Desde hace un tiempo, algunas personas, incluyendo dirigentes políticos, han venido sosteniendo que el régimen venezolano que se instaló hace 18 años, es una dictadura.
Sin embargo, por constatación, la mayoría de los venezolanos no terminaba de sentirlo así. No existía un convencimiento al respecto y, menos, unanimidad.
Es cierto que se percibía como un régimen autoritario, pero con un permanente barniz de democracia. Al tiempo que se insistía que 'esto' era una dictadura, en contraste se convocaban elecciones continuamente (sí, manipuladas y amañadas), signo evidente, aunque no el único por supuesto, no precisamente de las dictaduras sino más bien de las democracias.
En ese tránsito, el término 'dictadura' se fue banalizando.
Para el régimen venezolano, haber perdido las elecciones del 6D del 2015 fue como que "mucho con demasiao". Pensaron arrogantemente que ganarían esas elecciones como siempre lo habían hecho, con trampas y fraudes continuados. Pero esta vez, la mayoría se impuso.
Desde ese momento, decidieron que en Venezuela no se daría una elección más si no veían garantías de ganarlas.
Al Referéndum Revocatorio del año pasado lo llenaron de insólitos obstáculos. Cuando vieron que la oposición venezolana los iba superando uno a uno, en el mes de Octubre optaron por darle el mazazo final. Suspendieron el derecho de millones de personas a manifestar su opinión y revocar al pobre infeliz que ocupa la Presidencia de la República.
A partir de allí, todos entendimos que entrábamos en una dictadura. O mejor dicho, en una dictadura de nuevo signo, de nuevas características. Una neo-dictadura. Finalmente el lobo había aparecido.
Nada más y nada menos que el Poder Legislativo del país, la Asamblea Nacional, procedió a declarar que se había roto el hilo constitucional.
Ahora bien, en las circunstancias actuales, uno debe preguntarse algunas cosas.
Por ejemplo, ¿de qué nos sirve que el régimen chavista-madurista hoy sea reconocido como una dictadura y no como una democracia? ¿Acaso es un simple cambio de nombre, de denominación, una adjetivación protocolar, un cambio cosmético, para que todo lo demás siga igual?
Estimo que reconocer que lo que tenemos enfrente ahora es una dictadura y no una "democracia" o una "democracia con signos de autoritarismo" debe servir para indicarnos claramente que se deben hacer cambios sustanciales en algunas cosas.
Afirmo que no podemos seguir de ahora en adelante esta confrontación ni con la misma actitud ni con las mismas políticas, estrategias, tácticas y herramientas utilizadas hasta ahora.
Cuando hablo de actitud, me refiero a la mentalidad ("mindset") y al estado de ánimo de cada uno de nosotros frente al régimen, frente a la dictadura. Seguir creyendo que somos una simple oposición a un gobierno es naif, ingenuo, es de inocentes.
¿Debe continuar siendo nuestra actitud la misma de siempre, o sería necesario evaluar si no va siendo hora de asumir una actitud distinta, por ejemplo, de resistencia? Oponerse no es lo mismo que resistir. Los métodos y las formas son distintos.
Nuestra Constitución establece claramente en su artículo 350 que "El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos".
Desconocer, como lo indica la Constitución, se entiende como resistir. Desconocer es desobedecer. Menos que esto es entregarse. Arrodillarse. Rendirse. Abdicar.
La pregunta siguiente es ¿cómo se come eso? Porque una actitud de resistencia debe referirnos permanentemente a nuestros principios democráticos, a nuestras ansias de paz y civilidad, a nuestro deseo de retomar el cauce que nos ordena nuestra Constitución.
¿Acaso estamos dispuestos a obedecer todos los dictámenes de un régimen que, con sólo 10% de apoyo de la población, viene gobernando tiránicamente a través de argucias legales utilizando un Tribunal Supremo de Justicia inmensamente cuestionado y un organismo electoral totalmente sesgado?
Hace muy pocos días, los estudiantes de la Universidad Central de Venezuela dieron una muestra muy clara de rebeldía, de desobediencia. La dictadura venezolana, que le tiene terror a medirse en cualquier elección, decidió suspender las elecciones previstas en la UCV, utilizando una sentencia acomodaticia del TSJ.
Sin embargo, los estudiantes se rebelaron. Se declararon en resistencia. Desobedecieron esta ilegal orden. Y el viernes pasado realizaron sus elecciones.
¿Presenciaremos en un futuro cercano episodios similares con creciente frecuencia? No sabemos, pero es probable. Si ello sucediera, demos por descontado que la dictadura venezolana mostrará aún más su carácter represivo.
Pero al mismo tiempo, se revelará que el rey cada vez está más desnudo.
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