viernes, 27 de enero de 2017


Las carencias y riesgos de  la oposición democrática.

Gonzalo González

La respuesta del régimen a la pavorosa crisis socio económica  y al mayoritario deseo de cambio político  es huir hacia adelante, rompiendo el hilo constitucional (ya bastante deshilachado) y persistir en el mismo modelo económico sobradamente fracasado. En el altar del continuismo y en su obsesión totalitaria por el control sacrifican sus residuos de legitimidad democrática.

La ruptura final del hilo constitucional mediante la suspensión ilegal del RR  y la posposición sine die del calendario electoral previsto en la Constitución suponen un cambio de calidad de enormes y nefastas consecuencias: el paso del autoritarismo y el déficit democrático a la Dictadura (de nuevo tipo, pero dictadura al fin)  con todas las consecuencias del caso, más represión y militarismo.

El Gobierno se siente con  fuerza suficiente para detener el cambio y surfear la crisis por su control absoluto del aparato del Estado, de la Caja y del apoyo – al parecer irrestricto-  del Alto Mando militar. Y porque en la acera de enfrente reina la discordia, la confusión, el desánimo y la improvisación.

Por lo expresado anteriormente, considero que el régimen no tiene incentivos para permitir la convocatoria de proceso electoral alguno y no los tiene porque sabe que morderá el polvo de la derrota, a menos que la oposición concurra dividida.   Tampoco los tiene para que en una eventual reposición del diálogo con la oposición  negociar  sobre asuntos realmente sustantivos. Es clara la intención del oficialismo de utilizar el diálogo para ganar tiempo y lavarse la cara haciendo concesiones mínimas.  

Éste es el nuevo cuadro político en el cual tienen que actuar las fuerzas de cambio. Uno más complicado y peligroso en términos del ejercicio de los derechos políticos, civiles y humanos previstos en la Constitución.  El régimen viene  dando señales de que el continuismo va a todo evento.

La oposición democrática y la MUD – instrumento que debe ser preservado a toda costa haciendo los cambios necesarios, no olvidemos que es el único grupo político opositor con personería jurídica y una marca exitosa y conocida - tiene carencias demasiado importantes y claves, que de no solventarse pueden poner en cuestión su condición de alternativa de poder y frustrar el cambio democrático.

El liderazgo democrático y los partidos deben entender que la unidad debe experimentar un salto de calidad, dejar de ser asumida como una táctica electoral (luego cada quien por su lado) y convertirse en un asunto estratégico con una política, un discurso,  una praxis común y compartida. También  privilegiar la Unidad por encima de intereses parciales o personales.

Se impone superar el falso dilema entre  calle y  diálogo con el oficialismo. Se equivocan por igual los  callistas a ultranza y los dialoguistas a todo evento. Hay que dejar atrás dogmas y simplismos y entender que el camino a la victoria pasa por combinar acertadamente muchas cosas.  Jugar a la vez  con astucia y flexibilidad en todos los tableros en los cuales sea necesario.

Combinar la lucha por la restitución del derecho al voto con la exigencia de rectificación en lo económico y social es el camino correcto en estas circunstancias.

  No puedo terminar estas líneas sin aclarar que se equivocan quienes responsabilizan a la lucha por el RR la no realización de los comicios regionales. Fue el oficialismo quien frustro ambos procesos porque no convenían a sus intereses.



                                           Caracas, 24 de enero de 2017

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