martes, 21 de marzo de 2017

LA GRAN ESTAFA
CARLOS TABLANTE
El Estado lograría la máxima felicidad con el desarrollo endógeno, la soberanía alimentaria y la estabilidad laboral. Los planes de la nación implantarían un “modelo productivo socialista” con la generación de bienes y servicios. Los objetivos eran claros: controlar la actividad privada, es decir, expropiar.
Apoyado en extraordinarios ingresos petroleros, Chávez comenzó en 2002 el ataque a la producción nacional combinando el agresivo “shopping” de empresas con rudas ocupaciones forzosas.
Las cifras oficiales son confusas y están bien escondidas. CONINDUSTRIA habla de 1.440 compañías, galpones y terrenos expropiados entre 2002 y 2015. 52% de las empresas que operaban en 2001 habrían cerrado hasta 2016, pasando de 672 mil a 324 mil. CEDICE ha documentado 1.167 firmas expropiadas entre 2005 y 2010, el 22% en el sector alimentos. Entre 2007 y 2010 el régimen compró empresas que estaban en manos extranjeras (CANTV, Banco de Venezuela, Electricidad de Caracas, empresas de alimentos, mineras, cementeras, petroleras, etc.) por unos 30 mil millones de dólares. Según un estudio aún inconcluso de Transparencia Venezuela, el Estado es propietario de 505 empresas.
A pesar de su pésimo funcionamiento, las empresas expropiadas recibieron subsidios y divisas preferenciales para importar todo tipo de bienes. De 2007 a 2009, CADIVI asignó 60 mil millones de dólares para importaciones, cifra que se repetiría en su totalidad solo en los doce meses de 2012, año electoral. Mientras la fiesta de ingresos petroleros estaba en su máximo apogeo, el país quintuplicó su deuda.
2014 amaneció de golpe con la caída de los precios del petróleo. Encontró a Venezuela con menos empresas, menos producción nacional y menos exportaciones no petroleras. Sobran ejemplos que develan lo que había estado ocurriendo, desde lo mas pequeño hasta lo mas vital. Se robaron 12 mil cabezas de ganado de la denominada Empresa Socialista Ganadera Agroecológica Marisela, antiguo Hato El Frío, hoy en ruinas. 370 empresas del Estado generaron pérdidas por más de un millón de millones de bolívares en 2016. Los responsables son los mismos que hoy imponen la próxima desaparición de las panaderías.
Como denunciamos en nuestro libro El Gran Saqueo, la casta cívico-militar que desgobierna Venezuela malversó 300 mil millones de dólares sólo entre 2003 y 2013.
El Estado propietario socialista fracasó pero, paradójicamente, lo hizo logrando sus objetivos iniciales. Esos que aún persigue a costa de todos, con excepción de sus cómplices y testaferros en el sector privado.
Máxima tristeza en lugar de máxima felicidad. Creación de empleos en el extranjero a costa del desarrollo “endógeno”. Dependencia alimentaria en lugar de soberanía. Inestabilidad, desempleo y aumento de la informalidad laboral en lugar de estabilidad. Expropiación del país de todos para beneficio de los corruptos.

Más hambre, enfermedades, muerte y desesperanza son las características del fracaso de este Estado totalitario que arruina al país.

El espejismo chavista fue una gran estafa

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