Marta de la Vega
En ¿Qué es democracia? G. Sartori precisa que “El Estado dictatorial es el Estado inconstitucional, un Estado en el cual el dictador viola la Constitución, o escribe una Constitución que le permita todo”. La forma extrema de contraposición a la democracia es la autocracia, que “es autoinvestidura, es proclamarse jefe de sí mismo o encontrarse en situación de ser jefe por derecho hereditario”.
En la dictadura, el poder se ejerce como dominación centrada en la imposición unilateral de los dictados de un autócrata o de una minoría oligárquica, adjetivo este tomado de la Grecia antigua. Se trata del gobierno de unos pocos, que en general pertenecen a una misma familia, estamento o sector social, que no tienen ni los méritos ni la formación, ni la “virtud” como areté propia de la nobleza, es decir, de la aristocracia, que significa el gobierno de los mejores.
Por ello el régimen oligárquico fue en la Grecia antigua la negación o degeneración de la aristocracia. El poder dictatorial es ejercido sin posibilidad de disensos y de manera abusiva. La legitimidad, en el caso de una dictadura, está ausente, pues no resulta de una competencia equitativa a la que concurren rivales en condiciones iguales en la lucha por el poder, ni la legitimidad reposa en el acatamiento voluntario de las normas por parte de la ciudadanía ni en la soberanía popular.
J.J. Rousseau, en el Contrato social, también se refiere a la dictadura y a la tiranía Todos estos regímenes son una degeneración del sistema político y en particular del Estado. Para él, hay dos vías por las cuales un gobierno degenera, cuando se disuelve el Estado.
La primera, “cuando el Príncipe no administra el Estado de acuerdo con las leyes y usurpa el poder soberano”. Ocurre entonces “un cambio notable pues no es el gobierno el que se concentra sino el Estado (…). Este se disuelve, siendo reemplazado por los miembros del gobierno únicamente, el cual se convierte en dueño y tirano del pueblo”. Es la apropiación del Estado por parte del gobierno, cuyos miembros o instituciones usurpan las estructuras del Estado.
La coacción ilegítima se convierte en instrumento para mantenerse en el poder. Roto el pacto social, el hilo constitucional es destruido. “De suerte que en el momento en que el gobierno usurpa la soberanía, el pacto social se rompe, y todos los ciudadanos, al recobrar de derecho su libertad natural, se ven forzados, pero no obligados, a obedecer”, agrega Rousseau. Impera el poder del más fuerte, no la autoridad del más idóneo para gobernar.
La segunda, “ocurre cuando los miembros del gobierno usurpan por separado el poder que deben ejercer en conjunto”. Tal caso es, para Rousseau, “infracción de las leyes no menor y que produce mayores desórdenes”.Es cuando uno de los poderes se impone sobre los demás o por encima de uno de ellos y los subordina a sus propios intereses o los de su facción.
Así hipertrofia y desvirtúa sus funciones como cuando el poder ejecutivo busca subyugar al legislativo que, de acuerdo con Rousseau, es el poder más importante, y en esta intromisión usurpadora es secundado por otro de los poderes públicos, el poder judicial.
¿Cuándo un gobierno degenera en tiranía? Según Rousseau “tirano es el rey que gobierna con violencia y sin miramiento a la justicia y a las leyes”. Y añade: “En la acepción precisa del
vocablo, tirano es un particular que se abroga la autoridad real sin derecho”, como lo explicaron en la antigüedad los griegos, fueran príncipes buenos o malos pero cuya autoridad no era legítima. Y concluye: “Tirano y usurpador son, pues, perfectamente sinónimos”.
Las consecuencias son funestas y trágicas para la sociedad. Abandono de obligaciones de Estado como asegurar salud, alimentación y seguridad, que cobra innecesarias muertes en Venezuela. ¿Nos dicen algo estas palabras de 1761 para entender el régimen presidido por Maduro?
En la dictadura, el poder se ejerce como dominación centrada en la imposición unilateral de los dictados de un autócrata o de una minoría oligárquica, adjetivo este tomado de la Grecia antigua. Se trata del gobierno de unos pocos, que en general pertenecen a una misma familia, estamento o sector social, que no tienen ni los méritos ni la formación, ni la “virtud” como areté propia de la nobleza, es decir, de la aristocracia, que significa el gobierno de los mejores.
Por ello el régimen oligárquico fue en la Grecia antigua la negación o degeneración de la aristocracia. El poder dictatorial es ejercido sin posibilidad de disensos y de manera abusiva. La legitimidad, en el caso de una dictadura, está ausente, pues no resulta de una competencia equitativa a la que concurren rivales en condiciones iguales en la lucha por el poder, ni la legitimidad reposa en el acatamiento voluntario de las normas por parte de la ciudadanía ni en la soberanía popular.
J.J. Rousseau, en el Contrato social, también se refiere a la dictadura y a la tiranía Todos estos regímenes son una degeneración del sistema político y en particular del Estado. Para él, hay dos vías por las cuales un gobierno degenera, cuando se disuelve el Estado.
La primera, “cuando el Príncipe no administra el Estado de acuerdo con las leyes y usurpa el poder soberano”. Ocurre entonces “un cambio notable pues no es el gobierno el que se concentra sino el Estado (…). Este se disuelve, siendo reemplazado por los miembros del gobierno únicamente, el cual se convierte en dueño y tirano del pueblo”. Es la apropiación del Estado por parte del gobierno, cuyos miembros o instituciones usurpan las estructuras del Estado.
La coacción ilegítima se convierte en instrumento para mantenerse en el poder. Roto el pacto social, el hilo constitucional es destruido. “De suerte que en el momento en que el gobierno usurpa la soberanía, el pacto social se rompe, y todos los ciudadanos, al recobrar de derecho su libertad natural, se ven forzados, pero no obligados, a obedecer”, agrega Rousseau. Impera el poder del más fuerte, no la autoridad del más idóneo para gobernar.
La segunda, “ocurre cuando los miembros del gobierno usurpan por separado el poder que deben ejercer en conjunto”. Tal caso es, para Rousseau, “infracción de las leyes no menor y que produce mayores desórdenes”.Es cuando uno de los poderes se impone sobre los demás o por encima de uno de ellos y los subordina a sus propios intereses o los de su facción.
Así hipertrofia y desvirtúa sus funciones como cuando el poder ejecutivo busca subyugar al legislativo que, de acuerdo con Rousseau, es el poder más importante, y en esta intromisión usurpadora es secundado por otro de los poderes públicos, el poder judicial.
¿Cuándo un gobierno degenera en tiranía? Según Rousseau “tirano es el rey que gobierna con violencia y sin miramiento a la justicia y a las leyes”. Y añade: “En la acepción precisa del
vocablo, tirano es un particular que se abroga la autoridad real sin derecho”, como lo explicaron en la antigüedad los griegos, fueran príncipes buenos o malos pero cuya autoridad no era legítima. Y concluye: “Tirano y usurpador son, pues, perfectamente sinónimos”.
Las consecuencias son funestas y trágicas para la sociedad. Abandono de obligaciones de Estado como asegurar salud, alimentación y seguridad, que cobra innecesarias muertes en Venezuela. ¿Nos dicen algo estas palabras de 1761 para entender el régimen presidido por Maduro?
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