EL PAIS EDITORIAL
Cada día que pasa, el Gobierno de Venezuela da un paso más hacia el abismo. No se trata ya solo del fanatismo ideológico de Nicolás Maduro y sus adláteres, que ha logrado dividir y enfrentar a los venezolanos entre sí, destruir su aparato productivo y mandar a la cárcel a los principales opositores mediante juicios fraudulentos basados en pruebas amañadas. Se trata, además, de la incompetencia manifiesta del Gobierno a la hora de gestionar siquiera aquellos aspectos de la realidad que todavía permanecen, al menos teóricamente, bajo su control.
Como ha mostrado el caos generado por la decisión de sustituir los billetes de 100 bolívares por otros de 500, la capacidad del régimen de Maduro de infligir sufrimiento a los venezolanos no parece tener fin, mientras vuelve a responsabilizar a otros de un caos que solo él y su incompetencia han generado.
Venezuela es hoy un completo desastre económico, político y de seguridad donde la criminalidad, la corrupción, el contrabando y los saqueos están a la orden del día. Los venezolanos no se merecen un Gobierno como el de Maduro, que además de cercenar sus libertades políticas y civiles, ha destruido su economía y provocado un doble desabastecimiento, alimentario y sanitario, que dibuja una inmensa paradoja: la de un país rico en recursos petrolíferos sumido en una gravísima crisis social y política.
Lester Toledo, uno de los fundadores de Voluntad Popular, afirma hoy en EL PAÍS que “la comunidad internacional no puede seguir creyendo que Venezuela es un país normal”. Urge por ello que el Gobierno reconozca que la capacidad de sufrimiento de la población se ha agotado y que, con la ayuda de los mediadores internacionales, el Vaticano incluido, dé un paso al lado y abra un proceso de transición que devuelva ya a los venezolanos los alimentos, las medicinas, la seguridad y la libertad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario