EL
ESQUIADOR DE LLANO ADENTRO
Enrique
Viloria Vera
Nada se había visto más ridículo
desde que Calígula
nombro
cónsul a su caballo.
Bizarros
de veras estos tiempos bolivarianos en los que impera la improvisación, el
espontaneísmo, el me da la gana, la ausencia de profesionalismo, la falta de
sindéresis. Así que en un país de comiquita donde el presidente confunde a un
pajarito con su antecesor, con el Comandante supremo, y éste le trina en el
oído, aconsejándole el rumbo a seguir, la estrategia para gobernar, no es de
extrañar que un esquiador que jamás ha visto la nieve ni sentido el frío de las
estaciones de invierno - de golpe y
porrazo - viaje sin más para participar
en una competencia de alcance mundial, haciendo el ridículo como también lo hace el brabucón y
pendenciero Jefe de la Revolución Bolivariana.
Me
imagino la cara de estupefacción de los agentes de inmigración galos cuando
interrogaron al esquiador de tierra caliente, y éste – con 25 euros en el
bolsillo – les espetó que iba a Finlandia a fin de participar en un campeonato
mundial de esquí, a pesar de nunca haber visto la nieve ni haber esquiado de
verdad verdad.
Ciertamente
somos – con toda razón - el hazmerreír
del mundo actual, no hay sitio por donde se transite en el que no comenten
jocosamente las locuras, los desvaríos, las insensateces, los desatinos, los
disparates, las alucinaciones, los desbarros, las equivocaciones y desaciertos
de los dirigentes del socialismo del siglo XXI: meter la pata es el lema que ostentan con orgullo, ya que es lo
único que saben hacer con toda propiedad.
No
es de extrañar que a nuestra monta burros de sabana se les ocurra participar -
con bombos y platillos revolucionarios - en los clásicos hípicos más
renombrados del mundo, engalanados con su atavío rojo – rojito y cabalgando en
un flaco jamelgo, desnutrido y mal alimentado, como lo están los malhadados
súbditos bolivarianos, para luego – a todo estruendo -, festejar su último
lugar en un restorán de lujo, devolviendo los raviolis rellenos de caviar y
exigiendo además que calienten el gazpacho porque está muy frio; todo mientras liban
su escocés mayor de edad , pagando la abultada cuenta en billetes verdes del
imperio, provenientes de las menguadas reservas del Tesoro Nacional, que derrochan a lo lindo y a
sus anchas, mientras no los hay para importar medicinas y comida para un
pueblo sentenciado a morir de mengua y de arrechera.
Así
están las cosas en este país caribeño, viva expresión del Realismo mágico del
que nos hablaba Uslar Pietri, quien, visionario, nos
recuerda que:
Ha
sonado la hora de Venezuela, la hora de los venezolanos válidos. Por encima del
dolor y la vergüenza por lo que ha sucedido, hoy más que nunca tenemos la
oportunidad y hasta el desafío de rehacer un país capaz de alcanzar las metas
que ofrecen sus grandes posibilidades. No será fácil, como nunca ha sido fácil
ninguna empresa grande.
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