecho al voto que hoy no tenemos; tenemos un acuerdo para elegir diputados en Amazonas que desde hace casi un año están sin representación y tenemos un acuerdo para respetar la autonomía de la AN y superar la figura del “desacato” que la tiene paralizada y anulada. Sí tener esos acuerdos no es estar mejor que antes, no sé que es estar mejor.
@Ismael_Perez
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